Año 2015 d.C., 16 d.G. Ciudad Neutral de Gaia.
—¡Te dije que no toleraría que algo volviera a ocurrir, Denise! ¡¿Es que acaso no puedes entenderlo?!
Malcom Edevane bramaba cual bestia herida en medio de aquella oscuridad infinita que lo rodeaba; su rosto se veía enrojecido, y las venas se le marcaban en las sienes, prueba irrefutable de que hacía funcionar su cuerpo.
Así de molesto se encontraba aquel vampiro, tan orgulloso de su herencia «superior» a la de los «simples humanos».
La víctima de sus gritos no era otra sino la menor de sus hijas, Denisse, quien se encogió en sí misma, hundiendo sus hombros y frunciendo los dedos de los pies, ante tales muestras de ira por parte de su propio padre.
Detrás del varón, una espigada dama de cabellera rubia y ondulada apareció, ella caminó hasta él con
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Luke comenzó a sisear, luego a gruñir, y los caminos negros como raíces que surcaban su piel, cubrieron la totalidad de su rostro, su torso, hasta la espalda, incluso se superpusieron a los tatuajes, y pronto todo él estaba pintado de negro, junto a una piel caliente, que quemó al menor, quien no lo dejó de lado, a pesar de que el calor se tornó doloroso incluso para su fuerte piel de vampiro. Los gruñidos del mayor se convirtieron en gritos desgarradores, y las sacudidas aumentaron en potencia. Blaise se afirmó tanto como pudo a la cama, y se dio cuenta de que el pecho de Luke, al centro, palpitaba en el área del círculo. Miró su rostro: él había cerrado los ojos, y el círculo se llenó por completo, se removió, y pasó a verse como si su piel, en ese perímetro, se hubiera transformado en algo líquido y espeso. El menor abrió los ojos como platos al contemplar cómo el pecho ajeno se hundía desde el centro, y formaba una caída hacia más negrura que, en perspectiva, par
Los ojos de Blaise se abrieron como platos, a la expectativa, pero Luke no hizo ni dijo nada. El primitivo brillo de victoria en sus ojos lo delataba como el viejo vampiro que era y, aunque los instintos del menor le decían que diera un paso atrás, por seguridad, esta vez fue capaz dominarlos y doblegarlos.Los orbes del rubio recorrieron el techo, y el recuerdo de lo que sucedió en su interior selló su victoria.Su cuerpo entumecido, y la negrura que lo quemaba. El hechizo que su padre usó para someterlo a su voluntad, en contra de sus más profundos deseos, trabajaba con su energía, y vivía de él mismo.Durante años, décadas, se dedicó y esforzó para poder llegar hasta lo más profundo de su ser, porque la maldición no residía en un ente físico, no se encontraba fija a una parte de su cuerpo, a pesar de que se manifestaba en su pec
escucharlo reír, el cielo y la felicidad se abrieron ante el menor, quien se acercó más y más, hasta trepar y sentarse sobre su abdomen, desde donde lo miró; sus ojos se inundaron de rojo, y pensó que podría llorar en cualquier momento, porque… ¿cuándo fue la última vez que lo escuchó reír de esa forma?Y Luke no paró. Su risa rebotó y contagió a un Blaise que se lanzó a abrazarlo sin dudar, porque era tan hermoso…La viveza, la chispa, la felicidad y la sensación de logro que escuchaba en esa risa lo hicieron estremecerse al punto en el que el estómago se le revolvió, y pensó que podría vomitar en cualquier segundo.Cuando Luke reía, cuando lo hacía de verdad, su tono se endulzaba, la ligereza invadía su cuerpo, y todo a su alrededor se volvía suave y especial.<
Sus juegos, sus besos, sus caricias… Luke vivió una plenitud olvidada después de décadas de tortura. Su cuerpo se sentía ligero tras el descanso, activo tras dejarlo todo dentro del muchacho que ahora lo miraba desde arriba, sentado sobre su abdomen.Las sábanas estaban manchadas por la sangre de ambos, fruto de sus fluidos y sudor.—Este aroma… me embriaga —murmuró el mayor y se sonrió.Las manos de Blaise subieron con lentitud desde su pecho a sus mejillas, y también le sonrió.Sus cuerpos aún presentaban la típica actividad humana, después de varias horas de un intenso encuentro, que se prolongó tanto, hasta que quedaron satisfechos.—Es perfecto… pero también es una tortura —masculló el menor.El rubio se mojó los labios, y una expresión desencantada nubló su rostro.
Tras ocho días en esta cabaña, Blaise disfrutaba de pasar exceso de tiempo consigo mismo. En los días pasados solo encontró distracción en huir de Roberto, y permaneció encerrado en su habitación, donde tomó de unas bolsitas de sangre nada apetecibles un par de veces.Sabía por qué sentía aversión hacia los zombis, pues era algo incontrolable e instintivo tras lo ocurrido con su madre, pero también le gustaría conocer con certeza específica lo que pasó entonces, pues solo conocía lo que los demás le contaron.Que todo se volviera negro cuando pensaba en eso le resultaba una molestia.Roberto fue un alimentador que falleció en los tiempos antes de la guerra, y Luke terminó convirtiéndolo en su sirviente por pedido de aquel hombre.El juego que el mayor mantenía con la vida y la muerte llenaba a Blaise de
Año 2015 d.C., 16 d.G. Ciudad Neutral de GaiaYa nada podría volver a ser como antes, y Luke lo sabía.Tras diez días de un viaje planificado a detalle donde, además de haber cumplido con su tarea anual de fortalecer un conjuro de reconstrucción que él mismo perfeccionó con el tiempo, había podido deshacerse, al fin, de los terribles grilletes que lo aprisionaban desde su interior, Blaise y él regresaron a casa.Fue solo poner un pie en la propiedad y, lejos de ver el auto, lo supo: no existía forma de no sentir esa poderosa aura.—Luke, tú… —murmuró Blaise, pero el rubio negó con la cabeza.—Que sea lo que tenga que ser, querido Blas —musitó con sencillez.Ambos cargaban sus maletas, y se detuvieron en el portal. El mayor sacó sus llaves y abrió la
Año 1670 d.C. Serenísima República de Venecia.Los conflictos bélicos de los humanos solían tenerle sin cuidado; sin embargo, las fiestas nocturnas que acostumbraban organizar, resultaban actos perfectos para buscar, en su acometida personal, apoyo y conexiones.Luke se hallaba hoy dispuesto a disfrutar del acontecimiento, ataviado con una camisa blanca bordada y de mangas largas, sobre la que llevaba una chupa con detalles en hilo de oro, y una casaca de un azul órcela con puños y ruedos bordados también en hilos de oro; pantalones, medias y zapatillas, además de su largo cabello peinado hacia atrás, y un rostro limpio.Uno de los nobles locales había convocado a la clase alta de las cercanías a reunirse; en medio de una república que iba de capa caída no era lo mejor, pero los conflictos humanos poco importaban a los Veneto. Pronto harían s
Año 1676 d.C. Serenísima República de Venecia.Eliza era una mujer feliz, tanto como nunca lo fue en ningún punto de su joven vida vampírica. Vivía en un lugar alejado de todos aquellos capaces de abrir sus bocas para decir falacias, en una preciosa casa, sin servidumbre, y junto al hombre del que se había enamorado al apenas verlo bajar las escaleras de aquel salón, en la fiesta de años atrás.La vida de un no muerto podía ser magnífica. Para ella lo era.Esa noche no hizo más que limpiar y leer y, cuando los primeros rayos del sol se anunciaron, cerró puertas y ventanas, y decidió reposar, como hacía mucho tiempo no lo hacía; se recostó en su cama, cerró los ojos y divagó.Hasta que, en medio de aquel brutal silencio, escuchó algo.Sin embargo, al abrir los ojos ya era demasiado tarde.