Greco Morelli. Dos meses estando a la deriva por culpa de su ausencia, dos meses en los que me he metido en una cueva de mierda sin poder salir, no recibo llamadas, no recibo visitas, dejó de importarme todo lo que antes era mi vida.La única persona que tenía el permiso de entrar a mi despacho y no ser asesinado ahí mismo era Leandro, venía a informarme sobre Alexandra o traerme trabajo, según él, tener mi mente ocupada me ayudaría a olvidarla más rápido, pero lo que no entiende es que no podré hacerlo.Mi viaje a Italia se suspendió hasta nuevo aviso y ahora solo me importaba tener a la única mujer que he amado a salvo. Recibí amenazas de los tailandeses y no quería que pasaran por sobre Alexandra, en parte, por eso decidí mantenerme alejado de ella, de no ser por ello viviría de rodillas frente a ella con tal de que me perdone.Pero no solos los tailandeses están al acecho, sino que, también Gabriel está pisando los talones de mi dulce Alexandra y ella es tan ingenua que no es cap
Alexandra Guzmán. ─Esta noche te irás conmigo, cariño. ─mencionó Greco, la expresión en su rostro era delirante, parecía haber perdido el control por completo de su propio cuerpo y estaba actuando por inercia.─No deberías estar aquí, Greco. De hecho, no debería tampoco estar contigo. ─mencioné en respuesta mientras lo miraba y trataba de poner una mano sobre su mejilla. Hace poco más de dos meses que no lo veía y las malditas mariposas en mi estómago seguían presentes.─No veo que quieras irte, Alexandra. ─dijo aparcando el coche en una zona algo oscura, pero ya lejos del sitio de las carreras─. ¿Por qué? ─preguntó─. ¿Por qué él?─No tendríamos que hablar de esto, Greco. No nos hará bien a ninguno de los dos y… ─traté de decir, pero me interrumpió.─¡Dime por qué maldita sea tienes que estar con él! ─gritó saliéndose de su propio autocontrol, su pecho subía y bajaba con furia, sentí miedo, no por mí, por él… estaba pisando terreno al que nunca se había enfrentado antes.─Greco… él m
Greco MorelliDesperté con miedo… con miedo a abrir los ojos y no encontrarla a mi lado. Hace muchas noches no era siquiera capaz de conciliar el sueño, no podía mantenerme dormido más que un par de horas incluso había noches en las que podía cerrar los ojos solo por escasos minutos y, no lo sé, volver a dormir con ella, con Alexandra, era cómo beber agua en medio del desierto, ella es mi salvación.Me removí en la cama para encontrarme con ella, con los ojos aún cerrados, la abracé con fuerza contra mi cuerpo. Ella pareció aceptarme y sentí cómo el calor de su cuerpo me contagiaba, o quizás, ambos nos entregábamos lo que tanto estuvimos necesitando durante el tiempo que nos mantuvimos separados; tranquilidad.─Creo que debería irme, todos estarán preocupados por mí. ─mencionó ella abrazándose aún más a mi agarre.─Solo quiero quedarme un momento más así, contigo. ─susurré sintiendo el aroma de su cabello.¿Cómo nos podemos volver tan jodidamente adictos a la fragancia de la persona q
Alexandra Guzmán─¿Qué está pasando aquí? ─preguntó Greco mirándome y luego mirando a Gabriel. Vi sus ojos y en ellos no se encontraba ni siquiera una pizca del hombre que conocía, todos sus sentimientos estaban arrastrándose por los sentimientos más rastreros de la humanidad─. Creí que había sido lo suficientemente claro contigo cuando te dije que no te quería cerca de mi chica, rata. ─mencionó refiriéndose a Gabriel y dolía… dolía verlo convertido en algo tan ruin y miserable.─Greco… creo que deberías irte y… ─traté de decir, pero rápidamente fui interrumpida por sus palabras, no sabía que estaba pasando por la mente de él en este momento, pero seguramente no sería nada bueno.─Y nada, te vienes conmigo ahora. ─mencionó sin siquiera mirarme a los ojos, su expresión era tosca, ruda. Nunca lo había visto así, ni siquiera la noche que llegué tarde a casa luego de verme con Gabriel, ni la noche de las carreras.─No dejaré que te la lleves de nuevo, Morelli. ─mencionó Gabriel poniéndose
Greco Morelli. Desperté aturdido, la necesidad de agua me estaba volviendo l0co, mi garganta sedienta parecía secar todo desde mi lengua hasta la tráquea, pero eso no me evitó la sonrisa que se me formó cuando vi el cuerpo desnudo de Alexandra a mi lado. ¿Qué he hecho? ─pensé cuando me bebía algunos cuantos vasos de agua. La mujer que amo se encuentra en mi cama, desnuda, después de haber tenido una noche llena de pasión, lo cual en otro momento hubiese agradecido con locura, pero ahora… ahora se sentía incorrecto. La manera de comportarme durante la tarde, cómo me miró con sus ojos llenos del único sentimiento que nunca he querido despertar en ella; miedo. ¿Cómo vivir con eso? ¿Cómo dormir con ella sabiendo que me teme? Mi necesidad por ella aumenta cada día y si no logro poder controlar lo que siento podría perderla, es la única verdad. En este momento la tengo conmigo dispuesta a enfrentar cada uno de mis malditos traumas, eso lo sé, pero no podría vivir conmigo mismo si mi os
Alexandra GuzmánDesperté cuando la luz del sol se abrió paso por la habitación, suspiré aún adormilada y estiré un brazo tratando de alcanzar a Greco, cosa que no logré. ─¿Amor? ─pregunté, en un inicio no me sorprendió no obtener respuesta, seguramente se encontraba en la cocina o en el baño aseándose, pero con el pasar de los minutos comencé a alarmarme.Él te diría si tuviese que ir a trabajar. ─mencionó mi subconsciente, me abracé a mí misma cuando me senté sobre la cama. ¿Dónde pudo ir? Me pregunté nuevamente.De pronto, mientras mis pensamientos divagan a diferentes recuerdos, el sonido de la puerta me alertó. Cubrí mi cuerpo con una polera oscura que pertenecía a mi chico y me dispuse a caminar cuando nuevamente escuché el llamado.Esperaba que fuese Greco, pero no. Era un repartidor de comida, dijo que la orden se había pedido en la madrugada y que estaba todo pagado, incluso la propina, seguramente fue obra de mi chico y no pude evitar sonreír, tomé las cosas, me despedí del
─Estás en un hospital, Alexandra. Raquel, Dante y Leandro te trajeron aquí, estabas muy mal… ─mencionó mirándome con preocupación y algo de tristeza.─Solo bebí, Gabriel. No creo que haya sido para tanto. ─mencioné tratando de sonar tranquila.─Sí que lo fue, Alexandra. De hecho, por eso me han llamado… no sé cómo decirlo, es complicado, incluso para mí. ─agregó provocando que un escalofrío me recorriera la espalda.─Solo dímelo. ─mencioné llevando mi mano a la frente, me dolía a horrores la cabeza.─Tuviste una amenaza de aborto, Alexandra… ─dijo soltando las palabras que tenía atorada en la garganta, me quedé congelada, ¿Había escuchado bien? ¿Amenaza de aborto? ¿Cómo podía ser posible si yo no estaba…? ─Alexandra has sido descuidada con tu embarazo, ahora mismo te encuentras con anemia y el alcohol no ha ayudado en nada. ─mencionó con tristeza en su voz, pero de igual forma parecía estar reprendiéndome.─Yo no… yo no puedo. No lo sabía. ─dije en apenas un susurro sintiendo cómo las
Greco Morelli. Recién llegado a Italia.─¡No me puedes hacer esto, Greco! Esto no funciona así. No era el trato de nuestras familias. ─mencionó Gianna cuando le propuse el divorcio, dejándole a ella una gran porción de nuestros negocios, incluso más de los que tenía su padre.─Puede ser que tengas razón, pero el trato era dar un heredero para ambas familias, y perdóname que sea un cabrón en ese sentido, pero no quiero estar contigo, nunca te amé y tú tampoco a mí. ─mencioné mientras miraba directamente a la chica que se encontraba frente a mí. Ella me miraba con desprecio.─Lo siento, cariño. Pero no te daré la satisfacción de ser feliz lejos de mí. ─mencionó ella─. Nuestra unión será para siempre, ¿Cómo crees que el resto de las familias se tomará tu nombre enserio?Ya lo sabes, no está escrita con sangre, pero una de las reglas más importantes en la mafia es no traicionar a la familia.─¿De qué me hablas, Gianna? ─mencioné carcajeándome─. Ninguna puta familia de Italia desconoce lo