Me despierto con el irritante sonido del despertador, pero con mucha pereza estiro mi brazo y lo apago sin intensiones de levantarme realmente. Después de unos minutos, doy vueltas y vueltas bajo las sábanas para luego decirme «cinco minutos más», sin embargo, de repente recuerdo el porqué de madrugar después de tanto tiempo: mi primer día en la Universidad.
Me levantó rápidamente de la cama para ir corriendo al baño, cojo la toalla que estaba por el espaldero de la silla y entro al baño. Lo único bueno de esto es que cuento con agua tibia, cosa que de verdad disfruto mucho, ayuda a relajarme y recargar mis energías emocionales. No soy de esas chicas que está acostumbrada a la comodidad de lo material, pero si me gusta estar en mi propio espacio personal. No me quejo de la suerte que tengo, hasta ahora me las pude arreglar perfectamente.
Salgo del baño envuelta de pies a cabeza con la toalla, ya que me había lavado el cabello. Voy directo al armario y muevo sus puertas corredizas, mirando en su interior para ver que me pongo el primer día de lo que sería una larga vida universitaria. Cuando finalmente me decido, escojo un jean de color negro, un suéter de color azul, unos zapatos de color marrón y una campera de color negro con algunos detalles plateados.
Abro la ventana para mirar al cielo mientras arreglo mi cabello, cabe mencionar que vivo en un lugar con clima extremadamente inestable; en un momento el tiempo está soleado, pero al siguiente repentinamente empezó a llover o nevar. Agarro mis guantes y el gorro, que por cierto no salgo sin ellos debido a las bajas temperaturas en la mayor parte del año.
Bajo en la cocina y me preparó un exquisito café bien cargado, justo lo necesario para terminar de despejar el sueño. Observo mi móvil y me apresuro en ir a la Universidad, no es demasiado tarde, pero tampoco hay que tentar a la suerte. Voy caminando mientras que el viento golpea mis mejillas, y siento ese frío particular que me advierte que muy pronto caerán las primeras nevadas.
Uno de tantos pasatiempos que tengo, es fotografiar lugares que me llamen la atención, por lo que me distraigo con facilidad observando el paisaje. Sin embargo, logro ver cuando sale mi única amiga de su casa, nos saludamos como siempre y en medio de conversaciones nos dirigimos a la Universidad. Ella es Jessica Roldán, la hija del comerciante donde regularmente voy a comprar.
Tolhuin no es muy grande, es de esos pueblos pequeños donde todos se conocen; pero si tiene una extensión de bosques y lugares misteriosos, es un lugar verdaderamente hermoso. Seguimos nuestro andar, cuando a lo lejos visualizamos la institución. Un lugar verdaderamente grande y atractivo a la vista, como también lo es el nombre «Universidad Miki Rutan Baha'i».
Mientras nos adentramos, observo hasta el más mínimo detalle. Es aún más hermoso, con mucho alboroto por la gran cantidad de chicos conversando. Algunos están reunidos en grupos hablando y riendo, como si recién se rencontraran después de un largo tiempo, mientras algunos otros solo están besándose.
Sin embargo, no todo se veía tan normal. Tan Jessica como yo, nos percatamos que muchos me miran como un bicho raro, por lo que me digo a mí misma «Bienvenido a tu nueva vida Deyanira». Me quedo mirando a Jessica, quien se aparta para conversar un chico, vaya que es rápida.
— ¿Me mostrarías la oficina del director?— Le menciono para captar su atención.
— ¡Claro! — Comenzamos a caminar por un largo pasillo hasta que me muestra una puerta de madera, con el mismo color de la misma.
— ¡Es esa puerta! Yo voy para mi clase— Termina diciendo para verla caminar y perderla de vista.
— ¡Gracias! — Contesto con una sonrisa.
Me armo de valor y doy un fuerte golpe a la puerta, pero nadie contesta. Nada más que hacer, solo espero que alguien aparezca. Minutos más tarde, escucho desde el interior a alguien gritar:
— ¡Pase! — Escucho desde el interior.
Giro la perilla de la puerta con cuidado, entro y veo a un señor sentado en el escritorio escribiendo en una planilla o algo por el estilo. Cuando finalmente nota mi presencia, me da una mirada con una sonrisa torcida.
— ¿Usted es? — Pregunta
—Me llamo Deyanira Collins, soy la nueva alumna, un gusto, por cierto — Le terminó respondiendo.
—Un gusto Señorita Collins, aquí tiene un folleto con los reglamentos y horarios de clase.
—Muchas gracias — Digo sosteniendo el folleto en mis manos.
—Espero que se adapte al clima y al pueblo — Añade, dándome una sonrisa poco peculiar.
—Gracias, eso espero.
Salgo de esa sala para ir hasta mi nueva clase, con una sensación no tan agradable merodeando mi pecho. Reviso el folleto y veo que la primera hora sería historia, salón desconocido y el inicio aproximándose apresuradamente. Sin saber cómo llegar, pregunto a quién sea que me encuentre el camino correcto sin dejar de recibir miradas extrañas. « ¿Tengo algo raro en la cara?» pensé.
Llegue a la clase asignada un poco tarde, por lo que veo la puerta cerrada. «Perfecto» suspiré. Doy unos toques a la puerta para ser atendida, después de unos segundos abren la puerta y me atiende una señora muy atractiva. Le entrego mi horario y me presento tranquilamente, me saluda de vuelta con una sonrisa tranquila siendo la primera persona que no me mira diferente.
—Pase señorita Collins — Dice sonriente.
Aspiro una bocanada de aire y me doy valor para entrar al salón, cuando la señora se presenta ante mí.
—Soy la maestra de historia y derecho, me llamo Amanda Fernández — Decía.
Mientras la observaba, ella seguía con su presentación para luego presentarme a mis nuevos compañeros contestando ellos con su ronda de buenos días.
— ¡Buenos días! — Les digo con una sonrisa.
La maestra me envío al último asiento de la clase, por lo que me dirigí a mi nuevo lugar sin mucho contacto visual, las miradas extrañas aún se posaban en mí.
La mañana pasaba normal y sin contra tiempos, cuando suena el timbre que no libera y anuncia la hora del descanso. Decido ir a la cafetería para almorzar, tantas horas de historia me dieron sueño, pero despertaron el hambre por lo cual me dispongo a servirme las delicias que ofrecen aquí. Cuando ya tenía mi bandeja con mi almuerzo, me fijo que no hay casi lugares disponibles para sentarme, pero logro visualizar una mesa despejada y limpia. Me acerco y me siento, luego de unos minutos veo entrar a Jessica quien, al verme, viene junto a mí para hacerme compañía.
— ¿Cómo te ha ido a tu primera clase? — Indaga curiosa.
—Me fue bien — Le respondo con un encogimiento de hombros
— Y ¿A ti como te fue?
Ella me mira con una mirada un tanto desanimado, llegando a preocuparme un poco más de la cuenta.
—La verdad me fue fatalmente aburrida....
— ¿Cómo que aburrida? — Le reclamo.Ella solo me sonríe y habla —Esa materia no me gusta — Contestó con un puchero.Me reí de su respuesta y expresión, siendo acompañada por ella misma. Almorzamos y en lo que restaba de receso nos quedamos charlando, escuchando también el bullicio de la cafetería.—Me he enterado que hay nuevos alumnos — Dijo Jessica de repente — y me encantaría conocerlos.—Yo no estoy interesada en conocer a nadie— Respondo encogiéndome de hombros.El timbre tocó por segunda vez y nos dirigimos al salón, pero esta vez me tocaba laboratorio.—Jessica ¿Dónde está el salón del laboratorio?— La miro esperando una respuesta.— ¡Vamos! — Me guía hasta el salón
Después de tener ese encuentro penoso, me levantoy salgo del instituto para seguir mi camino rumbo a casa. Olvidar todo aquello y alejarme de aquel muchacho, se habían convertido en mis prioridades.Llevo unos años aquí y ya tengo problemas con este chico, pero eso no me detendrá a seguir adelante. Voy caminando de regreso a mi casa, cuando veo a un joven teniendo una discusión con una chica que al parecer es su novia. Me entretuve más de la cuenta viendo esa peculiar discusión, de la cual salió ganando la chica.Aquella escena me hizo sonreír levemente, y me recordó a Jeremy, las tantas discusiones, celos y los malos entendidos que tuvimos. La verdad no es envidiable pasar por eso, ya que son momentos normales para cualquier tipo de relación pese a lo frustrante que podía ser.Pensando en todo esto del amor, odio, o desamor, me doy cuenta que ya estaba en frente de
Iam...Después de lo sucedido con la chica en el pasillo, camino lo más rápido posible para alejarme de ella. Siento que no me controlo, nunca pensé que en todos mis años lobunos me encontraría con esta sorpresa. Su aroma, su cara tan bella, no sé cómo pude resistir tenerla tan cerca. A pesar de vivir con mi familia en las afueras del pueblo, no me agrada la idea de asistir a la universidad. Quizás sea unas de las personas más jóvenes que se ha hecho cargo de la manada Black Word, a mis 200 años de vida lobuna, es una responsabilidad bastante grande.Pensaba que mi compañera sería para toda la vida, como también creí que mi mate sería una loba, vampiro o porque no, una bruja. Jamás pensé que sería una humana, tengo tantas emociones por dentro que me rehusó aceptarlo. Existen motivos de sobra para odiar con t
DeyaniraPor fin termino de hacer la cena, y cuando dejo de pensar en Jeremy y todo lo que hemos pasado, me dispongo a servirla. Sin embargo, escucho sonar el móvil nuevamente, pero para mi sorpresa era Jessica.— ¡Hola, Jessica! — Respondo con sorpresa.—Deyanira te llamaba para preguntarte ¿Quieres cenar conmigo y mi familia? — Me quedo helada ante su invitación.— ¡OH! Si creo que sería genial — Le respondo un tanto inseguro.—Bien, es para ahora la cena — Me dice con firmeza.—Mmm… si me vestiré e iré enseguida — Respondo.Luego de cortar la llamada, me voy a mi dormitorio para cambiarme. No tenía tantas opciones con respecto a la ropa, ya que aquí es de temperaturas bajas, por ello no puedes de ir vestida de gala. Así que voy y tomó algo sencillo, un Jean de color negro, con un
Iam...Veo que mi luna sale corriendo, salgo tras ella debo detenerla, pero vaya sorpresa me llevo al encontrarla. Tenía encima a Ethan, y en ese momento sentí que mi sangre hervía, pero me tuve que comportar porqué estaba antes muchos humanos.¡No sé cómo! Debe ser por la rabia que contenía que de un solo tirón lo quité de arriba de ella y la miré fijamente, después dirigí mi atención a Ethan.— ¡Te dije que te alejaras de ella! — Le reclamé con furia, mientras mi luna aprovechó ese momento para salir corriendo.« ¡La volví a perder de vista! ¡Maldición!»Me quejé.— ¡Vamos hermanito! Sé que a ti no te gustan las humanas, está oportunidad no la desaprovecharé — Me dice en tono de engreído.Al e
Deyanira.Estoy tan confundida y desorientada, perdida en mis pensamientos cuando escuchó sonar mi celular. Me despabilo y veo que es Jeremy, decido responderle.— ¡Hola mi amor, no he dejado de pensar en ti en toda la semana, te llamo para avisarte que en unos días estaré allí! — Esto me coge de sorpresa, no lo esperaba.— ¡Esta bien! — Siento como la línea es cortada inmediatamente.«Pero que idiota soy, dime tonta ¿Has olvidado del engaño que te hizo un día antes de intentar casarte con él?»Me reñí.Me recuesto, pero no logro pegar un ojo. Luego de un tiempo y mil vueltas en la cama, me quede dormida. Mañana iré a pasear algún lugar, con suerte encontraré un trabajo por aquí. Me levanto a la media noche porque estaba helando, sentí un frío inf
Iam.Después de lo sucedido en el salón me decido a seguirla y la veo que entra al sanitario, estaba tan molesto que no me importó si era sanitario de hombres o de damas, sólo quería darle una lección por atreverse a desafiarme. Entro y la veo en frente del espejo, la sostengo del brazo y le hago salir un gemido de dolor. La miro en los ojos y le advierto, sé que estaba tan asustada que me gusto ver esa mirada de miedo en sus ojos. Luego de esa advertencia me salgo afuera y pienso« ¿Por qué me duele ver sus lágrimas?».Sin embargo, a la vez me gusta verla sumisa, sentirla tan asustada que me llena de tanta seguridad que no controle mi irá y golpeo la pared dejándole un hueco. Me recuesto ahí esperando que salga del baño, para mi asombro veo venir a mi hermana.— ¿Qué haces aquí? —pregunto asombrado.
Deyanira.No descansé bien después de lo sucedido ayer, por lo que preferí avisar al instituto que no iría. Me voy a quedar en la casa y tratar de calmar mis nervios, busco mi cámara en la habitación y reviso si está preparada, me dispongo a dar un pequeño paseo y ver si hay alguna librería por aquí para comprar un libro de verdad, necesito despejarme. Después de todo tengo algo de suerte, no muy lejos diviso un lugar con estantes inmensos llenos de libros. Al entrar suena una pequeña campanita y una anciana sonriente, aunque de aspecto un poco raro, me recibe.— ¡Buenos días joven! ¿Qué deseas? — Me pregunta.—Necesito un mapa de esta ciudad, ¿Tendrá alguno disponible? —Pregunto con toda confianza.— ¡Claro que sí! — Me da la espalda acercándose a un estante d