escucharlo reír, el cielo y la felicidad se abrieron ante el menor, quien se acercó más y más, hasta trepar y sentarse sobre su abdomen, desde donde lo miró; sus ojos se inundaron de rojo, y pensó que podría llorar en cualquier momento, porque… ¿cuándo fue la última vez que lo escuchó reír de esa forma?
Y Luke no paró. Su risa rebotó y contagió a un Blaise que se lanzó a abrazarlo sin dudar, porque era tan hermoso…
La viveza, la chispa, la felicidad y la sensación de logro que escuchaba en esa risa lo hicieron estremecerse al punto en el que el estómago se le revolvió, y pensó que podría vomitar en cualquier segundo.
Cuando Luke reía, cuando lo hacía de verdad, su tono se endulzaba, la ligereza invadía su cuerpo, y todo a su alrededor se volvía suave y especial.
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Sus juegos, sus besos, sus caricias… Luke vivió una plenitud olvidada después de décadas de tortura. Su cuerpo se sentía ligero tras el descanso, activo tras dejarlo todo dentro del muchacho que ahora lo miraba desde arriba, sentado sobre su abdomen.Las sábanas estaban manchadas por la sangre de ambos, fruto de sus fluidos y sudor.—Este aroma… me embriaga —murmuró el mayor y se sonrió.Las manos de Blaise subieron con lentitud desde su pecho a sus mejillas, y también le sonrió.Sus cuerpos aún presentaban la típica actividad humana, después de varias horas de un intenso encuentro, que se prolongó tanto, hasta que quedaron satisfechos.—Es perfecto… pero también es una tortura —masculló el menor.El rubio se mojó los labios, y una expresión desencantada nubló su rostro.
Tras ocho días en esta cabaña, Blaise disfrutaba de pasar exceso de tiempo consigo mismo. En los días pasados solo encontró distracción en huir de Roberto, y permaneció encerrado en su habitación, donde tomó de unas bolsitas de sangre nada apetecibles un par de veces.Sabía por qué sentía aversión hacia los zombis, pues era algo incontrolable e instintivo tras lo ocurrido con su madre, pero también le gustaría conocer con certeza específica lo que pasó entonces, pues solo conocía lo que los demás le contaron.Que todo se volviera negro cuando pensaba en eso le resultaba una molestia.Roberto fue un alimentador que falleció en los tiempos antes de la guerra, y Luke terminó convirtiéndolo en su sirviente por pedido de aquel hombre.El juego que el mayor mantenía con la vida y la muerte llenaba a Blaise de
Año 2015 d.C., 16 d.G. Ciudad Neutral de GaiaYa nada podría volver a ser como antes, y Luke lo sabía.Tras diez días de un viaje planificado a detalle donde, además de haber cumplido con su tarea anual de fortalecer un conjuro de reconstrucción que él mismo perfeccionó con el tiempo, había podido deshacerse, al fin, de los terribles grilletes que lo aprisionaban desde su interior, Blaise y él regresaron a casa.Fue solo poner un pie en la propiedad y, lejos de ver el auto, lo supo: no existía forma de no sentir esa poderosa aura.—Luke, tú… —murmuró Blaise, pero el rubio negó con la cabeza.—Que sea lo que tenga que ser, querido Blas —musitó con sencillez.Ambos cargaban sus maletas, y se detuvieron en el portal. El mayor sacó sus llaves y abrió la
Año 1670 d.C. Serenísima República de Venecia.Los conflictos bélicos de los humanos solían tenerle sin cuidado; sin embargo, las fiestas nocturnas que acostumbraban organizar, resultaban actos perfectos para buscar, en su acometida personal, apoyo y conexiones.Luke se hallaba hoy dispuesto a disfrutar del acontecimiento, ataviado con una camisa blanca bordada y de mangas largas, sobre la que llevaba una chupa con detalles en hilo de oro, y una casaca de un azul órcela con puños y ruedos bordados también en hilos de oro; pantalones, medias y zapatillas, además de su largo cabello peinado hacia atrás, y un rostro limpio.Uno de los nobles locales había convocado a la clase alta de las cercanías a reunirse; en medio de una república que iba de capa caída no era lo mejor, pero los conflictos humanos poco importaban a los Veneto. Pronto harían s
Año 1676 d.C. Serenísima República de Venecia.Eliza era una mujer feliz, tanto como nunca lo fue en ningún punto de su joven vida vampírica. Vivía en un lugar alejado de todos aquellos capaces de abrir sus bocas para decir falacias, en una preciosa casa, sin servidumbre, y junto al hombre del que se había enamorado al apenas verlo bajar las escaleras de aquel salón, en la fiesta de años atrás.La vida de un no muerto podía ser magnífica. Para ella lo era.Esa noche no hizo más que limpiar y leer y, cuando los primeros rayos del sol se anunciaron, cerró puertas y ventanas, y decidió reposar, como hacía mucho tiempo no lo hacía; se recostó en su cama, cerró los ojos y divagó.Hasta que, en medio de aquel brutal silencio, escuchó algo.Sin embargo, al abrir los ojos ya era demasiado tarde.
La cabeza le zumbaba, justo cuando adquirió un poco de consciencia; su cuerpo estaba caliente, y podía sentir cómo su sangre fluía. Tenía el pecho oprimido, como si muchas manos lo apretaran con una tremenda fuerza, y esa sensación se extendía hasta su espalda.Sus brazos… no podía levantarlos, y sus pies estaban fríos. Sus oídos tapados y, segundo a segundo, era como si una presión lo subyugara desde afuera, y contrajera todo en su interior.Entonces… lo supo: estaba allí, de nuevo.Luke aclaró su mirada en el techo de yeso, la decepción abordó su ser; posó la vista alrededor, y las vio. Allí se hallaban Alessandra, su madre, y Denisse, la menor de sus hermanas, sentadas a un costado de la cama.No pudo sostenerles el mirar ni por dos segundos, y lo llevó al otro lado de la habitación.Se sentía
Denisse sintió como si todo por dentro se le contrajera en un retorcijón terrible, y le desvió el mirar, incapaz de seguir vislumbrando esos dolidos ojos, que mostraban compasión con ella en medio de una crisis existencial.Pero lo sabía, no era tonta… siempre lo había sabido.Marianne… recordarla era como traer a la vida los mejores años de su hermano, donde lo desafió todo para estar con ella, donde la amó hasta el último segundo de su vida humana, y después. Eliza… con ella fue tan diferente, y a la vez tan similar. Luke se convirtió en un monstruo por su muerte, no importándole nada con tal de vengarla… ella quería algo así.Pero, en el momento menos esperado, Blaise Habsburg nació.Las lágrimas inundaron sus ojos, al tiempo en el que retrocedió hasta el borde de la cama, mirándolo de lejos.
Año 2010 d.C., 11 d.G., Territorio de Edmonton, Lugal Ba-gen.Lugal Ba-gen era un continente enorme que se dividía en diversos territorios, cada uno controlado por cada casta o raza, como se había establecido. Todos los seres que convivían bajo el pecado de la Avaricia: humanos, alquimistas, homúnculos y androides, tenían estas tierras como su casa principal.Un vampiro como él no sería aceptado si vagaba por cuenta propia, pero ese no era el caso.Las negociaciones con Lawrence iban bastante bien, ese era motivo suficiente para dejarlo transitar por estas tierras.Sin embargo, con los primeros rayos de la mañana alumbrando el despejado cielo, no eran esas las razones por las que caminaba por aquella pequeña plazoleta, con una mediana bolsa de papel marrón entre manos, hasta llegar a un lugar de soledad.Se sentó en una banca, dejó la bolsa a