Todos se atragantaron al escuchar que Mike planeaba casarse y por un momento se quedaron sin palabras. El primero en reaccionar fue Leo, que exclamó contrariado. —No entiendo, ¿cómo es eso que te vas a casar? ¿Con quién? —Exacto, ¿cómo fue que conociste a esa chica? Nunca nos habías dicho que estabas saliendo con alguien —añadió Jerry bastante exaltado. —De seguro es una broma, nada más mírenle la cara —sugirió Ian incrédulo. —Sempai, es una broma, ¿verdad? —preguntó Dan ingenuamente. Mike sonrió al ver la incredulidad de sus amigos y continuó hablando con desenfado. —Sé que parece increíble, pero quería que ustedes fueran los primeros en enterarse. Me voy a casar dentro de dos semanas con una hermosa chica, así que están cordialmente invitados a la boda. Pronto les daré sus invitaciones —recalcó esto último con tal de atraer la atención de su atolondrado amigo. El chico pelirrojo aún seguía confundido con la noticia, así que volvió a replicar. —¿Qué dices? ¿En dos semanas? ¿N
Leo salió apresuradamente de casa de Mike, irritado ante la noticia de que Claire estaba esperando un hijo suyo y además de que se casaría con su mejor amigo. Cuando se encontró en la calle, siguió caminando con prisa mientras trataba de pedir un vehículo de alquiler a través de una aplicación móvil. Cuando confirmó que el conductor estaba en camino, se detuvo en un punto estratégico para esperarlo, en lo que trataba de localizar a esa mujer. —¡Vamos! Contesta Claire —murmuró desesperado. Sin embargo, como ella no atendió la primera vez, el chico pelirrojo intentó varias veces contactarla, pero en todas lo mandaba a buzón. Incluso le envió varios mensajes, pero por ese lado tampoco respondía, situación que lo volvió loco de la desesperación. —¡Arg! ¡Maldita sea! ¿Por qué ahora no me contestas? ¡Responde de una m*****a vez! A los pocos minutos apareció el vehículo de alquiler a lo que inmediatamente se subió y le pidió al chofer que lo llevara a la dirección que había indicado en la
Al salir de casa de Claire, Leo se sentía culpable y confundido. La discusión que había sostenido con ella y su amigo le había removido el dolor que sentía a causa del engaño de Maddie, que ni siquiera tuvo oportunidad de hablar al respecto con “Violeta”. «¡Arg! Soy un tonto, solo me dejé llevar por la rabia y la angustia de saber que Claire tendrá un hijo mío, que hablé sin pensar. ¡Estoy tan enfadado con Mike! ¿En qué estaba pensando para pedirle matrimonio a Claire, sabiendo todo lo que ocurrió entre nosotros? Simplemente no puedo creer que me haya traicionado de esa forma. ¿Y ese bebé? ¿Por qué tuvo que aparecer ahora?», pensó consternado. Como estaba demasiado perturbado con la situación, comenzó a caminar por la acera para tratar de despejar su mente. De pronto, una voz familiar lo llamó. —¿Leo? Inmediatamente alzó la mirada y se sorprendió al encontrarse frente a su padre, quien ese momento había salido de la casa para sacar la basura. —Hola, papá —saludó con desánimo. Ja
En el momento en que escuchó la palabra aborto, Jacob se levantó de golpe para agarrar del cuello a su hijo y exigirle que repitiera lo que acababa de decir. —¿Que le pediste qué? —gritó furioso. El chico pelirrojo se estremeció ante el arrebato de su padre, que instintivamente cerró los ojos esperando recibir una bofetada, sin embargo, esto no sucedió y murmuró asustado. —Papá… Jacob tenía la mano alzada, pero se contuvo ante la expresión de pánico de su vástago, que apenas pudo decir con la voz entrecortada. —¿Qué fue lo que dijiste? Leo se sintió culpable ante la mirada decepcionada de su padre, que admitió: —Lo siento, yo… yo fui un cobarde y le dije que lo abortara. No quería que ella se sacrificara de esa forma... —¡No puedo creer lo que estoy escuchando! ¿Te atreviste a pedirle a una mujer que le quite la vida a su propio hijo? —reprendió el furioso hombre. —Pero es un feto… —justificó el pelirrojo. —Sí, ¡pero tú no puedes obligarla a hacerlo! —exclamó Jacob, sintiéndo
De camino al hospital, ambos hombres se mantuvieron callados. A pesar de que estaba nervioso, Jacob se mantenía ecuánime para conducir hasta la clínica donde se encontraba Claire. «¿Acaso estoy pagando un karma? Me parece increíble que mi hijo esté pasando por eventos similares a los que me ocurrieron en la juventud, aunque me preocupa demasiado lo que está pasando por su perturbada cabeza. Nunca antes lo había visto así», reflexionó. En tanto, Leo mantenía su vista fija en la nada, mientras en su mente se repetía mil veces la imagen de Claire cubriendo con desesperación su vientre. «¡Es mi culpa! ¡Cómo no me di cuenta antes! Ella comenzó a sentirse mal cuando empecé a increparla con mis estupideces. ¡Arg! Soy un estúpido por reclamarle esas cosas, definitivamente merezco ser castigado por lo que hice», pensó. Como estaba tan ensimismado recordando cada palabra que había escupido en contra de Claire, el chico pelirrojo no se dio cuenta de que habían llegado al hospital hasta que
Sintiéndose abrumado con todo lo que había pasado con Claire, Leo salió de la clínica sin dirigirse a nadie. Cuando se dio cuenta de que había llegado al jardín, suspiró pesadamente y después tomó asiento cerca de la fuente para tomar un poco de aire. «¿Por qué me pasan estas cosas a mí? Aunque intente alejarme de la desgracia, esta siempre me alcanza. ¿Acaso jamás podré librarme de los problemas? ¿Ahora qué haré?», meditó afligido. Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de su teléfono móvil. Al ver que Luis era quien le llamaba, el chico pelirrojo resopló para desahogar su frustración y contestar con el tono más neutro posible. —¿Qué pasó? —Leonard, ¿dónde estás? Estoy en el departamento de tus amigos, pero nadie contesta. ¿A dónde te fuiste? —Lo siento, surgió un inconveniente y tuve que venir con mi papá al hospital —respondió Leo vagamente. —¿Cómo? ¿Estás bien? ¿En qué hospital estás? —preguntó el manager desesperado. —¡Ah! Sí, yo estoy bien, vine con mi papá
Tras comprobar que su mánager no estaba rondando cerca, Leo regresó sus pasos y comenzó a caminar por la acera para distraerse. Mientras avanzaba, a su mente venían recuerdos de los momentos que había pasado con Maddie y Claire, las discusiones con su padre, así como los incidentes ocasionados por su torpeza e inmadurez. En el momento en que pasó frente a una parada de autobuses, vio que la estructura tenía colocada un anuncio publicitario ilustrado con su rostro. A primera vista, la imagen proyectaba un aura radiante, completamente distinta a la realidad, que lo hizo sentirse asqueado de tener que fingir ser alguien que no es. «¡Ah! Esa persona parece tan segura de sí misma. ¡Lo detesto! ¡No soy yo, es solo un espejismo! ¡Lo odio tanto, que deseo destruirlo para no seguirlo viendo!», pensó al tiempo que apretaba el puño de impotencia. De pronto, una mujer que se encontraba esperando el autobús se percató que el modelo del anuncio era Leo e inmediatamente dijo en voz alta. —¡Oh! ¡U
Con la poca ecuanimidad que le quedaba, Leo escribió rápidamente a su padre dónde se encontraban y luego le envió la dirección dónde estaban cenando. Mientras hacía esto, Helena volvió a hablar. —¿Te vas a comer eso? —preguntó señalando la hamburguesa que estaba frente a Leo, la cual no había sido tocada por él. —No, cómela tú —ofreció gentilmente. —Gracias —sonrió la mujer, tomando inmediatamente el plato. —Espero que lo disfrutes —comentó el chico pelirrojo, tratando de ser lo más amable posible con la mujer que tenía enfrente. Helena notó que el muchacho actuaba bastante nervioso, así que decidió encauzar la conversación hacia el tema que competía a ambos. —Parece que tienes muchas preguntas, pero no te atreves, ¿verdad? —observó Helena, mientras se chupaba los dedos que estaban manchados de salsa catsup. Este señalamiento dejó en blanco a Leo, ya que no estaba seguro qué preguntarle a esa mujer quien afirmaba ser su progenitora. «¡Cielos! Sé que dije que le pagaría la com