—¿Vendrás en Navidad? —pregunté a mi querida y perdida hermana— Ya te saltaste Acción de Gracias, no puedes volver a hacerlo —le advertí.
—Iré, lo prometo.
—¿Puedes traer a tu nuevo y misterioso novio Kimmy? Sabes que lo recibiremos bien.
—¿Prometes no hacer una escena de hermana sobreprotectora?
—Lo juro.
—Bien, entonces cuenta con nosotros, nos vemos mañana. Dale mi amor a Hope.
—Lo haré, cuídate. Adiós.
Colgué el teléfono con una sonrisa, hacía rato que no la veía y tenía muchas ganas de charlar con ella. Con un poco de suerte, serían unas festividades sin problemas. Recogí mi abrigo y bolso, era hora del almuerzo y debía ir en busca del regalo de mi hija y de los pequeños. Aprovecharía este momento para hacerlo.
S
—Tranquila mi amor, enseguida vendrá el médico a revisarte —traté de calmar a mi muy ansiosa y asustada esposa, pero mis esfuerzos eran en vano.—Duele mucho Jake… no podré soportarlo.—Sí podrás. Confío en ti, sé que lo harás.Yo también era un manojo de nervios, pero solo por dentro, por fuera me mantenía impasible, para darle a Blair la fuerza que necesitaba en ese momento. El médico entró la revisó y nos advirtió que ya estaba lista para que la llevaran a la sala de partos. La prepararon y me entregaron un ambo médico, gorro, barbijo y zapatos descartables, una vez que estuve listo vinieron por mí y me llevaron con ella. Estaba acostada sobre una camilla, uno de sus brazos extendidos y conectado al gotero, otros aparatos hacían más ruido que otra cosa.—El bebé viene volteado,
Poco a poco Zack se hizo un lugar en mi vida y en mi corazón. Sus gestos, sus demostraciones y su infinita paciencia lograron conquistar mis miedos y derrumbar las barreras que me había forjado. Y cuando llegó el cumpleaños de Hope, decidí no cometer el mismo error que con Corey hacía tiempo atrás, así que lo invité a conocer a mi hija y mi familia.—Pareces toda un hada pequeñabell… —dije mientras terminaba de colocarle las alas a su disfraz.—¿Vendrá mi papá con mi hermanito mami?—Sí cariño, y quizás también venga Blair. Así que debes comportarte.—Ya no me molesta tanto Blair.—Me alegro mucho, ella es la esposa de tu papá y debes llevarte bien con ella.—Pero tú eres mi mamá.—Y siempre lo seré cariño, como Jake es tu
Soy un masoquista, hoy lo descubrí. No aguanté, tenía que verla… sabía que me dolería, pero jamás pensé que tanto… parecía un ángel en ese hermoso vestido blanco que se pegaba a las curvas de su cuerpo, sencillo y exquisito, al igual que ella, mi Becks… mi Becca que hoy dejaba de ser mía oficialmente para convertirse en la esposa del maldito Zack Russel.En este tiempo, en el que forzosamente tuve que compartir algunos momentos con él, pude ver que las quería, pero aun así no lo soportaba, incluso sabiendo que era un buen hombre para mis chicas. Porque no importaba que no estuvieran conmigo, ambas eran mías, siempre lo serían, ningún maldito podría quitarme eso jamás.—Sí acepto —dijo ella con su hermosa y dulce voz que me derritió el corazón, un enorme hoyo negro se plantó en mi pecho
—¿Cómo te sientes cariño? —preguntó mi dulce esposo, pude sentir cómo el colchón se hundió por su peso y su mano acarició mi espalda con ternura.—Fatal… este bebé va a matarme.—Solo unas semanas más y todo pasará. Al menos eso dijo la doctora.—Lo sé, con Hope me pasó lo mismo, pero no fue tan tremendo el malestar.—Debe ser un varón, por eso es diferente.—Sigue pensando en eso…—Debo irme, dejaré a Hope en el colegio. Llámame si me necesitas.—Lo haré cariño. Que tengas buen día. Dile a mi pequeña que venga a despedirse de su madre.—Adiós mami, que te mejores pronto —mi niña estaba cada vez más grande. Ya tenía once años, pero siempre sería mi pequeñabell, aq
—¿Puedo ir a la pelea contigo? —preguntó mi pequeño mientras yo recogía las cosas en el bolso. Hoy tenía un nuevo encuentro, esta vez en defensa del título.—Sí, el tío Tyler te llevará.—¡Genial! —gritó emocionado mientras corría a la cocina en busca de su compañero de travesuras, su tío. Mi amigo no volvió a enlistarse desde la trágica muerte de su madre hacía unos meses. Él y su padre se mudaron a California. De momento estaba ayudándome en el gimnasio, entrenaba a algunos chicos y lo hacía muy bien. Pero sobre todo lo ayudaba a tener la cabeza ocupada. La que me preocupaba era Blair, que no lograba reponerse del accidente. Elaine viajaba con su marido en el auto cuando un conductor ebrio los embistió, mi suegro perdió el control y ella, que no llevaba cinturón, sali&oac
—Tú puedes amor. ¡Puja! —me incitó Zack a mi lado mientras sujetaba una de mis piernas. Mi hija sujetaba la otra, así lo quiso ella.Volví a concentrar todas mis fuerzas en mi pelvis y a pujar una vez más. Y finalmente después de 8 largas horas de parto, mi pequeño Abel estaba aquí. Su llanto resonó fuerte y alto y no pude contener las lágrimas.—¡Bien hecho mamá! Aquí tienes a tu pequeño —dijo Alicia, quien una vez más trajo un hijo mío al mundo.—¡Gracias Al! —lo puso sobre mi pecho y el pequeño hambriento de inmediato buscó mi seno para alimentarse, todos reímos y lo amamanté al instante. Mi esposo me besó la frente y vi sus ojos llenos de lágrimas que, en vano, intentaba detener.—Gracias amor. Es perfecto.—Lo es, ¿verdad? &mda
La muerte era fácil, lo difícil era seguir vivo… ¿Cómo sobrevivir a la enorme culpa que sentía por la muerte de Blair? Aún no lo sabía, lo único que tenía en claro era que debía seguir adelante, por mis hijos. El resto… todo estaba perdido. Por suerte Candice se ofreció a pasar el día con Mason. Necesitaba un poco de espacio para pensar. Pensar en cómo diablos iba a criar a mi hijo solo, cómo iba a seguir adelante.Me subí a la motocicleta y emprendí el camino a Pittsburg, sabía exactamente a dónde necesitaba ir. El único lugar en el mundo que me daba paz y tranquilidad.Unas cuantas horas más tarde llegué a mi destino, nuestro lugar en el mundo, nuestro muelle. Ese recóndito y apartado muelle al que solíamos ir con Becca a menudo, donde nos contábamos nuestros sueños, plane
—Duérmete mi niño, duérmete mi sol… —le cantaba al pequeño Abel mientras nos mecíamos en la misma silla que años atrás usé con mi hija. Él cerró sus pequeños ojos grises que cambiaban de color según el tiempo, exactamente igual a los míos.—Amor, Jake está aquí, quiere hablar contigo —susurró mi marido desde la puerta de la habitación del niño.—Voy enseguida —le advertí mientras dejaba a mi hijo en su cuna y lo arropaba con cuidado.Cuando llegué al descanso de la escalera lo vi. Supe que era Jake, pero no lucía como él. El hombre que tenía enfrente había perdido su brillo, llevaba una gruesa y larga barba, el cabello más largo de lo que alguna vez lo vi, estaba mucho más delgado y parecía alguien mayor de lo que era. Sabía qu