El valle quedó en silencio tras la desaparición de las figuras. Aunque la bruma comenzaba a disiparse, el eco de las pruebas seguía pesando en el aire, un recordatorio invisible de lo que habían enfrentado. Los pasos del grupo resonaban sobre el suelo rocoso, cada uno cargado de un peso emocional que ninguno se atrevía a mencionar.Afrodita lideraba el camino, su mirada fija en el horizonte. Aunque su postura era firme, sus pensamientos estaban atrapados en la visión que había enfrentado. Cada palabra de la figura que se le apareció resonaba como un eco constante, desafiándola a mantener su resolución. Sentía el calor de la esfera que Ethan sostenía cerca de ella, un recordatorio tangible de la carga que compartían.Hércules rompió el silencio con un gruñido, agitando su garrote sobre el hombro. —¿Alguien más está harto de estos juegos mentales? Prefiero un buen enemigo al que pueda aplastar en lugar de sombras que me obligan a pensar.Poseidón, que caminaba a su lado, no apartó la vi
El interior del templo parecía un lugar fuera del tiempo. Las paredes, cubiertas de inscripciones y mosaicos que narraban historias de una era olvidada, proyectaban una atmósfera de solemnidad y misterio. Aunque los muros estaban físicamente definidos, la inmensidad del espacio parecía desafiar toda lógica, como si la sala estuviera conectada a algo mucho más grande y desconocido.La luz de la esfera en las manos de Ethan iluminaba su camino, revelando fragmentos de secretos enterrados en el tiempo. Afrodita caminaba a su lado, con los ojos fijos en las figuras talladas en las paredes. Cada una parecía narrar una lucha eterna entre la creación y la destrucción, la luz y la oscuridad. Pero había algo más en ellas: los grabados parecían moverse ligeramente con cada parpadeo, como si los estuvieran observando.—Esto no es solo un templo —murmuró Afrodita, con un tono cargado de asombro—. Es un registro… y una advertencia.Poseidón, caminando unos pasos adelante, se detuvo frente a un mur
La puerta se alzaba ante ellos como una declaración de poder y misterio. Cada símbolo tallado en la piedra negra parecía vibrar con vida, emitiendo pulsos de energía que resonaban con el Orbe en las manos de Ethan. La sala se llenó de un zumbido bajo, apenas perceptible, como si el templo estuviera esperando un juicio que ellos aún no entendían del todo.Afrodita observó la puerta con una mezcla de curiosidad y aprensión. Los símbolos parecían cambiar de forma bajo su mirada, comunicando algo que no lograba comprender por completo. —Es un umbral, pero no uno común. Está sellado por una voluntad... casi como si estuviera viva.Hércules frunció el ceño, cruzando los brazos mientras estudiaba los grabados. —¿Quién lo selló? ¿Es obra de los primordiales?Poseidón se adelantó, colocando una mano sobre la fría superficie. Cerró los ojos, dejando que su percepción se extendiera hacia las energías que emanaban de la puerta. Cuando habló, su voz era grave y calculada. —Esto es más antiguo que
El resplandor dorado del pasaje los envolvía mientras avanzaban, cada paso resonando en el aire cargado de energía. Aunque la luz calmaba sus cuerpos, no podía borrar la incertidumbre que latía en sus corazones. A medida que la entrada al pasaje desaparecía tras ellos, lo único que les quedaba era el camino que se desplegaba frente a ellos, hacia lo desconocido.Ethan mantenía el Orbe firmemente sujeto, sintiendo su energía pulsar con un ritmo constante. Su conexión con el artefacto parecía haberse intensificado desde la última prueba. A su lado, Afrodita caminaba en silencio, su mirada fija en el horizonte del pasaje. Aunque no entendía del todo la sensación que experimentaba, la presencia de Ethan le resultaba reconfortante. Era como si la esfera no solo los guiara, sino que también los uniera de maneras que ninguno de los dos alcanzaba a comprender del todo.—Este lugar… —Hércules rompió el silencio, su voz resonó con una mezcla de confusión y desconfianza—. No parece real. Es como
El descenso hacia el corazón del Olimpo estaba envuelto en un silencio reverente, roto solo por el eco de sus pasos contra las paredes talladas. Los frescos que decoraban los muros eran un testimonio de las glorias y tragedias de los dioses. Representaban batallas cósmicas, pactos antiguos y momentos de sacrificio que habían moldeado el destino del mundo. Las figuras parecían cobrar vida bajo la luz dorada del Orbe que Ethan sostenía, proyectando sombras que danzaban como si el pasado aún estuviera presente en aquel lugar sagrado.Afrodita caminaba cerca de Ethan, sintiendo el calor constante del Orbe que irradiaba una energía inexplicable. Cada vez que sus ojos se encontraban con los de él, algo dentro de ella se agitaba. No era incomodidad, pero tampoco una simple conexión funcional. ¿Por qué le importaba tanto que él estuviera bien? ¿Era solo el vínculo creado por el Orbe, o había algo más creciendo silenciosamente entre ellos?Ethan trataba de mantenerse enfocado en el camino, per
El portal chisporroteaba con energía pura, llenando el aire con un zumbido que vibraba en sus huesos. Ethan se quedó inmóvil por un instante, mirando el vórtice dorado que se retorcía ante él. Sus pensamientos lo llevaron de vuelta a aquella noche en Machu Picchu, cuando el Orbe lo eligió. Ese lugar había sido el inicio de todo, el punto donde su vida cambió irrevocablemente. Ahora, el portal lo estaba devolviendo, pero con un propósito mucho mayor.Afrodita se acercó un poco más, notando el cambio en su expresión. Aunque él no decía nada, sus ojos reflejaban una mezcla de reverencia y peso emocional que no había visto antes.—¿Estás bien? —preguntó ella, con un tono más suave de lo habitual.Ethan asintió, pero sus palabras fueron casi un susurro. —Es… extraño volver. Este lugar ya me cambió una vez. Siento que va a hacerlo de nuevo.Afrodita arqueó una ceja, intrigada por la vulnerabilidad en su voz. ¿Qué había vivido Ethan en Machu Picchu que lo había marcado tanto? Pero no quiso pr
El brillo del Orbe llenaba el espacio etéreo, pulsando con un ritmo que resonaba en sus corazones. Afrodita y Ethan permanecieron en silencio, observando cómo las constelaciones reflejadas en el suelo comenzaban a moverse, creando patrones que parecían entrelazarse en una danza infinita. Cada destello iluminaba fragmentos de sus pensamientos, dejándolos en un estado de expectación inquietante.Afrodita dio un paso hacia el Orbe, sus dedos rozaron la luz que emanaba de él. Una sensación cálida la envolvió, como un abrazo intangible. Pero detrás de esa calidez había algo más: una conexión que parecía trascender lo que podía comprender. Miró a Ethan, buscando respuestas en su expresión.—¿Qué está haciendo el Orbe? —preguntó en un susurro cargado de incertidumbre.Ethan negó con la cabeza, su mirada fija en la esfera. —No lo sé… pero siento que quiere mostrarnos algo.De repente, la luz del Orbe se intensificó, y el suelo bajo sus pies desapareció. Ambos sintieron como si fueran arrancado
El resplandor del Orbe los envolvió en una luz tan intensa que por un instante todo desapareció: las montañas, los guardianes, incluso el suelo bajo sus pies. Ethan y Afrodita flotaban en un vacío luminoso, donde el tiempo parecía haberse detenido.—¿Esto es otra visión? —preguntó Afrodita, su voz quebrando el silencio absoluto.Ethan observó a su alrededor, pero no había nada que pudiera responder a su pregunta. Sostuvo el Orbe con fuerza, sintiendo cómo su calor se intensificaba, casi como un latido acelerado. La energía del artefacto pulsaba en sus manos, como si estuviera esperando algo, una decisión, un momento de claridad.De repente, el espacio comenzó a llenarse de líneas brillantes que se entrecruzaban, formando patrones que giraban lentamente a su alrededor. Cada línea parecía una hebra de energía viva, vibrante y conectada a algo que no podían ver.Una voz profunda resonó en el vacío, distinta a la de los guardianes pero igualmente solemne."El equilibrio no se sostiene en