Más de tres meses habían pasado, y a pesar de la increíble búsqueda, el paradero de Jun aún era incierto. Incluso rastrear su teléfono había sido un fracaso porque no había emitido ningún tipo de señal desde el primer día de haberse ido. Los Moretti seguían usando la excusa de no saber dónde se alojaban ninguno de los Omegas que protegían, e incluso después de todas sus amenazas, no pudo sacarles información. Por esto, tuvieron que atenerse a las represalias del Alfa. A medida que el tiempo transcurría, nuevas novedades surgían. Como el hecho de que Jun tenía un prometido, y que su padre se había unido a la búsqueda de forma discreta por medio de un tercero. Se preguntó que le habrían ofrecido, ya que sabía que solo algún beneficio causaría tal comportamiento en Ernesto Fiore—era más que claro que era un compromiso por conveniencia, un matrimonio arreglado. El vaso que sostenía se rompió en sus manos, derramando el licor por todo el piso. "De verdad, Brendan. ¿Qué te pasa?" Exclamó
Jun se levantó esa mañana del domingo con una sensación de pesadez en su cuerpo—la discusión de la noche anterior lo había afectado. Decidió tomar un baño para refrescarse y calmarse un poco. Al ver su reflejo en el espejo, notó que sus ojos estaban enrojecidos debido a la falta de sueño y al estrés acumulado—un suspiro escapó de sus labios al reflexionar lo compleja que se había vuelto su situación. Deseaba permanecer en cama durante todo el día, pero sabía que debía comer algo. Un olor apetitoso llamó su atención y se dirigió a la sala. Sus ojos se expandieron al observar las maletas apiladas en el suelo, y miró a su amigo, quien se encontraba en ese momento en la cocina. "¿Qué es todo esto?" Preguntó, olvidándose de su apetito. "Nos vamos hoy." Respondió sin voltearse a mirarlo. "¿De qué hablas?" Se veía alarmado. "No nos recibirán, nos dijeron que estarían listos en unas semanas." "No irás ahí." El Omega se volteó a mirarlo con ojos decididos. "Estuve pensando, y no creo que
Se durmió por un largo rato al no poder soportar más el agotamiento, la verdad no podía esperar llegar a una suave y cómoda cama para descansar apropiadamente. Abrió sus ojos, al escuchar el bullicio a su alrededor, y vio personas y vendedores ambulantes simplemente pasando el día de forma afable. Finalmente, habían llegado al hermoso destino costero—Marbella. La transición de la ciudad a zonas rurales y la vista del océano en la distancia creaban una atmósfera de tranquilidad. Mikhail continuó su camino y llegaron a un área donde solo se veían los muros de una amplia propiedad. En la entrada había un portero, quien inspeccionó el auto y sus ocupantes con ojos firmes. "¿Cómo les puedo ayudar?" Preguntó el Beta—quien miró a Mikhail con sospecha. "Tenemos una invitación de Quinn." Kayden le pasó la tarjeta que Alessio le había proporcionado. El hombre asintió y esta vez observó a Jun por breves segundos. "Ustedes pueden pasar, pero él no." Ambos lo miraron sorprendidos, y el homb
Ya habían pasado varios días en una bien recibida tranquilidad. Se había familiarizado con algunos de los Omegas del refugio, especialmente los mayores—quienes se encargaban de los quehaceres de la cocina. Eran extremadamente agradables y le ayudaron con algunos platos que no agitaban su estómago, debido a lo sensible que estaba por su embarazo. Los Omegas jóvenes eran un poco distantes, había intercambiado palabras con algunos, pero como le habían informado, se tomaría más tiempo ganarse su confianza. Mikhail había regresado a la ciudad, por lo que ahora tenía el inconveniente de no tener un Alfa que le ayudara con sus sesiones feromonales para estabilizarlas. Le había prometido volver a visitarlo, pero puntualizó que no sería pronto o a menudo, ya que no era una buena idea debido a su particular situación y para no generar sospechas. "Este es el piso que aparté para ti." Expresó Quinn, sacándolo de sus pensamientos. En ese momento se encontraban en el lugar que sería su hogar dura
Al pasar más de un mes en su nueva morada—se sentía un poco solo. A pesar de que sabía que su situación lo ameritaba, le era un poco difícil acostumbrarse una vez Kayden se fue a Francia. Lo peculiar era que tenía experiencia con la soledad, ya que hace años pasó por lo mismo al alejarse de su familia, pero ahora era diferente. Sospechó que se debía al embarazo por el hecho de que sus hormonas tenían un efecto mayor en su humor. El Omega le enviaba las actualizaciones que Jonathan le proporcionaba, y los avances de la búsqueda lo tenían un tanto inquieto. Era un poco abrumador—su padre lo buscaba para comprometerlo con un Alfa del Medio Oriente, del que su hermano quería alejarlo a toda costa y esto solo dejaba en evidencia lo retorcido que era. Por otro lado estaba Brendan, quien no paraba de arrasar todo a su paso con tal de dar con su paradero. Había irrumpido en varios refugios, causando un gran alboroto, pero por suerte pudieron contener la situación—por ahora. Algo le decía
Llegó seguro después de varios minutos a casa, y decidió llamar a Quinn para que le diera más detalles de lo que había sucedido. Al principio el Alfa trató de mantenerlo en secreto por unos días para no alarmarlo y manejar la situación—al ver que su plan original no había funcionado, le advirtió que no saliera de su apartamento hasta nuevo aviso. Se encargarían de lo que necesitara, por lo que no tendría que ir al pueblo por un tiempo. Al parecer fue falta de comunicación, el hecho de que uno de los Alfas no le haya informado que no debía salir de casa. Ese mismo día recibió la noticia de que Brendan había amenazado a Kayden y Alessio, y esto le cayó como un balde de agua fría. Nunca esperó que el Alfa se comportara de tal manera y le irritó bastante. Sus sospechas de que podría saber acerca de su embarazo se volvían cada vez más insistentes con el paso del tiempo, no sabía que otra opción lógica habría para justificar su perseverancia. ¿O tal vez los documentos que se filtraron fue
El humor de Brendan era agrio, luego de darse cuenta que la información proporcionada por Dante era de hace dos meses. Justo como sospechó desde un principio—se lo había ocultado. Solo recordar su burla luego del Alfa reclamarse hacía que su sangre hirviera de enojo. Como si fuera una competencia, interceptó el dato y dejó que diera vueltas en círculos en su búsqueda—solo para decir que lo encontró primero. Los Alfas eran muy competitivos, por lo que entendía su comportamiento hasta cierto punto, pero en este caso—estaba furioso con su impertinencia. Además, algo le decía que lo había hecho para cobrarse el tiempo que Noah duró siendo su secretario, y lejos de él.Dejó su inconformidad de lado, y observó el lugar mientras esperaba a quien parecía ser el dueño, a que terminara de asistir un cliente.La tienda era pequeña y polvorienta, pero ciertamente era la misma que Jun observaba en aquella fotografía que le habían enviado.Tomó una de las revistas en un estante, donde hablaban de
El viaje a Italia transcurrió con tranquilidad. Sus hombres al parecer entendieron su humor y no se interpusieron en su camino para hablar de ninguna otra cosa. Jun tuvo la necesidad de darse un baño, y se cambió a las ropas que habían comprado en el camino. Se durmió en el avión por todo el trayecto, acurrucado en su asiento—el Alfa lo miró de forma peculiar, y recorrió su figura con intensos ojos. Concluyó que la diferencia que veía en el Omega era básicamente su cabello, el cual ahora estaba atado en una cola—dos mechones enmarcaban su rostro y debió admitir que el estilo le iba bien. También parecía haber aumentado un poco de peso, pero todavía se veía tonificado. Alguien aclaró su garganta a su lado, sacándolo de su análisis. "¿Qué pasa?" Gruñó, irritado. "Estaremos aterrizando pronto, señor." Expresó un Beta, nervioso, y ojeó al Omega. Sabía que se había vuelto la curiosidad de los miembros de Cosa Nostra, pero no le gusto cómo lo miraba. Brendan lo avistó con ojos afilados