BUENOS AIRES. —Buenas tardes señora Antonella. —Buenas tardes Licenciado Alcántara, ella es mi hija Isabella. —Señorita Isabella, encantado de conocerla. El licenciado me toma la mano y se la lleva a sus labios, esto lo hace sin dejar de mirarme. Nunca me imaginé que fuese un hombre tan joven, a lo sumo debe tener unos treinta años, para la cantidad de títulos que posee se diría que ha pasado toda su vida estudiando, además de inteligente es hermoso, es un moreno con una mirada seductora y una sonrisa perfecta. —Por favor tomen asiento, desean té o un mate. —Yo prefiero un mate. —Igual para mí, un mate. Llamó a su secretaria y de inmediato llegó con la bebida. —Licenciado, perdón ya sé que tiene un doctorado, pero me acostumbré a decirle licenciado. —No se preocupe por eso, dígame cómo usted lo desee. —Bueno Licenciado, ya le dije por teléfono las razones por las cuales traje a mi hija a su oficina, quiero que sea usted
BUENOS AIRES. —Tengo varias llamadas de Máximo, ¿será que le respondo? La verdad que él en parte tenía razón cuando me dijo que mi hermano estaba metido en negocios sucios, aún no se ha comprobado nada, pero todo lo implica, entiendo que él debió molestarse mucho cuando se enteró que por culpa de los negocios de mi hermano su papá quebró y varios empresarios también, pero eso no le quita que me haya mentido, nosotros nos hemos intimidados en varias ocasiones, por qué no se sinceró conmigo y me dijo lo que estaba pasando, quizás si me lo hubiese dicho, nos hubiésemos evitado todo esto. ¿Por qué lo hizo a escondidas?, eso me indica que lo hizo sólo para vengarse de mí. Máximo no se va a cansar de llamar, le voy a responder, estoy molesta, pero necesito oír su voz. —Aló. —Amor gracias a Dios que me respondes, ¿cómo estás? —Yo estoy perfecta. —Amor discúlpame, entiendo tu molestia, sé que debí confesarte que era yo quien estaba detrás de todas
BUENOS AIRES. El solo contacto de esas manos sobre mis hombros hace que mi respiración se detenga, no me atrevo a mirar hacia atrás, sus palabras suenan en mis oídos como una ráfaga de aire que trae consigo una mezcla de emociones. ¿Será posible ¿Por qué me hace esto? —Amigo Alcántara, tanto tiempo sin ver tu cara. —Igual te digo, lo último que supe de ti es que te habías ido para Estados Unidos. ¿A qué se debe tu visita en esta tierra, te regresaste o viniste por asuntos de negocios? —No, yo diría que por asuntos personales, ¿me puedo sentar? —Claro, si Isabella no tiene inconveniente. Yo permanezco callada, es evidente que este encuentro no es una casualidad. Sonrío, aguantando mis ganas de salir corriendo. —No, yo no tengo inconveniente, puedes sentarte. —Gracias, ya veo que sus copas están vacías. Le hace señas al mesero que se acerca al instante. —Por favor nos trae dos vasos de whisky y a la señorita un marti
BUENOS AIRES: CASA DE LOS FERNÁNDEZ. —Hija puedo pasar. —Sí mamá, pasa. —Bebé, anoche no viniste a dormir, ¿qué te pasó? me pareció extraño ya que saliste a cenar con el licenciado. —Me quedé con Máximo. —¿Con Máximo?, no sabía que estaba aquí en Buenos Aires. —Llegó anoche, se presentó en el restaurante. —¿Cómo se enteró que estabas cenando con el licenciado? —No lo sé, el caso fue que se molestó porque él me había pedido que no saliera con el doctor, dice que Alcántara tiene intenciones de enamorarme. —Pero por lo que veo se perdonaron, ya que te quedaste con él. —Así es, yo no puedo estar molesta con él y por supuesto a él también le pasa lo mismo conmigo. —Eso es evidente, no puede estar lejos de ti, pero hija las cosas se complican cada vez más. Fernández está vuelto una fiera, se enteró que la persona que anda detrás de todo esto es Máximo, lo acusa de ser el culpable de que Mateo esté preso, imagínate cuando se ente
Isabella no deja de llorar en toda la vía hacia el hotel, la abrazo, ella coloca su cabeza sobre mi hombro y allí se queda mientras sus lágrimas corren por todo su rostro. El chófer del taxi de vez en cuando nos mira por el espejo retrovisor, nadie habla, todos vamos en silencio. Llegamos al hotel, entramos a la habitación, la llevo a la cama, luego voy al baño, lleno la bañera, le agrego unas esencias aromáticas, según la muchacha que me las vendió son buenas para relajarse. Regreso a la cama, Isabella está en la misma posición donde la dejé, me da dolor verla así tan frágil, la levanto un poco y comienzo a desvestirla, luego la cargo y la introduzco en la bañera, yo ya me he quitado parte de mi ropa, me la retiro toda y me meto en la bañera con ella, tomo una esponja y suavemente para no lastimarla la paso por sus hombros, su espalda, sus brazos, ella se mantiene callada, inmóvil, luego de esos ligeros masajes con la esponja nos quedamos quietos por un buen rato, sie
BAR DE TOMÁS. —Todo comenzó el día que me presentaron a Antonella, es lo que llaman amor a primera vista, me enamoré desde el primer día que la vi, ella me dice que con ella no ocurrió lo mismo, yo le caí mal, para ese entonces mi familia no tenía dinero, mi papá era un hombre asalariado y con su poco sueldo mantenía la familia, yo tenía un amigo cuyos padres tenían mucho dinero, siempre andábamos juntos, él me llevaba a los lugares donde se movía la gente de dinero, por eso conocí a Antonella. La vi y de inmediato me enamoré, se lo dije a mi amigo y él busco la manera de unirnos, llevándome a los lugares que ella frecuentaba. Así, empecé a tratarla y no pasó mucho tiempo cuando ya estábamos de novios, pero tuvimos que mantener nuestra relación en secreto, por sus padres. —Vaya su historia es muy parecida a la mía con Isabella, con la diferencia que nosotros nos enamoramos de inmediato, pero también mantuvimos esa relación en secreto, aunque no tardaron mucho
CASA DE LOS FERNÁNDEZ. —Mamá, ¿puedo pasar? —Pasa hija. —Mami, ¿podemos hablar? —Claro, ven siéntate a mi lado. De inmediato tocan la puerta. —Es Martina, le dije que nos trajera dos tazas de té. —Pasa Martina. —Señorita, acá tiene lo que me pidió, también les serví unas galletitas para que las prueben están muy buenas y recién horneadas. —Gracias Martina, te puedes retirar. —Mami, quiero pedirte perdón, la noticia hizo que yo perdiera la razón, dije cosas que no debía, te culpé de cosas de las cuales ahora me arrepiento. —No te disculpes, aquí la única culpable soy yo, pero ya basta, no pienso seguir victimizándome por cosas que yo permití, ya tengo que dejar el pasado atrás y avanzar, tenemos un mundo por delante, vamos a seguir siempre hacia adelante, a tratar de resolver lo que podamos, lo que está roto así se queda, si lo pegamos nunca va a quedar igual al original, lo que tengo que hacer es no continuar permitiendo atr
BUENOS AIRES. —Isabella, ¿vas a salir? —Sí mami, quiero despejarme, son muchas las cosas que tengo en mi cabeza, necesito aire fresco, necesito pensar. —¿Para dónde vas? —No sé. —¿Quieres que te acompañe? —No mami, quiero estar sola. —Está bien, yo te entiendo, pero ten cuidado, por favor si decides quedarte en algún lugar, llámame para no preocuparme, ya sé que no eres una niña y que ya te acostumbraste a vivir sola, pero para una madre los hijos siempre serán sus bebés. —No te preocupes mami, ahora que soy madre te entiendo perfectamente, yo te llamo. Tomo las llaves de uno de los autos de la cochera y me voy, a dónde no sé, sólo quiero salir de esa casa, no quiero ver a mi papá, mucho menos escuchar sus gritos y sus amenazas. Acelero el auto y corro sin saber ni destino, después de más de una hora de carretera llego hasta una playa, muy cerca está un pueblo pesquero, estaciono mi auto y allí me quedo sentada en el capó del aut