― ¿Entonces qué es lo que te gustaría, Derek? ― Me preguntó Kim en una de nuestras tardes en el parque.
― El básquetbol. ― Le aseguré.
― Derek, la recepción de solicitudes a universidades está muy próxima. ― La miré y me di cuenta de que estaba preocupada.
― No te preocupes. Me voy a decidir pronto respecto a eso.
Desde que Kim volvió todo era perfecto, estábamos juntos casi todo el tiempo a excepción de cuando iba con su familia. De Mónica no volví a saber, me la topaba de vez en cuando pero ella huía como si hubiera visto un fantasma, técnicamente…Si ocurrió algo así, solo que no lo vio con sus propis ojos. Kim me contó que la había descubierto hablando con sus amigas sobre la apuesta, se suponía que ella había apostado que si lograba salir con el
― Y entonces yo cubrí al sujeto, estuve marcándolo todo el tiempo. Y después le robé un pase. ― Hice los movimientos como si estuviera jugando el partido. Kim estaba expectante en las gradas de la cancha del parque. ― Y ¡Pum! Encesté de tres puntos.Kim aplaudió. ― ¡Yei! Ese es mi chico. ― Yo comencé a fanfarronear con el balón.Era sábado en la mañana, Kim y yo habíamos ido al parque para que pudiera enseñarle como había sido el partido anterior. Habíamos estado ganando todos los partidos, si seguíamos con ese ritmo, seguro que ganaríamos las regionales.― ¡Hola, Derek! ― Me llamarón a coro los niños con los que solía jugar.― Hola, chicos. Ha pasado tiempo. ― Los salude. Todos eran niños que vivían cerca del parque y jugaban juntos cada sábado. La mayoría de los sábados
Ella estaba atónita comprobando una y otra vez que no podía atravesar el cristal. Mi corazón se aceleró y sentí que se me iba a salir del pecho de un momento a otro, tenía que hacer algo. Y lo sentí, esa necesidad que me quemaba. Me abalancé sobre ella y la rodeé con mis brazos, increíblemente podía sentirla, por primera vez, podía tocarla. Kim no se movió, juraría que estaba en shock. La apreté aún más a mí, temiendo que fuera a desaparecer. Pero eso no pasó, Kim siguió ahí pegada a mi pecho. En algún momento ella me rodeó también con sus brazos y ambos nos fundimos en un abrazo que duro muchísimo tiempo.― Derek, esto es… Es imposible. ― Me dijo separándose un poco de mí. Yo la miré sin quitarle un brazo y le toqué el rostro con la palma de la mano, acar
― ¡Estamos en la final! ― Gritó Tom a la escuela entera cuando volvimos del último partido. La multitud nos recibió con vítores y se conglomeró en la entrada de la escuela. Tom los hizo callar poco a poco. ― Y escuchen esto. ¡La final será aquí!Lo habíamos conseguido, habíamos logrado llegar a la final y por azar del destino, este año la final se llevaría en la escuela de alguno de los finalistas. Habíamos sido los elegidos. El próximo sábado nos enfrentaríamos a los campeones invictos, los Silver Lions, eran un contrincante difícil, pero este año, nuestro último año, tendríamos que agarrar el toro por los cuernos y vencerlos.Tom se abrió paso en la multitud y corrió hacia Yuli. Yo me giré buscando a Kim, la vi alejada de la multitud y estaba dando saltos de emoción,
Los siguientes meses Kim y yo la pasamos visitando lugares de la ciudad los fines de semana y estando juntos en clases, como cualquier otra pareja, solo que nosotros no éramos cualquier pareja, veras…Mi novia era un fantasma.― No funciona, Derek. ― Dijo Kim frustrada una tarde en el jardín de mi casa.Intentamos tomar más fotografías juntos pero no funcionaba, la única foto en la que la figura de Kim aparecía era la de la noche del baile. Intentamos cambiando filtros y modificando luces... Pero nada funcionaba. Al final nos resignamos.― Bueno…― Le respondí mientras le mostraba la foto del baile. ― Al menos tenemos esta.― Esta linda. Sales muy guapo. ― Admitió con cierta vergüenza.Al siguiente día, llegó una carta a la casa. Mamá me llamó a voz en grito para que bajara a verla. Tenía mi nombre.―
Cuando llegué a la colina ella ya estaba ahí. Me miró y se acercó despacio a mí. Yo me quedé helado cuando la vi. Me tomó de la mano y me sonrió.― Kim… ¿Por qué estas usando esa ropa? ― Llevaba puesta la misa ropa que el día que murió y llevaba puesta esa bufanda tejida a mano.― Anda, ven. ― Me dio un tirón y me hizo avanzar. ― Nos tomara un rato llegar a pie hasta el punto más alto. Ahí todo se ve mejor.Caminamos todo el rato en silencio, yo estaba sintiendo algo de pánico, pero no había razones. Yo no me había arrepentido y el año no estaba ni cerca.Cuando llegamos ya había oscurecido. No había nadie, yo había supuesto que habría más gente.― Kim ¿estas segura que hoy hay lluvia de estrellas?― Sí, estoy segura. ― Me abrazó con fuerza. ― Graci
Han pasado seis largos años, ahora soy un profesor de educación física en la ciudad. Mi hermano Isaac ya ha desarrollado todo un talento para el dibujo, muy seguramente va a seguir los pasos de papá. Miro a mis pequeños alumnos correr mientras se lanzan un balón, se divierten y eso me gusta. Termino la clase como cualquier otro día y me dirijo a casa. Ahora vivo solo en un pequeño departamento. Al entrar suspiró. Estoy solo. Me dirijo a mi habitación y como es costumbre poso la mirada en la fotografía del baile escolar, y ahí sigue mi pequeña Kim. Su silueta junto a mí sigue ahí, abro el cajón de mi buro y saco la bufanda. La acaricio con ternura. Esa es la prueba de que todo fue real, de Kim fue real.Mi teléfono suena y me saca de la tristeza en la que cada tarde al estar solo me hundo. Es Darién, nos tiene una sorpresa. Nos espera en u
Caminaba como de costumbre por los amplios pasillos de la escuela, baldosas blancas y bien pulidas, botes de basura a punto de reventar por tanta suciedad, casilleros de tonos que variaban entre rojo carmesí y rojo canela, algunos estaban cerrados y otros más tenían en frente a sus dueños rebuscando en el interior.Observaba con desgano las mismas escenas de siempre, a los chicos bravucones molestando a "su pequeña mascota", a las chicas que pintaban sus rostros con densas capas de maquillaje, muchachos de nuevo ingreso que como buenos alumnos llevan en los brazos sus tareas y libros de texto, grupos de personas reuniéndose, ya sea para despedirse o quedar en ir a algún lugar. Nada ha cambiado, ni siquiera yo y mi vieja rutina.Avanzaba rodeado de mis amigos, todos ellos musculosos, atléticos y de buen parecer. Somos del equipo de Básquetbol. No soy el capitán por supuesto y mucho menos el más p
La sala estaba llena de Amarilis blancos y su olor inundaba todo el lugar. Me encontraba en el funeral de Kim.Fue el momento más tenso y doloroso que pase en toda mi vida. Estar reunido en una sala llena de familiares de Kim, solo me hacía sentir peor, y provocaba que las tres palabras que tenía en mi mente se repitieran una y otra vez."Fue mi culpa". Y claro que lo era, ella me salvó de morir hace tres días, hablamos solo una vez y ahora contemplaba su delicado cuerpo en un ataúd.Le habían colocado un vestido blanco, su cabello liso y negro enmarcaba su rostro, que ahora era casi tan inmaculado como su vestido. De aquellas mejillas rosadas no quedaba ningún rastro. Era tan difícil verla sin sentir la culpa quemándome, yo debería ser quien estuviera en ese ataúd. Yo y no ella.Unos leves sollozos me trajeron de vuelta, eran de su madre, una mujer diminuta