Gris.
Esa era la palabra que se ajustaba a mi estado de ánimo en los días siguientes al cumpleaños de Carla, y lo mejor de todo era que nadie podía culparme.
Otro estornudo salió a toda velocidad, haciéndome cerrar los ojos con fuerza, y lastimando mi garganta todavía más de lo que estaba.
Sorpresa, también estaba enferma. Bueno, era lo más lógico, teniendo en cuenta que regresé a casa esa noche con una fina lluvia cayéndome encima. No habían pasado ni dos horas, y ya tenía la nariz roja y una fiebre de casi cuarenta grados.
Unos suaves toques en la puerta hicieron que desviara la atención hacia ahí.
— Adelante— concedí con voz ronca.
Parecía un hombre hablando, toda ronca y grave.
Mis mejores amigas entraron dando saltitos de alegría y con enormes sonrisas en la cara. No habían podido venir a verme antes porque justo estaban dando algunos repasos en la escuela para las actividades evaluativas que hacían cada final de semana. Yo llevaba los
«Jed Thompson»Di una última vuelta y giré el rostro para mirar la puerta de la casa de los Reeve. Solté un suspiro frustrado.Ni siquiera sabía por qué estaba ahí. El día en el que Jade se había puesto mala y la habían llevado al hospital, me dijo por lo claro que no quería que la molestara más, y yo la entendía; la había cagado el día del cumpleaños de su amiga Carla. ¿Cómo pude ser tan capullo con ella? O mejor, si ya sabía que Jade no quería volver a verme, ¿por qué estaba dando vueltas delante de su puerta?Me pasé la mano por la cara, intentando despejar un poco mi mente; aclarar el remolino que había formado dentro de mi cabeza, pero nada.No entendía lo que me estaba pasando últimamente con ella, pero ese día, cuando Evan llamó a Jace para decirle que la habían llevado al hospital, me preocupé de sobremanera.'Yo sí sé lo que te pasa —guiño, guiño.'Puse los ojos en blanco.'Venga, Jed, deja de ser tan cobarde y llama.'Volví a
Jed me estaba besando.Jed-me-estaba-besando.¡JED ME ESTABA BESANDO!¡AAAAAAAHHHHHHH!Lo sé, querida Conciencia. Te comprendo.No entendía nada. ¿Cómo era que hacía menos de una hora yo estuviera hablándole mal en la sala de estar de mi casa, y después ahí, besándonos frente al lago! Es que cuando pasaban esas cosas muy de repente, me perdía.Me separé de él cuando salí del shock.No mentiría, estaba emocionada. Joder, podía correr una maratón completita sin cansarme, pero aún así, eso no estaba bien. Me había hecho una promesa a mí misma antes de salir de mí casa con él, y era que no volvería a caer. No podía, por mucho que me repitiera una y otra vez que después de todo lo que había hecho —más bien, intentado hacer— para disculparse, las cosas cambiarían, pero igual… no se sentía bien.Yo no sentía que eso fuera lo correcto.Llámenme estrecha, orgullosa, o lo que quieran, pero la vida no funcionaba así. Cuando una persona le h
— Entonces, cuéntame— dijo Nick mientras los dos nos sentábamos en el sofá de la sala de su casa—. ¿Qué de tú vida?Lo pensé un momento.— La verdad es que no ha pasado nada interesante desde la última vez que nos vimos— dije.Bueno, era una pequeña mentira, pero tampoco me iba a poner a contarle las desgracias de Jade Reeve, el día en el que nos habíamos reencontrado.— Oh, vamos— puso los ojos en blanco—. Ha pasado un año, tiene que haber algo— insistió.Solté un suspiro largo y pesado, y al final me decidí a contarle. Al final Nicklas me haría contarle, lo conocía.— A ver— miré hacia arriba—. Jed ya sabe que estoy enamorada de él— dije lentamente.Mi amigo abrió los ojos como platos, sorprendido.— ¿Qué? Pero, ¿cómo?— balbuceó—. O sea, ¿cómo pasó?Me reí un poco de su reacción.— Salí con Carla y Ari hace unas noches atrás. Bebimos de más, y me dio por enviarle algunos mensajes de voz, diciéndole lo que sentía por él— n
Esa vez no me separé cuando sentí los labios de Jed moverse, feroces, sobre los míos. Como siempre, no entendía lo que pasaba, pero, por mucho que mi cerebro me gritara que me apartara, incluso que le diera una buena bofetada, no lo hice.Bueno, una chica debe alimentarse.Esa es una de las cosas más enfermas que has dicho en dieciocho años.Cállate y déjame ser feliz.El ritmo de ese beso me sorprendió —aunque de por sí ya estaba sorprendida por estar teniendo un segundo beso con Jed en un mismo día, so…—, no era lento ni con duda, como el de la tarde; sino que había ansias, me estaba besando como… con ganas.Sus labios se movían con destreza sobre los míos, y yo, sorprendentemente, le pude seguir el ritmo a la perfección. No había tenido más de tres novios, y jamás había besado a ninguno de esa manera tan feroz, pero al parecer, yo también sentía esa urgencia por probar los labios de Jed una vez más.Nos separamos cuando los dos nos quedam
Caminé con pasos lentos hasta la improvisada tienda que Jed había montado. Se veía hermosa, completamente iluminada por los pequeños focos de color ambarino.La emoción que sentía era demasiada para mi pobre alma. Nunca nadie me había preparado algo así, y justo Jed lo había hecho. Era como estar en un sueño; como si flotara.— Esto es hermoso— repetí, mirando con fascinación las árboles al fondo del patio.— Sabía que te gustaría— dijo Jed a mi espalda.Me giré para mirarlo. Con la coloración de la luz golpeándolo, su cabello se veía rubio, y sus ojos de un color más bien verdoso. Era demasiado guapo.— Así que eres todo un romántico— dije entonces, pichándolo.El castaño puso cara de asco.— Esto no es romántico— negó—. Para nada. No, no lo es.Solté una carcajada.Claro que lo era.— Gracias, Jed— agradecí con todo mi corazón.El chico hizo un gesto con la mano para restarle importancia.— No es para tanto, a
Sentía que se me acababa de bajar la presión.A ver, les resumo la noche en pocos puntos:- Mi crush había decorado el jardín trasero de la casa abandonada de al lado, todo para recuperar mi confianza, porque resulta que yo también le gustaba.- Habíamos bailado una canción hermosa, nos habíamos besado y después charlamos un buen rato.- Violamos alrededor de dos leyes entrando a dicha casa abandonada porque vimos movimientos raros en el interior.- Nos encontramos con mi hermano y una de mis mejores amigas morreándose como si el mundo fuese a acabar.Sí, ese lucía como el momento perfecto para que me diera el jamacuco.— Jade, ¿qué haces aquí?— preguntó la castaña, poniéndose de pie.La habitación completa daba vueltas, y escuchaba que los oídos me pitaban con fiereza. Oh, sí, uno de esas veces que me quedaba completamente en shock.No dije nada, simplemente salí de ese cuarto en cuanto reaccioné de nuevo.— ¡Vamos, Jade, há
Había pasado una semana desde que nos habíamos encontrados todos en la casa junto a la mía, y las cosas iban de maravilla —extrañamente—.Carla y Jace estaban de lo más acaramelados —asqueroso—, Ari seguía siendo como siempre: un alma oscura; mientras que Jed y yo estábamos bien. No habíamos vuelto a pelear, excepto por un día que nos pusimos a jugar videojuegos y me había ganado, entonces yo le había lanzado un zapato.Sí… no estoy orgullosa de ello, pero es que él hizo trampa.Era sábado, y yo ya estaba despierta a las nueve de la mañana; todo un logro. Ese día habíamos hecho planes todos juntos para salir y pasar el día en grupo. No es como que tuviéramos nada más interesante que hacer tampoco.Justo cuando me estaba poniendo mis tenis de color blanco, mi celular sonó, in
Ari y Carla se miraron la una a la otra, sorprendidas.— Entonces… ¿son novios?— inquirió la pelinegra, mirando a Jed, a unos metros de nosotras.Asentí, sonriendo.— Dios, Jade— Carla me saltó encima, estrechándome entre sus brazos—. Me alegro mucho por ti— felicitó sinceramente.Había esperado a un momento en el que estuviésemos solas las tres para contarles lo que había pasado dentro del almacén, junto al callejón, y ya les había dicho.Después de salir del Callejón de los besos, habíamos decidido venir a la feria junto a la playa. Básicamente era una enorme zona a unos cien metros del mar, en donde había muchísimas atracciones, incluso una enorme noria. La idea inicial era darnos un chapuzón, pero ya estábamos en otoño, y el agua estaba helada.Era mejor eso que pescar una pulmonía.Carla, Ari y yo estábamos junto a uno de los puestos de comida, mientras que mi hermano y Jed —mi novio—, compraban unos tickets para poder jugar en algunas