Acertijo

"Toma la habitación que está al final del pasillo la he amueblado para ustedes dos, no te preocupes si es un poco grande a diferencia de las demás quiero que tengas la mejor vida que deseaste para Sofía y para ti, después de todo para eso somos amigas "

Vanessa se alegró al leer aquella nota, unas lágrimas recorrieron su mejilla, pero las limpio rápidamente para que su hermana no las mirara.

―Esta casa es enorme, Vane ¿dónde dormiremos? ―preguntó Sofía con su voz dulce y tierna que alegraba el corazón de cualquiera.

―Ya lo veremos, según esta nota que nos ha dejado Paola, queda al final del pasillo, ayúdame con tu pequeño bolso mientras yo subo las maletas y por favor no corras mientras subes las escaleras, Sofía ―recordó Vanessa, a su hermana quién estaba muy emocionada.

― ¡Te gane, te gane! ―gritó Sofía haciendo pequeñas muecas que soltaron una carcajada a Vanessa.

―Está bien, ahora espérame ahí, subir las escaleras con dos maletas es lo más difícil ―resoplo.

Por fin había terminado Vanessa de subir con las maletas, Sofía se encontraba sentada en el piso esperando por su hermana, pues las energías de aquella niña se iban apagando apenas pasaban los minutos, Sofía ayudó a llevar su maleta siguiendo los pasos de su hermana, mientras miraba a los lados con curiosidad, ya que jamás había estado en una casa tan grande como esa, la llave de aquella habitación estaba en el cerrojo, giro las llaves para quitar el seguro y abrir las puertas, aquella habitación contaba con una ventana, dos camas separadas de tamaño mediano, las paredes de color lila pastel, dos mesas a cada lado de las camas las cuales tenían dos lámparas sobre ellas, un ropero mediano, con varias divisiones y lo mejor es que la habitación tenía su baño e inodoro propio incluido en ella. Colocó las maletas a un lado del ropero y le pidió a Sofía que tomara una ducha mientras desempacaba, Sofía llegó brincando hasta la puerta del baño, detrás de ella iba Vanessa quién llevaba la toalla y demás cosas que ocuparía Sofía luego de que terminara de tomar una ducha, Vanessa dejó la chorrera abierta para que cayera agua fría, salió de ahí y continuó acomodando toda la ropa, sentía un poco de nostalgia al ver las fotos de sus padres que las acompañarían a donde fueran, limpió sus lágrimas y continuo en lo que estaba. Sofía había terminado de tomar una ducha y salió del lugar para que su hermana le hiciera aquel peinado de bellas trenzas que tanto le gustaba.

―Sofí, hoy no te haré trenzas dejare tu cabello suelto para que se seque bien aún lo tienes húmedo, luego te las haré ahora dime ¿tienes hambre? Si es así bajaré a buscar algo para que comamos ―sonrió Vanessa mientras cepillaba el cabello de su hermana.

―No tengo hambre, pero si mucho sueño ―respondió.

Sofía se subió a la cama que Vanessa le indico esperando a que su hermana le cantará aquella canción que tanto le gustaba. Vanessa terminó con su maleta dejando para después la de su hermana, caminó hasta la cama a cantarle la canción que tanto le gustaba, quedándose dormida profundamente junto a su hermana.

Mientras tanto Elías había regresado a la empresa horas más tarde del lugar al que había ido, pero no había regresado solo, una mujer que parecía modelo había venido con él.

―Paola, no dejes que nadie entre ni siquiera tú, a menos que yo te lo ordene ―habló Elías.

Paola hizo lo que Elías le había pedido, esas dos horas no dejó que nadie entrara a la oficina de su jefe, pues nadie se atrevía a entrar después de todo los quejidos que se escuchaban de parte de la mujer con la que estaba Elías, Paola se encontraba molesta ya que aquellos sonidos no la dejaban concentrarse en su trabajo, así que optó por tomar su celular y auriculares y colocarlos en sus oídos mientras aquella pesadilla para ella terminaba. Había pasado una hora más hasta que por fin aquella mujer había salido de la oficina y la paz regresaba a los rincones de la oficina en la que se encontraba Paola y a sus oídos.

―Paola, necesito un informe de todas las personas que vinieron a buscarme desde que salí de la oficina hasta ahora ―ordenó Elías.

―Aquí está el informe de todo lo que me ha pedido, está en orden alfabético a como a usted le gusta que le entreguen los documentos ―dijo de mala gana.

Elías tomó los documentos pidiéndole a Paola que saliera de ahí, leyó detalladamente hoja por hoja y letra por letra de aquel documento, al terminarlo de leer le entregó el resumen a Paola de lo que debía de aceptar y lo que no.

―Ah, Paola, se me olvidaba ¿tienes planes para esta noche? ―preguntó sin rodeo alguno.

―No, no los tengo ¿Por qué pregunta? ―respondió

―Ven a cenar esta noche conmigo y no acepto un, no, por respuesta ―ordenó Elías.

Aquella idea no le gustaba del todo a Paola, pero no podía rechazarla en su primer día de trabajo. Llegó la hora de salida, todos se fueron quedando solamente Paola y Elías en aquella empresa, quien minutos después salió

―Sígueme ―ordenó Elías.

Paola iba detrás de él, aquella idea aun le seguía molestando, odiaba la hora en que había aceptado salir a cenar con su jefe en su primer día de trabajo, pues Elías no le había dejado otra opción más que ir con ella.

― ¿A dónde iremos? ―pregunto

―Al restaurante que queda a unas calles de aquí, por el dinero no debes de preocuparte, yo pago ―sonrió Elías de manera pícara.

Aquel acto de niño rico le había molestado aún más a Paola, odiando más aquella salida con su jefe. Llegaron al restaurante, y Elías había sacado su lado caballeroso, todos los empleados de aquel restaurante lo conocían y hasta sabían con exactitud lo que él ordenaba para su acompañante como también para él.

― ¿Un Risotto? En serio, has ordenado un Risotto para mí ―habló Paola de mala gana.

― ¿Acaso no te gustan? ―preguntó Elías.

―No, no me gusta este platillo, pero no lo rechazaré en cambio pediré algo que a mí me guste ―sonrió Paola de manera retadora haciendo una señal para que el mesero llegara.

―Si señorita ¿Qué ordenará? ―preguntó el mesero.

―Puedes traerme una botella del mejor licor que tengas, es para mejorar la expresión de este hombre ―respondió de manera burlona.

―En seguida señorita, el mejor licor que tenemos es uno nuevo que recién está llegando a esta ciudad es el tequila ―habló el mesero marchándose de ahí

― ¿Tequila? ―preguntó Elías fuera de lugar.

―Si, es un licor que al ponerlo en tu boca es suave, pero cuando pasa por tu garganta se vuelve caliente además es para celebrar mi empleo y la salida con mi jefe ―sonrió.

Elías no era bueno con el licor, pero seguiría el juego de Paola para ver por cuánto tiempo más resistía a sus encantos y coqueteo, aunque había empezado con el pie izquierdo por la elección del platillo. Habían terminado de comer, para empezar el brindis, Paola empezaba la ronda de bebidas, Elías apenas podía hacer que el trago pasara por la garganta haciendo miles de gestos, la botella de tequila iba a la mitad y todo porque Paola era la que estaba bebiendo, ya que su jefe no había resistido ni cinco tragos cuando ya estaba fuera del lugar, pidió la cuenta y terminó siendo ella la que pagó todo, porque su jefe había olvidado la billetera en la oficina.

―Señorita, antes de que se vaya esta es la dirección del señor Borní, le ayudaremos a llevarlo hasta su carro ―comentó uno de los empleados.

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