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Theo se recargó en la pared, abrió la cortina de su habitación y suspiró. La luz del sol, iluminaba por completo el jardín, el jardín donde se llevaría a cabo su “boda” con una mujer que no amaba. Buscó con la mirada el reloj de la pared y maldijo suavemente. 

El reloj marcaba las 7 de la mañana, en punto y el jardín ya estaba completamente lleno de servidumbre, había meseros caminando como locos, había decoradores en cada esquina del jardín. Theo siguió con la mirada a una decoradora de cabello rojo, ella corría de un lado a otro con grandes ramos de flores rojas. Al parecer la decoración de la boda serían las típicas y aburridas rosas rojas. No le sorprendía que la hija de ese mafioso hubiera escogido una decoración tan aburrida, se podría ver a simple vista que la chica no tenía nada de personalidad, 

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