En el trayecto a la sede donde se desarrollaría el último evento del torneo de videojuegos, ambos amigos se mantuvieron en silencio. Mike estaba demasiado preocupado por la forma autómata en la que se comportaba Leo, que dudó que él estuviera lo suficientemente estable como para lidiar con la competencia. Cuando finalmente llegaron al cubículo designado para el equipo, el chico gamer se detuvo para hacer que su compañero de juegos volviera en sí. —¿Realmente quieres hacer esto? Podemos… —Deja de perder el tiempo, entremos —respondió fríamente el chico pelirrojo, abriendo intempestivamente la puerta. En ese momento, los demás se sorprendieron ante la repentina aparición del sombrío muchacho, que por un momento sintieron escalofríos ante el aura tan negativa que este desprendía. Entonces, Jerry fue el primero en atreverse a hablar. —¿Todo bien? Mike quiso responder, pero Leo pasó de largo para tomar asiento y revisar el equipo que usaría para jugar. Su acción dejó atónitos a todos,
La audiencia enmudeció ante el repentino ataque y de inmediato las redes sociales se encendieron con comentarios de los espectadores, que también estaban atónitos con el descalabro en ambos equipos. —¡Por el padre de los videojuegos! ¿Qué acaba de pasar, “Doc”? —exclamó uno de los comentaristas del evento. —No tengo la menor idea, Jean —añadió el segundo comentarista—. ¡Esto es inaudito! En toda mi carrera como gamer jamás había visto que entre compañeros se ataquen entre sí con tal de distraer al equipo contrario y debilitarlo. Aunque todos creímos que Leo había empezado con el pie izquierdo, ubicándose en una posición poco ventajosa, no esperábamos que los rojos fueran capaces de “sacrificarlo” para dar ese golpe tan mortal. —Definitivamente —secundó el primero—. Considero que el Escuadrón Rojo arriesgó demasiado al perjudicar a su jugador estrella, quien en toda la competencia se ha mantenido con los niveles más altos del resto del equipo. Aunque supongo que eso es insignificant
Maddie estaba acostada en su cama, mirando hacia el techo distraída. Entonces escuchó la alarma de su teléfono sonar de nuevo. Era la tercera vez que la postergaba, pero como no tenía ánimos para levantarse, decidió apagarla de una vez y continuar enterrada entre las sábanas. —Soy tan patética, ¿por qué no me muero de una vez? Así no tendría que ir a la oficina —murmuró de frustración. Después de esto, estiró de nuevo su mano para tomar su teléfono móvil y llamar a su jefe. Mientras esperaba a que este contestara, comenzó a pensar en otra excusa para justificar su indisposición para no ir a trabajar. Cuando finalmente la otra persona atendió su llamada, inmediatamente respondió: —¿Hola? ¿Jake? Disculpa, soy yo, otra vez me siento mal, no podré ir a la oficina. —¿Otra vez? ¿Qué tienes? —replicó furioso su superior. —No puedo moverme, me duele todo el cuerpo —respondió Maddie, fingiendo su voz para hacer más verídico su testimonio. —¿De verdad? ¡No lo puedo creer! ¿Cuándo me vas a
Cuando escuchó la voz de Claire, Maddie sintió un escalofrío que recorrió todo su cuerpo, que apenas pudo responder. —¡Oh! Está bien, ahora bajo. Apenas había terminado de hablar, cuando escuchó su amiga cortó inmediatamente la llamada. Esto le confirmó que Claire ya sabía toda la situación con Leo e imaginó que ella estaba ahí para reclamarle por haberla engañado. Con las pocas energías que le quedaban, se levantó con mucho esfuerzo de la cama, para salir de la habitación. Al mismo tiempo, afuera se encontraba Claire esperando con impaciencia a que Maddie abriera de una vez la puerta. En ese punto, no estaba segura de qué haría en el momento en que la volviera a ver. «¿Por qué tarda tanto? ¿Acaso es tan cobarde como para no dar la cara?», pensó furiosa. Apenas pasaron unos minutos, cuando finalmente Maddie abrió la puerta y cruzaron miradas, ambas se quedaron congeladas sin saber qué decir. Luego de un momento, Claire se atrevió a romper el silencio. —¿Me dejas pasar? —solicitó
Un día después de la gran final del Torneo Nacional de Videojuegos, Leo y Mike ya se encontraban a bordo del avión que los llevaría de vuelta a Ciudad M. A pesar de que habían conseguido la victoria, el incidente durante la competencia y la actitud depresiva del chico pelirrojo amargaron la alegría del resto del equipo. Mientras esperaban a que el personal del avión diera las indicaciones durante el vuelo, Mike sintió que su teléfono móvil vibraba. Cuando lo revisó, vio que eran mensajes de Dan, quien le compartió fotografías del momento en que recibían la copa. Luego de observar detenidamente los rostros de sus compañeros, el chico gamer se sintió afligido al ver la expresión sombría de su amigo. «Cielos, no pienso tener una novia real. Son como las drogas, destruyen», pensó preocupado. Por su parte, Leo se sentía como dopado de la realidad, como si él hubiera ordenado a su cerebro desconectarse del mundo y solo dejarse llevar por la corriente. Era tal su shock, que desde el moment
Un mes después, en un estante de revistas apareció el rostro de un apuesto pelirrojo, quien era la sensación del momento en las redes sociales. Apodado como el “Caballero Rojo”, su triste mirada derretía los corazones de las mujeres, quienes deseaban saber más sobre ese misterioso hombre y ser ellas las que le devolvieran la luz a sus hermosos ojos castaños. La nueva imagen de la compañía Master Games se había vuelto tan popular, que varias revistas de moda y espectáculos se peleaban por conseguir que él apareciera en su portada, sin embargo, solo un medio de comunicación tenía la entrevista exclusiva, desplegada en ocho páginas e ilustrada con fotografías de él posando en diferentes atuendos que resaltaban su esencia fría e intrigante. En ese momento, Maddie se encontraba en el comedor almorzando con sus compañeros de trabajo, cuando escuchó los comentarios de algunas mujeres, quienes en ese momento se acercaron al televisor donde se transmitía un programa de variedades. —¡Es un “A
En una acogedora cafetería ubicada en el centro de la ciudad, Mike se encontraba sentado en una mesa, mirando con ansiedad hacia la puerta. Aún creía que debía haberle avisado a Leo de su encuentro con esa persona, sin embargo, ella había sido tan insistente en pedirle que no comentara a nadie al respecto. De repente, las campanas de la puerta sonaron, indicando la llegada de un cliente. El chico gamer se congeló al escuchar esto, ya que significaba que esa mujer había llegado. —Hola, Mike. ¿Esperaste mucho?—saludó Claire con una sonrisa nerviosa. Inmediatamente, Mike se levantó para recibirla y se paró junto a ella para acercarle la silla. —No —contestó rápido—, realmente acabo de llegar. —¡Oh! Qué bien —dijo Claire tímidamente ante el repentino gesto del muchacho. Cuando ambos se sentaron, en ese momento se acercó un mesero. —¡Qué tal! ¿Puedo tomarles su orden? —¡Oh! Gracias, me puedes dar un café capuchino, por favor —indicó Mike. —Un capuchino —repitió el mesero mientras
Maddie se sentía nerviosa por visitar a Claire, ya que no estaba segura de si ella aceptaría verla. Había pasado más de un mes desde que se hablaron por última vez, así que esperaba encontrar una casa vacía o que le azoten la puerta en la cara. «¿Qué habrá pasado con Claire y Leo? Si ese hombre parece bastante resentido con nosotras, estoy segura de que no lograron reconciliarse. ¡Ah! Me siento tan mal por cómo terminaron las cosas, espero que ya no esté tan molesta conmigo, para que pueda disculparme», meditó con tristeza. Cuando el taxi la dejó en su destino, la chica trigueña se detuvo un momento para tomar un poco de valor y avanzar hacia la puerta. Al llegar frente a esta, dudó un poco en llamar, pero antes de moverse, escuchó una voz familiar. —¿Qué haces aquí? Esto sobresaltó a Maddie, que casi gritó del susto. Entonces volteó instintivamente y vio que detrás de ella se encontraba su ex amiga, quien en ese momento acababa de llegar. —Hola. Vine a ver cómo estabas, desde la