—Tú bien sabes cómo sucedieron las cosas. Este argumento, lejos de aclarar las dudas de Maddie, la confundió más, ya que aún no le quedaba claro cómo es que Mike había aceptado casarse con Claire sin tener sentimientos mutuos. —Michael, en todo este tiempo he intentado comprender la razón por la cual decidiste seguir con este absurdo matrimonio, sabiendo que Claire no te ama. Incluso, en el momento en que ella propuso continuar con la ceremonia, tú pudiste detener todo, pero no lo hiciste —reclamó. Tal señalamiento avergonzó al chico gamer y replicó indignado. —Quizá tengas razón y no dudes de que intenté evitarlo, sin embargo… —ya no pudo continuar justificándose debido a que sintió mariposas en el estómago al recordar ese momento. Al ver que este no seguía hablando, Maddie volvió a reclamar. —¿Y por qué no insististe? Claramente Claire estaba bastante alterada como para pensar con claridad y por eso te pidió una tontería así. Si realmente no sentías nada por ella, pudiste term
Alterado por su charla con Maddie, Mike caminó apresurado por los pasillos y cuando se encontró frente a la habitación de Claire se detuvo para tomar un respiro. —¡Arg! Casi no la cuento, esa mujer es demasiado… lista —meditó en voz alta. Como no quería que su “esposa” se percatara de su agitación, hizo varias respiraciones antes de entrar. Cuando finalmente se relajó, ingresó a la habitación, pero en ese momento notó que ella estaba profundamente dormida y eso lo hizo respirar aliviado. Después de esto, se sentó silenciosamente en el sofá que estaba junto a la cuna y vio que la pequeña Maggie estaba despierta, mirándolo con curiosidad. Su tierna expresión causó ternura en el chico gamer, que se acercó para tomarla entre brazos. —A ver señorita, ¿cómo le haremos para que su papá y su mamá estén juntos? —le preguntó con seriedad. Curiosamente, la bebé frunció un poco el ceño y abrió su boquita como si de verdad fuera a hablar. Este tierno gesto motivó a que Mike tuviera la idea de
Mike estaba tan avergonzado por propasarse con Claire, que se alejó apresurado de la habitación con la intención de buscar algún espacio vacío y ahí poder desahogar las emociones que lo consumían por dentro. —¡Eres un idiota! ¿Por qué hiciste eso? ¿Acaso olvidaste que eres un maldito otaku que sólo es fiel a sus waifus? —murmuraba agitado mientras avanzaba sin rumbo. Finalmente salió del inmueble, pero sus intenciones de desahogo se fueron al caño al ver que en el jardín había demasiadas personas. —¡Carajo! ¿Acaso esto es un mercado? ¿Por qué hay tanta gente afuera del hospital? —se quejó. Frustrado por no encontrar un sitio en donde expulsar la rabia que sentía, no le quedó de otra que entrar a la clínica. Mientras vagaba por los pasillos, se topó con el acceso a unas escaleras y esto le dio una idea de que podía ser el lugar ideal para su propósito. Sin pensarlo dos veces, se acercó a la entrada, no sin antes espiar para comprobar que no había nadie en el interior. Al confirmar
Jenny abrió la boca de asombro al enterarse de que frente a ella se encontraba el misterioso “Hipócrates” de la Universidad de Medicina de Ciudad Capital. En ese momento recordó que durante sus años de estudiante escuchó la leyenda del genio perdido que abandonó misteriosamente la carrera, sin que nadie supiera a dónde había ido. Todos en la universidad decían que ese estudiante era un genio como ninguno, ya que a pesar de no repasar los libros, él aprobaba los exámenes con puntuaciones elevadas, provocando la envidia del resto de sus compañeros, quienes se desvelaban estudiando durante horas para conseguir buenas notas. El resentimiento de sus colegas también se debía a su falta de interés en la práctica médica, puesto que él no se esforzaba para nada y los profesores siempre lo ponían de ejemplo. —¡Vaya! Nunca imaginé conocer a una celebridad de la Universidad —dijo Jenny en un tono de burla. —Gracias, si quieres, puedo darte un autógrafo —contestó Mike de forma divertida. —Defi
Mike estaba tan emocionado con lo que acababa de pasar, que incluso se sorprendió de haber tenido la iniciativa de coquetear con una chica. Aunque él era un ferviente creyente en las relaciones 2D, de alguna forma el rechazo de Claire lo impulsó a hacer cosas que jamás había imaginado. —¡Cielos! Así se siente ligar en la vida real, ¿por qué no lo intenté antes? —meditó entusiasmado. Como aún seguía alterado con su encuentro con Jenny, decidió buscar en redes sociales su perfil para agregarla y tener más contacto con ella. —Vamos, cómo era su nombre… Jennifer… Jenny —murmuró mientras miraba por los perfiles, pero luego se detuvo y pensó en voz alta—. Un momento, esto me recuerda… a la vez que busqué a Claire y la agregué… Cuando vino a su mente esto, sonrió con nostalgia, ya que en esa ocasión jamás pensó que ese simple clic lo llevaría a unir su vida, aunque sea falsamente, con la cosplayer que tanto admiraba. Mientras observaba cada uno de los perfiles de todas las “Jennys” qu
Mike ardió de ira al escuchar que su padre rechazaba contundentemente a Maggie, que por un instante quiso alzar la voz, sin embargo, se contuvo para no hacer más larga la discusión. En realidad, desde que era joven, había aprendido a escoger bien sus peleas y en esta ocasión no tenía interés de armar una batalla campal, porque al final, terminaría perdiendo. «¡Ah! Siempre es lo mismo con él», pensó resignado y respondió. —No te preocupes padre, mañana que den de alta a Claire, me pondré en contacto con el abogado para comenzar el proceso. Jeremiah miró estupefacto por la respuesta tan obediente de Mike y eso lo irritó más. —¡Vaya! ¡Primera vez que actúas con obediente! —dijo con sarcasmo. Ante esto, su hijo lo miró con frialdad. —¿Qué? ¿Por qué te sorprendes? ¿No es eso lo que quieres? —¡Eres un insolente! —regañó—. Ni siquiera porque estuviste casado te has vuelto más maduro. —¿Madurar? —se burló—. Si eso piensas, está bien, me da igual, sólo quiero que con esto me dejes en pa
Durante la competencia en París, Leo se mantuvo disperso en las jornadas y sus calificaciones a los jugadores dejaron qué desear, lo cual fue motivo de escándalo entre las altas esferas del mundo de los videojuegos. A pesar de esto, el chico pelirrojo ignoró las críticas, ya que lo único que le preocupaba era que el tiempo del contrato terminara y al fin pudiera librarse de esa carga. Sin embargo, esta situación resultó doble trabajo para Luis, quien realizó múltiples llamadas y movió sus influencias que ayudaran a mantener la imagen de su representado. En ese tiempo el mánager fue bastante paciente en entender lo que ocurría con el chico pelirrojo y había planeado esperar hasta regresar a Ciudad M para hablar con Mike sobre la situación, pero como ya cada vez le resultaba difícil, decidió encarar la situación de una buena vez. La noche previa al evento final, Leo se encontraba sentado en el sofá de la habitación tomando tranquilamente una cerveza, cuando llegó Luis y dijo con voz a
Una semana después, en una cafetería acogedora, Maddie se encontraba sentada en una mesa colocada junto a la ventana, mirando con ansiedad a las personas que caminaban en la calle. Finalmente había conseguido que Leo aceptara charlar con ella y eso le generaba demasiada emoción, al grado de sentir punzadas en el estómago cada vez que veía a un hombre pasar cerca del establecimiento. Habían acordado verse a las 5:30 de la tarde, pero en ese momento faltaban 15 minutos para las seis, lo que comenzó a preocupar a la ansiosa mujer. Como no podía más con la incertidumbre, escribió un mensaje de texto para confirmar que ya se encontraba en el lugar acordado. “Leo. Acabo de llegar a la cafetería. Te estoy esperando”. En el momento en que comprobó que el mensaje se había enviado, vio con decepción que el destinatario aún no lo había visto, lo cual incrementó más su temor a quedar plantada. Mientras pensaba en esto, un mesero se acercó y preguntó amablemente. —Señorita, ¿ya puedo tomar su