Alexandra Guzmán Salimos del supermercado en dirección al auto, luego nos fuimos al apartamento de Greco, parecía algo tenso, al igual que yo… No sabía por qué, o sí había tomado la decisión correcta. ─Si lo prefieres le hablo a Raquel para quedarme con ella. ─mencioné mientras tomaba la mano de Greco. Él me miró de reojo por algunos segundos y luego entrelazó nuestros dedos con fuerza. ─Quiero que te quedes conmigo, Alexandra. ─dijo, luego de eso aparcó en el estacionamiento del edificio, ¿Cómo habíamos llegado tan rápido? Ni idea, pero no me sorprendía considerando que durante gran parte del camino me quedé pensando en lo que sería de mí ahora. ─¿Estás seguro de lo que dices? ─pregunté tímidamente. Greco asintió y acercó sus labios a los míos, me besó tiernamente y sonrió. ─Si te soy sincero, Alexandra. No, no estoy seguro, creo que nunca me había sentido tan inseguro de algo en mi vida, no sé si esto saldrá bien o no, pero es lo que quiero, tenerte a mi lado estos días. ─mencio
Greco Morelli Desperté junto a Alexandra, ella se encontraba completamente desnuda, me dediqué a admirar su piel queriendo acariciarla, pero lo evitaba, no quería que despertase, al menos no aún. Después de algunos minutos en los que me mantuve embobado mirándola besé sus hombros y me pegué más a ella, abrazándola. Ella se removió al sentir mi cuerpo tan cerca, sin embargo, se acomodó ajustándose perfectamente a mí. ─¿Qué tienes Alexandra? ─pregunté de pronto─. ¿Qué tienes que me enloqueces? ─agregué para mí mismo. Seguí durmiendo sin importar que pronto amaneciese y que debía volver a mi casa, con Gianna, darle la información correspondiente para tratar los asuntos en Italia, entre otras cosas. Cuando los rayos de sol entraron en la habitación entreabrí mis ojos dándome cuenta de que Alexandra no se encontraba a mi lado, sin embargo, una silueta se veía al lado de la ventana. ─No quería despertarte. ─dijo de pronto, enseguida sentí aquella sensación de alivio que solo lograba ex
Alexandra Guzmán─Sinceramente quería preguntarte tu opinión, Raquel. ¿Crees que estoy bien quedándome en la casa de Greco? ─pregunté de pronto mirando a mi mejor amiga.Nos habíamos sentado en el sofá a conversar mientras su novio resolvía sus asuntos con Greco…─Pues sí es lo que te hace feliz, Alexandra… no creo que tenga nada de malo o que necesites la aprobación de alguien, ya estamos bastantes grandecitas, ¿No? ─preguntó ella.─No sé por qué siento que viene un “pero”, luego de eso. ─susurré mirando a mi amiga.─Sí… ─dijo ella algo desconfiada─. Sabes que nunca hago esto, es más, siempre eres tú quién me advierte de estas cosas, pero no te lo tomes muy enserio, al menos no aún. No quiero que ese idiota te lastime. ─agregó sonriendo.─Me ha dicho que no tiene intención de lastimarme, Raquel. ─mencioné tratando de defender a Greco.─Es instintivo en los hombres lastimar a las mujeres que más los aman, más aún a las mujeres que se entregan por completo cómo tú… no es cosa de que qu
Greco Morelli Cuando me di cuenta de que Alexandra se había dormido entre mis brazos una sensación extraña me llenó el cuerpo, ¿Tranquilidad? ¿Paz? No lo sabía, pero por unos minutos todo parecía mejor, todo lo que alguna vez vi cómo correcto había desaparecido y por una breve cantidad de minutos solo éramos ella y yo.Eso es lo que ella provoca en mí. Algo que ni siquiera puedo explicar, pero que necesito. Tal vez no estoy tan equivocado al decir que ella puede ser la luz dentro de toda mi oscuridad y me aterra solo imaginármelo, porque puedo terminar consumiéndola, podemos perdernos durante el camino y no sé si soportaría perder a otra persona importante en mi vida.Me levanté del sofá y la tomé entre mis brazos, caminé con ella hasta la habitación y la arropé cómo si se tratase de lo más preciado que tengo en la vida y, es que, de alguna manera, lo es.─Te quiero. ─susurré mientras depositaba un beso en su frente, ella se removió en la cama y decidí que era mejor dejarla descansar
Alexandra Guzmán ─No quiero, pero bien que tienes las llaves y puedes hacerlo cuando se te plazca, de cualquier modo, este apartamento es tuyo. Dependo de ti y se siente una mierda hacerlo en este momento. ─dije mientras las lágrimas inundaban mis ojos nublándome la visión.Nunca imaginé que Greco fuese a decirme algo cómo aquello, sus palabras fueron un arma de doble filo por donde se le mirase, sentí que todo mi cuerpo temblaba y solo pude pensar en una cosa; no estar embarazada.Por la mañana aproveché que el hombre no se encontraba por aquí para salir a la farmacia más cercana y comprarme algunas pruebas de embarazo, ahora mismo los usaría para salir de toda duda, llevo casi un mes sin que me baje y siempre he sido irregular, no me preocuparía si realmente estuviese usando algún método anticonceptivo.Abrí un poco la puerta solo para asegurarme de que Greco no siguiese allí. Me dirigí al baño y me hice cada una de las pruebas, las dejé en el baño mientras salía nuevamente a la ha
Dos semanas después. Greco Morelli ─¿Estás seguro de que debes ir tan formal? ─preguntó Alexandra mirándome desde la puerta del baño solo con una toalla cubriendo su cuerpo.─Has dicho que debemos causar una buena impresión, ¿No? ─respondí─. No quiero que tu padre piense que solo quiero aprovecharme de ti. ─agregué sintiendo cómo mi estómago se revolvía al referirme al hombre que acabó con mi infancia y con mi vida.─Está bien, ¿También es necesario que yo me vista así de formal y elegante? ─preguntó sonriendo de forma burlona. Me acerqué a ella correspondiendo a su sonrisa, a veces no podía con ella y su ternura contagiosa.─Pensar que detrás de todo ese rostro angelical de niña buena se esconde una mujer con pensamientos libidinosos y lascivos. ─susurré cerca de su oreja provocando que su piel se erizase y que un jadeo saliera de su boca cuando besé su hombro─. Podríamos quedarnos en casa, Alexandra.─Hemos dado nuestra palabra de ir. ─susurró ella en negativa.─Yo no lo he hecho.
Alexandra Guzmán. Las manos de Greco me sujetaban firme de la cintura mientras me hacía dar pasos hacia atrás, pegándome contra la pared, sin dejar de besarme, sonreí cuando nos separamos por falta de aire, él también lo hizo y aquel gesto solo me dio ánimos para seguir besándolo. Me tomó en brazos y abracé su cintura con mis piernas, mi espalda chocaba con la pared y sus manos me sujetaban los glúteos, no sé cómo explicar las sensaciones que Greco me hace sentir, pero simplemente no quisiese parar. ─¿Estás segura? ─preguntó con voz ronca provocando que mi cuerpo siguiera encendiéndose─. Estamos en casa de tus padres, Alexandra. ─agregó. ─¿Eso es un problema para ti? ─pregunté con curiosidad mientras volvía a besar sus labios, esta vez, mordiéndolo. ─Sabes que no. ─respondió acercando su mano hasta mi entrepierna─. Umm, húmeda y lista para recibirme. ─agregó provocando que mi cuerpo se estremeciese. ─Sí. ─jadeé sonriendo mientras Greco enterraba su cabeza en mi cuello, besando,
Greco Morelli.Doce días. Han pasado doce días desde que tengo que convencer a Alexandra de que no pasa nada.Aquella noche me llamó Leandro y para variar, tenía problemas, lo que no pensé es que uno de nuestros cargamentos de armas no había llegado a destino, se suponía que Gianna tenía que enviarlo desde Italia, había gente que lo esperaba y mucho dinero de por medio.Recuerdo─¿Qué pasa, diavolo italiano? ─mencionó uno de los hombres encargados de recibir el cargamento─. La carga debía estar hoy en puerto. ─Dile a tu jefe que averiguaré lo que pasa. ─dije antes de tener un arma apuntándome a la cabeza, claro que mis hombres también sacaron las suyas. De las sombras apareció un hombre con un sombrero, se trataba de uno de los jefes de la mafia tailandesa, ellos esperaban la carga para volver a tomar su puesto en las naciones unidas. ─Creo que no has entendido bien a mi hijo, la carga debía estar aquí hoy. ─agregó el viejo. Estos hombres se hacían conocer por la rectitud de sus n