Rose sintió escalofríos al escuchar la voz de Marissa junto a ella. Desesperada, dirigió una mirada de súplica a James Hong, quien le respondió con un gesto de furia por haber sido tan inoportuna. Al ver que su “víctima” no respondía a su cuestionamiento, la vicepresidenta volvió a cuestionar. —¿Por qué no respondes? ¿A quién te refieres como papi? En ese punto, el señor Hong decidió intervenir para evitar un conflicto mayor. —Querida, no sé de qué estás hablando, ¿estás segura de que escuchaste bien? —¿Acaso me estás diciendo sorda? Aquí todos escuchamos claramente que esta “señorita” te llamó papi. O acaso quieres hacernos creer que estamos locos. —No… no es eso que quiero decir… Rose no dijo papi… dijo… —intentó justificar, pero en ese momento no se le vino una palabra con un sonido similar. Al tener acorraladas a sus víctimas, Marissa sonrió maliciosamente y sacó tranquilamente su teléfono móvil y reprodujo el audio, exactamente en el momento en que James declaraba que era e
Tras este espectáculo, Marissa ordenó a los guardias que sacaran a Rose de la compañía y solicitó a su asistente que iniciara con los trámites para terminar el contrato que tenían con ella. En tanto, James comenzó a tomar algunas cosas personales de su escritorio, bajo la supervisión de un guardia, para después abandonar la oficina. Mientras esto sucedía, Luis se dirigió a Leo. —Creo que lo mejor será marcharnos. —Estoy de acuerdo contigo —respondió el pelirrojo. Estaban a punto de salir, cuando Marissa los detuvo. —No se vayan tan pronto, quiero hablar con ustedes en privado —ordenó con frialdad. Al escuchar esto, ambos hombres se miraron confundidos, pero sospecharon que debían rendir cuentas ante esa mujer, así que aceptaron sin rechistar. Entonces la señora Hong comenzó a avanzar hacia la puerta y ellos comenzaron a seguirla. Leo estaba a punto de cruzar el umbral, cuando sintió escalofríos y, al ver de reojo, notó que James lo fulminaba con la mirada. «¡Vaya! Si sus ojos f
Horas más tarde, Master Games emitió un comunicado anunciando la salida de Leonard Brown por problemas personales. Como era de esperar, los usuarios de redes sociales se volcaron para publicar teorías conspiranoicas sobre la razón detrás de su renuncia. Como le habían solicitado que durante un mes no publicara nada en sus perfiles sociales, Leo decidió desconectarse de sus cuentas personales. Esto resultó benéfico para él, ya que tampoco quería lidiar con los mensajes de fanáticos que le cuestionaban sobre su decisión de abandonar la compañía. Tras finalizar con el proceso de rescisión de contrato, Leo se dirigió al departamento para buscar sus cosas. Ante esto, Luis se ofreció a llevarlo a casa de sus padres como acto de amistad. En el camino casi no dijeron nada, pero al llegar al edificio departamental, su ex mánager rompió el silencio. —¿Cómo te sientes? —¡Ah! Creo que me siento más ligero. —Entiendo, las últimas horas fueron demasiado pesadas por culpa de Rose. —No tiene cas
—¡Maldita sea! ¿Por qué me hacen esto? ¡Soy inocente! —gruñó Rose mientras arrojaba al piso las cosas que tenía a la mano. Marcela, su madre, se acercó para agarrar su brazo e impedir que rompiera otro artefacto más. —¡Basta, Rosaline! ¡Cálmate! —¡Déjame! ¡Necesito desahogarme! —objetó al borde de las lágrimas. La mujer detestaba ver cómo su hija sufría por su expulsión de Master Games, pero necesitaba que ella aprendiera a controlar sus emociones. —¡Lo sé! Pero ahora no es momento de hacer berrinche. Tienes que calmarte y pensar en cómo vengarte de esa gente por lo que te hicieron. —¡Arg! ¡Esa m*****a bruja se atrevió a quitarme todo! ¡La odio! —insistió la joven, secándose las mejillas mojadas por sus rabiosas lágrimas. —Lo sé, Marissa es una arpía que me quitó a James —añadió Marcela con una expresión sombría. —Y lo peor es que ella se atrevió a asegurar de que no soy hija de mi papá y él creyó en su palabra —exclamó Rose ofendida. Al escuchar esto, su madre palideció ante
Para Leo, cuidar una pequeña vida requería demasiada energía y tiempo, hecho que vio demostrado cuando se vio imposibilitado de poder lidiar con el llanto de un recién nacido. Luego de que su padre lo ayudara a alimentar a Maggie, este le dijo con seriedad. —Sé que esto es nuevo para ti, pero cuidar un bebé no es solo pasearlo en su carriola. Requiere de mucha atención, ya que es muy pequeño para valerse por sí mismo, así que es importante estar pendiente de sus necesidades. —¡Oh! Entiendo, intentaré prestar atención —respondió Leo bastante desanimado. Jacob notó que su hijo parecía bastante perdido con la situación, así que acomodó a Maggie en su carriola y le explicó con paciencia lo que debía hacer a partir de ese momento. —Como tengo que volver al taller con tu madre, te encargo que si Maggie llora, revises si no está manchado su pañal. Si es así, avísame para que te ayude a cambiárselo, ¿entendido? Esto asustó bastante al joven inexperto, que preguntó ingenuamente. —¿No me p
Claire se entusiasmó tanto al escuchar que Leo “volvía” a ellas como un hombre libre, sin embargo, de nuevo la inseguridad la invadió y pensó con ansiedad: «¿Acaso esto es un sueño? Realmente quiere estar con nosotras?». Desconfiada, preguntó. —¡Oh! ¿Tienes algo en mente? Ante este cuestionamiento, el pelirrojo suspiró y respondió con seriedad. —Como ya sabrás, renuncié a Master Games. Por consiguiente, tuve que dejar el departamento que la compañía me había otorgado para que viviera el tiempo que durara el contrato. —Tras decir esto, suspiró profundamente y añadió con resignación—. En fin, ahora no tengo un lugar donde quedarme. Consternada, Claire preguntó: —¿Acaso no piensas volver con tus padres? Si bien era cierto que su primera opción era volver a casa de Jacob, en el fondo Leo sentía que no tenía derecho a regresar a ese lugar. Por otro lado, recordó que Claire estaba sola cuidando a Maggie, así que pensó en proponerle mudarse con ella. —Bueno, mi primera opción fue ve
Una semana después de la salida de James Hong de Master Games, él y Marissa fueron citados en el bufete de abogados G & G, donde se reunirían para acordar los puntos relacionados con el divorcio. Ya sea por estrategia o azares del destino, los vehículos de ambos esposos se detuvieron al mismo tiempo y, por consiguiente, se encontraron cara a cara. —Buenos días, esposa mía —recalcó James con desprecio. Marissa mantuvo su expresión estoica y señaló con seriedad. —Buen día, señor Hong. —¿Qué? Tan rápido te olvidaste que aún somos marido y mujer —replicó el hombre con indignación. —Realmente me gustaría olvidar el tiempo que viví creyendo que era la única en tu vida —respondió Marissa con dignidad, para después dirigirse a su asistente—. Vámonos, ya sabes que no me gusta llegar tarde a mis citas. Al ver que su futura ex esposa se atrevió a dejarlo en vergüenza, James volvió a provocarla. —¡Ah! ¡Ahora huyes! Siempre que lanzas la piedra, te escondes y jamás te enfrentas a mí como se
Claire enmudeció ante la acusación de James Hong, a lo que Ken Muller decidió intervenir. —¿De qué está hablando, señor Hong? ¿Acaso duda de la honorabilidad de la abogada Johnson? James Hong ignoró el reclamo del veterano abogado y siguió atacando a Claire. —Ya veo que no dices nada. Entonces mi suposición es cierta… —Señor Hong —interrumpió la abogada con frialdad—, siempre separo mis compromisos laborales de los personales. No entiendo la razón por la cual asume que un tercero está relacionado con su caso. Incluso, tampoco comprendo los motivos por los cuales usted exigió que me relacionara en su caso, teniendo en cuenta de que su esposa había contratado los servicios de un compañero mío. Al sentirse expuesto, el hombre intentó mantener el flujo de la discusión sobre Leo y señaló indignado: —¡Bah! ¿Por qué encubres a ese mocoso? Sé muy bien que estás relacionada con ese maldito traidor que confabuló con mi querida esposa —recalcó esto con tanto desprecio— para que perdiera m