Tras charlar con Jonathan, Leo se recostó en el sofá para descansar. Como la ventana daba hacia dónde él daba, le costaba trabajo poder conciliar el sueño debido a que la luz de la luna llena iluminaba como un enorme faro. —¡Ah! Todo esto es un caos —pensó fastidiado luego de contar su oveja número mil. Luego de girar sobre su lado derecho, con el objetivo de esquivar la luz de la luna, comenzó a pensar en los eventos que lo habían llevado hasta esa absurda situación. —¿Será que las cosas hubieran sido distintas si aquella vez no hubiera ido a colgar esa puerta en casa de Maddie? Tal vez seguiría siendo un simple tallador de madera y Claire jamás se hubiera fijado en mí. Ahora no estaría lidiando con una acosadora y un sujeto que podría desaparecerme de la faz de la tierra. Mientras reflexionaba esto, recordó que había apagado su teléfono móvil por precaución. Como no estaba seguro de qué hora era, decidió encenderlo. Nada más el aparato registró señal, de inmediato comenzaron a ca
—Rosaline Winchester, está libre. Al escuchar esto, Rose se levantó rápidamente y exclamó desdeñosa. —¡Al fin! Ya era hora de salir de esta pocilga. El policía que había llegado a liberarla resopló de fastidio y sólo se hizo a un lado para dejar que la orgullosa mujer pasara frente a él. Cuando llegaron al área de recepción, Rose se entusiasmó al ver que ya la esperaba el asistente del señor Hong y, sin dar oportunidad a que el oficial pudiera detenerla, corrió hacia el hombre. —¿Vino mi papi? —preguntó ansiosa. —No —respondió el frío empleado. —¡Oh! —dijo decepcionada. —Terminemos con esto de una vez —señaló el severo hombre, al tiempo que se dirigía al oficial—, ¿qué falta por hacer? —Vengan conmigo —ordenó el uniformado. Luego de terminar con los trámites de salida, ambos abandonaron rápidamente la comisaría. —¡Ah! Al fin estoy libre de ese espantoso lugar. Necesito darme un baño, apesto a m****a —exclamó Rose con desdén. —El señor Hong ordenó que la llevara a su depart
Rose sintió escalofríos al escuchar la voz de Marissa junto a ella. Desesperada, dirigió una mirada de súplica a James Hong, quien le respondió con un gesto de furia por haber sido tan inoportuna. Al ver que su “víctima” no respondía a su cuestionamiento, la vicepresidenta volvió a cuestionar. —¿Por qué no respondes? ¿A quién te refieres como papi? En ese punto, el señor Hong decidió intervenir para evitar un conflicto mayor. —Querida, no sé de qué estás hablando, ¿estás segura de que escuchaste bien? —¿Acaso me estás diciendo sorda? Aquí todos escuchamos claramente que esta “señorita” te llamó papi. O acaso quieres hacernos creer que estamos locos. —No… no es eso que quiero decir… Rose no dijo papi… dijo… —intentó justificar, pero en ese momento no se le vino una palabra con un sonido similar. Al tener acorraladas a sus víctimas, Marissa sonrió maliciosamente y sacó tranquilamente su teléfono móvil y reprodujo el audio, exactamente en el momento en que James declaraba que era e
Tras este espectáculo, Marissa ordenó a los guardias que sacaran a Rose de la compañía y solicitó a su asistente que iniciara con los trámites para terminar el contrato que tenían con ella. En tanto, James comenzó a tomar algunas cosas personales de su escritorio, bajo la supervisión de un guardia, para después abandonar la oficina. Mientras esto sucedía, Luis se dirigió a Leo. —Creo que lo mejor será marcharnos. —Estoy de acuerdo contigo —respondió el pelirrojo. Estaban a punto de salir, cuando Marissa los detuvo. —No se vayan tan pronto, quiero hablar con ustedes en privado —ordenó con frialdad. Al escuchar esto, ambos hombres se miraron confundidos, pero sospecharon que debían rendir cuentas ante esa mujer, así que aceptaron sin rechistar. Entonces la señora Hong comenzó a avanzar hacia la puerta y ellos comenzaron a seguirla. Leo estaba a punto de cruzar el umbral, cuando sintió escalofríos y, al ver de reojo, notó que James lo fulminaba con la mirada. «¡Vaya! Si sus ojos f
Horas más tarde, Master Games emitió un comunicado anunciando la salida de Leonard Brown por problemas personales. Como era de esperar, los usuarios de redes sociales se volcaron para publicar teorías conspiranoicas sobre la razón detrás de su renuncia. Como le habían solicitado que durante un mes no publicara nada en sus perfiles sociales, Leo decidió desconectarse de sus cuentas personales. Esto resultó benéfico para él, ya que tampoco quería lidiar con los mensajes de fanáticos que le cuestionaban sobre su decisión de abandonar la compañía. Tras finalizar con el proceso de rescisión de contrato, Leo se dirigió al departamento para buscar sus cosas. Ante esto, Luis se ofreció a llevarlo a casa de sus padres como acto de amistad. En el camino casi no dijeron nada, pero al llegar al edificio departamental, su ex mánager rompió el silencio. —¿Cómo te sientes? —¡Ah! Creo que me siento más ligero. —Entiendo, las últimas horas fueron demasiado pesadas por culpa de Rose. —No tiene cas
—¡Maldita sea! ¿Por qué me hacen esto? ¡Soy inocente! —gruñó Rose mientras arrojaba al piso las cosas que tenía a la mano. Marcela, su madre, se acercó para agarrar su brazo e impedir que rompiera otro artefacto más. —¡Basta, Rosaline! ¡Cálmate! —¡Déjame! ¡Necesito desahogarme! —objetó al borde de las lágrimas. La mujer detestaba ver cómo su hija sufría por su expulsión de Master Games, pero necesitaba que ella aprendiera a controlar sus emociones. —¡Lo sé! Pero ahora no es momento de hacer berrinche. Tienes que calmarte y pensar en cómo vengarte de esa gente por lo que te hicieron. —¡Arg! ¡Esa m*****a bruja se atrevió a quitarme todo! ¡La odio! —insistió la joven, secándose las mejillas mojadas por sus rabiosas lágrimas. —Lo sé, Marissa es una arpía que me quitó a James —añadió Marcela con una expresión sombría. —Y lo peor es que ella se atrevió a asegurar de que no soy hija de mi papá y él creyó en su palabra —exclamó Rose ofendida. Al escuchar esto, su madre palideció ante
Para Leo, cuidar una pequeña vida requería demasiada energía y tiempo, hecho que vio demostrado cuando se vio imposibilitado de poder lidiar con el llanto de un recién nacido. Luego de que su padre lo ayudara a alimentar a Maggie, este le dijo con seriedad. —Sé que esto es nuevo para ti, pero cuidar un bebé no es solo pasearlo en su carriola. Requiere de mucha atención, ya que es muy pequeño para valerse por sí mismo, así que es importante estar pendiente de sus necesidades. —¡Oh! Entiendo, intentaré prestar atención —respondió Leo bastante desanimado. Jacob notó que su hijo parecía bastante perdido con la situación, así que acomodó a Maggie en su carriola y le explicó con paciencia lo que debía hacer a partir de ese momento. —Como tengo que volver al taller con tu madre, te encargo que si Maggie llora, revises si no está manchado su pañal. Si es así, avísame para que te ayude a cambiárselo, ¿entendido? Esto asustó bastante al joven inexperto, que preguntó ingenuamente. —¿No me p
Claire se entusiasmó tanto al escuchar que Leo “volvía” a ellas como un hombre libre, sin embargo, de nuevo la inseguridad la invadió y pensó con ansiedad: «¿Acaso esto es un sueño? Realmente quiere estar con nosotras?». Desconfiada, preguntó. —¡Oh! ¿Tienes algo en mente? Ante este cuestionamiento, el pelirrojo suspiró y respondió con seriedad. —Como ya sabrás, renuncié a Master Games. Por consiguiente, tuve que dejar el departamento que la compañía me había otorgado para que viviera el tiempo que durara el contrato. —Tras decir esto, suspiró profundamente y añadió con resignación—. En fin, ahora no tengo un lugar donde quedarme. Consternada, Claire preguntó: —¿Acaso no piensas volver con tus padres? Si bien era cierto que su primera opción era volver a casa de Jacob, en el fondo Leo sentía que no tenía derecho a regresar a ese lugar. Por otro lado, recordó que Claire estaba sola cuidando a Maggie, así que pensó en proponerle mudarse con ella. —Bueno, mi primera opción fue ve