Alexandra Guzmán —¿Estás segura de que estaremos bien? No me convence para nada tú idea de ir a ese sitio. ¿Sabes cuántos accidentes pasan en esas cosas? —mencioné mirando seriamente a Raquel, ella estaba empecinada en acompañar a su novio a ese lugar. —Tranquila, Alex… iremos con Leandro, él no dejará que nada malo nos pase. —mencionó ella alegremente—. Además, ¿Dónde está esa nueva versión de Alexandra que no se deja ver, al parecer fue cosa de solo un día? ─inquirió con un tono tentativo, quería que lo hiciera y me estaba provocando. ─Solo lo haré por ti, Raquel. Espero que ese tal Leandro sepa cuidar de ti y que no nos meta en problemas. ─agregué mientras la miraba de reojo. Entré al baño y me puse un jeans algo rasgado y un top color crema. ─Hará frío, Alex… será mejor que busques una chaqueta. ─mencionó mi mejor amiga mirando mi armario─. Aquí tienes una chaqueta que parece abrigadora. ─dijo nuevamente. La miré y negué inmediatamente, era la chaqueta de Greco… después de lo
Greco Morelli Ver a Alexandra debajo de otro hombre se sintió cómo si estuviesen golpeándome y luego cuando la vi negándose entendí que las cosas no estaban bien. Sentí deseos de acabar con el maldito de Gabriel. No me detuve en pensar cómo se encontraba ella hasta que me separaron del cuerpo casi sin vida de Gabriel, ese malnacido lo merecía. Salí a buscar a Alexandra, pero no contestó, enloquecí buscando alrededor de ese lugar, gritando su nombre sin obtener una respuesta. ¡Maldita sea, Alexandra, soy yo! ¡Jamás te lastimaría! —Pensé en ese momento. Luego de irnos del sitio de las carreras la llevé a su casa, intenté varias veces hablarle, pero no lo hice, tenía miedo de que me rechazase y lo comprobé cuando traté de acariciar su mejilla… Enloquecí cuando preguntó por qué siempre le pasaban las cosas malas, pude ver el alivio en sus ojos cuando me vio aparecer y sacarla de aquel hueco, ¿Cómo decirle que tampoco era algo bueno que me acercase a ella? Estoy confundido, mis pensam
Alexandra Guzmán ─Está bien, no hay problema en eso. Me gusta la pizza. ─mencioné sonriendo tímidamente. Él también lo hizo, o al menos trató, se relajó un poco. Sirvió algo de vino en dos copas y me tendió una. Bebí un sorbo y luego me quedé pensando en lo que había dicho─. ¿A qué te refieres con eso de qué no sé lo que provoco en los hombres? ─pregunté aún con la duda en mi cabeza. Greco terminó ahogándose con el vino que había bebido, me levanté rápidamente para tratar de ayudarlo, pero no me dejó hacerlo, se levantó rápidamente y se fue al lavabo. ─Greco. ─susurré a sus espaldas apoyada en la puerta─. Quiero saber. ─Tenías una relación de años, Alexandra. Y no sabes lo que provocas en un hombre, ¿Cómo es eso posible? ─preguntó de pronto, mis mejillas se enrojecieron, no sé si era la vergüenza o la pena que tomaba partida de aquellas palabras─. Quiero creer que estás jugando conmigo y si es así déjame decirte que estás ganando, me estás tentando. ─comentó mirándome directamente
Greco Morelli ¿Qué había pasado? ¿Qué había hecho? ¿Por qué dejé que las cosas llegasen tan lejos? En otro momento quizás hubiese estado contento con la idea de llevarme a Alexandra a la cama, pero ahora… hoy no sabía que pensar, ella había pasado por un mal momento y aunque el ambiente entre ambos anunciaba que esto tarde o temprano pasaría no debía ser así, no de esta manera. No tenía por qué sentirme mal. La mujer que duerme a mi lado me confunde a tal punto en el que es complicado distinguir de lo que en verdad deseo o lo que debo hacer. Debo conseguir la venganza que le prometí a mi padre en su lecho de muerte, acabar con la vida del hombre que tanto daño me ha hecho desde que apenas soy un niño… y es que ningún niño debe perder a su madre. ─Humm ─susurró Alexandra a mi lado, se removió en la cama cómo si tuviese algún tipo de pesadilla, me acomodé cómo pude a su lado y luego la abracé acariciando su cabello para, de alguna forma, poder tranquilizarla. Pareció funcionar, al me
Alexandra Guzmán. Cuando desperté lo primero que hice fue buscar a Greco en la cama y sí, había cumplido su promesa, seguía durmiendo a mi lado. Luego pensé en lo que habíamos hecho, ¿Cómo llegué a eso? Pues obvio, él no era Dante, en todo momento me incitó a probar más allá de mis límites y lo había logrado. Me levanté de la cama entrando en el baño para ducharme, supuse que mi pantalón y ropa interior ya estaría lista para volver a usarla, sin embargo, cuando salí simplemente me puse la camisa que me había entregado Greco, la humedad de mi cabello dejaba caer las gotas en ella provocando que se me pegara un poco al cuerpo. Él ya no estaba, seguramente el ruido de la ducha lo había despertado. Salí de la habitación para buscarlo, había dos platos llenos con comida que seguramente él había mandado a pedir igual que anoche, sonreí, pero no lo encontraba en ningún lado, ¿Dónde estarías, Greco? Me pregunté a mí misma. ─Alexandra. ─susurró entrando a la cocina desde una puerta cercana
Greco Morelli. ¿En qué pensaba? No estaba nada bien que intentase jugar con los sentimientos de Alexandra de esa manera, sé perfectamente que tarde o temprano terminaré dañándola, dejándola sola, porque no me considero una persona ligada a una atadura cómo lo es una relación, mi trabajo tampoco es el ideal y solo seguiría poniendo en peligro a cualquier persona que se acercase a mí con intenciones de formalizar una relación conmigo. ─¿Estás seguro de eso? ─preguntó mirándome con anhelo, ¿Qué decir ante eso? Deseaba que se quedase. Después de lo que habíamos hecho no quería alejarme de ella, es cómo si tuviese alguna clase de magnetismo que me acercase tanto a ella. ─Muy seguro, Alexandra. ─respondí tomando su mano─. Pero, tomémonos esto con calma. Hablo enserio cuando digo que no quiero lastimarte ni ilusionarte, lo qué pasó entre nosotros no significa que tengamos algo formal… espero que me entiendas. ─Eres confuso, Greco. ─dijo ella mirando mis ojos con cautela, trató de tomar mi
Alexandra Guzmán. No podía creer que Dante siguiese haciéndome escándalo, quedamos en que les diría a sus padres lo de su homosexualidad, pero aquí seguimos, irán a visitarme a casa para que pongamos una fecha específica para la boda. ─No, Dante, no quiero seguir con esto, creo que ya me has hecho bastante daño cómo para seguir reviviendo una y otra vez la herida. ─mencioné al teléfono, luego de que hablé con Raquel me entró una llamada de mi ex y contesté más que nada imaginando que él ya sabía que anoche me había desaparecido. ─Por favor, Alex, hazlo por todo lo que vivimos. ─mencionó el hombre del otro lado de la línea. ─Todo lo que vivimos fueron mentiras, Dante. Siempre me hiciste creer que todo era mi culpa, ¡Vivía disculpándome por mis acciones y por decirte cómo me sentía! Cuando en realidad eras tú el que no estaba conforme y no era sincero en nuestra relación. ─respondí─. Mira, te ayudaré, pero me deberás una muy grande, enserio. ─agregué. ─Está bien. Te lo agradezco, A
Greco Morelli ─Creí que no llegarías. ─comentó Gianna mirándome con cierto recelo apenas entré en la que era nuestra casa─. Estaba preocupada. ─¿Tú preocupada? Eso es nuevo. ─mencioné de mala gana, volví a mi vida, a mi verdadera vida─. Suelo desaparecer y nunca te has molestado en preocuparte por mí, ¿Por qué el cambio? ─Siempre avisas o compartes tus planes conmigo, tesoro. ─dijo sonriendo maliciosamente y acercándose a mí para besar mis labios, dejé que lo hiciera─. Te ves muy estresado, ¿Quieres ayuda con eso? ─preguntó enarcando una ceja. Luego vi a Rafael bajando las escaleras sin camisa, apenas me vio su cara palideció de terror. ─Creo que ya estabas ayudando a alguien más con su estrés, tesoro. ─respondí separándome bruscamente de su agarre y dirigiéndome a mi despacho, me encerré allí pensando en alguna solución para lo que pasaba en Italia y para deshacerme del bastardo de Gabriel. Tomé mi teléfono e intenté comunicarme con Leandro, ya debería tener algún tipo de informa