—Los del banquete ya están en la cocina, casi terminan, las luces están colocadas, mesas, manteles… todo está organizado, la orquesta está afinando instrumentos, se les dio las partituras está mañana— el joven que nos interrumpió habla rápido y trato de no perderme.
—Perfecto… por favor quiero revisar cada punto, ¿le molesta si empezamos en la cocina?
Me dispongo a alejarme de Dieter, creo que necesitamos espacio para aclarar los pensamientos, en eso veo a Armand que se acerca a con paso decidido hacia nosotros, tiene su cabello recogido en una coleta y un traje azul marino combinado con su camisa blanca y gazné azul del mismo tono que su traje, trae guantes de piel, nos ve y su mirada se posa de inmediato en mí, me ve de pies a cabeza sutilmente, noto como Dieter se molesta, pero intenta aparentar.
—Señorita Brooke, Dieter, un gusto verlos&h
La chica anterior a mí se la llevaron por 25 mil, ¿quién gasta ese dinero solo por salir con una mujer?, sigo yo, inflo el pecho y me pongo a lado del subastador, sonrío delicadamente y muchos se quedan callados, veo el rostro de Dieter de sorpresa y después se descompone en molestia, no le agradó la idea de verme aquí.—Ahora tenemos a la hermosa señorita Salem, cabello castaño y ojos violetas… ¿quién abrirá la puja de esta hermosa dama?—, solo le faltó revisarme los dientes, me siento como una venta de esclavos.—¡10 mil!—, un hombre entre tantos levanta su mano y me quedo sorprendida por el monto inicial.—¡15 mil!— contesta otro.—¡25!—, ¡ah no!, él no… es el señor Smith que me ve lamiéndose los bigotes. ¿Qué hace él aquí?
—Sí, pero siempre ha sido muy huraña para eso, muchos la han pretendido, chicos de su edad, más grandes, más jóvenes; desde que era una adolescente ha sido muy asediada, pero siempre los rechazó, se concentraba en sus estudios y en su trabajo… siempre fue muy trabajadora. —Sí, lo sé… lo he notado… se ha vuelto de gran utilidad en la oficina. —Señor Iron… sé cuáles son sus intenciones hacía con ella— me dice recargándose en la mesa, con seguridad —sé que está enamorándose y solo le pido algo… ella no es como las demás, su pasado no importa, pero tiene un peso muy grande… no la juzgué por quién fue— no sé qué llama más mi atención, que puede interpretar las intenciones de mi corazón con más claridad que yo mismo o que hay algo en el pasado de Brooke que podría perturbarme, como si a mi edad eso fuera posible, ya nada me sorprende —y si no es capaz de discernir entre un buen corazón y un pasado negro… mejor déjela ir. —Bien, me parece justo, pero ¿le puedo
—¿Quién diría que el gran señor Iron tiene un agradable sentido del humor?—, me sonríe y sus ojos me ven con ternura, eso me desarma por completo. En cuanto llega la comida veo como empieza delicadamente a ingerir sus alimentos, lo hace con calma, tranquila, disfrutando cada bocado, sonríe y mueve su cabeza. Parece que veo a una niña chiquita. Para mi sorpresa todo lo que pidió, todo se lo comió, en verdad no entiendo cómo cabe tanto en una criatura tan pequeña, la veo desconcertado, pero me da gracia, en ese momento recibo una llamada, es Armand quien me está hablando. Le pido un momento a Brooke y ella asiente mientras sonríe. —¿Armand? —Dieter, necesito que lleves el medallón de inmediato…— escuchar su petición me corroe. Armand es un vampiro poderos y viejo, demasiado viejo, junto con Elizabeth lideran un clan de vampiros, no son muchos y de hecho los clanes de vampiros se están extinguiendo. Lamentablemente desde tiempos inmemoriales los va
El frío de su cuerpo desaparece, abro mis ojos y me doy cuenta que esto de nuevo sola en el bosque, al lado del lago, busco con la mirada a Armand y lo único que aún queda entre mis manos es el medallón, lo vuelvo a ver con curiosidad, lo abro y noto que el pétalo sigue ahí, rozagante, muestra del último ramo de rosas que recibí de Damián. Lentamente, ante mis ojos el pétalo comienza a secarse, se marchita y pierde sus colores vivos y llamativos, cambiándolos por tonos marrones y café. Vuelvo a acariciar el pétalo con delicadeza y cierro el medallón de nuevo, llena de dolor. Cuando levanto la mirada una vez más, me siento somnolienta, cansada, pero veo el camino a través del parabrisas del carro, Dieter continúa con su camino, no sé dio cuenta de mi viaje astral, no tengo otra forma de describirlo. Cierro mis ojos tratando de visualizar lo que vi, evocando cada imagen, cada palabra, pero entre más me concentro, más se escapan de mi memoria, empiezo a acostumbrarme a
Mis manos buscan acariciar su rostro y el tacto lo hace envolverme en sus brazos y pegarme más a él, siento su calor y su necesidad en su boca, me pierdo completamente en él y en el sentimiento tan fuerte que nos está uniendo. Me recuesta en la cama lentamente mientras sigue apoderándose de mi boca, el beso se vuelve más desesperado, más voraz, no me doy cuenta en qué momento él se coloca sobre mí y sus manos comienzan a acariciar mi cuerpo, buscan el borde de mi blusa y se meten debajo de ella, sus dedos acarician mi espalda suavemente, haciéndome sentir pequeñas descargas recorriendo mi piel, haciendo que me retuerza debajo de su cuerpo. De manera automática echo la cabeza hacia atrás, envuelta en la lujuria que sus caricias propician, su boca no desaprovecha la oportunidad y comienza a devorar mi cuello, sé a dónde nos lleva esto y no quiero que se detenga, mi vientre palpita y mis piernas pierden su fuerza. Sus manos acarician mis muslos y cierro mis ojos dejándo
—¿Estás bien?, tenías una pesadilla…— frunzo el ceño, ¿es una pesadilla ver a Alex sucumbir ante esos vampiros?, giro la cabeza buscando la escena del delito, pero me doy cuenta que ya no estoy en el bosque, me encuentro de nuevo acostada, entre sábanas de seda, completamente desnuda. —Alex…— pronuncio su nombre buscándolo con la mirada, pero no lo encuentro, solo veo cuatro paredes de una habitación y regreso a Damián que me ve extrañado. —¿Alex?—, me pregunta confundido y veo sus ojos de nuevo, aunque son del mismo color no es Damián… no… no lo es… ¿quién es?... veo mis manos por un momento y me siento desconcertada, fuera de lugar. —Brooke, ¿qué pasa?, ¿quién es Alex?—, su voz suena en mis oídos, vuelvo a levantar la mirada hacia él. —¿Alex?—, ¿quién carajos es Alex?, me siento confundida. —Sí, mencionaste a un Alex— frunce el ceño, parece molesto, me cubro con las sábanas antes de sentarme sobre la cama e intentar poner en claro mi mente.<
Es una mujer engañosa, se ve menudita, pero tiene una fuerza sorprendente, me estruja con fuerza y se separa viéndome a los ojos con mucha alegría, me da un beso en la mejilla y el otro chico que se parece mucho a Dieter nos ve y mueve la cabeza en símbolo de negación, se acerca a Kora y la distancia de mí, mientras Dieter se empieza a reír. Lo veo tranquilo rodeado de su familia, se ve cómodo y feliz. —Discúlpala… tiene alma delabrador— extiende su mano —soy Devrim, soymellizo de esa loca amorosa. —Mucho gusto Devrim— estrecho su mano y siento su calidez —un gusto Kora— ella me responde con una sonrisa. —¿Entonces?, ¿se quedan a comer?—, nos sonríe su mamá. —Sí… nos quedamos— dice Dieter con esa alegría, esa paz, nada que ver con el hombre que se mata en esa oficina detrás de montañas de papeles. —¡Bien!, tiene que conocer al resto de tus hermanos— camina por unas escaleras que la llevan abajo. —¿Vendrán Joan y Zet?— pregu
Cuando los platos están medio vacíos y los estómagos medio llenos, es cuando veo la fraternidad que hay, aún con los roces que puedan tener Zet y Joan con Dieter, se llevan bien, bromean y platican con soltura, veo a Dieter feliz, sonriendo, disfrutando el tiempo con su familia, de vez en vez escucho que se refieren a su familia como jauría o manada, supongo que es algún chiste local. Ríen y comen, son agradables y educados conmigo, me siento cómoda entre ellos. Acaba la comida y poco a poco se empiezan a dispersar, los niños, Mara y Uldrich se los lleva Zet a sus cuartos; Carl y Joan se ponen a arreglar y limpiar junto con su mamá; Devrim y Kora se despiden y se van a su cuarto a jugar videojuegos, nos quedamos Dieter y yo solos. Él me ve con una sonrisa en la boca y me da su mano para levantarnos de la mesa. Caminamos por la casa hasta el patio delantero, el firmamento está oscuro, el cielo despejado y las estrellas empiezan a iluminarlo. —Gracias por la comp