Año 1676 d.C. Serenísima República de Venecia.
Eliza era una mujer feliz, tanto como nunca lo fue en ningún punto de su joven vida vampírica. Vivía en un lugar alejado de todos aquellos capaces de abrir sus bocas para decir falacias, en una preciosa casa, sin servidumbre, y junto al hombre del que se había enamorado al apenas verlo bajar las escaleras de aquel salón, en la fiesta de años atrás.
La vida de un no muerto podía ser magnífica. Para ella lo era.
Esa noche no hizo más que limpiar y leer y, cuando los primeros rayos del sol se anunciaron, cerró puertas y ventanas, y decidió reposar, como hacía mucho tiempo no lo hacía; se recostó en su cama, cerró los ojos y divagó.
Hasta que, en medio de aquel brutal silencio, escuchó algo.
Sin embargo, al abrir los ojos ya era demasiado tarde.
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La cabeza le zumbaba, justo cuando adquirió un poco de consciencia; su cuerpo estaba caliente, y podía sentir cómo su sangre fluía. Tenía el pecho oprimido, como si muchas manos lo apretaran con una tremenda fuerza, y esa sensación se extendía hasta su espalda.Sus brazos… no podía levantarlos, y sus pies estaban fríos. Sus oídos tapados y, segundo a segundo, era como si una presión lo subyugara desde afuera, y contrajera todo en su interior.Entonces… lo supo: estaba allí, de nuevo.Luke aclaró su mirada en el techo de yeso, la decepción abordó su ser; posó la vista alrededor, y las vio. Allí se hallaban Alessandra, su madre, y Denisse, la menor de sus hermanas, sentadas a un costado de la cama.No pudo sostenerles el mirar ni por dos segundos, y lo llevó al otro lado de la habitación.Se sentía
Denisse sintió como si todo por dentro se le contrajera en un retorcijón terrible, y le desvió el mirar, incapaz de seguir vislumbrando esos dolidos ojos, que mostraban compasión con ella en medio de una crisis existencial.Pero lo sabía, no era tonta… siempre lo había sabido.Marianne… recordarla era como traer a la vida los mejores años de su hermano, donde lo desafió todo para estar con ella, donde la amó hasta el último segundo de su vida humana, y después. Eliza… con ella fue tan diferente, y a la vez tan similar. Luke se convirtió en un monstruo por su muerte, no importándole nada con tal de vengarla… ella quería algo así.Pero, en el momento menos esperado, Blaise Habsburg nació.Las lágrimas inundaron sus ojos, al tiempo en el que retrocedió hasta el borde de la cama, mirándolo de lejos.
Año 2010 d.C., 11 d.G., Territorio de Edmonton, Lugal Ba-gen.Lugal Ba-gen era un continente enorme que se dividía en diversos territorios, cada uno controlado por cada casta o raza, como se había establecido. Todos los seres que convivían bajo el pecado de la Avaricia: humanos, alquimistas, homúnculos y androides, tenían estas tierras como su casa principal.Un vampiro como él no sería aceptado si vagaba por cuenta propia, pero ese no era el caso.Las negociaciones con Lawrence iban bastante bien, ese era motivo suficiente para dejarlo transitar por estas tierras.Sin embargo, con los primeros rayos de la mañana alumbrando el despejado cielo, no eran esas las razones por las que caminaba por aquella pequeña plazoleta, con una mediana bolsa de papel marrón entre manos, hasta llegar a un lugar de soledad.Se sentó en una banca, dejó la bolsa a
Luke caminaba a paso constante y veloz, y Blaise solo se centraba en seguirle el ritmo. La madrugada era fría incluso para un no muerto, y el viento soplaba con cierta fuerza. Al mirar al cielo, Blaise se dio cuenta de que era muy probable que pudiera llover en unas pocas horas.No importaba, ellos debían estar en casa para entonces, o eso pensaba.Varios minutos después, se dio cuenta de que se dirigían a un sitio bastante particular de la ciudad, un gran espacio, alejado del bullicio del centro, donde se alzaban decenas de obeliscos repartidos en zonas. Era un campo enorme, extenso, marcado por caminos de piedra, y con preciosos jardines por acá y por allá, cercado por el acero negro en forma de grandes barras.Entraron por una de las estaciones, pasando por la vigilancia, y transitaron un sendero curvo que rodeaba un primer gran grupo de seis obeliscos.Blaise los contempló y comprendió su peque&n
Año 2015 d.C., 16 d.G. Casteddu, Territorio de Vitéliu, Düster.Todos los residentes de la casa terminaron en un vuelo, primero al territorio firme de Vitéliu, y luego hacia esta gran isla, que también formaba parte de las propiedades de los Flabiano.La fortaleza del Castillo de San Michelle fue visible a la distancia, en medio de un camino que subía el cerro Sirai, y Blaise no pudo evitar recordar su historia.Esta isla, Sardigna, fue conferida al cuidado de Luke Flabiano desde el momento de su nacimiento, como un regalo al próximo Gran Patrizio de la familia; sin embargo, él nunca había vivido allí, y solo la gestionó en los distintos tiempos de conflictos humanos, desde la distancia.El Castillo de San Michelle se encontraba en el punto más alto de la ciudad y, al bajar del auto en la entrada, pudo contemplar el hermoso paisaje: más abajo se encon
La sonrisa en los labios de Denisse desapareció, al contemplar la nostalgia en la expresión de su hermano. —Es difícil… —respondió Luke en un susurro, y se separó de Cedric para caminar hacia la cama. Él se sentó a un lado de Denisse, y subió la mirada hasta su hermano menor, quien se quitaba la parte superior de sus prendas con una paciencia solo propia de la educación. Luke apoyó las manos al colchón detrás de su espalda, y vio los orbes miel de Cedric brillar con deseo por un instante. Era inevitable, siempre lo había sido. Cedric dobló la corbata, la camisa y el saco, y se movió a un costado, para dejarlos sobre un sillón que estaba al frente de la cama. Regresó sobre sus pasos y se sentó al otro lado de su hermano mayor. —¿Qué van a hacer ahora? ¿Ustedes dos… de verdad se van a casar? —indagó el cuarto hijo, y miró a su hermana, echándose un poco al frente. Denisse se quitaba el abrigo con una calma destacable. Ella lo mir
«El mal se apoderó de él, y entonces… todo terminó»Caín y Abel fueron los primeros gemelos nacidos en el Edén. Durante toda su vida, Abel no solo servía mejor al Creador, sino que también se había ganado el favor y amor de la misma mujer a la que Caín amaba.Por celos, por venganza, una noche, a la luz de la luna, Caín acabó con la vida de Abel. Él fue desterrado por el Dios de los Cielos de las tierras que este cuidaba con celo en su Creación, directo a un mundo desbordante de desastre, de todos los errores que la antigua especie humana alguna vez cometió.Fue en esos parajes donde Caín conoció a Lilith, la primera mujer que vio la luz en la Tierra, pero que no quiso someterse a las órdenes del primer hombre, lo que generó su expulsión de los jardines del Edén.Por su tiempo en medio de l
La sorpresa invadió a Malcom quien, de inmediato, como si «algo» hubiese detenido sus pensamientos, se apresuró a hacer una reverencia. Al percatarse de quién se trataba, aunque ya era conocedor de su presencia desde hacía varios segundos, Luke se levantó, mucho más señorial que su padre, dadas las circunstancias, e hizo una reverencia también.—Lo siento, padre —se disculpó Malcom.—Discúlpeme por mostrarle esto, abuelo —imitó el rubio.Adhemir Flabiano se adentró en la habitación a paso firme; el frío desapareció al segundo siguiente, pero no los nervios de todos los demás presentes.Él era un varón de apariencia cuarentona, con una barba muy rubia, copiosa, pero bien cuidada, y una clara cabellera que rozaba su nuca, sin arrugas y de porte serio, pero amable.«Adhemi