Cumpleaños

Paola agradecía aquel gesto, lo subieron al asiento trasero del coche, sacó las llaves del bolsillo de Elías para conducir hasta la dirección que le habían dado, al llegar a la casa de Elías los portones fueron abiertos, sin saber si era él el que venía en el coche.

«Qué gente más confiada» pensó Paola.

Estacionó el coche frente a la puerta y caminó hasta la entrada de la casa de la casa, saliendo Richard a recibirlo.

―Elías qué bueno que has llegado ―habló Richard ―Tú no eres Elías ―añadió con un gesto de disgusto.

―No Richard, tu amigo, Elías, está en el asiento trasero ebrio, vine a dejarlo y avisar para que alguien lo sacara de ahí, ahora si me disculpas debo de irme ―habló Paola marchándose de ahí.

Después de tomar un taxi había llegado a su casa, su pequeño cachorro había llegado a recibirla, lo cargó entre sus brazos, poniendo su bolso sobre la mesa, subió   escaleras llevando los tacones en la mano, pues había sido un día cansado para ella, se dirigió a la habitación que había arreglado para Vanessa al ver la puerta un poco abierta, ahí estaba, su amiga de la infancia dormida con la pequeña Sofía en brazos, camino sin hacer ruido alguno para no despertarlas, las cubrió con una sábana y apagó las luces, salió de ahí con una sonrisa, aunque con el corazón partido al ver lo delgada y cansada que se miraba su amiga, pues tenía unas horribles ojeras que mataban toda su belleza, caminó con Ludy su perrito entre brazos hasta su habitación.

A la mañana siguiente Paola había despertado gracias a un exquisito aroma de huevos con tocino frito que invadía toda la casa, se levantó de la cama, tomó una ducha, cepillo su cabello y sus dientes para luego salir en busca de donde provenía aquel aroma, al llegar a la cocina se encontró con Sofía sentada en una de las sillas esperando a que Vanessa hiciera el desayuno, corrió hasta donde estaba Sofía y la abrazó, llorando de la emoción, caminó hasta donde estaba Vanessa quién no podía creer que estuviera frente a ella, se sentía llena de emociones al ver a su amiga, dejó a Sofía en la silla y corrió a abrazar a Vane, estaban tan emocionada que se olvidaron por completo de la comida que estaba en la cocina echándola a perder.

―No te preocupes por la comida Vane, yo la voy a preparar toma asiento a la par de Sofia, ustedes son mis invitadas ―sonrió dirigiéndose hacia el refrigerador.

―No, yo lo haré Paola, después de todo debo de agradecerte lo que has hecho por mi ―comentó Vanessa.

― ¡Ah! Vamos Vane, me agradecerás después ahora, debo de ser yo quién te atienda a ti y a la bella Sofía ―sonrió Paola ―Y dime ¿Sofía estudiaba allá donde vivían? ―preguntó

―No, no pude hacer que ella estudiara allá, todo el dinero que obtenía pasaba a manos de mi tía solo ahorraba una cuarta parte, tuve que buscar varios empleos para ahorrar dinero suficiente para poder viajar hasta aquí y traer dinero para ayudarte con los gastos ―respondió Vanessa.

―Entonces Sofía, no sabe ni leer, ni escribir ―habló Paola.

―Si sabe, ya que en los días libres le enseñe lo básico, no sabe muchas cosas, pero si lo suficiente ―sonrió apenada.

Mientras Paola y Vanessa se ponían al día de las cosas que pudieran en el poco tiempo que le quedaba antes de irse a trabajar, Elías recién despertaba con una horrible migraña, no recordaba mucho de lo sucedido en la salida con Paola.

―Elías que bajo has caído ¿una mujer viniéndote a dejar? No lo puedo creer ―reía a carcajadas Richard al contarle a Elías lo sucedido

― ¿Paola vino a dejarme? ―cuestionó de manera incrédula.

―Si, así fue, venías dormido en el asiento trasero, ella dejo las llaves y se miraba molesta, no tardo nada aquí, solo medio las llaves y se marchó ―respondió ―Ahora pensándolo mejor la hubiese acompañado a tomar un taxi, soy un idiota ―dijo en voz alta Richard.

― ¿Acaso te gusta mi secretaria? ―preguntó con curiosidad.

―No, no es mi tipo ―mintió Richard.

Paola lo había cautivado desde la vez que se toparon en la cafetería, era la mujer con la que había estado soñando, pero gracias a la m*****a reputación que su mejor amigo les había dado a las secretarias no podía salir con ella.

―Hey, te estoy hablando ―soltó molesto.

― ¿Qué decías? ―preguntó.

―Decía que si quieres puedo invitarla a cenar este fin de semana que invite a una amiga o a alguien que ella quiera y yo te invitaré a ti, más que todo será una disculpa por la mala noche que la hice pasar, no sé cómo la veré el día de hoy ―habló Elías sonrojado.

―La miraras normal y me parece buena la idea de la cena, verá realmente cómo se comporta un caballero y un patán como lo que eres, mi querido amigo ―sonrió Richard marchándose de ahí.

Richard mejor que nadie sabía cómo le molestaba a Elías que le dijeran sus verdades en la cara, más si venían de Richard quien siempre había sido todo lo que Elías alguna vez soñó.

Paola agradecía que las horas de trabajar para Elías habían pasado rápidas y así mismo pasó la primer semana de trabajo de Paola, quién al llegar del trabajo le contó a Vanessa acerca del plan que tenía su jefe de una cena doble, le rogó a su amiga para que la acompañara ya que no podía decirle que no a su jefe, Vanessa terminó aceptando aunque no sabía qué hacer con Sofía no quería dejarla sola en casa, aunque sabía lo independiente que era Sofía.

―No puedo dejar a Sofía sola, Paola, ella es muy pequeña aun para dejarla sola aquí ―habló Vanessa.

―Podemos llevarla ―respondió Paola.

―No crees que será mala idea, iremos a un lugar en el que solo estarán personas adultas, creo que Sofía no se sentiría del todo cómoda en un lugar así ―comentó Vanessa.

―Tienes razón, pero yo se lo inteligente que es Sofía, ella no hará ninguna travesura estando aquí sola, además tengo sistema anti incendio, no debes de preocuparse por eso ―sonrió Paola.

Vanessa terminó aceptando la propuesta de su amiga de mala gana, aunque sabía que Sofía no era una niña inquieta, podía pasar viendo un mismo programa de televisión que la entretuviera toda la noche si era posible.

―Está bien iré, pero no sé qué llevar, no tengo la ropa adecuada para eso, además no me gustaría gastar dinero en un vestido que solo ocuparé una noche y luego terminará en el ropero guardado por quién sabe cuánto tiempo ―habló Vanessa.

―Por el vestido es lo de menos, puedo prestarte alguno de los míos o no, iremos a comprar un vestido para la ocasión, sí, eso será lo mejor, no debes de preocuparte por el dinero, ese será tu regalo de cumpleaños, que recordándolo bien es el mismo día de la cena ―sonrió Paola.

Era viernes por la noche y Paola a pesar de haber llegado del trabajo no se encontraba cansada si se trataba de pasar el tiempo pensando en que se pondrían el día siguiente por la noche, a Vanessa le estaba ganando el sueño, pues anduvo varias horas dejando sus papeles en las diferentes empresas que habían en Ábsit, al igual que pasó por el colegio que quedaban a tres calles de donde estaba viviendo, pues creía que era tiempo de que Sofía estudiara e hiciera amistades.

―Paola, no podríamos hablar de eso mañana ya estás hablando dormida, ve a dormir mañana nos levantaremos temprano e iremos por la mañana a comprar ahora vamos a dormir ―sonrió Vanessa mientras trataba de ocultar un bostezo.

―Está bien, vayamos a dormir, déjame ayudarte con Sofía, yo la llevaré ―habló Paola poniéndose de pie para cargar a Sofía y llevarla a la habitación.

Paola se sentía feliz de estar en aquella enorme casa ya no tan sola a como lo estaba antes, que su única compañía era Ludy, a pesar de que sus padres eran las personas más ricas de Éire, Paola decidió dejar las riquezas de sus padres por seguir sus sueños de ser secretaría y tener una vida más alejada del bullicio de las personas de la clase alta como lo eran sus padres, Vanessa jamás entendió porque su amiga renunció a tan gran prestigio para tener una vida como la que llevaba, pero aceptaba a Paola a pesar de todas las cosas, después de todo fue gracias a esa decisión que tomo Paola que la amistad de ellas aún seguía en pie.

Era 27 de agosto, lo que significaba que era el cumpleaños de Vanessa y la cena doble planeada por Elías el jefe de Paola. Eran las 7 de la mañana y Vanessa aun no despertaba, mucho menos Sofía, en cambio, Paola no había podido dormir del todo bien, se encontraba ansiosa por la cena de esa noche, pero más que todo por saber quién sería él o la acompañante de su jefe, Paola caminó hasta la habitación de Vanessa tirándose sobre la cama para despertar a su amiga, Ludy venía detrás de ella emocionado al igual que Paola, pero su amiga estaba despierta, al igual que Paola, Vanessa tampoco había podido dormir en cambio Sofía estaba profundamente dormida, Vanessa se levantó de la cama sin hacer ruido alguno, tomo una ducha rápidamente, cepillo su cabello y lavo sus dientes, pues quería que el agua le quitara todo aquellos pensamientos que tenía en su mente y la relajaran un poco más.

―Paola ¿Qué haces aquí? ―preguntó Sofía mientras se acomodaba en la cama para quedarse dormida nuevamente, lo que la hizo reír.

―No te preocupes por Sofia, es así, al principio me asustó cuando hizo eso la primera vez, pero después ya no ―menciono Vanessa saliendo del baño.

― ¿Desde cuándo empezó eso en Sofía? ―preguntó Paola preocupada.

―Empezó desde que yo salí de casa de mi tía para ir a trabajar, me di cuenta que Mary, la hija mayor de mi tía ocupaba a Sofía como su empleada, además de que si no hacía las cosas bien la golpeaba ―habló Vanessa ―Cuando me di cuenta de eso me enfade mucho con Mary y la golpee, mi tía ese día dejo de cuidar a Sofía y me toco llevarla al trabajo conmigo ―añadió.

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