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Aurora despertó en medio de la soledad que brindaba su blanca habitación de hospital, se llevo las manos a la cabeza y olfateo el penetrante olor a lejía. Aurora frunció el ceño y se tapo la nariz rápidamente.

Vagos recuerdos se vinieron a su mente al recordar aquel joven hombre que la había rescatado en medio de la carretera, gracias a el no estaba muerta y quería agradecerle pero sabía que tal vez no sería posible. Aurora estaba segura que ese hombre se había ido del hospital en cuanto la había dejado.

La puerta de su habitación se abrió para dejar pasar a un joven enfermero de cabello azul, Aurora miro su cabello llamativo y sonrió.

-Me encanta tu cabello –susurro ella.

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