En todo el trayecto, Leo se sentía ansioso al ver que Claire estaba muy callada, que no sabía cómo romper el hielo. A pesar de que una hora atrás no le resultó tan difícil hablar con ella, en ese momento, le costaba trabajo abordarla sin mencionar el tema de la misteriosa visita que la dejó tan nerviosa. «¿Quién sería esa persona? Supongo que llegó antes que yo, pero es extraño, porque no vi a nadie más rondando por la casa de Claire. Aunque, al único con el que me crucé en el camino fue con Jonathan, pero él parecía venir de otro lado», meditó el chico pelirrojo. Como estaba tan pensativo, no prestó mucha atención a su camino, hasta que se encontró frente a la cafetería. Luego de estacionarse, Leo se acercó a su vecina para atraer su atención. —¿Claire? ¿Estás bien? —dijo dulcemente mientras sacudía su brazo un poco. Esto despertó a la joven abogada de su ensimismamiento y, al percatarse de que estaban estacionados, preguntó un tanto confundida. —¿Ah? ¿Qué sucede? ¿Ya llegamos?
Después de media hora de charla, Claire se disculpó con Leo para ir al tocador. Cuando estaba a punto de salir, se topó con Maddie que en ese momento estaba entrando al sanitario. —¡¿Claire?! —exclamó Maddie sorprendida. —¡Hola! ¡Qué casualidad encontrarnos aquí! —respondió Claire bastante risueña. —Pues vine con unos amigos. Quería invitarte para que nos acompañes, pero no contestaste mis mensajes —dijo Maddie esto último mientras hacía puchero. —¿En serio? ¡Qué extraño! No recibí ninguna notificación —aseguró Claire mientras revisaba su celular—. ¡Ay! Tienes razón, mi teléfono está en silencio y por eso jamás los escuché. ¡Lo siento mucho! —Bueno, no importa, qué bueno que te veo y así nos juntamos —propuso Maddie con una expresión radiante. Al escuchar esto, Claire sintió deseos de integrarse al grupo, pero recordó que había llegado con Leo y lo mejor era enfocarse en su cita con él. —Mmmm, creo que no podrá ser —respondió un tanto vacilante. —¿Por qué? ¿Estás en una cita? —
El repentino choque de labios tomó por sorpresa a Claire y Leo, que por un momento no supieron qué hacer e inmediatamente se apartaron para tratar de calmar sus corazones que empezaron a latir salvajemente. Como ambos estaban bastante nerviosos, un silencio incómodo se hizo presente en el coche. Tras unos instantes, Leo comenzó a hablar, evitando mirar a su vecina. —Disculpa, yo… —¡No! —lo interrumpió Claire, preocupada de que este incidente arruinara el momento— Discúlpame... en el momento en que iba a despedirme, no me fijé y choqué contigo. A pesar de esto, el chico pelirrojo seguía bastante confundido con ese atrevido percance, que luego de caer en la cuenta de lo que había pasado, notó que su vecina había despertado en él una chispa que creyó apagada. —Lo siento, creo que es mi culpa por haberme movido antes —intentó excusarse. —No pasa nada. Fue un accidente nada más —señaló Claire tímidamente, aunque en realidad deseaba volver a besar los labios de Leo para volver a disf
Como si hubiera vivido una especie de déjà vu, Leo quedó perplejo ante la impactante declaración de Claire, al punto de dejarlo sin palabras. Instintivamente pensó en rechazarla, pero como se sentía demasiado culpable por haberla besado de esa manera, no se atrevió a lastimarla de esa manera. «No puedo ser un idiota, crucé la línea con ella aprovechándome de la situación, y todo con tal de calmar el despecho que siento por culpa de Maddie», pensó con angustia. En tanto, Claire estaba ansiosa por escuchar la respuesta de Leo, pero al notar que este tardaba demasiado en responder, empezó a perder las esperanzas. «Fui demasiado atrevida en confesar que me gustaba. Apenas nos estábamos conociendo, aparte, él me había dicho que amaba a otra, no sé qué pensaba al decirle eso», reflexionó. Luego de un rato, Leo por fin reaccionó. Entonces miró fijamente a Claire, para después acariciar su rostro y decir con tristeza. —Gracias. Esta respuesta dejó estupefacta a Claire, así que preguntó
Jonathan se quedó pasmado al escuchar que Leo estaba enamorado de una mujer con el mismo nombre que Maddie, que por un momento dudó que fuera la misma chica que lo llevó a la ruina. Su asombro era tal, que le resultaba una coincidencia bastante aterradora que el chico que tenía enfrente se hubiera enredado con dos mujeres que eran amigas y que ni siquiera estuviera enterado de ello. «Si en realidad este desgraciado se metió con ambas, no quiero imaginar lo que sucedería si ellas supieran que compartieron el mismo hombre», pensó malicioso. Con esto en mente y ansioso por descubrir la verdad, comenzó a interrogar cuidadosamente a Leo, para no levantar sospechas. —¿Maddie? ¿Así se llama la chica que te rompió el corazón la otra vez? —¡Fui un tonto! —exclamó el chico ebrio, ignorando la pregunta—. ¡Cómo podría pensar que una mujer como ella pensaría en amar a alguien como yo! —¿Por qué dices eso amigo? —preguntó Jonathan, intentando desesperadamente por descubrir si su amigo hablaba
«¡Excelente! Si esa tal Maddie que Leo conoce es mi exnovia, puedo aprovechar la oportunidad para buscar una manera de jugar con su relación de amistad», pensó Jonathan emocionado de influenciar al chico pelirrojo de empezar una relación con Claire. Aunque este plan resultara bastante perfecto, era consciente de que su plan tenía ciertos riesgos, sin embargo, él estaba dispuesto a arriesgarse con tal de vengarse de esa mujer que había destruido su vida. En cambio, Leo ya no podía estar más tiempo despierto, por lo que instintivamente se acomodó en la mesa para dormir y rápidamente cayó rendido por la embriaguez. Al ver que Leo había colapsado, el cantinero lo miró con recelo y se acercó a Jonathan. —Creo que tu amigo no aguantó mucho, ¿tú vas a pagar? —Claro que sí, ¿cuánto es? —Son 100 dólares —respondió el cantinero inexpresivo. Jonathan comenzó a buscar la cartera del chico pelirrojo, que afortunadamente encontró en la chaqueta, sacó el dinero y le pagó al hombre. Este al ve
Al enterarse de que Claire no había llegado a visitarlo, Leo la miró consternado, sin embargo, como aún se sentía mal por la jaqueca, frunció el ceño y apretó los ojos para soportar el malestar. Su vecina notó que el chico pelirrojo parecía un poco confundido con su visita, así que intentó explicarle. —Bueno, en realidad vine a hablar con tu papá para que me cotice un mueble de madera que quiero colocar en mi casa. Luego de hablar con él, supe que te sentías mal y pues me topé con Jonathan… En ese momento, Leo estaba tan confundido como para comprender lo que ella le estaba diciendo, que de pronto empezó a sentir náuseas y mareos. Instintivamente miró a Claire con una expresión de angustia. —Lo siento... podrías dejarme solo... por favor —suplicó el chico conteniendo el vómito. Claire se alarmó al percatarse de que Leo estaba pálido y su frente se había mojado por el sudor, que inmediatamente se acercó. —¿Qué pasa? ¿Te sientes mal? ¿Necesitas que te ayude en algo? Como Leo no po
Claire parpadeó asombrada ante el cuestionamiento de Leo, que tardó un poco en reaccionar debido a que le causaba sentimientos encontrados. Por un lado, le ilusionaba demasiado la idea de comenzar una relación con la esperanza de que en el futuro él olvide a la mujer que lo había herido profundamente; sin embargo, estaba el hecho de que ese pasado complicado siempre atormentará a ese chico y resultaría contraproducente para ambos. Al ver que ella lucía bastante estupefacta con su petición y se mantenía callada, el chico pelirrojo entendió que tal vez era demasiado apresurado de su parte hacer tal propuesta. Como no quería que su vecina malinterpretara las cosas, la miró fijamente y acercó su mano hacia su mejilla, provocando que el corazón de Claire latiera emocionado con este contacto. —Perdón —comenzó a decir el chico pelirrojo—, quizá no puedo ofrecerte todo mi corazón, pero me gustaría empezar a hacer las cosas bien. La joven abogada sintió que su corazón se derretía ante la mir