Horas después…Alexander se acomodó al pie del robusto árbol y sintió la frescura de la noche envolverlo como un manto. Las estrellas titilaban en el cielo, pero su mente estaba nublada por la confusión. De repente, una figura apareció ante él: la joven hechicera licántropa, con sus ojos brillantes como dos faros en la oscuridad.—Alexander —comenzó ella, su voz suave pero apremiante. —Debes escucharme. Han lanzado un hechizo intenso para debilitar a tu padre. Solo tú puedes romperlo. Eres el elegido por los dioses y la madre Luna.Él la miró, con sus ojos rojos reflejando la incredulidad.—¿Yo? —preguntó, y su voz tembló. —No entiendo. He vivido entre humanos toda mi vida. No sé nada de dioses ni de magia. ¿Por qué yo?La joven se arrodilló a su lado, con la expresión seria.—Porque tienes un poder dentro de ti que aún no comprendes. No solo tu vida está en juego, sino también la de tu padre y la de toda la manada. Si no actúas, todo lo que amas se perderá.Alexander sintió cómo se l
Mientras la luna parecía unirle a Alexander una intensa conexión, el malvado hechicero Hakeem sentía cómo su embrujo perdía fuerza y debilitaba a Zeus. Sin embargo, en su cueva resonaba una fuerza sobrenatural más poderosa que toda su maldad. Hakeem sabía que Zeus había sido bendecido por los dioses, pero aún no lograba descifrar quién era esa criatura que ponía en tela de juicio todo su poder maligno.En la penumbra de su cueva, Hakeem se volvió hacia uno de sus secuaces, un hechicero igualmente maléfico llamado Malakar. Con voz sombría, le dijo:—Arthur Christenes, el enemigo de Zeus, no puede saber ni una sola palabra sobre ese salvador que aparece como una luz en medio de las sombras. Si lo descubre, todo estará perdido.Malakar asintió, su rostro reflejando la preocupación.—¿Qué haremos, maestro? No podemos permitir que esa luz se expanda.Hakeem sonrió con malicia, brillándole los ojos con un oscuro propósito.—Debemos actuar con rapidez. La oscuridad siempre encuentra una mane
En medio de la calma engañosa de la laguna, un silencio inquietante se apoderó del aire. De repente, sin previo aviso, Arthur Christenses apareció rodeado de sus secuaces y del brujo malévolo Hakeem. La tensión se palpaba en el ambiente y el brillo de la traición iluminaba sus miradas.—¡Alexander! —gritó Arthur, y su voz resonó con ferocidad. —He venido a reclamar lo que es mío. Tu padre ha caído y tú no eres más que un obstáculo en mi camino. ¡Hakeem, ven y reclama su alma para hundirla en las tinieblas!Hakeem, con una sonrisa siniestra, levantó su mano, invocando sombras que danzaban a su alrededor. Su mirada se centró en Alexander, quien se mantenía firme, sintiendo el peso de la herencia de su padre.—Tu valentía es admirable, joven guerrero —dijo Hakeem, su voz suave pero amenazante. —Pero no te engañes. Este hechizo me da poder sobre ti y sobre tu padre. ¡Ríndete y ahorra sufrimiento!Sin embargo, Alexander no se dejó intimidar. Con determinación, desenfundó su lanza, cuyo met
Tiempo después...Mientras los jóvenes guerreros corrían hacia el lugar del enfrentamiento, uno de ellos, Bjorn, se detuvo en seco al ver a Zeus acercarse a Rodolf, quien estaba a punto de unirse a la lucha.—¡Rodolf! —gritó Bjorn, pero su voz se perdió entre el clamor de ese momento.Zeus, con una mirada intensa, tomó la pierna de Rodolf con fuerza, obligándolo a detenerse.—Rodolf, escucha —dijo Zeus, su voz grave y urgente. —Debes llevar un mensaje a Alexander. Hay un secreto que puede cambiar el rumbo de esta batalla.Rodolf, sorprendido, frunció el ceño.—¿Qué secreto? —preguntó, ansioso por entender la gravedad de la situación.Rodolf se inclinó hacia él, asegurándose de que nadie más pudiera oírle, y Zeus le dijo:—Hakeem no es el único que posee poder. Hay un antiguo artefacto, el Cáliz de Luz, escondido en lo más profundo del oscuro bosque. Si Alexander lo encuentra, podrá invocar una fuerza que igualará la oscuridad de Hakeem.Rodolf asintió, comprendiendo la importancia de
Horas más tarde…La hermosa joven hechicera, Lindsay, llegó a Cádiz con una determinación ardiente en su corazón. Sus ojos brillaban con la luz de la magia ancestral mientras se preparaba para enfrentarse a Hakeem, un formidable adversario que no se dejaría vencer fácilmente. A su alrededor, los guerreros luchaban con espadas; el sonido del metal al chocar resonaba en el aire, pero la verdadera batalla se libraba en el plano espiritual.Hakeem, con una sonrisa desafiante, levantó su mano e invocó sombras que danzaban a su alrededor. La oscuridad parecía cobrar vida e intentar envolver a Lindsay en su gélido abrazo.—¡No te dejaré cumplir tu misión, hechicera! —gritó Hakeem, y su voz resonó con un eco siniestro. — ¡La luz no tiene cabida aquí!Lindsay, sintiendo la presión de la oscuridad, cerró los ojos por un instante, concentrándose en la energía que fluía a través de ella. Con un gesto decidido, levantó su varita y un resplandor dorado comenzó a emanar de su ser.—¡La luz siempre e
Zeus, aún aturdido, pero con una chispa de vida en los ojos, se levanta lentamente de la esterilla, sintiendo la energía fluir de nuevo por su cuerpo. Duvan, con una sonrisa de satisfacción, observa cómo el hechizo de Hakeem se desmorona como un castillo de naipes. Harry, con la boca abierta, no puede creer lo que está presenciando. En ese instante, Alexander irrumpe en la escena acompañado por los guerreros que han sobrevivido al ataque. El ambiente se llena de júbilo y celebración, pero lo que más resalta es el abrazo entre padre e hijo.—¡Papá! —grita Alexander, con los ojos brillantes de emoción. —¡No puedo creer que estés aquí, que estés bien!Zeus lo abraza con fuerza, sintiendo el calor del perdón en el corazón de su hijo. —Hijo, he fallado en muchas cosas, pero nunca en amarte. Estoy muy orgulloso de ti.Alexander se aparta un poco, mirándolo a los ojos. —He luchado contra mi identidad, contra lo que soy... Pero ahora, al verte, entiendo que ser un licántropo no me define. Ere
Días después, la manada, junto con Zeus, regresó a la aldea del Reino Unido, donde comenzaron a trabajar arduamente para reparar el daño causado por el malvado Arthur Christenses y el brujo Hakeem. El ambiente era sereno y en paz; los licántropos estaban felices de tener a su líder de vuelta, sano y salvo. Mientras todos trabajaban con entusiasmo, Alexander hizo su aparición, sorprendiendo gratamente a su padre, Zeus, a quien desde ese día decidió llamar «padre».—Padre —dijo Alexander con una sonrisa. —Estoy dispuesto a regresar a la manada con mi familia. Ya me siento parte de la manada de hombres lobo.Zeus, sorprendido por su decisión, lo miró con curiosidad.—¿Y qué pasó con el CEO, con el multimillonario Alexander Lutter? Siempre te resististe a ser una criatura legendaria, un Lusion, un hombre lobo.Alexander respiró hondo y dejó que las palabras fluyeran con sinceridad:—Después de la batalla, sentí cómo las sombras del pasado, esas que me amenazaban y me envolvían por complet
Abril sintió un escalofrío recorrerle la espalda cuando, al mirar hacia el jardín, se dio cuenta de que Luna ya no estaba. Se le aceleró el corazón y un grito ahogado salió de su garganta.—¡Luna! —exclamó, corriendo hacia donde los niños habían estado jugando. Leo, con su pequeño dedito, señalaba el camino que conducía fuera del jardín, y en su rostro se reflejaba confusión y miedo.Abril se volvió hacia su madre, Elizabeth, quien había estado a su lado, y vio el mismo terror reflejado en sus ojos.—¿Dónde está? —preguntó Elizabeth, con voz llena de angustia. — ¡No puede estar lejos!—¡No! ¡No puede ser! —gritó Abril, sintiendo que el pánico la invadía. — ¡Debemos buscarla!—Voy a buscar a los vecinos —respondió Elizabeth, tratando de mantener la calma. —No podemos perder tiempo.Abril se quedó paralizada por un momento, sintiendo que el mundo se desmoronaba a su alrededor.—¡Luna! —gritó de nuevo, y su voz resonó en el aire. — ¡Vuelve, por favor!Con cada segundo que pasaba, la deses