Greco MorelliSentado en la oscuridad con un maldito vaso de whiskey en la mano derecha descubrí que la única mujer que he amado en mi vida jamás volvería a estar conmigo. La imagen de su mirada rota, vacía y llena de lágrimas me estaba atormentando hace ya dos noches, su llanto retumbaba en mi cabeza, culpándome, avergonzándome.El vaso cayó de mi mano y se rompió regando cristales y liquido por el piso del despacho, me levanté para tomar la botella y salir a la pequeña sala de estar del departamento. A pesar de que se había ido de mi lado, su aroma estaba intacto en el sofá.Encendí el televisor y puse aquella serie del mafioso que se queda con la chica a pesar de todo el sufrimiento que ella pasó por su culpa, sonreí irónicamente, casi era la misma historia de Alexandra y yo, solo que, en mi caso, la chica no era una estúpida y jamás regresaría a mi lado.Recuerdo. Desperté en la silla de mi escritorio, en el sofá de la habitación había una mujer semidesnuda, las prendas de su rop
Alexandra Guzmán─Te lo dije, Alexandra. No importa cuánto los ames o cuánto prometan no lastimarte, es la naturaleza del ser humano dañar a las personas que nos quieren. ─mencionó Raquel mirándome con aquel rostro de; te lo dije.─Yo nunca pensé lastimarlo. ─mencioné─. Y ahora tendré que volver a casa de mis padres, cómo una tonta y esperar que me den aquel sermón, el mismo que tú me estás dando ahora. ─agregué sin dejar de sonreír.─Puedes quedarte conmigo si lo prefieres, hasta que estés lista para dar el siguiente paso. ─mencionó ella sonriéndome─. Ahora será mejor que no pienses en lo que pasó hoy. ─agregó.─¿Qué no piense en ello? ¡Me engañó en nuestra propia casa! ¡Y no dije nada al respecto! ─grité en el auto.─¿Qué deberías haber dicho? Por lo que me cuentas, actuaste digna de tu nivel. ─mencionó ella mirándome de reojo mientras seguía conduciendo y aparcaba frente a su casa.─Debería volver y golpearlo por lo que dijo, por lo que hizo y por lo que no. ─mencioné, por alguna r
Greco Morelli. Dos meses estando a la deriva por culpa de su ausencia, dos meses en los que me he metido en una cueva de mierda sin poder salir, no recibo llamadas, no recibo visitas, dejó de importarme todo lo que antes era mi vida.La única persona que tenía el permiso de entrar a mi despacho y no ser asesinado ahí mismo era Leandro, venía a informarme sobre Alexandra o traerme trabajo, según él, tener mi mente ocupada me ayudaría a olvidarla más rápido, pero lo que no entiende es que no podré hacerlo.Mi viaje a Italia se suspendió hasta nuevo aviso y ahora solo me importaba tener a la única mujer que he amado a salvo. Recibí amenazas de los tailandeses y no quería que pasaran por sobre Alexandra, en parte, por eso decidí mantenerme alejado de ella, de no ser por ello viviría de rodillas frente a ella con tal de que me perdone.Pero no solos los tailandeses están al acecho, sino que, también Gabriel está pisando los talones de mi dulce Alexandra y ella es tan ingenua que no es cap
Alexandra Guzmán. ─Esta noche te irás conmigo, cariño. ─mencionó Greco, la expresión en su rostro era delirante, parecía haber perdido el control por completo de su propio cuerpo y estaba actuando por inercia.─No deberías estar aquí, Greco. De hecho, no debería tampoco estar contigo. ─mencioné en respuesta mientras lo miraba y trataba de poner una mano sobre su mejilla. Hace poco más de dos meses que no lo veía y las malditas mariposas en mi estómago seguían presentes.─No veo que quieras irte, Alexandra. ─dijo aparcando el coche en una zona algo oscura, pero ya lejos del sitio de las carreras─. ¿Por qué? ─preguntó─. ¿Por qué él?─No tendríamos que hablar de esto, Greco. No nos hará bien a ninguno de los dos y… ─traté de decir, pero me interrumpió.─¡Dime por qué maldita sea tienes que estar con él! ─gritó saliéndose de su propio autocontrol, su pecho subía y bajaba con furia, sentí miedo, no por mí, por él… estaba pisando terreno al que nunca se había enfrentado antes.─Greco… él m
Greco MorelliDesperté con miedo… con miedo a abrir los ojos y no encontrarla a mi lado. Hace muchas noches no era siquiera capaz de conciliar el sueño, no podía mantenerme dormido más que un par de horas incluso había noches en las que podía cerrar los ojos solo por escasos minutos y, no lo sé, volver a dormir con ella, con Alexandra, era cómo beber agua en medio del desierto, ella es mi salvación.Me removí en la cama para encontrarme con ella, con los ojos aún cerrados, la abracé con fuerza contra mi cuerpo. Ella pareció aceptarme y sentí cómo el calor de su cuerpo me contagiaba, o quizás, ambos nos entregábamos lo que tanto estuvimos necesitando durante el tiempo que nos mantuvimos separados; tranquilidad.─Creo que debería irme, todos estarán preocupados por mí. ─mencionó ella abrazándose aún más a mi agarre.─Solo quiero quedarme un momento más así, contigo. ─susurré sintiendo el aroma de su cabello.¿Cómo nos podemos volver tan jodidamente adictos a la fragancia de la persona q
Alexandra Guzmán─¿Qué está pasando aquí? ─preguntó Greco mirándome y luego mirando a Gabriel. Vi sus ojos y en ellos no se encontraba ni siquiera una pizca del hombre que conocía, todos sus sentimientos estaban arrastrándose por los sentimientos más rastreros de la humanidad─. Creí que había sido lo suficientemente claro contigo cuando te dije que no te quería cerca de mi chica, rata. ─mencionó refiriéndose a Gabriel y dolía… dolía verlo convertido en algo tan ruin y miserable.─Greco… creo que deberías irte y… ─traté de decir, pero rápidamente fui interrumpida por sus palabras, no sabía que estaba pasando por la mente de él en este momento, pero seguramente no sería nada bueno.─Y nada, te vienes conmigo ahora. ─mencionó sin siquiera mirarme a los ojos, su expresión era tosca, ruda. Nunca lo había visto así, ni siquiera la noche que llegué tarde a casa luego de verme con Gabriel, ni la noche de las carreras.─No dejaré que te la lleves de nuevo, Morelli. ─mencionó Gabriel poniéndose
Greco Morelli. Desperté aturdido, la necesidad de agua me estaba volviendo l0co, mi garganta sedienta parecía secar todo desde mi lengua hasta la tráquea, pero eso no me evitó la sonrisa que se me formó cuando vi el cuerpo desnudo de Alexandra a mi lado. ¿Qué he hecho? ─pensé cuando me bebía algunos cuantos vasos de agua. La mujer que amo se encuentra en mi cama, desnuda, después de haber tenido una noche llena de pasión, lo cual en otro momento hubiese agradecido con locura, pero ahora… ahora se sentía incorrecto. La manera de comportarme durante la tarde, cómo me miró con sus ojos llenos del único sentimiento que nunca he querido despertar en ella; miedo. ¿Cómo vivir con eso? ¿Cómo dormir con ella sabiendo que me teme? Mi necesidad por ella aumenta cada día y si no logro poder controlar lo que siento podría perderla, es la única verdad. En este momento la tengo conmigo dispuesta a enfrentar cada uno de mis malditos traumas, eso lo sé, pero no podría vivir conmigo mismo si mi os
Alexandra GuzmánDesperté cuando la luz del sol se abrió paso por la habitación, suspiré aún adormilada y estiré un brazo tratando de alcanzar a Greco, cosa que no logré. ─¿Amor? ─pregunté, en un inicio no me sorprendió no obtener respuesta, seguramente se encontraba en la cocina o en el baño aseándose, pero con el pasar de los minutos comencé a alarmarme.Él te diría si tuviese que ir a trabajar. ─mencionó mi subconsciente, me abracé a mí misma cuando me senté sobre la cama. ¿Dónde pudo ir? Me pregunté nuevamente.De pronto, mientras mis pensamientos divagan a diferentes recuerdos, el sonido de la puerta me alertó. Cubrí mi cuerpo con una polera oscura que pertenecía a mi chico y me dispuse a caminar cuando nuevamente escuché el llamado.Esperaba que fuese Greco, pero no. Era un repartidor de comida, dijo que la orden se había pedido en la madrugada y que estaba todo pagado, incluso la propina, seguramente fue obra de mi chico y no pude evitar sonreír, tomé las cosas, me despedí del