Libre, ¿al fin?
Tras este espectáculo, Marissa ordenó a los guardias que sacaran a Rose de la compañía y solicitó a su asistente que iniciara con los trámites para terminar el contrato que tenían con ella. En tanto, James comenzó a tomar algunas cosas personales de su escritorio, bajo la supervisión de un guardia, para después abandonar la oficina.

Mientras esto sucedía, Luis se dirigió a Leo.

—Creo que lo mejor será marcharnos.

—Estoy de acuerdo contigo —respondió el pelirrojo.

Estaban a punto de salir, cuando Marissa los detuvo.

—No se vayan tan pronto, quiero hablar con ustedes en privado —ordenó con frialdad.

Al escuchar esto, ambos hombres se miraron confundidos, pero sospecharon que debían rendir cuentas ante esa mujer, así que aceptaron sin rechistar. Entonces la señora Hong comenzó a avanzar hacia la puerta y ellos comenzaron a seguirla.

Leo estaba a punto de cruzar el umbral, cuando sintió escalofríos y, al ver de reojo, notó que James lo fulminaba con la mirada.

«¡Vaya! Si sus ojos f
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