Desperté como de costumbre y pensé que todo había sido una terrible pesadilla. Miré a mí alrededor y todo parecía muy normal, el reloj marcaba las 7:27 AM, la ventana de mi habitación dejaba pasar la tenue luz. Bajé las piernas de la cama y les di unos ligueros golpes con los puños.
―Así que fue un sueño. Un mal sueño.― Dije mientras frotaba mis ojos y me estiraba.
Al ver qué todo estaba aparentemente normal me duché y puse ropa cómoda, bajé a desayunar cereales y subí de nuevo a mi habitación, estaba seguro de que lo que pasó la noche anterior había sido solo un "sueño". Pero al abrir la puerta me encontré con Kim, que estaba de pie junto a mi cama, traía puesto un vestido blanco, y en su cabeza había un moño del mismo color, su cabellera estaba suelta y al mirarme corrió hacia mí.
― ¡Hay mierda!― Exclamé mientras cerraba la puerta estrepitosamente. No fue un sueño.
La ilusión que tenía de que todo fuese una pesadilla se derrumbó en cuanto la vi. Me resigné y acepté que de ahora en adelante, estaría bajo las órdenes de una fantasma.
Kim sacó la cabeza a través de la puerta.
― ¿Derek que pasa? ¿No estás feliz de verme?― Yo me quedé perplejo sin poder darle respuesta. Me asustaba ver cómo su pequeña cabeza salía a través de mi puerta.
―Tu...t-Tu cabeza. ― Tragué saliva. ― ¿Podrías no hacer eso p-Por favor?― Dije mientras cerraba los ojos para no ver esa escena tan grotesca.
― ¡Oh, perdona! ― Y acto seguido su voz se escuchó dentro de mi habitación.― Puedes pasar ahora.
Hice acopio de valor y entré. Ella estaba ahí de pie, tan tranquila.
―Tu ropa.― Dije y la señale.
― ¿Te gusta? Anoche descubrí que puedo cambiar mi aspecto si chasqueo los dedos. Bueno, no necesariamente chasqueando los dedos. Eso lo hago solo para que se vea más divertido. ¡Ahora mira!― Su rostro se iluminó y chasqueó los dedos. Y por arte de magia su vestido y listón del pelo se volvieron azules.
― ¿Te gusta el azul? ¿O el rosa?― Otro chasquido y todo se volvió de un rosado pálido.
―Es... Sorpréndete, Kim.― Admití mientras ella sonreía de oreja a oreja. Volvió a chasquear y regresó al color que traía que traía antes. Verla toda de blanco me producía algo de miedo. Se parecía bastante a la niña del aro. No solo por su pequeño tamaño y palidez. Si no por sus enormes ojos negros.
Kim me contó todo lo que hizo la noche anterior. Cada detalle. Que su madre lloraba, que su padre la consolaba y también, como fue que su hermano Oliver se escabulló por la noche
Ahora estamos de camino a su hogar. Que no estaba a más de 10 minutos a pie de mi propia casa. Durante el trayecto guardamos silencio. Ella se veía preocupada y yo no tenía muchas ganas de hablar. Finalmente llegamos a nuestro objetivo, era una casa grande y tenía un jardín muy vegetativo, pero que por otoño estaba seco. Era temprano y por lo que Kim dijo, sus padres estaban trabajando, Jun estaba en una guardería y Oliver en la universidad.
― Agáchate, no deben vernos.― susurro Kim.
― ¿Estás loca? En primer lugar nadie a excepción de mi puede verte y en segundo lugar no hay personas en tu casa.
― Ahh... Es cierto, lo olvidaba. Bueno, Revisa ese adorno de llaves de colores que esta por ahí.― Y señaló uno de los muchos adornos que colgaban del cobertizo.
―¿Este?
― Si. Ahora toma la llave verde. Esa abre la casa.
Pensé que estaban locos en esa familia por dejar la llave en un lugar tan visible, pero si seguía en ese lugar era porque de algún modo les funcionaba bastante bien. Así que, o los ladrones que merodeaban el barrio eran muy estúpidos, o el plan de la familia de Kim para ocultar la llave era brillante.
Introduje la llave y la hice girar, la puerta de caoba se abrió y entré seguido de Kim.
―Vaya, que casa tan más amplia.― Exclamé sorprendido, ya que en efecto la casa lo era, pisos bien pulidos y brillantes, sala libre de polvo, sistema de entretenimiento de alta calidad, un estante lleno de películas, series y videojuegos, la cocina estaba a la derecha, era de tonalidades azules y no había ni una mancha. A mi izquierda estaba el comedor, una enorme mesa de cristal con sillas que lucían muy cómodas. Los retratos familiares estaban dispuestos en las paredes y parecían enmarcados en madera fina, las escaleras estaban en el centro y tenían una alfombra café que se amoldaba perfecta a cada escalón, los barandales eran también de madera. ¿Era yo o Kim era rica?
― Solo por curiosidad, ¿de qué trabajan tus padres, Kim?
― Mamá es odontóloga y tiene su propia clínica dental y mi padre es médico cirujano.
¡No me la podía creer! Kim era una niña rica. Con esos empleos hasta yo tendería una casa como esta, si no es que mejor. ¿¡Cómo es que pasó desapercibida todo el tiempo!? ¿Por qué no estaba yo metido en algún lugar oscuro y siniestro sin mis órganos y sin mis dientes?, al fin y al cabo debían culparme por la muerte de su hija.
― Y por casualidad tu padre...― No pude terminar, Kim comenzó a avanzar a la planta alta y no tuve más opción que seguirla.
Cruzamos pasillos igual de elegantes que la planta baja y llegamos a una recámara con la puerta cerrada.
― Es aquí.― Y dicho esto atravesó la puerta, ¡literalmente la atravesó!
―¿¡Kim, pero que...!?― asomó medio cuerpo por la puerta y dijo.
― Perdona, es algo natural. Ya sabes... Cosa de fantasmas. ¿No es genial? Pero, si te asusta mucho puedo dejar de hacerlo.
No iba a dejar que el miedo me hiciera ver cómo tonto. Tenía que sobreponerme a la impresión de verla hacer eso todo el tiempo.
― Descuida. Entiendo... Cosa de fantasmas.
― Bueno, no te quedes ahí, pasa.
Giré la perilla y encontré paredes en tonos violetas y rosados, una cama súper King Size con cojines en forma de estrellas y nubes. Cuadros de planetas en las paredes y un estante con libros sobre astronomía. Un escritorio con una computadora y una alfombra blanca y afelpada. Pero los que más me asombro era el olor del cuarto, era una extraña combinación de lavanda y caramelo.
― ¿Es tu cuarto?― pregunté.
― Si.
― ¿Por qué la decoración?
― Quiero ser astrónoma...― Su rostro se ensombreció y bajó la vista.― Quería ser astrónoma, quería...
Era muy tarde, su vida se había acabado y ahora todos sus anhelos no eran más que crueles recuerdos, sueños que jamás pudieron ser verdad.
― Lo siento, por haberte puesto triste. Todo esto es culpa mía― Levantó el rostro y sonrío, parecía que volvía a ser ella.
― No, para nada. Descuida, solo es cosa de que me acostumbre a esto.
Hubo un silencio incómodo. Si algo no podía soportar era que una mujer se pusiera triste. Y por alguna razón ver a Kim de ese modo me molestaba y más si era por mi culpa.
― Ammm... ¿Puedes buscar un libro en mi estante llamado "Estrellas y colores"?―Me alegró que rompiera el silencio.
― Sí, claro.―busqué y al poco tiempo encontré lo que quería. Era un libro infantil y al parecer era para aprender las constelaciones.
― Toma.― Se lo extendí y ella me miró molesta.― ¿Qué?
― ¿Eres o te haces?
― ¿De qué hablas?
― Idiota, soy un fantasma no puedo tocar las cosas. ― cuando lo dijo me lanzó un puñetazo en la cara y por reflejo lo esquivé pero ella volvió a lanzar otro. Para mi sorpresa no sentí el golpe. Su puño atravesó mi hombro y no sentí dolor alguno. Lo que si sentí fue un leve hormigueo.― ¿Ves?
―Discúlpame, no lo pensé. Entonces ¿qué hago con esto?
― Revísalo, dentro debe haber una nota.―viajé entre las páginas y encontré una nota que decía:
Para el mejor hermano del mundo.
¿Recuerdas cuando me enseñaste las constelaciones?
Era algo lenta para aprender, pero me tuviste paciencia.
Gracias a ti las aprendí todas, así que ahora te regalo
Este libro. Olí, te amo con todo mi corazón, nunca, nunca, nunca cambies.
¡Feliz cumpleaños!
Tú hermana Kim.
― Este es su regalo de cumpleaños ¿cierto?―pregunte y la miré a los ojos, pero ella los apartó y comenzó a dar vueltas en la habitación.
―Sí, pero no te atrevas a burlarte. Es algo muy... Sentimental.
― No lo haré, Tranquila.― Sonreí debido a lo tímida que ella se mostró.
― Ahora vamos a ponerlo en su habitación.
― ¿Y cuándo es su cumpleaños?
― Fue ayer.― Debía de estar tomándome el pelo.
―Ayer fue el funeral. ¿Bromeas?―Pero su mirada seria me decía que no era así. Decía la verdad.
― No bromeo, fue ayer.
No podía sentirme peor, soy culpable de la muerte de su hermana y su funeral fue el mismo día que su cumpleaños. Eso explicaba el trato tan malo que recibí por su parte.
―Bien... llévame al cuarto.
― No hace falta, es el que está a lado. Solo abre y pasa.―Y volvió a cruzar por la maldita pared, tenía que acostumbrarme pronto. Daba escalofríos.
Entré y me pareció que era un cuarto completamente normal, incluso podía decir que era parecido al mío. Sencillo pero expresaba que pertenecía a un hombre, tenía su masculinidad y el desagradable olor a ropa sucia acumulada.
―Ponlo ahí.― Dijo y señaló la cama, hice lo que me pidió y luego salimos de la casa. Caminamos unos metros y apareció una camioneta blanca. De ella se bajó la madre de Kim y su hermano Jun.
― Puedes irte, es todo por hoy. Me quedaré a esperar a mi hermano y veré lo que hace mamá.―"Si, patrona". Pensé, aunque solo di un leve asentamiento
― De acuerdo.― Dijo y se dio la vuelta. La vi atravesar otra vez las paredes para entrar a su casa. Yo esperé un momento y luego seguí caminado.
Pasaron las horas y Kim no apareció. No es que me preocupara, pero si quería saber dónde estaba, bueno... Me estoy contradiciendo. Quería saber si estaba bien, si no le paso nada. ¿Pero qué digo? Está muerta, como le va a pasar algo. Olvídalo, ya no se de lo que hablo.
Pase el resto del día como siempre. Comí, vi la T.V y volví a comer, busqué universidades y luego cené. Me acosté a dormir y cuando ya estaba por quedarme dormido Kim apareció sonriente.
― ¡Derek, fue un éxito! Salvamos a mi hermano.― Me molestó que me hubiera espantado el sueño, pero me alegró saber que su hermano se salvó y que ella...bueno, ella ya había vuelto conmigo.
― ¡Genial! Y ¿Cómo fue?
― Pues mi hermano llegó a casa, lucia terrible. Anoche cuando se escapó lo seguí, fue a buscar un vendedor de drogas. Llegó a casa con una bolsita que guardo en su mochila. Hoy cuando llegó entro directo a su habitación y ni siquiera se dignó a responder el saludo de mamá. El jamás hace eso. De su mochila sacó la bolsa pequeña que tenía un polvo blanco. Y lo esparció sobre la mesa de su cuarto.
― ¿Heroína? ― pregunte.
―Si. Me asusté bastante de solo pensar en que mi hermano se metería esa porquería en el cuerpo. Le grité que mirara a la cama, una y otra vez. Pero no me escuchaba. Hasta que finalmente volteó. Se acercó y tomó el libro en sus manos. Encontró la nota y la leyó. Luego comenzó a llorar y dijo "Nunca, nunca cambies...Incluso aunque ya no estés aquí, me seguirás cuidando, ¿no es así Kimi?" Ansiaba que escuchara mi respuesta. Pero eso no paso. Luego tomó la droga y la tiró por el inodoro. Me sentí feliz. Mi Oliver hizo lo correcto. Luego mamá llamó a la puerta, él salió y la abrazo. Le enseñó el libro y la nota. Y le dijo que gracias por mostrárselo. Mamá solo puso cara de no saber cómo había llegado eso ahí. Pero sonrío y abrazó a mi hermano con todas sus fuerzas, luego ambos bajaron y cenaron. Papá los observó desde las escaleras y sonrío también... Derek, no sabes lo agradecida que estoy, de verdad gracias. ― La voz se le quebró y comenzó a llorar. Quise consolarla, pero un abrazo era imposible. No podía tocarla.
―Oye, mírame―y alzó su rostro bañado en llanto.― Nuestra primera misión fue un éxito, faltan más y saldrán bien. Yo te voy a ayudar, cuenta con eso.
Su cara se iluminó, sonrío, limpio las lágrimas y se tapó las mejillas.
―Derek, dijiste "nuestra misión."― ¡Oh! Es cierto lo dije. Pensé pero era muy tarde para retractarme.
― ¡No! Lo que yo quise decir fue...
―Haces que me enamore― soltó mientras se arrojaba a mí. En ese momento pasaron dos cosas, un terrible escalofrío me recorrió el cuerpo y además sentí que el color se me venía a la cara. ¿Qué clase de chica decía eso así como así? Yo me quedé quieto y ella comenzó a reír.
― ¡Ups!― Dijo mientras se carcajeaba más fuerte. ― Atravesé tu cuerpo Derek.
Yo seguía ensimismado. ¿Por qué sentía ese calor en la cara?
― ¿Derek?― Me llamó. Y sentí su mirada en mi.― ¿Derek, estás ruborizado?
―No.― Negué de inmediato. Ella se acercó más a mí y abrió los ojos.
― ¡Estás rojo como tomate! ― exclamó y comenzó a reírse.
― Deja de reírte.― le advertí.
― Es que no puedo... ¡Tu cara!
― ¡Ya basta!― Fue imposible detenerla, así que de algún modo su risa me contagió y yo también estallé en risas. Tenía una risa muy graciosa. Escucharla me recordaba a un hámster.
Reímos por un rato y luego comenzamos a charlar, charlar por horas, charlamos de la escuela, de nuestros amigos. De música, de la universidad. De todo. Inevitablemente el sueño comenzó a invadirme. Todavía me quedaban dos días de descanso en la escuela. Así que podía desvelarme.
Acordamos que nuestra segunda misión era la madre de Kim, asunto: depresión. Solo esperaba que fuera fácil, así como la de su hermano. Ya no podía negarme a ayudarla. Ahora quería ayudarla. Esa sensación de verla feliz me hacía sentir satisfecho con mi vida. Me llenaba de gozo verla sonreír. Ahora me cuestionaba por qué no pude haber hablado con ella antes. Pudimos haber tenido una amistad sin igual. Teníamos bastantes cosas en común y su sentido del humor encajaba con el mío. Cuando pensé en eso sentí un punzada en mi pecho, me atrevo a decir que en el corazón. Era culpabilidad.
¿Por qué tenía que haber muerto por mí?
Mi charla del día anterior con Kim me sirvió mucho para conocerla, llegué a comprender que era antisocial, no tenía ningún amigo y no le hablaba a nadie. Eso explicaba porque en su funeral solo había profesores de la escuela y familiares cercanos. Pero Kim era Kim, era extraña pero graciosa, molesta pero amable, y con mucha frecuencia me llamaba idiota o tonto. Me acostumbré al hecho de verla atravesando paredes. Me contó toda su vida escolar, los sueños que tenía para convertirse en astrónoma, y por consiguiente yo le conté la mía, pero omití el hecho de que aún no sabía que estudiar, era bastante patético confesarle que solo pensaba en el basquetbol.Nuestras vidas, según ella, se cruzaron por primera vez en el primer grado, cuando yo le presté un lápiz.Un lápiz, un simple
Kim estaba loca, me había hecho acceder a hablar con su madre, (más bien obligado). Pero verle el rostro empapado en llanto y ver como la tristeza la embargaba, hizo que simplemente accediera sin poner peros.Imaginé la charla con su madre, ahí sentado sobre la silla con los dientes abiertos de par en par y me di cuenta de que sonaría tan mal y tan poco creíble, que traté de imaginar maneras de hacerlo parecer realista, aunque... ninguna era lo suficientemente buena.Al final decidimos que el próximo fin de semana, hablaríamos con ella, más concretamente el sábado a las 10:15 AM en su consultorio dental.Los días en el instituto pasaban como de costumbre, volví a los entrenamientos de básquetbol, salía a comer con Darién, cosa que mi madre recriminaba, (lamentando que su comida no era lo suficientemente buena) Isaac y Kim se volvieron cercanos, y en la casa todos pensaban que jugaba con su "amiga imaginaria". Pero lo má
Esa tarde volví a casa solo, ya que Kim se había quedado con su madre. La señora Sun aceptó nuestro trato, se secó las lágrimas y suspiró lentamente, imaginé que quizá pensaba en su hija, yo me dediqué a mirar a Kim, quien aún lloraba, pero por su expresión supe que no eran lágrimas de tristeza, sino más bien de una pura e inmensa felicidad, ella debía de conocer bien a su madre y seguramente sabía que ahora estaría bien sin ella, que su madre ya podría continuar con su vida. Yo estaba feliz, hablar con su madre me había ayudado a poder dejar de lado ese sentimiento de culpa, ahora tenía motivos para vivir, ya que no se trataba solo de mí, también estaba Kim. Sin embargo…Aun con todo eso, había algo que me molestaba. Si la señora Sun y Oliver ya estaban bien, ¿Qué pasaría con
Durante la mayoría de las clases Kim estaba…“Volando”, como ella le decía, entre los alumnos. Para mí era muy difícil mantener la concentración si ella andaba por ahí susurrando mi nombre cada vez que pasaba cerca de mí, si esto continuaba así, suspendería todas las clases.―Oye Derek. ―Me susurró en clase de Historia.―Mmm…― Fue mi respuesta sin mirarla.―Tu amigo, Darién. ― Dijo y lo señalo, él estaba en el pupitre junto al mío. Yo la observé y asentí discretamente. ― Creo que está enamorado de ella.René estaba en la fila de enfrente y movía desesperada su pierna. No podía verle la cara pero parecía que estaba muy ansiosa, miré de reojo a Darién y supe que algo andaba mal. Sus ojos estaban fijos en René y su expresión era de pr
― Necesito hablar contigo. ― Informó mi padre al terminar la cena. Mamá le dedicó una mirada suplicante pero el negó con la cabeza. En ese momento me di cuenta que estaba en problemas, la razón ya me la imaginaba.― Dime. ― Yo respondí y mamá se llevó las manos a la cabeza suspirando casi fastidiada. Isaac seguía distraído comiendo sus vegetales, siempre los dejaba para el final.― ¿Cuándo vas a dedicarte a tus estudios? ¿Tienes siquiera idea del esfuerzo que hacemos por ti?― Sé que estas molesto. ― Comencé a decir pero un golpe sordo en la mesa atrajó la atención de todos.― ¡Tú no sabes nada, Derek! ¿La escuela es un juego para ti? Tus calificaciones están por los suelos. ¿Quieres que te saque de la escuela? ¿Quieres tener un empleo mediocre?La cara de m
La noche anterior Kim no apareció, pero al levantarme esa mañana me encontré a una sonriente chica vestida con un bonito vestido café, medias oscuras, botas negras y una chaqueta para el frio, estaba jugando en el jardín con Isaac, mi hermano pequeño corría entre carcajadas siendo perseguido por Kim, ella se reía y le decía cosas que no alcanzaba a escuchar. Me quede ahí sin hacer ruido mirándolos jugar. Fue hasta que Isaac me vio y corrió en mi dirección.― ¡Hemanito! ¡Hemanito! ― Gritó y yo lo levanté en brazos.Kim se acercó lentamente y pude verla sonrojarse, agachó un poco la cabeza y me saludó.― Hola, Derek. ― Me miró rápidamente y apartó la mirada.―Hola Kim. ― Le sonreí amablemente tratando de hacerla mirarme. ― Luces muy linda hoy.Ella dio un respingo y sonri&o
El fin de semana pasó muy rápido, Kim había gastado toda la mañana y la tarde del sábado con su familia. Durante la noche vino a verme y me contó que su familia tenía planes de ir a Corea del sur en navidad, para estar con su familia materna.― ¿Tú planeas ir?―No puedo Derek, aunque quiera. ― Se sentó al borde de mi cama y entrelazó sus manos.― ¿Por qué no? ― Pregunté.― Bueno, resulta que el otro día intente ir a ver a Oliver. Primero me subí a un camión, pero cuando llego a los límites de la ciudad, sentí un tirón y volví a aparecer en la parada del donde había abordado el autobús. Entonces intenté caminar hasta salir de la ciudad y paso de nuevo, cuando llegué al límite otra vez el tirón y de pronto estaba justo donde empecé a caminar. En resum
― ¿Con Yuli? ― Pregunté sorprendido.― Si, Derek. No lo sé… Creo que no deberías ir. Están teniendo un momento íntimo.― ¿¡Están haciendo cochinadas!? ― La idea de que mi pobre Kim hubiera presenciado algo como eso me horrorizó.― ¿Qué? ¡Cielos, no! No es eso Derek. ― Yo respiré aliviado. Y continúe avanzando.― Entonces vamos a ver. ― Ella dudó. ― Anda Kim, yo sé que también quieres saber lo que está pasando.― Bueno… si, pero no así.― Kim, anda. Ven conmigo. ― Le extendí la mano esperando que ella la tomara, unos segundos más tarde me di cuenta de que fue tonto, no podíamos tocarnos. Ella lo notó, pero inusualmente se ruborizó.― ¡De acuerdo! Pero solo vamos a escuchar.La escuela ya estaba semi vacía