Alexandra Guzmán ─Está bien, no hay problema en eso. Me gusta la pizza. ─mencioné sonriendo tímidamente. Él también lo hizo, o al menos trató, se relajó un poco. Sirvió algo de vino en dos copas y me tendió una. Bebí un sorbo y luego me quedé pensando en lo que había dicho─. ¿A qué te refieres con eso de qué no sé lo que provoco en los hombres? ─pregunté aún con la duda en mi cabeza. Greco terminó ahogándose con el vino que había bebido, me levanté rápidamente para tratar de ayudarlo, pero no me dejó hacerlo, se levantó rápidamente y se fue al lavabo. ─Greco. ─susurré a sus espaldas apoyada en la puerta─. Quiero saber. ─Tenías una relación de años, Alexandra. Y no sabes lo que provocas en un hombre, ¿Cómo es eso posible? ─preguntó de pronto, mis mejillas se enrojecieron, no sé si era la vergüenza o la pena que tomaba partida de aquellas palabras─. Quiero creer que estás jugando conmigo y si es así déjame decirte que estás ganando, me estás tentando. ─comentó mirándome directamente
Greco Morelli ¿Qué había pasado? ¿Qué había hecho? ¿Por qué dejé que las cosas llegasen tan lejos? En otro momento quizás hubiese estado contento con la idea de llevarme a Alexandra a la cama, pero ahora… hoy no sabía que pensar, ella había pasado por un mal momento y aunque el ambiente entre ambos anunciaba que esto tarde o temprano pasaría no debía ser así, no de esta manera. No tenía por qué sentirme mal. La mujer que duerme a mi lado me confunde a tal punto en el que es complicado distinguir de lo que en verdad deseo o lo que debo hacer. Debo conseguir la venganza que le prometí a mi padre en su lecho de muerte, acabar con la vida del hombre que tanto daño me ha hecho desde que apenas soy un niño… y es que ningún niño debe perder a su madre. ─Humm ─susurró Alexandra a mi lado, se removió en la cama cómo si tuviese algún tipo de pesadilla, me acomodé cómo pude a su lado y luego la abracé acariciando su cabello para, de alguna forma, poder tranquilizarla. Pareció funcionar, al me
Alexandra Guzmán. Cuando desperté lo primero que hice fue buscar a Greco en la cama y sí, había cumplido su promesa, seguía durmiendo a mi lado. Luego pensé en lo que habíamos hecho, ¿Cómo llegué a eso? Pues obvio, él no era Dante, en todo momento me incitó a probar más allá de mis límites y lo había logrado. Me levanté de la cama entrando en el baño para ducharme, supuse que mi pantalón y ropa interior ya estaría lista para volver a usarla, sin embargo, cuando salí simplemente me puse la camisa que me había entregado Greco, la humedad de mi cabello dejaba caer las gotas en ella provocando que se me pegara un poco al cuerpo. Él ya no estaba, seguramente el ruido de la ducha lo había despertado. Salí de la habitación para buscarlo, había dos platos llenos con comida que seguramente él había mandado a pedir igual que anoche, sonreí, pero no lo encontraba en ningún lado, ¿Dónde estarías, Greco? Me pregunté a mí misma. ─Alexandra. ─susurró entrando a la cocina desde una puerta cercana
Greco Morelli. ¿En qué pensaba? No estaba nada bien que intentase jugar con los sentimientos de Alexandra de esa manera, sé perfectamente que tarde o temprano terminaré dañándola, dejándola sola, porque no me considero una persona ligada a una atadura cómo lo es una relación, mi trabajo tampoco es el ideal y solo seguiría poniendo en peligro a cualquier persona que se acercase a mí con intenciones de formalizar una relación conmigo. ─¿Estás seguro de eso? ─preguntó mirándome con anhelo, ¿Qué decir ante eso? Deseaba que se quedase. Después de lo que habíamos hecho no quería alejarme de ella, es cómo si tuviese alguna clase de magnetismo que me acercase tanto a ella. ─Muy seguro, Alexandra. ─respondí tomando su mano─. Pero, tomémonos esto con calma. Hablo enserio cuando digo que no quiero lastimarte ni ilusionarte, lo qué pasó entre nosotros no significa que tengamos algo formal… espero que me entiendas. ─Eres confuso, Greco. ─dijo ella mirando mis ojos con cautela, trató de tomar mi
Alexandra Guzmán. No podía creer que Dante siguiese haciéndome escándalo, quedamos en que les diría a sus padres lo de su homosexualidad, pero aquí seguimos, irán a visitarme a casa para que pongamos una fecha específica para la boda. ─No, Dante, no quiero seguir con esto, creo que ya me has hecho bastante daño cómo para seguir reviviendo una y otra vez la herida. ─mencioné al teléfono, luego de que hablé con Raquel me entró una llamada de mi ex y contesté más que nada imaginando que él ya sabía que anoche me había desaparecido. ─Por favor, Alex, hazlo por todo lo que vivimos. ─mencionó el hombre del otro lado de la línea. ─Todo lo que vivimos fueron mentiras, Dante. Siempre me hiciste creer que todo era mi culpa, ¡Vivía disculpándome por mis acciones y por decirte cómo me sentía! Cuando en realidad eras tú el que no estaba conforme y no era sincero en nuestra relación. ─respondí─. Mira, te ayudaré, pero me deberás una muy grande, enserio. ─agregué. ─Está bien. Te lo agradezco, A
Greco Morelli ─Creí que no llegarías. ─comentó Gianna mirándome con cierto recelo apenas entré en la que era nuestra casa─. Estaba preocupada. ─¿Tú preocupada? Eso es nuevo. ─mencioné de mala gana, volví a mi vida, a mi verdadera vida─. Suelo desaparecer y nunca te has molestado en preocuparte por mí, ¿Por qué el cambio? ─Siempre avisas o compartes tus planes conmigo, tesoro. ─dijo sonriendo maliciosamente y acercándose a mí para besar mis labios, dejé que lo hiciera─. Te ves muy estresado, ¿Quieres ayuda con eso? ─preguntó enarcando una ceja. Luego vi a Rafael bajando las escaleras sin camisa, apenas me vio su cara palideció de terror. ─Creo que ya estabas ayudando a alguien más con su estrés, tesoro. ─respondí separándome bruscamente de su agarre y dirigiéndome a mi despacho, me encerré allí pensando en alguna solución para lo que pasaba en Italia y para deshacerme del bastardo de Gabriel. Tomé mi teléfono e intenté comunicarme con Leandro, ya debería tener algún tipo de informa
Alexandra Guzmán Salimos del supermercado en dirección al auto, luego nos fuimos al apartamento de Greco, parecía algo tenso, al igual que yo… No sabía por qué, o sí había tomado la decisión correcta. ─Si lo prefieres le hablo a Raquel para quedarme con ella. ─mencioné mientras tomaba la mano de Greco. Él me miró de reojo por algunos segundos y luego entrelazó nuestros dedos con fuerza. ─Quiero que te quedes conmigo, Alexandra. ─dijo, luego de eso aparcó en el estacionamiento del edificio, ¿Cómo habíamos llegado tan rápido? Ni idea, pero no me sorprendía considerando que durante gran parte del camino me quedé pensando en lo que sería de mí ahora. ─¿Estás seguro de lo que dices? ─pregunté tímidamente. Greco asintió y acercó sus labios a los míos, me besó tiernamente y sonrió. ─Si te soy sincero, Alexandra. No, no estoy seguro, creo que nunca me había sentido tan inseguro de algo en mi vida, no sé si esto saldrá bien o no, pero es lo que quiero, tenerte a mi lado estos días. ─mencio
Greco Morelli Desperté junto a Alexandra, ella se encontraba completamente desnuda, me dediqué a admirar su piel queriendo acariciarla, pero lo evitaba, no quería que despertase, al menos no aún. Después de algunos minutos en los que me mantuve embobado mirándola besé sus hombros y me pegué más a ella, abrazándola. Ella se removió al sentir mi cuerpo tan cerca, sin embargo, se acomodó ajustándose perfectamente a mí. ─¿Qué tienes Alexandra? ─pregunté de pronto─. ¿Qué tienes que me enloqueces? ─agregué para mí mismo. Seguí durmiendo sin importar que pronto amaneciese y que debía volver a mi casa, con Gianna, darle la información correspondiente para tratar los asuntos en Italia, entre otras cosas. Cuando los rayos de sol entraron en la habitación entreabrí mis ojos dándome cuenta de que Alexandra no se encontraba a mi lado, sin embargo, una silueta se veía al lado de la ventana. ─No quería despertarte. ─dijo de pronto, enseguida sentí aquella sensación de alivio que solo lograba ex