De camino al bar le mando un mensaje a Eva para que se calme y aproveche los minutos de silencio en su coche para pensar en los dos. Sí, pienso en nosotros dos cada minuto del día. Simplemente no puedo evitarlo y me encuentro sonriendo la mayor parte del tiempo también. Incluso mi corazón late salvajemente con algunos pensamientos audaces, que sé que no podré poner en práctica en este momento. No sin antes devolverla a la vida y perdón por la frase, pero maldita sea, parece que el tiempo corre hacia atrás. Dentro del lujoso bar ubicado junto al mar, André va directo a la barra y pide una botella de whisky y dos copas. Eso sí, me hace pensar que el asunto es muy serio y que las horas serán largas. Nos acomodamos en una mesa en el centro de la barra y después de servirnos dos chupitos, respira hondo pero no dice nada.

"¿Así que en qué andas?"

“Creo… que dejé embarazada a mi esposa.

— ¡Guau! Siseo, casi ahogándome. “Lo sé, debería estar rebosante de felicidad por él, y debería abrazarlo