―Lo siento Vanessa, por hacerte recordar todo eso en un día como hoy, perdón, ahora vamos a la sala, tengo una sorpresa para ti ―sonrió Paola llevando a Vanessa guiñada del brazo hasta la cocina ―Taran, es tu pastel de cumpleaños ¡Felices 27! Pero no creas que este es tu único regalo, no, no es así habrá más regalos, pero luego, ahora desayunaremos para probar después ese rico pastel que de solo verlo se me hace agua la boca ―añadió Paola.
Mientras Paola, buscaba la cara de sorpresa de su amiga, se encontró con el rostro de Vanessa hecho un mar de lágrimas, las mejillas de Vane se habían vuelto rojas por llorar, la punta de su nariz estaba igual de roja que su rostro Vanessa, cayó de rodillas llorando, pero no se sabía si de felicidad o de tristeza.
―La última vez que celebré un cumpleaños mío, fue hace 11 años atrás ―soltó Vanessa
―Lo siento, no sabía que te afectaría de esa manera, no era mi intensión que esto te pusiera tan mal, en serio, lo siento Vanessa ―habló Paola tratando de controlar a su amiga.
―No es que me ponga mal Paola, es que había olvidado la sensación que da cuando te celebran un cumpleaños ―sonrió.
Paola, para contentar a su amiga decidió preparar unos ricos hot cake, al desayuno no tardo en unirse Sofía, quién se había despertado con el cabello desarreglado.
―Sofía ¿cepillaste tus dientes y lavaste tu cara antes de levantarte? ―preguntó Vanessa.
―Si, ya me cepillé los dientes y lave mi cara, ahora voy a desayunar para después darme un baño por cierto ¡Feliz cumpleaños! ―sonrió Sofía mientras corría para abrazar a Vanessa.
Eran las 10 de la mañana, Paola andaba de compras con Vanessa y Sofía, Elías, se encontraba aun en cama, la alarma que había puesto como de costumbre no la había escuchado, se levantó de golpe de la cama dirigiéndose a tomar una ducha, pues se le había hecho tarde para reunirse con Tatiana, su hermana mayor. Salió hacia la casa de su hermana en su Rolls Royce Silver Cloud, al llegar a casa de Tatiana, un Matthias energético salió a recibirlo de la manera más alegre.
―Elías, que bueno volver a verte ―sonrió Tatiana.
―Lo mismo digo Tati, he traído un regalo para ti porque se lo mucho que te gustan los chocolates ―abrazó Elías a Tatiana de manera emocionada.
―Gracias ¡Son chocolates blancos! ―chilló de emoción.
―Dime ¿has sabido algo del idiota de Adolfo? ―preguntó en un susurró para que Matthias no lo escuchara.
―No, desde la última vez que estuvo aquí que me sucedió esto ―dijo señalando su brazo roto ―no lo he vuelto a ver y creo que así es mejor, Matthias aún no lo sabe no sé cómo decírselo, creo que aún es muy pequeño y no quiero que odie a su padre por lo que me hizo ―sonrió Tatiana.
―Debes de decírselo si él lo llega a saber por Adolfo terminara odiándote y no querrás que eso suceda, no es que te esté amenazando, pero solamente me preocupo por tu bienestar y el de mi sobrino ―habló Elías.
―Tío, vamos a jugar, además mira tengo un perrito, se lo regalaron a mi mamá para mí ―habló agitado Matthias quien venía corriendo a toda prisa mientras el cachorro la seguía.
―Está bien enseguida voy a jugar, solo déjame tomarme un refresco de esos que hace tú mamá para luego ir a jugar contigo ―sonrió Elías.
Matthias salió corriendo hacia el patio, el pequeño perro iba detrás de él, mientras tanto Tatiana se encontraba llorando en el hombro de su hermano, toda aquella situación la tenía desesperada, a pesar de que sus padres eran dueños de las demás empresas Borní, Tatiana no tuvo la misma suerte que Elías, por ser ella hija de madre y no de padre, pero Elías tenía ese cariño, siempre la había visto como su hermana, después de todo Tatiana siempre está ahí para él.
Vanessa, se sentía como en un cuento de hada al ver todas aquellas bellas tiendas, con vestidos hechos de la tela más fina y costosa, hasta los que eran un poco más accesibles. Paola, escogió varios vestidos para que su amiga se los probara, en cambio la pequeña Sofia, estaba muy emocionada de ver todo lo que había en aquel lugar, andaba de pasillo en pasillo viendo los vestidos sin tocar ninguno.
―Sofia, cariño ven ―habló Paola con una gran sonrisa.
Sofia iba corriendo en dirección a Paola al ver el bello vestido que tenía en sus manos, ese vestido era todo lo que la pequeña niña esperaba encontrar, pero Paola le había ganado, un vestido acampanado de la cintura hacia abajo, con mangas de encajes, pegado a la cintura, con lentejuelas brillantes que hacían la figura de flores en él, era el vestido que Sofia había pasado buscando desde que había llegado a esa tienda y Paola, lo tenía en sus manos.
― ¿Es para mí? ―pregunto apenada.
―Si, es para ti, ven dame la mano, te llevaré a un probador ―sonrió Paola.
Sofía tomo la mano de Paola, ambas eran la sensación de aquel lugar, pues creían que eran madre e hija al ver la manera en que Paola la trataba.
― ¿Es tu hija? ―preguntó una voz que hizo que, a Paola se le erizara la piel.
―No, no lo es ―respondió volteando para ver de quien se trataba ―Richard ¿qué haces aquí? ―cuestionó.
―Lo mismo que tu Paola, ando de compras ―sonrió.
Richard no esperaba encontrarse con Paola en aquella tienda, pero le alegraba verla de nuevo y con ropa que no era de oficina.
― ¿Acaso me persigues o es una casualidad? ―sonrió mientras lo miraba con curiosidad.
―Es una casualidad ―respondió sin más que decir.
―Paola, apresúrate, mi hermana saldrá y te entretendrás con ella ―habló Sofia guiñándola.
―Sofía, compórtate con Paola, no la debes de tratar así ―interrumpió una voz aquel momento.
―Lo siento hermana ―se disculpó soltando el brazo de Paola.
―Vanessa ¡Ese vestido te queda bellísimo! ―exclamó Paola tomando el brazo de su amiga.
Richard, carraspeo la garganta al sentirse un poco incómodo.
―Ah, disculpa, Vane, él es Richard, el mejor amigo de mi jefe ―habló Paola.
―Mucho gusto, soy Vanessa Dorchi ―extendió su mano.
Tomo su mano dándole un beso ―Es un placer Vanessa, soy Richard Black ―respondió con una cálida sonrisa.
―Paola, enseguida regreso acompañare a Sofia a que se pruebe su vestido, si me disculpan ―sonrió Vanessa marchándose de ahí.
Aquel momento había sido un poco incómodo para Vanessa, no por Paola, sino por Sofia, esa eran una de muchas rabietas que su pequeña hermana hacia cuando no le daban lo que ella quería.
―Vanessa ayúdame a subir el cierre del vestido ―habló Sofía.
Vanessa entró al vestidor en el que estaba su hermanita y al verla con aquel vestido se sintió muy feliz, pues sabía lo mucho que a Sofia le gustaban, salió de ahí tomada de la mano de Sofía pues su hermana estaba muy alegre de su vestido nuevo, aunque a ella le quedaban como cien vestidos que probarse, pues no encontraba el indicado.
―Y bien ¿Cómo luzco? ―preguntó.
―Te vez bellísima hermana ―sonrió Sofia.
―Dejaras bocas abiertas con ese vestido, es perfecto para ti ―comentó Paola.
Después de terminar de hacer todas las compras regresaron a casa, Sofia aun venía con muchas energías, pero Vanessa y Paola no, Paola venía fuera de lugar pensativa e ida, ni siquiera Vanessa sabía lo que le sucedía a su amiga, solo esperaba que aquel actuar no fuera nada grave.
―Paola ¿Qué te sucede? Desde que salimos de la tienda estas distraída ―comentó Vanessa.
―Lo lamento, es que estoy un poco nerviosa por la cena de la noche de hoy, no sé qué vestimenta escoger, pero eso es lo de menos, no me prestes tanta atención tomaré un baño e iré a recostarme, me duele un poco la cabeza ―respondió Paola caminando hacia su habitación.
―Sofía, escúchame bien por favor, saldré esta noche con Paola, debes de quedarte aquí sola, ya sabes lo que pienso de las niñeras, te dejare la comida preparada y caliente para que comas, Ludy se quedara contigo, duérmete temprano y no quedes viendo la televisión toda la noche o no crecerás ―sonrió al decir lo último pues aquello era una mentira que Sofia había creído desde siempre.Paola se encontraba en su habitación, con las ventanas cerradas y las luces apagadas, todo el cuarto estaba completamente oscuro mientras estaba bajo las sabanas llorando, su mente estaba confusa, no sabía qué hacer, las pesadillas de su pasado habían regresado nuevamente, pues lo que había vivido de pequeña le afecto mucho a tal punto que tuvieron que mudarse de lugar. Caminó entre la oscuridad hacia la puerta del baño lleno la bañera y se introdujo en ella, quería olvidarse de todo lo que le había sucedido, pero a veces le era casi imposible.La hora de la cena había llegado, Vanessa se encontraba lista
Esa noche condujo Vanessa, pues Paola, aún estaba demasiado ebria como para hacerlo, Vanessa agradecía por haber trabajado de chófer para una señora mayor de edad, gracias a esa mujer aprendió a conducir. Llegaron a casa y Paola entro a su habitación sin decir una palabra, en cambio Vanessa camino hacia su habitación para asegurarse que Sofia estuviera bien, al entrar se encontró con una Sofia profundamente dormida y un Ludy acompañando de la niña, dormido junto a ella, apago la televisión y acomodo a su hermana en su cama y a Ludy lo dejo dormir esa noche con ella, pues pensaba que ir a dejarlo a la habitación de Paola era una pésima idea después de lo que había sucedido. En cambio, después de lo sucedido había invitado a su última secretaria para que llegara a acompañarlos, pues la noche apenas empezaba para Elías y Richard, media hora más tarde Natasha la antigua secretaria de Elías había llegado junto a una amiga.―Per0 ¿Qué diablos te ha pasado? ―preguntó Natasha.―No es nada, so
Era medio día, Paola, Vanessa y Sofia estaban lista para salir a disfrutar de aquel día, Sofia llevaba una falda short, una camiseta y deportivos, Paola y Vanessa también llevaban ropa cómoda, pues Paola tenía pensado jugar con Sofia, al saber lo ocupada que fue la vida de Vanessa en aquella ciudad que vivía, pensó que Sofia jamás había jugado y acertó, así era, Sofia jamás había salido a jugar con otros niños siempre se la pasaba encerrada en casa de su tía.―Paola ¿Adónde iremos? ―preguntó Vanessa.―Iremos a un lugar que tienen juegos para niños, en los que Sofía podrá jugar, también cuentan con un espacio para que Ludy se socialice con otros perros de su tamaño y juegue ―respondió.― ¿Un lugar para jugar? ―preguntó Sofia.―Si, es un lugar específico del restaurante en el que tienen un lugar recreativo para que juegues con otros niños, platiques, corras o les lean un cuento ―menciono Paola.―Yo jamás he jugado con ningún niño, solamente cuando Vane no tenía trabajo y se quedaba para
Tatiana se encontraba en el baño de mujeres ayudando a Vanessa a limpiar la sangre seca que tenía en su rostro.―Gracias por también defender a mi hijo, yo no tuve el valor de defenderlo hasta verte a ti como te enfrentabas a ese hombre por tu hija ―habló Tatiana.―Daría mi vida por proteger a Sofía, aunque me da lástima la vida que debe de llevar ese niño, con un animal como Héctor de padre ―respondió Vanessa.― ¿Cómo sabías que se llamaba Héctor? ―preguntó Tatiana intrigada.―A todos al llegar nos dan este ticket que pegan en nuestras camisas con nuestros nombres, por eso sé que se llama Héctor y tú eres Tatiana ―sonrió Vanessa.La mejilla de Vanessa y la nariz estaban rojas e hinchadas, pues el golpe que recibió de Héctor fue demasiado fuerte, no entendía cómo no se había desmayado después de fuerte golpe, quizás era por toda la adrenalina que aun recorría por su cuerpo.―Vanessa ¿cómo te encuentras? Déjame ver tu rostro ―interrumpió Paola.―Estoy bien, no fue nada ¿Dónde dejaste a
Lucy no podía creer que a pesar de todos los años que habían pasado Kenny aun siguiera creyendo de Paola era la culpable de la muerte de su hermana Maritza.Recuerdo de la noche de la tragediaPaola y Maritza se encontraban jugando en el balcón de la casa, a como lo hacían de costumbre después de hacer sus tareas y demás cosas que su madre Lucy les ordenaba, esa tarde Lucy se encontraba en la entrada de la casa discutiendo con Kenny, su esposo acerca de la manera en que Roger cuidaba de sus hijas cuando ellos no estaban, Kenny se confiaba de Roger ya que era su hermano mayor, pero ese fue su mayor error, una tarde en la que Lucy llego del trabajo más temprano de lo normal le pareció extraño el no mirar a sus hijas en sus habitaciones, camino sin hacer ruido hasta la habitación de huéspedes, donde se encontró con la horrible imagen de Roger con una de sus hijas, se trataba de Maritza la mayor, a la par de ella se encontraba Paola que estaba igual o peor que Maritza, Lucy enloqueció al
Paola subió a la recamara a buscar una sábana para cubrir a su amiga, después caminó a la habitación donde estaba Sofia llevaba un plato con un sándwich y un poco de leche tibia, miró que Sofia estaba despierta, pero no quería hablar con nadie.―Vete Paola, quiero estar sola ―hablo Sofia.―Si, me iré, pero te dejaré esto aquí y a Ludy, quien quiere dormir contigo ―sonrió.Paola salió de la habitación de Sofia, pasando a ver por última vez a su amiga quién había caminado hasta el sofá durmiéndose ahí, al llegar a su habitación, miró que tenía varias llamadas de su jefe al ver lo tarde que era prefirió no llamarlo y esperar hasta el día siguiente que él llamara, se dio una ducha a pesar de lo tarde que era para luego ir a dormir.Elías no dejaba de pensar en lo sucedido aquella tarde, era la primera vez que miraba a una mujer con tanto carácter como ella, durante toda la noche no pudo dormir, recordaba los bellos ojos café de Vanessa mirando los suyos, el corazón le palpitaba de una man
―Paola que gusto verte ―habló una voz femenina un poco ronca.―Me alegra que se encuentre bien de salud señora Rosa ―sonrió Paola― ¿A qué se debe tu venida por aquí jovencita? ―cuestionó Rosa―Quiero que la hermana de mi amiga entre a estudiar aquí, es una joven linda de 10 años, que por cuestiones de la vida no ha podido entrar, pero es muy inteligente y estoy segura de que podrá estar al nivel de los demás ―habló Paola.―Está bien, te daré unos temas y demás cosas para que ella estudie y este al nivel de los demás, te daré mi número para que me llames cuando esté lista y vengas con ella ―respondió Rosa con una sonrisa.Paola y Vanessa salieron de ahí, Vanessa no entendía porque su amiga hacia eso, pero le alegraba que se preocupara por Sofia, salieron de ahí y fueron nuevamente a casa, Sofia se encontraba en la sala con Ludy, se preparaba un sándwich, se asustó al ver a su hermana y a Paola entrar.―Sofía ¿te sientes mejor? ―preguntó Paola.―Si, gracias por llevar a Ludy ―sonrió ab
Los músculos de su mandíbula se tensaron al escuchar a Teresa que no se daría por vencida hasta obtener lo que quería, Elías no quería tener nada que ver con Teresa, si hacia eso era porque quería que Bernard no desasiera la empresa que tanto trabajo le había tocado a él en la ciudad de Ábsit.Elías salió de su habitación tomando a Teresa del brazo fingiendo que la amaba con una sonrisa forzada en su rostro, llegó a su carro y se subió, lo descortés se hacía presente en Elías para Teresa que no se daba por vencida por más hostil que se comportara Elías, llegaron al restaurante donde su padre había reservado, tenían el menú y lo que tomarían ya listo solo para cuando ellos llegaran, Bernard sabía que Elías no podía tomar alcohol ya que se embriagaba rápido, pues eso era una ventaja para aquel viejo cascarrabias, para que lo más pronto su hijo le diera un nieto ya fuera por las buenas o por las malas.―No sabes cómo te odio Bernard ―murmuró Elías.― ¿Dijiste algo? ―preguntó Teresa.―No,