En el momento en que Leo se fue, Mike se sintió un poco culpable por dejar que su amigo se marchara así, ya que ni siquiera tuvo oportunidad de preguntarle la razón de su visita. Por su parte, Jenny notó que su anfitrión parecía afligido e intentó saber qué le ocurría. —¿Pasa algo malo? —¿Eh? No. No es nada. Solo me sorprendió mucho que él apareciera de repente. —¿Ah sí? ¿No esperabas la visita de tu amigo? —Bueno, algo así. En realidad, Leo no suele venir a mi casa a menos que sea algo importante. Últimamente se ha mantenido desconectado, pero imagino cuál era la razón por la que vino aquí —dijo un tanto reflexivo. Al ver que Mike parecía bastante nostálgico, Jenny se sintió un poco culpable e inmediatamente se disculpó. —Lo siento mucho, tal vez si hubiera llegado más tarde… —¡No! —exclamó Mike avergonzado—. Al contrario, habíamos programado esto para hoy, así que no podemos retrasarlo por más tiempo. —Bueno… igual y podemos estudiar en otro momento. Digo, tal vez tu amigo
Tras abandonar la casa de su amigo, Leo se encontró perdido. Aunque se sentía estúpido escondiéndose de Rose, en ese momento sólo deseaba estar en un lugar que le inspire estar en casa. —¡Ah! Olvidé que Mike también tenía una vida propia —murmuró para sí al tiempo que miraba con nostalgia el complejo de departamentos. Después de esto, comenzó a caminar sin rumbo fijo, sin deseos de llamar a Luis para que lo ayudara a buscar otro refugio. «Si voy con mi padre, tal vez me hará muchas preguntas y no estaré de humor para contestarlas. Tampoco me gustaría molestar a Claire, ya bastante tiene con cuidar a Maggie, como para tener que lidiar con el estrés de protegerse de la loca de Rose», meditó. Tras andar varios metros, se detuvo en un parque y tomó asiento para poder pensar con calma. «¡Arg! Todo esto es absurdo, por culpa de esa loca tengo que huir como un cobarde. Si tan sólo hubiera una forma para lidiar con ella», se quejó mentalmente. Mientras pensaba en tales cosas, sintió que
Leo sintió escalofríos al escuchar este llamado e hizo un enorme esfuerzo por mantener la calma. En tanto, Rose, que estaba parada detrás de él, volvió a repetir. —¡Leonard Brown! ¿Acaso piensas seguir huyendo de mí? Jonathan miró aturdido a la extravagante mujer que acababa de llegar y se dirigió a su compañero con intriga. —Leo, ¿conoces a esta persona? Antes de que el pelirrojo pudiera decir algo, la atrevida fémina se atrevió a contestar: —Ese hombre tiene un asunto pendiente conmigo… —¿Acaso eres una acosadora? —gritó Leonard con el poco valor que le quedaba. Indignada, Rose dijo respondió atrevidamente: —¿Me estás acusando de acosadora? —¡Claro! ¿O cómo le llamarías a una persona que se la pasa llamándome todo el día a mi móvil y hasta entra a la fuerza a mi departamento sólo para buscarme? —exclamó el pelirrojo bastante alterado. A pesar de este reclamo, la descarada streamer cortó el espacio entre ambos y continuó diciendo: —No hemos terminado con nuestro asunto. Te
Leo no esperaba su fin tan pronto. Así que cuando escuchó la voz del temible James Hong, sintió tanto pánico, que sin querer apretó el botón de grabación de llamada. Nervioso, respondió. —Se… ¿Señor Hong? —¿Qué m****a le hiciste a Rose? Te dije claramente que no debías meterte con ella… —Se… señor… déjeme explicarle… —¡Basta! ¡Violaste el contrato y vas a atenerte a las consecuencias! —amenazó el presidente de Master Games. «¡Maldita sea! Estoy perdido», pensó Leo bastante nervioso, mientras intentaba pensar en un argumento válido para enfrentar al fúrico hombre. En tanto, James Hong continuó escupiendo su rabia a través del teléfono. —No sé que vas a hacer, pero tendrás que arreglar el escándalo que provocaste. Por tu culpa, todos están hablando mal de Rose y lo peor es que sólo a ella es a quien reconocen, porque tu sucia cara no se ve en el maldito vídeo. Leo sintió una especie de alivio al enterarse de que su rostro no destacó en la transmisión, por lo que inmediatamente co
Una hora después de haber sido detenida por causar escándalo en el bar “Temptation”, Rose se encontraba en la comisaría, donde un oficial intentaba tomar su declaración. —Señorita, dígame su nombre completo —solicitó con fastidio. —Ya te dije que sólo hablaré cuando venga mi abogado —replicó la desdeñosa joven. En ese punto, el hombre estaba harto de tener que lidiar con las sandeces de esa descarada mujer, que sentenció. —Bien, si no quieres cooperar, se le añadirá 10 horas más por no cooperar con la ley. —¡Eso es injusto! ¡Yo no hice nada! ¡Exijo que me liberen ahora mismo! —demandó la joven indignada. —Mire, hagamos esto más sencillo. Usted me dices tu nombre y me encargaré que pases el menor tiempo aquí, ¿entendido? —¡No tengo por qué responder! —reviró orgullosa. —Su nombre es Rosaline Winchester —respondió un hombre, que en ese momento acababa de llegar. Al escuchar esto, ella volteó a ver quién se había atrevido a decir esto, pero se congeló al ver que era el asistente
Tras charlar con Jonathan, Leo se recostó en el sofá para descansar. Como la ventana daba hacia dónde él daba, le costaba trabajo poder conciliar el sueño debido a que la luz de la luna llena iluminaba como un enorme faro. —¡Ah! Todo esto es un caos —pensó fastidiado luego de contar su oveja número mil. Luego de girar sobre su lado derecho, con el objetivo de esquivar la luz de la luna, comenzó a pensar en los eventos que lo habían llevado hasta esa absurda situación. —¿Será que las cosas hubieran sido distintas si aquella vez no hubiera ido a colgar esa puerta en casa de Maddie? Tal vez seguiría siendo un simple tallador de madera y Claire jamás se hubiera fijado en mí. Ahora no estaría lidiando con una acosadora y un sujeto que podría desaparecerme de la faz de la tierra. Mientras reflexionaba esto, recordó que había apagado su teléfono móvil por precaución. Como no estaba seguro de qué hora era, decidió encenderlo. Nada más el aparato registró señal, de inmediato comenzaron a ca
—Rosaline Winchester, está libre. Al escuchar esto, Rose se levantó rápidamente y exclamó desdeñosa. —¡Al fin! Ya era hora de salir de esta pocilga. El policía que había llegado a liberarla resopló de fastidio y sólo se hizo a un lado para dejar que la orgullosa mujer pasara frente a él. Cuando llegaron al área de recepción, Rose se entusiasmó al ver que ya la esperaba el asistente del señor Hong y, sin dar oportunidad a que el oficial pudiera detenerla, corrió hacia el hombre. —¿Vino mi papi? —preguntó ansiosa. —No —respondió el frío empleado. —¡Oh! —dijo decepcionada. —Terminemos con esto de una vez —señaló el severo hombre, al tiempo que se dirigía al oficial—, ¿qué falta por hacer? —Vengan conmigo —ordenó el uniformado. Luego de terminar con los trámites de salida, ambos abandonaron rápidamente la comisaría. —¡Ah! Al fin estoy libre de ese espantoso lugar. Necesito darme un baño, apesto a m****a —exclamó Rose con desdén. —El señor Hong ordenó que la llevara a su depart
Rose sintió escalofríos al escuchar la voz de Marissa junto a ella. Desesperada, dirigió una mirada de súplica a James Hong, quien le respondió con un gesto de furia por haber sido tan inoportuna. Al ver que su “víctima” no respondía a su cuestionamiento, la vicepresidenta volvió a cuestionar. —¿Por qué no respondes? ¿A quién te refieres como papi? En ese punto, el señor Hong decidió intervenir para evitar un conflicto mayor. —Querida, no sé de qué estás hablando, ¿estás segura de que escuchaste bien? —¿Acaso me estás diciendo sorda? Aquí todos escuchamos claramente que esta “señorita” te llamó papi. O acaso quieres hacernos creer que estamos locos. —No… no es eso que quiero decir… Rose no dijo papi… dijo… —intentó justificar, pero en ese momento no se le vino una palabra con un sonido similar. Al tener acorraladas a sus víctimas, Marissa sonrió maliciosamente y sacó tranquilamente su teléfono móvil y reprodujo el audio, exactamente en el momento en que James declaraba que era e