En una acogedora cafetería ubicada en el centro de la ciudad, Mike se encontraba sentado en una mesa, mirando con ansiedad hacia la puerta. Aún creía que debía haberle avisado a Leo de su encuentro con esa persona, sin embargo, ella había sido tan insistente en pedirle que no comentara a nadie al respecto. De repente, las campanas de la puerta sonaron, indicando la llegada de un cliente. El chico gamer se congeló al escuchar esto, ya que significaba que esa mujer había llegado. —Hola, Mike. ¿Esperaste mucho?—saludó Claire con una sonrisa nerviosa. Inmediatamente, Mike se levantó para recibirla y se paró junto a ella para acercarle la silla. —No —contestó rápido—, realmente acabo de llegar. —¡Oh! Qué bien —dijo Claire tímidamente ante el repentino gesto del muchacho. Cuando ambos se sentaron, en ese momento se acercó un mesero. —¡Qué tal! ¿Puedo tomarles su orden? —¡Oh! Gracias, me puedes dar un café capuchino, por favor —indicó Mike. —Un capuchino —repitió el mesero mientras
Maddie se sentía nerviosa por visitar a Claire, ya que no estaba segura de si ella aceptaría verla. Había pasado más de un mes desde que se hablaron por última vez, así que esperaba encontrar una casa vacía o que le azoten la puerta en la cara. «¿Qué habrá pasado con Claire y Leo? Si ese hombre parece bastante resentido con nosotras, estoy segura de que no lograron reconciliarse. ¡Ah! Me siento tan mal por cómo terminaron las cosas, espero que ya no esté tan molesta conmigo, para que pueda disculparme», meditó con tristeza. Cuando el taxi la dejó en su destino, la chica trigueña se detuvo un momento para tomar un poco de valor y avanzar hacia la puerta. Al llegar frente a esta, dudó un poco en llamar, pero antes de moverse, escuchó una voz familiar. —¿Qué haces aquí? Esto sobresaltó a Maddie, que casi gritó del susto. Entonces volteó instintivamente y vio que detrás de ella se encontraba su ex amiga, quien en ese momento acababa de llegar. —Hola. Vine a ver cómo estabas, desde la
Durante una sesión de fotos, Leo se encontraba tomando un descanso mientras el fotógrafo y su manager revisaban las imágenes que le habían tomado con un atuendo, cuando escuchó el sonido de mensaje, inmediatamente revisó su teléfono móvil. Al ver que era Mike, quien le escribía, se sintió intrigado, ya que era la primera vez que se ponían en contacto, luego de tanto tiempo. “Oye, los chicos llegaron de visita y quieren verte. Esta noche habrá alitas y cerveza en mi casa. ¡No puedes faltar!”, leyó Leo. En ese momento quiso rechazar la invitación debido a que no estaba de ánimos, sin embargo, decidió aceptarla, ya que se sentía mal por no haber asistido a la fiesta que organizaron sus compañeros el día que ganaron. “Está bien, iré cuando me desocupe”, escribió. “Más te vale o te desheredo como amigo”, recalcó su alocado amigo. Al leer esto, el chico pelirrojo sonrió con nostalgia porque Mike lo trataba como antes, a pesar de que él se había comportado como un estúpido. Incluso cuand
Todos se atragantaron al escuchar que Mike planeaba casarse y por un momento se quedaron sin palabras. El primero en reaccionar fue Leo, que exclamó contrariado. —No entiendo, ¿cómo es eso que te vas a casar? ¿Con quién? —Exacto, ¿cómo fue que conociste a esa chica? Nunca nos habías dicho que estabas saliendo con alguien —añadió Jerry bastante exaltado. —De seguro es una broma, nada más mírenle la cara —sugirió Ian incrédulo. —Sempai, es una broma, ¿verdad? —preguntó Dan ingenuamente. Mike sonrió al ver la incredulidad de sus amigos y continuó hablando con desenfado. —Sé que parece increíble, pero quería que ustedes fueran los primeros en enterarse. Me voy a casar dentro de dos semanas con una hermosa chica, así que están cordialmente invitados a la boda. Pronto les daré sus invitaciones —recalcó esto último con tal de atraer la atención de su atolondrado amigo. El chico pelirrojo aún seguía confundido con la noticia, así que volvió a replicar. —¿Qué dices? ¿En dos semanas? ¿N
Leo salió apresuradamente de casa de Mike, irritado ante la noticia de que Claire estaba esperando un hijo suyo y además de que se casaría con su mejor amigo. Cuando se encontró en la calle, siguió caminando con prisa mientras trataba de pedir un vehículo de alquiler a través de una aplicación móvil. Cuando confirmó que el conductor estaba en camino, se detuvo en un punto estratégico para esperarlo, en lo que trataba de localizar a esa mujer. —¡Vamos! Contesta Claire —murmuró desesperado. Sin embargo, como ella no atendió la primera vez, el chico pelirrojo intentó varias veces contactarla, pero en todas lo mandaba a buzón. Incluso le envió varios mensajes, pero por ese lado tampoco respondía, situación que lo volvió loco de la desesperación. —¡Arg! ¡Maldita sea! ¿Por qué ahora no me contestas? ¡Responde de una m*****a vez! A los pocos minutos apareció el vehículo de alquiler a lo que inmediatamente se subió y le pidió al chofer que lo llevara a la dirección que había indicado en la
Al salir de casa de Claire, Leo se sentía culpable y confundido. La discusión que había sostenido con ella y su amigo le había removido el dolor que sentía a causa del engaño de Maddie, que ni siquiera tuvo oportunidad de hablar al respecto con “Violeta”. «¡Arg! Soy un tonto, solo me dejé llevar por la rabia y la angustia de saber que Claire tendrá un hijo mío, que hablé sin pensar. ¡Estoy tan enfadado con Mike! ¿En qué estaba pensando para pedirle matrimonio a Claire, sabiendo todo lo que ocurrió entre nosotros? Simplemente no puedo creer que me haya traicionado de esa forma. ¿Y ese bebé? ¿Por qué tuvo que aparecer ahora?», pensó consternado. Como estaba demasiado perturbado con la situación, comenzó a caminar por la acera para tratar de despejar su mente. De pronto, una voz familiar lo llamó. —¿Leo? Inmediatamente alzó la mirada y se sorprendió al encontrarse frente a su padre, quien ese momento había salido de la casa para sacar la basura. —Hola, papá —saludó con desánimo. Ja
En el momento en que escuchó la palabra aborto, Jacob se levantó de golpe para agarrar del cuello a su hijo y exigirle que repitiera lo que acababa de decir. —¿Que le pediste qué? —gritó furioso. El chico pelirrojo se estremeció ante el arrebato de su padre, que instintivamente cerró los ojos esperando recibir una bofetada, sin embargo, esto no sucedió y murmuró asustado. —Papá… Jacob tenía la mano alzada, pero se contuvo ante la expresión de pánico de su vástago, que apenas pudo decir con la voz entrecortada. —¿Qué fue lo que dijiste? Leo se sintió culpable ante la mirada decepcionada de su padre, que admitió: —Lo siento, yo… yo fui un cobarde y le dije que lo abortara. No quería que ella se sacrificara de esa forma... —¡No puedo creer lo que estoy escuchando! ¿Te atreviste a pedirle a una mujer que le quite la vida a su propio hijo? —reprendió el furioso hombre. —Pero es un feto… —justificó el pelirrojo. —Sí, ¡pero tú no puedes obligarla a hacerlo! —exclamó Jacob, sintiéndo
De camino al hospital, ambos hombres se mantuvieron callados. A pesar de que estaba nervioso, Jacob se mantenía ecuánime para conducir hasta la clínica donde se encontraba Claire. «¿Acaso estoy pagando un karma? Me parece increíble que mi hijo esté pasando por eventos similares a los que me ocurrieron en la juventud, aunque me preocupa demasiado lo que está pasando por su perturbada cabeza. Nunca antes lo había visto así», reflexionó. En tanto, Leo mantenía su vista fija en la nada, mientras en su mente se repetía mil veces la imagen de Claire cubriendo con desesperación su vientre. «¡Es mi culpa! ¡Cómo no me di cuenta antes! Ella comenzó a sentirse mal cuando empecé a increparla con mis estupideces. ¡Arg! Soy un estúpido por reclamarle esas cosas, definitivamente merezco ser castigado por lo que hice», pensó. Como estaba tan ensimismado recordando cada palabra que había escupido en contra de Claire, el chico pelirrojo no se dio cuenta de que habían llegado al hospital hasta que