Los votos fueron sencillos, los dichos un millón de veces, el padre de Anabella, Emiliano le dio un beso en la mejilla y le dio un apretón de mano a John. Margot insistió en que se quedaran a dormir y Anabella se retiró con Lizzie arguyendo el cansancio de la niña, pero antes de poder escapar, Margot y Henry le mostraron las habitaciones que les darían y Teresa se quedó con Lizzie. Anabella está en una habitación con un camisón de encaje blanco que le queda un poco grande, pero es nuevo y hasta la etiqueta tenía. Viviana está con ella soltando el recogido de su cabello, Anabella se ve en el espejo y siente tristeza por todo lo que John había comenzado a significar para ella. —Anabella ya estás en esto, pero este matrimonio no puede absorberte y quitarte tu esencia como cuando estuviste casada con Mark. —Viviana, lo que quitaba mi esencia y espíritu no era Mark, era el agotamiento, muy seguido llegué a quedarme dormida de pie y el café me creó gastritis. —Y Mark que es
El día dos de Enero, John buscó a Anabella y Lizzie en casa de Viviana muy temprano que hacían maletas, recibirían a la trabajadora de servicios sociales en la casa de John que era el nuevo domicilio de Anabella y Lizzie, llegaron con maletas y Lizzie con la perrita haciendo alboroto a el enorme penthouse de John, Jeremy conversaba con Paula y tenía la maleta junto a él. —Hermano, gracias por todo —Jeremy se levantó y le dio un abrazo a John. —No tienes por qué irte —murmuró Anabella, pero de inmediato calló pensando que no es su problema y ella debe limitarse a lo que le corresponde. —No te preocupes Anabella, me iré a mi nuevo departamento, aún están remodelando, pero ya terminaron mi alcoba y total, solo iré a dormir. Anabella sonrió y desvió la mirada encontrándose con Paula. — ¿Cómo está doña Paula? —Hola mijita, felicidades por su reciente matrimonio, esta hermosa niña debe ser Lizzie. Paula fue con Lizzie y Anabella que a ella sí le mostraba una gran
Los fines de semana era el derecho de Mark quedarse con Lizzie, pocos días después era viernes y en la tarde Mark pasó con Irina al penthouse de John a buscarla, Anabella trataba de contener las ganas de llorar para no preocupar a Lizzie o dar satisfacción a Irina, pero le costaba mucho, sería la primera vez que se separara de su hija y aunque fuera solo un fin de semana el miedo de que solo fuera el comienzo de algo que debía aceptar la aterraba. En cuanto escucharon el timbre John fue a abrir la puerta. —Buenas tardes —saludó Mark, Irina sonrió con su habitual cara tierna que solo busca burlarse. —Te daremos el fin de semana para que disfrutes con tu esposa, primo —ironizó Irina. Lizzie miró a su madre cuando Anabella se arrodilló frente a ella. —Me harás mucha falta Lizzie, sabes que para John y yo preferimos estar contigo, no nos sentiremos felices porque no estás. —Yo lo sé mami, y si vas a llorar entonces no iré. Anabella sonrió tratando de esconder sus se
Anabella se puso un vestido que llegaba por la rodilla en color vino, John no tuvo que esperar mucho rato, ella estaba ansiosa y sus mejillas coloradas la hacían ver más bonita. —Estás preciosa, pareces muy joven, como si aún fueras estudiante —la elogió John. Anabella miró el suelo y pasó sus manos alisando el vestido. —Es gracias al vestido y a Viviana tengo ropa bonita. John sonrió y miró su reloj. —Vamos… Anabella y John fueron a un centro comercial bastante exclusivo, aquí las tiendas de rebaja eran muy pocas y los restaurantes muy lujosos. John iba con un sobretodo de casimir y guantes de cuero, Anabella tenía el sobretodo de piel color beige que John le vio puesto el día de la fiesta de la empresa, eso le hacía arrepentirse aún más de los eventos de esa noche. John paró cuando vio una joyería de una reconocida casa de diamantes. Entró halándola del brazo. —John, se nos hará tarde. —Es temprano aún, te dije que la cita era una hora y media adelantada
De regreso en la casa Anabella y John estaban solos, la cena había sido un éxito y después de un rato Anabella y Olivia congeniaron, ambas eran jocosas y ruidosas y rieron a todo pulmón de las anécdotas de Olivia referente a John de niño y su obsesión con Robín Hood, Olivia le había comprado varios libros de este pintoresco héroe que John atesoraba. Ahora de nuevo en la casa Anabella volvía a estar seria. —Voy a la habitación de Lizzie con algunos de mis apuntes, debo empezar a estudiar. —Tráelos a mi oficina, tengo que repasar varios casos, no te molestaré. Anabella afirmó en silencio y John fue a su oficina, después de un rato Anabella apareció con un short y una franela y varios encuadernados gastados y cuadernos bastante manoseados, John la miró en silencio apenas levantando la mirada y siguió leyendo unas transcripciones y anotando en su laptop. Anabella se sentó en el sofá y utilizó la mesita, desde allí John observó con alegría que Anabella no se había quitado el anil
John fue a su habitación muy furioso y se acostó en su lado de la cama, en una cama que era solo de él y no tenía lado y que ahora tiene que compartir. —No debí traerla aquí, “lo que me sobra”, esa mujer no entiende a todo lo que renuncio por arrastrarme ante ella —se arropó la cabeza y se quedó dormido. Anabella casi no estudió, como tonta se quedó pendiente a la puerta, esperando el momento en que John regresaría a pedirle perdón, ella se moría por perdonarlo, arriesgarse de nuevo, pero el miedo a equivocarse era aún más aterrador, terminó por quedarse dormida en el sofá con la cabeza suspendida y los libros abiertos, despertó con tortícolis cuando la luz del sol molestó sus ojos, caminó a la habitación, se escuchaba música salir del gimnasio de John, Anabella se dio un baño y salió de nuevo por café y a preparar comida, le pediría una pastilla a John para el dolor de cuello, al salir aún salía música del gimnasio, pero al llegar a la cocina encontró a John sin camisa sirvi
Anabella tragó grueso y se mojó los labios, anhelaba tanto besarlo y olvidarse de todo lo que los trajo al hoy. —No es la primera vez que me besas John, tú conoces el precio a pagar. Anabella pasó por debajo de su brazo. — ¿Crees que cuando te besé antes de comprometernos mis intenciones eran nobles como ahora? —Inquirió John desafiante—, lo que me molesta es que te aprovechas de que ahora te muestro que estoy enamorado de ti. —No es así, el John que me besaba yo lo creía sincero, un mujeriego, sí, un aventurero, alguien que me hacía arder y me daba ganas de portarme mal, de hacer una travesura. El John que tengo hoy frente a mí está conmigo por conveniencia, es manipulador y demostró que su intención no era divertirse si no aprovechase de los desastres de mi vida. —Jamás me perdonarás, porque en realidad soy tu chivo expiatorio, todas las culpas de los hombres de tu pasado me las cobras a mí, el abandono de Emiliano y la traición de Mark… —Me entregué a ti sin medir
Mark ni siquiera se echó a reír observando a su pequeña meter la pata, la abrazó y miró a la trabajadora social con un mohín. —Niños, ya saben cómo son. La trabajadora social miró a Irina y alzó la mirada hacía el pasillo, pues le ha parecido algo extraño y sospecha que se pierde de una parte de la historia. Mark se puso de cuclillas para quedar a la altura de Lizzie. —Lizzie, debes aprender a ser discreta mi amor, si la señorita está llorando en el baño es porque no quiere que nadie la vea llorar. Lizzie unió sus cejas y no lo entendió, pero ella quería salir del compromiso con la visitadora para luego poder ir a comer pizza, así que a la trabajadora no le quedó otra cosa que concentrarse en su trabajo con la niña, conversaron y la experta mujer utilizaba preguntas indirectas para saber de la salud de Lizzie tanto física como psicológica. — ¿Lizzie, te gusta la pizza? —preguntó la trabajadora social. —Muchísimo, por eso cuando mami no podía darme nada de lo que