Alexandra Guzmán. Las manos de Greco me sujetaban firme de la cintura mientras me hacía dar pasos hacia atrás, pegándome contra la pared, sin dejar de besarme, sonreí cuando nos separamos por falta de aire, él también lo hizo y aquel gesto solo me dio ánimos para seguir besándolo. Me tomó en brazos y abracé su cintura con mis piernas, mi espalda chocaba con la pared y sus manos me sujetaban los glúteos, no sé cómo explicar las sensaciones que Greco me hace sentir, pero simplemente no quisiese parar. ─¿Estás segura? ─preguntó con voz ronca provocando que mi cuerpo siguiera encendiéndose─. Estamos en casa de tus padres, Alexandra. ─agregó. ─¿Eso es un problema para ti? ─pregunté con curiosidad mientras volvía a besar sus labios, esta vez, mordiéndolo. ─Sabes que no. ─respondió acercando su mano hasta mi entrepierna─. Umm, húmeda y lista para recibirme. ─agregó provocando que mi cuerpo se estremeciese. ─Sí. ─jadeé sonriendo mientras Greco enterraba su cabeza en mi cuello, besando,
Greco Morelli.Doce días. Han pasado doce días desde que tengo que convencer a Alexandra de que no pasa nada.Aquella noche me llamó Leandro y para variar, tenía problemas, lo que no pensé es que uno de nuestros cargamentos de armas no había llegado a destino, se suponía que Gianna tenía que enviarlo desde Italia, había gente que lo esperaba y mucho dinero de por medio.Recuerdo─¿Qué pasa, diavolo italiano? ─mencionó uno de los hombres encargados de recibir el cargamento─. La carga debía estar hoy en puerto. ─Dile a tu jefe que averiguaré lo que pasa. ─dije antes de tener un arma apuntándome a la cabeza, claro que mis hombres también sacaron las suyas. De las sombras apareció un hombre con un sombrero, se trataba de uno de los jefes de la mafia tailandesa, ellos esperaban la carga para volver a tomar su puesto en las naciones unidas. ─Creo que no has entendido bien a mi hijo, la carga debía estar aquí hoy. ─agregó el viejo. Estos hombres se hacían conocer por la rectitud de sus n
Alexandra Guzmán. Ha pasado cerca de medio año desde que estoy viviendo con Greco, pero las cosas últimamente parecen salírseme de las manos, por las noches él se va y a veces vuelve hasta altas horas de la madrugada, siempre que trato de preguntar por qué se va me esquiva la pregunta o me responde que debe atender asuntos urgentes de su trabajo, asuntos que no puede resolver desde su despacho.Eso más la universidad y mis padres consumía mis días y terminaba agotada… digamos que la última vez que fui a casa de mis padres junto a Greco las cosas se salieron de control gracias a un comentario de mi padre y una respuesta de mi novio, desde ese día solamente había vuelto sola a visitarlos.Recuerdo. ─Alexandra, querida. ¿Cuándo volverás a casa de tus padres? ─preguntó papá mirándome. ─Creí que eso lo habíamos hablado antes, Esteban. ─murmuró Greco. ─Claro que lo hablamos, pero no veo ningún interés de tu parte en comprometerte con nuestra hija. ─mencionó el hombre dirigiéndose esta v
Greco MorelliSentado en la oscuridad con un maldito vaso de whiskey en la mano derecha descubrí que la única mujer que he amado en mi vida jamás volvería a estar conmigo. La imagen de su mirada rota, vacía y llena de lágrimas me estaba atormentando hace ya dos noches, su llanto retumbaba en mi cabeza, culpándome, avergonzándome.El vaso cayó de mi mano y se rompió regando cristales y liquido por el piso del despacho, me levanté para tomar la botella y salir a la pequeña sala de estar del departamento. A pesar de que se había ido de mi lado, su aroma estaba intacto en el sofá.Encendí el televisor y puse aquella serie del mafioso que se queda con la chica a pesar de todo el sufrimiento que ella pasó por su culpa, sonreí irónicamente, casi era la misma historia de Alexandra y yo, solo que, en mi caso, la chica no era una estúpida y jamás regresaría a mi lado.Recuerdo. Desperté en la silla de mi escritorio, en el sofá de la habitación había una mujer semidesnuda, las prendas de su rop
Alexandra Guzmán─Te lo dije, Alexandra. No importa cuánto los ames o cuánto prometan no lastimarte, es la naturaleza del ser humano dañar a las personas que nos quieren. ─mencionó Raquel mirándome con aquel rostro de; te lo dije.─Yo nunca pensé lastimarlo. ─mencioné─. Y ahora tendré que volver a casa de mis padres, cómo una tonta y esperar que me den aquel sermón, el mismo que tú me estás dando ahora. ─agregué sin dejar de sonreír.─Puedes quedarte conmigo si lo prefieres, hasta que estés lista para dar el siguiente paso. ─mencionó ella sonriéndome─. Ahora será mejor que no pienses en lo que pasó hoy. ─agregó.─¿Qué no piense en ello? ¡Me engañó en nuestra propia casa! ¡Y no dije nada al respecto! ─grité en el auto.─¿Qué deberías haber dicho? Por lo que me cuentas, actuaste digna de tu nivel. ─mencionó ella mirándome de reojo mientras seguía conduciendo y aparcaba frente a su casa.─Debería volver y golpearlo por lo que dijo, por lo que hizo y por lo que no. ─mencioné, por alguna r
Greco Morelli. Dos meses estando a la deriva por culpa de su ausencia, dos meses en los que me he metido en una cueva de mierda sin poder salir, no recibo llamadas, no recibo visitas, dejó de importarme todo lo que antes era mi vida.La única persona que tenía el permiso de entrar a mi despacho y no ser asesinado ahí mismo era Leandro, venía a informarme sobre Alexandra o traerme trabajo, según él, tener mi mente ocupada me ayudaría a olvidarla más rápido, pero lo que no entiende es que no podré hacerlo.Mi viaje a Italia se suspendió hasta nuevo aviso y ahora solo me importaba tener a la única mujer que he amado a salvo. Recibí amenazas de los tailandeses y no quería que pasaran por sobre Alexandra, en parte, por eso decidí mantenerme alejado de ella, de no ser por ello viviría de rodillas frente a ella con tal de que me perdone.Pero no solos los tailandeses están al acecho, sino que, también Gabriel está pisando los talones de mi dulce Alexandra y ella es tan ingenua que no es cap
Alexandra Guzmán. ─Esta noche te irás conmigo, cariño. ─mencionó Greco, la expresión en su rostro era delirante, parecía haber perdido el control por completo de su propio cuerpo y estaba actuando por inercia.─No deberías estar aquí, Greco. De hecho, no debería tampoco estar contigo. ─mencioné en respuesta mientras lo miraba y trataba de poner una mano sobre su mejilla. Hace poco más de dos meses que no lo veía y las malditas mariposas en mi estómago seguían presentes.─No veo que quieras irte, Alexandra. ─dijo aparcando el coche en una zona algo oscura, pero ya lejos del sitio de las carreras─. ¿Por qué? ─preguntó─. ¿Por qué él?─No tendríamos que hablar de esto, Greco. No nos hará bien a ninguno de los dos y… ─traté de decir, pero me interrumpió.─¡Dime por qué maldita sea tienes que estar con él! ─gritó saliéndose de su propio autocontrol, su pecho subía y bajaba con furia, sentí miedo, no por mí, por él… estaba pisando terreno al que nunca se había enfrentado antes.─Greco… él m
Greco MorelliDesperté con miedo… con miedo a abrir los ojos y no encontrarla a mi lado. Hace muchas noches no era siquiera capaz de conciliar el sueño, no podía mantenerme dormido más que un par de horas incluso había noches en las que podía cerrar los ojos solo por escasos minutos y, no lo sé, volver a dormir con ella, con Alexandra, era cómo beber agua en medio del desierto, ella es mi salvación.Me removí en la cama para encontrarme con ella, con los ojos aún cerrados, la abracé con fuerza contra mi cuerpo. Ella pareció aceptarme y sentí cómo el calor de su cuerpo me contagiaba, o quizás, ambos nos entregábamos lo que tanto estuvimos necesitando durante el tiempo que nos mantuvimos separados; tranquilidad.─Creo que debería irme, todos estarán preocupados por mí. ─mencionó ella abrazándose aún más a mi agarre.─Solo quiero quedarme un momento más así, contigo. ─susurré sintiendo el aroma de su cabello.¿Cómo nos podemos volver tan jodidamente adictos a la fragancia de la persona q