Maddie jadeó al oír la propuesta de Leo, que inmediatamente alzó la cabeza para asegurarse de que había escuchado bien. Al ver que él miraba fijamente al mar inexpresivo, no le quedó de otra que preguntarle directamente para confirmar lo que él había dicho. —¿Qué dijiste? El chico pelirrojo volteó a verla fijamente y respondió muy seguro. —Que quiero tener sexo contigo. «¿Acaso fue poseído o qué mosco le picó?», se preguntó la aturdida joven al ver la expresión calmada de ese muchacho, quien definitivamente hablaba en serio. —¿Estás seguro? ¿No es una broma? —volvió a preguntar con incredulidad. La cara de interrogación de Maddie enterneció a Leo, que sonrió suavemente y volvió a estrecharla entre sus brazos. Después de esto, procedió a besarla apasionadamente, influenciado en parte por la adrenalina del momento así como por la magia que se respiraba en el ambiente a causa del atardecer. Este movimiento repentino tomó por sorpresa a Maddie, ya que la lengua de ese atrevido chico
Tras leer varias veces el mensaje que Leo le había enviado, Jonathan reaccionó y se levantó de la mesa para dirigirse a su habitación. —¿A dónde vas? —preguntó Jacob sorprendido por su repentino movimiento. —¡Ah! Es un mensaje urgente que me mandó mi abogado, tengo que hablar con él ahora mismo —mintió desesperado por abandonar el comedor. —Entiendo, suerte, con ello. Jonathan no escuchó esto último, ya que estaba corriendo apresurado por las escaleras mientras marcaba el número de Leo para intentar hablar con él y confirmar la situación. Mientras tanto, el chico pelirrojo se asustó con la llamada entrante de Jonathan, que soltó el aparato, rebotando en la cama y apretando al instante el botón de cancelar llamada. Cuando pudo tomar el equipo móvil, se dio cuenta de lo ocurrido e intentó marcarle a Jonathan, pero en ese momento recibió un mensaje de él. "¿Qué pasó? ¿Por qué colgaste?". El chico pelirrojo rápidamente contestó: "Lo siento, se me cayó el teléfono. ¿Sabes cómo ayuda
Al día siguiente, Leo despertó con un fuerte dolor de cabeza y extrema sensibilidad a la luz que le impedía abrir los ojos no sin antes sentir malestar. Apenas podía recordar lo que había pasado la noche anterior, que por un momento se encontró perdido al percatarse de que estaba durmiendo en una habitación diferente a la suya. Luego observó que tenía puesta una bata de baño y que a su lado se encontraba Maddie durmiendo plácidamente, hecho que lo hizo levantarse de golpe. «¿Qué pasó? ¿Por qué ella está aquí?», pensó sumamente confundido, pero como el dolor de cabeza era tan intenso, apenas pudo recordar lo que había hecho antes de perder el conocimiento. Como aún no comprendía lo que había pasado, se dispuso a bajarse de la cama, pero en el instante en que se movió, vio que Maddie abrió los ojos. Al percatarse de que Leo también acababa de despertar y estaba sumamente confundido, lo saludó perezosamente. —Buenos días, dormilón —dijo esbozando una dulce sonrisa. —¿Qué pasó anoche?
Sin querer, Leo reveló sus verdaderos sentimientos a Maddie, y cuando se dio cuenta, se tapó la boca, sorprendido de lo atrevido que había sido al decir algo así de repente. Aunque estaba seguro de que ella tomaría su confesión como una broma, en el fondo deseó que le correspondiera de alguna forma, así que la miró ansioso en espera de su respuesta. En tanto, la atrevida joven abrió los ojos sorprendida con lo que acababa de escuchar, que por un momento se quedó sin palabras. Si bien era cierto que por varios años ella se había negado a la posibilidad de establecer una relación profunda con las parejas que había tenido antes, ahora que ya había cumplido su meta, se sintió absurda por todas las veces que fingió estar de acuerdo con esa frase cuando en realidad no tenía intenciones de profundizar más en la relación. Si bien era cierto que anteriormente había sido capaz de rechazar los sentimientos de aquellos hombres que se atrevían a entregarle su corazón, en cambio, con Leo las cosa
A la hora de la comida, Jacob y Jonathan regresaron al taller, cuando se percataron de la presencia del vehículo de Leo estacionado en el garage. Ante esto, inmediatamente se miraron emocionados y rápidamente entraron a la casa para averiguar lo que había pasado en su cita. Su emoción duró poco, ya que al encontrarse afuera de la habitación del chico pelirrojo, notaron que la puerta tenía seguro y este no respondía cuando lo llamaban. Esto preocupó demasiado a su padre, que corrió hacia la cocina para buscar la llave de repuesto para entrar a la habitación. Cuando el angustiado padre regresó, intentó abrir la puerta, pero como sus manos temblaban demasiado, no pudo mantener el control, por lo que Jonathan le arrebató las llaves para abrir de una vez el cerrojo. En el momento en que entraron, se sorprendieron al ver que la habitación se encontraba a oscuras, por lo que Jacob encendió la luz. —Hijo… Antes de terminar la frase, Leo alzó la cabeza dentro de las cobijas y gruñó malhumo
La proposición de Claire dejó con la boca abierta a Leo, que no esperaba recibir una invitación directa de ella y por un momento pensó en rechazarla. Sin embargo, en ese momento se dio cuenta de que por primera vez había podido entablar una charla con alguien del sexo opuesto sin sentir nerviosismo, y esto significó un enorme avance en todo el tiempo que se la pasó huyendo del contacto humano. A pesar de que se sentía desanimado por lo ocurrido con Maddie, pensó que si salía con su vecina, tal vez podría despejar su mente y, por consiguiente, ampliar su círculo social. En tanto, Claire estaba ansiosa ante el hecho de que Leo permanecía callado, que por un momento pensó que él estaba incómodo con la invitación, así que comenzó a disculparse. —Lo siento, creo que fue muy repentino. Si no quieres salir, no te preocupes... —¡No! —la interrumpió—. Al contrario, me encanta la idea de que nos conozcamos mejor. Al escuchar esto, la joven abogada escuchó campanadas de alegría, que exclamó
En todo el trayecto, Leo se sentía ansioso al ver que Claire estaba muy callada, que no sabía cómo romper el hielo. A pesar de que una hora atrás no le resultó tan difícil hablar con ella, en ese momento, le costaba trabajo abordarla sin mencionar el tema de la misteriosa visita que la dejó tan nerviosa. «¿Quién sería esa persona? Supongo que llegó antes que yo, pero es extraño, porque no vi a nadie más rondando por la casa de Claire. Aunque, al único con el que me crucé en el camino fue con Jonathan, pero él parecía venir de otro lado», meditó el chico pelirrojo. Como estaba tan pensativo, no prestó mucha atención a su camino, hasta que se encontró frente a la cafetería. Luego de estacionarse, Leo se acercó a su vecina para atraer su atención. —¿Claire? ¿Estás bien? —dijo dulcemente mientras sacudía su brazo un poco. Esto despertó a la joven abogada de su ensimismamiento y, al percatarse de que estaban estacionados, preguntó un tanto confundida. —¿Ah? ¿Qué sucede? ¿Ya llegamos?
Después de media hora de charla, Claire se disculpó con Leo para ir al tocador. Cuando estaba a punto de salir, se topó con Maddie que en ese momento estaba entrando al sanitario. —¡¿Claire?! —exclamó Maddie sorprendida. —¡Hola! ¡Qué casualidad encontrarnos aquí! —respondió Claire bastante risueña. —Pues vine con unos amigos. Quería invitarte para que nos acompañes, pero no contestaste mis mensajes —dijo Maddie esto último mientras hacía puchero. —¿En serio? ¡Qué extraño! No recibí ninguna notificación —aseguró Claire mientras revisaba su celular—. ¡Ay! Tienes razón, mi teléfono está en silencio y por eso jamás los escuché. ¡Lo siento mucho! —Bueno, no importa, qué bueno que te veo y así nos juntamos —propuso Maddie con una expresión radiante. Al escuchar esto, Claire sintió deseos de integrarse al grupo, pero recordó que había llegado con Leo y lo mejor era enfocarse en su cita con él. —Mmmm, creo que no podrá ser —respondió un tanto vacilante. —¿Por qué? ¿Estás en una cita? —