-Jurado ¿Cuál es su veredicto? -Preguntó la jueza. -Encontramos al acusado culpable. –Dijo uno de los miembros. El testimonio de Alex fue la clave para cerrar el caso con justicia. Uno de los guardias se acercó a Christopher y lo esposó. Antes de que pudieran llevárselo, se volvió para ver a Cristina quien presenció todo como público. -Lo siento mucho. –Dijo el chico manteniéndose firme. -Siempre habías dicho que te parecías a papá. -Dijo Cristina al borde de las lágrimas. -Bueno, ahora te creo. -Finalizó rompiendo en llanto. Sólo sus lágrimas podían abatir el orgullo de Christopher y su talante austero. La envolvió entre sus brazos llorando también, disculpándose mil veces por lo que había hecho, por haberla dejado sola. Los guardias acabaron con el momento y Cristina sólo se quedó viendo cómo se lo llevaban. Secó sus ojos y se esforzó por calmarse. Salió de la sala dirigiéndose al exterior del tribunal donde se encontró, casualmente, con Vanesa quien no dudó en reconfortarla ent
Tumbada en su cama, Laura trazaba apacibles líneas en una pequeña libreta de dibujo que darían vida a un retrato inspirado en sus tormentosos recuerdos. La habitación era sonorizada por las canciones más nostalgias de Ed Sheeran, su cantante favorito, que se reproducían, una detrás de otra, desde su celular móvil. Pronto, el duelo por la muerte de su madre acabaría y Laura tendría que regresar a sus actividades cotidianas, aunque ella aún no estaba preparada para eso. No podía regresar al mundo real y aparentar como si nada hubiese pasado. No era sólo el fallecimiento de su mejor amiga y confidente lo que le afectaba, sino un dolor más grande que no había contado a nadie. El sonar del teléfono de cable, en la sala de estar, avivó los sentidos de la joven y en pocos segundos oyó la voz gruesa y serena de su padre que atendía la llamada en la estancia principal. La delicada mano de Laura continuaba guiando el lápiz sobre el improvisado lienzo hasta que su padre quebrantó su amena sole
A mediodía, la cafetería del instituto “La Virtud” estaba atiborrada de alumnos que reían y platicaban como si estuviesen en un lugar de ocio. Era, sin duda alguna, el momento del día más esperado por los estudiantes. Determinados grupos de compañeros y amigos sentados en bancas disfrutando de algún aperitivo mientras hablaban de cualquier cosa. Así era el caso de Caleb y Cristina. Vanesa, sentada frente a ellos, yacía aletargada en su celular. Por su parte, Christopher mantenía su azul mirada sobre la erguida espalda de Laura quien estaba sentada a distancia de ellos, sola. Luego de dos semanas de luto era tiempo de regresar a la cotidianidad sin embargo, lo había hecho con un semblante indiferente que a más de uno sorprendió. Durante el transcurso del día Laura no había querido hablar con nadie, y no era sólo eso, tampoco había aceptado la compañía de otra persona. La hipnosis temporal del catire llegó a su fin cuando se percató de la llegada de Alex, aunque lo innovador era la chica
De pie frente al espejo, pensó en afeitarse el vello facial que empezaba a crecer en su perfilado rostro, descartó la idea al denotar que le ofrecían un aspecto bastante varonil. Peinó su cabello sin mucho afán, dejando algunas hebras turbadas. Luego, adornó su cuello con una medalla, la que ocultó debajo de su camisa blanca que hacía contraste con sus jeans rasgados, de color negro y zapatos informales del mismo tono. Finalmente, Caleb se perfumó con una esencia suave, pero persistente. Salió de su habitación y bajó las escaleras que conectaban con la planta baja de la ostentosa casa en la que vivía. Su madre, en el pasado, había sido una doctora de alto prestigio, hasta que conoció a Alberto de la Vega un magnate en el área de la hostelería. No mucho después de casarse, los padres de Caleb procrearon a su primogénita a la que bautizaron como Manuela, luego del nacimiento de ésta, Alberto forzó a Verónica a abandonar su empleo y a asumir el papel de madre. Fue entonces cuando la muje
El fin de semana había sido caótico para Laura. Sin ayuda de los opiodes, los recuerdos que tanto la mortificaban vagaban en su cabeza constantemente y en las noches era incapaz de conciliar el sueño. Consideró, en más de una vez, llamar a Alex y pedir de su ayuda, pero con sólo pensar en su rostro, la ira acrecía en su interior. Sabía que en cuanto lo viese, perdería la razón y actuaría de forma grotesca. Después de lo ocurrido, odio era el único sentimiento que Laura se podía permitir hacia Alex. A primeras horas del lunes, la hija del oficial se vistió sin mucho afán, usó unos jeans negros y zapatos del mismo color, un suéter rayado blanco con rojo, y por supuesto la chaqueta de capucha negra que se había convertido en su prenda de ropa indispensable. Recogió su cabello castaño en una simple cola de caballo, dejando muchas hebras despelucadas. Seguidamente, empacó en su maletín varios cuadernos y dos, o tres libros, sin percatarse si eran los que correspondían ese día. Salió de su
El encierro de su habitación era ameno. Caleb yacía frente a la computadora ojeando su perfil de F******k, veía fotos de sus compañeros y amigos, y algunos videos del partido, aunque no se detenía en ningún. Su único interés en abrir la red social era ver las publicaciones de Bruno, quien resultaba ser amante incondicional de la página, siempre publicaba fotos o videos de su día a día, y cambiaba constantemente su perfil. Caleb se preguntaba cómo podría actualizar tan seguido su f******k, si la mayor parte de su tiempo lo transcurría en el billar de Paco, pero, internamente, agradecía que supiera cómo organizar su horario persona y laboral, así mantenía esa pequeña ventana abierta para él, mientras conseguía el valor para acercarse. Está vez, como muchas otras, la atención de Caleb se concentraba en ese pequeño punto verde que le indicaba que Bruno estaba en línea, y una vez más, se debatía entre enviarle un mensaje o no. Tecleaba varias veces en su computadora, escribiendo palabras qu
El estado de ánimo de su hija era más preocupante de lo que esperaba y aunque Sergio estaba dispuesto a ayudarla, Laura no se lo permitía. Cuando su ex esposa fue desahuciada, su primogénita estalló en una tempestad de emociones y siempre había sido así. Expresaba lo que sentía o lo que pensaba, y aunque a veces no era fácil lidiar con sus continuos cambios de ánimo, definitivamente era mejor que adivinar qué le ocurría. El oficial Guzmán quiso creer que cuando regresara al colegio, Laura volvería a ser la de antes, al menos un poco, pero no fue lo que sucedió, incluso consideraba que había empeorado. Y durante todo el tiempo que ya había transcurrido descubrió, desafortunadamente, que no conocía a su hija tanto cómo él creía, todo lo que sabía de ella era su pasión al dibujo porque desde que era muy pequeña había sido su pasatiempo, ahora era su actividad diaria, aunque ahora, a diferencia de antes, no le mostraba lo que plasma en sus lienzos. Luego de un exasperante en la comisaría,
La jaqueca que la atormentaba era insoportable y el aliento de alcohol en su boca era asqueroso. Vanesa entró a la ducha en cuanto despertó, con un ferviente arrepentimiento merodeando en su cabeza y el recuerdo de una noche que no la enorgullecía: fiesta, licor en exceso, lascivas músicas, el beso que ella le dio a Noah y finalmente, la propuesta indecente. No era la primera vez que terminaba en la cama con algún chico, y como todas las veces anteriores se reprochaba por no haberse podido controlar. Ya había perdido la cuenta de las veces que se prometió a sí misma no cometer el mismo error, pero con el alcohol se olvidaba rápido de las consecuencias de sus actos. Si su madre se llegara a enterar que no era virgen, seguro la enviaría a un internado de alta seguridad en algún lugar en Europa, donde residía su padre. Salió de la ducha y se vistió con los colores insípidos y poco glamorosos con los que su mamá la obligaba vestirse para luego bajar al comedor donde la esperaba Yeimy ya se