CASA DE LOS FERNÁNDEZ. Fernández se puso pálido, jamás se imaginó que yo reuniera el valor para confesarle a mi hija quien era su verdadero padre. Volteó a mirarme, sus ojos despedían chispas de odio, cerró sus puños; eso me hizo recordar una noche, hace más de veinte años atrás, era una noche lluviosa, yo estaba en mi habitación leyendo un libro cuando siento un golpe como de un puntapié, la puerta se abre de forma violenta y entra Fernández, estaba tomado, su aliento a alcohol invadió la habitación, me miró con la misma mirada de odio, de rabia que estoy viendo en estos momentos. Fué directamente a la cama, tomó el libro que estaba leyendo y lo lanzó por los aires, lo hizo con tanta furia que el libro golpeó un jarrón con flores que estaba sobre una mesa de noche, del impacto el jarrón cayó al suelo despedazandose en varios pedazos, las flores se desparramaron por todo el piso. Ese fue el día que se enteró que Tomás había regresado a Argentina, con una vo
BUFETE DEL ABOGADO. —Señora Antonella, buenos días, la estaba esperando, le tengo buenas noticias. Señorita Isabella, me da gusto verla de nuevo, todavía estoy apenado por la manera como interrumpí la cena. —No tiene por qué apenarse, eso fue un motivo de causa mayor, ¿cómo sigue su hermano? —Está recuperándose, se vio muy mal, la operación fue un éxito, pero la recuperación es lenta, espero muy pronto volver a invitarla, le debo una cena. —Será para cuando regrese, Isabella se va esta noche a París. —Y eso, ¿por qué tan pronto? —Mi hijo, recuerde que soy madre de un niño que me está esperando en París y ya me extraña, está muy triste, ya me quiere ver y antes que se enferme de tristeza, voy a verlo. —La entiendo, bueno espero que cuando regrese no rechace mi invitación. No respondí, la verdad no puedo aceptar la cita de Alcántara, ya Máximo sabe que tiene un hijo conmigo y eso me puede traer problemas, mejor me mantengo tranquila sól
ARGENTINA (BUENOS AIRES) CASA DE LOS FERNÁNDEZ. Estoy en mi habitación comiéndome las uñas, cuando escucho que tocan mi puerta. —Adelante. —Buenos días señorita Isabella, su papá quiere hablar con usted, la está esperando en su oficina. —Buenos días Martina, dile que ya voy. Qué será lo que quiere hablar mi papá, bueno Isabella, vamos a ver lo que quiere el señor. —Buenos días papá. —Pasa y cierra la puerta coloca el seguro, no quiero interrupciones. Ya mis piernas comienzan a desestabilizarse, mi corazón palpita un poco más aprisa, algo me dice que lo que viene no es bueno. De inmediato saca algo de la gaveta del escritorio y me lo lanza en mis piernas. —¿Me puedes explicar qué significa esto? No lo puedo creer frente a mí está una prueba de embarazo. —¿Creías que no me iba a enterar? Acaso no sabes que en está casa nada está oculto para mí. Delante de mí está la prueba que me había hecho la tarde anterior,
PLAZA DE BUENOS AIRES. —Amigo, qué haces aquí, te he estado llamando y no respondes tu teléfono. —¿Cómo supiste que estaba aquí? —Recordé que cuando éramos niños y tú papá discutía contigo, o presentabas problemas en el colegio, de inmediato te venías para acá. Acá te pasabas horas sin hablar, después te levantabas sacudías tu mochila y te ibas y yo detrás de ti. Como siempre mi amigo Julián se sienta a mi lado y allí se queda sin decir una palabra, me conoce y sabe que en estos momentos no quiero hablar. No sé cuánto tiempo estuvimos callados, soy yo, como siempre, quien rompe el silencio. —Isabella se va del país, hoy se despidió de mí. Julián no dijo nada, solo se limitó a escucharme. —Me dijo con su cara muy fresca que no me ama, yo para ella sólo fui un juguete, el muñeco que la muchachita rica se le antojó para distraerse un rato, ya se fastidió de él y ahora lo desecha. Se va para Francia, según ella a estudiar, pero no
SEIS MESES DESPUÉS. BUENOS AIRES. Tengo su cuerpo desnudo delante de mí, mis manos acarician sus prominentes montañas, mis labios se pasean por su cuello, de pronto con una voz de gata en celo me dice. —Máximo, tienes que ir a hablar con mi papá. Me la quedo viendo y le pregunto. —¿Para qué? —¿Cómo qué para qué? Ya vamos a cumplir tres meses de novios, tienes que ir a pedir mi mano. —Escúchame bien, cuando empezamos a salir fui bien claro contigo, te dije que no quería nada de compromisos, nosotros no somos novios, tú estuviste de acuerdo, así que no veo la razón para que me estés pidiendo que hable con tus padres, lo siento mucho si no me entendiste, es mejor que lleguemos hasta aquí, cada quien por su lado, ahora vístete y vámonos de aquí. —No mi amor, eso no, por favor no me dejes, está bien como tú lo prefieras, seguimos así sin compromisos. —Emilia es mejor que lo dejemos, buscate a otro que te responda, porque yo no lo voy hace
CINCO AÑOS DESPUÉS. —Julián hermano, por fin puedo comunicarme contigo, tengo todo el día llamándote, dime, ¿cómo va lo que te pedí? —Todo está marchando bien, estaba fuera de la ciudad en un pueblo muy lejos de aquí, por eso no podía comunicarme contigo, allí no hay señal. —Okey, cuéntame ¿qué pasó? —Amigo tal cual como lo pensamos allí tienen el centro de operaciones, allí es donde distribuyen la mercancía. —Por supuesto, nuestro amiguito en común es allí donde la compra. —Sí, allí es donde se abastece, pero el lugar es muy peligroso, está custodiado con personas armadas hasta los dientes. —Ten cuidado mi hermano. —No te preocupes, tuve mucha precaución, tomé fotos del lugar. —Me las envías, yo sé que es lo que voy hacer con ellas, muy pronto los Fernández estarán comiendo polvo y todo porque ellos mismo se lo buscaron. —Hermano eso es lo que se llama justicia divina, quisieron abarcar mucho dañando a los demás. —Por culpa
FRANCIA: PARÍS. —Señorita Isabella, todo está saliendo perfecto, la sala está llena, casi todas sus pinturas se han vendido y los críticos están muy impresionados con su trabajo, así que relájese. —Sí, estoy muy contenta, todo está saliendo bien, ¿dónde está Max? —No se preocupe por el niño, él está feliz, las muchachas lo tienen consentido. —Hermosa, -es Piero que se acerca- recuerda que después de la exposición tenemos un compromiso con mis amigos que llegaron de Estados Unidos. —¿Ellos vienen a la exposición? —No sé si vienen todos, una de las muchachas si viene, es una jovencita que está muy enamorada de tus pinturas, es raro que aún no esté aquí, con todo esto se me ha olvidado llamarlos. La noche continuó entre brindis, halagos y palabras alentadoras de los críticos. Bueno, gracias a Dios que ya todo terminó, estoy muy cansada, tengo ganas de llegar a mi casa, quitarme estos tacones y acostarme a dormir. Lo que menos quiero es ir
PARIS: APARTAMENTO DE ISABELLA. —Amiga, disculpa que te llame a esta hora, pero me estoy muriendo. —Isabella, no me asustes, ¿qué te pasa? —Valentina lo ví. —¿A quién? ¿De qué me hablas? —De Máximo Valentina, lo ví. —Pero dónde lo viste, explícate, no estoy entendiendo nada y deja de llorar, que así menos te puedo entender, cálmate y luego me hablas, respira y tómate tu tiempo, estás respirando, ¿ya te sientes mejor? —Sí, ya me siento mejor, gracias, ahora puedo respirar mejor. —Okey, ahora sí, puedes explicarme, pero sin atropellarte, ¿dime dónde viste a Máximo? —Está aquí en París, vino con la novia. —¡Válgame Dios! ¿Él te vio? —Sí, nos encontramos en una discoteca. —¿ Qué hacías tú en una discoteca? Se supone que ayer, digo ayer porque allá en París es de madrugada, bueno ayer era tu exposición. —Sí, así es, después de la exposición Piero me invitó a una discoteca, allí se iba a encontrar con unos amigos que lle