El portal los escupió con una fuerza que los dejó tambaleándose. Ethan cayó sobre sus manos y rodillas, sintiendo la dureza y frialdad de la superficie bajo él. Respiró profundamente, intentando calmar el temblor en su cuerpo mientras levantaba la vista. La escena ante ellos era tan inquietante como imponente.La Cumbre del Destino se alzaba en un pico de roca negra que parecía desafiar al cielo tormentoso. Relámpagos púrpuras cortaban las nubes, iluminando momentáneamente el coliseo natural que los rodeaba. La tierra bajo sus pies era irregular, agrietada, y emitía un resplandor débil que parecía pulsar con cada trueno en el horizonte. En el centro de la cumbre, un altar oscuro flotaba en el aire, envuelto en símbolos que giraban lentamente. Cada vez que brillaban, un eco silencioso resonaba en sus mentes, llenándolos de una incomodidad indescriptible.Afrodita se puso de pie, apartándose un mechón de cabello que el viento helado había pegado a su rostro. Su mirada no se apartaba del
La explosión de luz dorada del Orbe iluminó la cumbre, empujando las sombras hacia atrás y desintegrando a las criaturas menores. El aire, cargado con un zumbido eléctrico, se llenó de un silencio inquietante que contrastaba con el caos que acababan de enfrentar. Ethan permanecía con el artefacto alzado, sus brazos temblaban bajo el peso de su propia fuerza. Aunque estaba exhausto, el brillo del Orbe seguía ardiendo con intensidad, reflejando su creciente conexión con el artefacto.A su alrededor, el suelo vibraba ligeramente, como si la misma cumbre estuviera reaccionando al despliegue de poder. Sin embargo, frente al altar, la figura de Hades permanecía inmóvil, sus ojos ardientes fijos en Ethan. El dios del inframundo no parecía impresionado. La gema oscura que descansaba en el altar pulsaba rítmicamente, y cada latido de energía oscura parecía rivalizar con la luz del Orbe.Hades inclinó la cabeza ligeramente, su expresión se torció en una mueca de burla. —Impresionante, Ethan. Ha
El rugido del titán de sombras atravesó la Cumbre del Destino como un trueno desgarrador. La vibración de su grito era tan potente que las piedras bajo sus pies parecían gemir. Cada paso de la criatura hacía temblar la tierra, mientras su forma descomunal, tejida de pura oscuridad, absorbía la poca luz que quedaba en el ambiente. Los símbolos giratorios alrededor de la gema oscura brillaban como si estuvieran vivos, marcando el ritmo del poder que alimentaba al monstruo colosal.Hércules, con su garrote levantado, lanzó un grito de guerra y se lanzó hacia la bestia. Su salto fue poderoso, y su arma se estrelló contra la extremidad derecha del titán con toda su fuerza. Pero en lugar de causar daño, el material sombrío de la criatura absorbió el impacto como si fuera agua. Hércules cayó al suelo con un gruñido frustrado mientras el titán giraba hacia él, levantando un brazo masivo para aplastarlo.—¡Estas cosas no se rompen! —gritó, rodando justo a tiempo para esquivar el golpe. La garr
El rugido de la Cumbre del Destino había cesado, pero el aire seguía impregnado con una energía residual que hacía difícil relajarse. La luz del Orbe fusionado brillaba con una intensidad hipnótica, llenando el espacio con un resplandor que parecía desafiar las sombras que antes habían dominado el lugar. Ethan, todavía arrodillado frente al altar, sostenía la esfera entre sus manos. Su superficie era perfectamente lisa, y cada pulso de su energía parecía sincronizarse con los latidos de su corazón.Afrodita permanecía a su lado, su mirada fija en el artefacto. La mezcla de dorado y negro que emanaba tenía un efecto casi magnético, pero también algo inquietante. La armonía en su luz era tan perfecta que parecía ocultar algo detrás de esa calma superficial.—Es... hermoso —murmuró Afrodita, su voz era suave, pero su tono reflejaba una cautela que no podía disimular.Poseidón avanzó lentamente, con el tridente descansando sobre su hombro. Cada uno de sus pasos resonaba en el silencio, co
El descenso de la Cumbre del Destino parecía un ritual en sí mismo, con cada paso acompañado por el eco de lo desconocido. El valle que se extendía frente a ellos estaba cubierto por una bruma que se movía lentamente, como si tuviera vida propia. El aire era denso, cargado de un silencio extraño que hacía que incluso los sonidos más pequeños parecieran resonar como tambores lejanos.Ethan sostenía la esfera fusionada contra su pecho, sintiendo su vibración constante, como si reaccionara a algo invisible pero inminente. Su luz dorada y negra giraba en patrones intrincados, una danza hipnótica que parecía sincronizada con los latidos de su corazón. Afrodita, a su lado, caminaba en silencio, pero sus ojos, siempre vigilantes, escaneaban el entorno con cuidado.—¿Sienten eso? —preguntó de repente, rompiendo el silencio con un tono bajo y cargado de tensión.Ethan giró hacia ella, con el ceño fruncido. —¿Qué cosa?Afrodita inclinó la cabeza ligeramente, como si intentara escuchar algo más
El valle quedó en silencio tras la desaparición de las figuras. Aunque la bruma comenzaba a disiparse, el eco de las pruebas seguía pesando en el aire, un recordatorio invisible de lo que habían enfrentado. Los pasos del grupo resonaban sobre el suelo rocoso, cada uno cargado de un peso emocional que ninguno se atrevía a mencionar.Afrodita lideraba el camino, su mirada fija en el horizonte. Aunque su postura era firme, sus pensamientos estaban atrapados en la visión que había enfrentado. Cada palabra de la figura que se le apareció resonaba como un eco constante, desafiándola a mantener su resolución. Sentía el calor de la esfera que Ethan sostenía cerca de ella, un recordatorio tangible de la carga que compartían.Hércules rompió el silencio con un gruñido, agitando su garrote sobre el hombro. —¿Alguien más está harto de estos juegos mentales? Prefiero un buen enemigo al que pueda aplastar en lugar de sombras que me obligan a pensar.Poseidón, que caminaba a su lado, no apartó la vi
El interior del templo parecía un lugar fuera del tiempo. Las paredes, cubiertas de inscripciones y mosaicos que narraban historias de una era olvidada, proyectaban una atmósfera de solemnidad y misterio. Aunque los muros estaban físicamente definidos, la inmensidad del espacio parecía desafiar toda lógica, como si la sala estuviera conectada a algo mucho más grande y desconocido.La luz de la esfera en las manos de Ethan iluminaba su camino, revelando fragmentos de secretos enterrados en el tiempo. Afrodita caminaba a su lado, con los ojos fijos en las figuras talladas en las paredes. Cada una parecía narrar una lucha eterna entre la creación y la destrucción, la luz y la oscuridad. Pero había algo más en ellas: los grabados parecían moverse ligeramente con cada parpadeo, como si los estuvieran observando.—Esto no es solo un templo —murmuró Afrodita, con un tono cargado de asombro—. Es un registro… y una advertencia.Poseidón, caminando unos pasos adelante, se detuvo frente a un mur
La puerta se alzaba ante ellos como una declaración de poder y misterio. Cada símbolo tallado en la piedra negra parecía vibrar con vida, emitiendo pulsos de energía que resonaban con el Orbe en las manos de Ethan. La sala se llenó de un zumbido bajo, apenas perceptible, como si el templo estuviera esperando un juicio que ellos aún no entendían del todo.Afrodita observó la puerta con una mezcla de curiosidad y aprensión. Los símbolos parecían cambiar de forma bajo su mirada, comunicando algo que no lograba comprender por completo. —Es un umbral, pero no uno común. Está sellado por una voluntad... casi como si estuviera viva.Hércules frunció el ceño, cruzando los brazos mientras estudiaba los grabados. —¿Quién lo selló? ¿Es obra de los primordiales?Poseidón se adelantó, colocando una mano sobre la fría superficie. Cerró los ojos, dejando que su percepción se extendiera hacia las energías que emanaban de la puerta. Cuando habló, su voz era grave y calculada. —Esto es más antiguo que