Greco Morelli. Desperté aturdido, la necesidad de agua me estaba volviendo l0co, mi garganta sedienta parecía secar todo desde mi lengua hasta la tráquea, pero eso no me evitó la sonrisa que se me formó cuando vi el cuerpo desnudo de Alexandra a mi lado. ¿Qué he hecho? ─pensé cuando me bebía algunos cuantos vasos de agua. La mujer que amo se encuentra en mi cama, desnuda, después de haber tenido una noche llena de pasión, lo cual en otro momento hubiese agradecido con locura, pero ahora… ahora se sentía incorrecto. La manera de comportarme durante la tarde, cómo me miró con sus ojos llenos del único sentimiento que nunca he querido despertar en ella; miedo. ¿Cómo vivir con eso? ¿Cómo dormir con ella sabiendo que me teme? Mi necesidad por ella aumenta cada día y si no logro poder controlar lo que siento podría perderla, es la única verdad. En este momento la tengo conmigo dispuesta a enfrentar cada uno de mis malditos traumas, eso lo sé, pero no podría vivir conmigo mismo si mi os
Alexandra GuzmánDesperté cuando la luz del sol se abrió paso por la habitación, suspiré aún adormilada y estiré un brazo tratando de alcanzar a Greco, cosa que no logré. ─¿Amor? ─pregunté, en un inicio no me sorprendió no obtener respuesta, seguramente se encontraba en la cocina o en el baño aseándose, pero con el pasar de los minutos comencé a alarmarme.Él te diría si tuviese que ir a trabajar. ─mencionó mi subconsciente, me abracé a mí misma cuando me senté sobre la cama. ¿Dónde pudo ir? Me pregunté nuevamente.De pronto, mientras mis pensamientos divagan a diferentes recuerdos, el sonido de la puerta me alertó. Cubrí mi cuerpo con una polera oscura que pertenecía a mi chico y me dispuse a caminar cuando nuevamente escuché el llamado.Esperaba que fuese Greco, pero no. Era un repartidor de comida, dijo que la orden se había pedido en la madrugada y que estaba todo pagado, incluso la propina, seguramente fue obra de mi chico y no pude evitar sonreír, tomé las cosas, me despedí del
─Estás en un hospital, Alexandra. Raquel, Dante y Leandro te trajeron aquí, estabas muy mal… ─mencionó mirándome con preocupación y algo de tristeza.─Solo bebí, Gabriel. No creo que haya sido para tanto. ─mencioné tratando de sonar tranquila.─Sí que lo fue, Alexandra. De hecho, por eso me han llamado… no sé cómo decirlo, es complicado, incluso para mí. ─agregó provocando que un escalofrío me recorriera la espalda.─Solo dímelo. ─mencioné llevando mi mano a la frente, me dolía a horrores la cabeza.─Tuviste una amenaza de aborto, Alexandra… ─dijo soltando las palabras que tenía atorada en la garganta, me quedé congelada, ¿Había escuchado bien? ¿Amenaza de aborto? ¿Cómo podía ser posible si yo no estaba…? ─Alexandra has sido descuidada con tu embarazo, ahora mismo te encuentras con anemia y el alcohol no ha ayudado en nada. ─mencionó con tristeza en su voz, pero de igual forma parecía estar reprendiéndome.─Yo no… yo no puedo. No lo sabía. ─dije en apenas un susurro sintiendo cómo las
Greco Morelli. Recién llegado a Italia.─¡No me puedes hacer esto, Greco! Esto no funciona así. No era el trato de nuestras familias. ─mencionó Gianna cuando le propuse el divorcio, dejándole a ella una gran porción de nuestros negocios, incluso más de los que tenía su padre.─Puede ser que tengas razón, pero el trato era dar un heredero para ambas familias, y perdóname que sea un cabrón en ese sentido, pero no quiero estar contigo, nunca te amé y tú tampoco a mí. ─mencioné mientras miraba directamente a la chica que se encontraba frente a mí. Ella me miraba con desprecio.─Lo siento, cariño. Pero no te daré la satisfacción de ser feliz lejos de mí. ─mencionó ella─. Nuestra unión será para siempre, ¿Cómo crees que el resto de las familias se tomará tu nombre enserio?Ya lo sabes, no está escrita con sangre, pero una de las reglas más importantes en la mafia es no traicionar a la familia.─¿De qué me hablas, Gianna? ─mencioné carcajeándome─. Ninguna puta familia de Italia desconoce lo
Desperté abruptamente y me senté en la cama, mi respiración era agitada, casi inhumana, mi frente y cuerpo se encontraban empapados en sudor y sentí mi cuerpo temblar por los espasmos, por el miedo de aquella vivida pesadilla.─Nuestros fantasmas nunca nos abandonan. ─susurré para mí, después de todo, seguía solo.Ahora más que nunca debía resistir mi soledad, todo lo que alguna vez enterré bajo llave y resguardé bajo mil murallas de concreto en mi interior estaba aflorando, debía ser lo suficientemente fuerte para resistirlo y dejarlo ir, y así, poder volver al lado de mi dulce Alexandra.Me levanté de la cama y caminé hasta el ventanal de cristal que daba lugar a la vista más hermosa de la mansión, los enormes viñedos, cómo buena tradición italiana.¿Le gustará esta vista? ─me pregunté pensando en Alexandra. Seguramente sí, le encantaría, pero creo que este no sería un buen lugar para que viviésemos.Los recuerdos, los fantasmas, la sangre es lo que más abunda en estos pasillos, mía
─Te agradezco que vinieras, pero no puedo volver. No aún. ─mencioné mirando al hombre frente a mí que se encontraba con una expresión sorprendida y burlesca al mismo tiempo, cómo si no creyese mis palabras.─Tienes que volver, Greco. No era una pregunta. Volverás. ─mencionó Leandro, ahora mirándome seriamente─. Esto no es un puto juego, ella te necesita.¿Qué? ¿Qué le pasaba realmente a Alexandra?─Dime, ¿Qué sucedió? ¡Dímelo de una puta vez! ─grité mientras lo tomaba del cuello─. ¿No te has enterado? ¡Soy tu jefe y no puedes venir a darme ordenes! ¡Mucho menos a quitarme la paz que llevaba sintiendo durante estos meses! ─grité. Tal vez fui un poco injusto, pero Leandro a veces olvidaba su lugar.─No puedo decírtelo, pero es por lo que debes volver a casa, con ella. ─mencionó mirándome con cierto brillo en sus ojos.─¿Debería preocuparme, Leandro? Al parecer tus prioridades han cambiado. ─comenté mientras tomaba un vaso de vodka y daba un solo trago de este, sintiendo cómo quemaba mi
Tres meses antes.Alexandra GuzmánHace dos semanas que me enteré de la existencia de un bebé creciendo dentro de mí, un bebé que a pesar de no ser deseado iba a ser amado incondicionalmente por ser fruto del amor que sentía por Greco.Raquel vendría hoy al departamento de Greco, no he querido volver donde mis padres, pero les he asegurado que el lugar donde estoy viviendo me queda cerca de la universidad y qué, además, tengo a Raquel y Dante vigilándome todo el tiempo, aunque suene algo tonto a estas alturas, creo que mis padres aún esperan que Dante y yo terminemos comprometidos nuevamente, pero no, eso no pasará.Leandro, por otro lado, se fue con la promesa de traer de vuelta a Greco, ni siquiera se ha dignado a llamar a Raquel, o eso es lo que ella me comenta cada que se toca el tema.Quizás él no quiere ser encontrado. Se fue, Alexandra. Déjalo ir. ─mencionó mi subconsciente.La puerta de mi habitación y supe que se trataba de Gabriel por su perfume, él se encontraba viviendo co
A la mañana siguiente esperé la salida de Gabriel del departamento y haría una de las locuras más grandes de mi vida, mucho más que irme a vivir con Greco aquella vez.Llamé a Leandro y le propuse vernos en un café, uno diferente al que acostumbraba, no quería que Gabriel se enterara por casualidad de mi salida, ya le diría yo más tarde o quizás solo quedaría en un secreto entre mi amigo y yo.Mensaje Leandro: ¿Dónde estás? Voy llegando. Mensaje Alexandra: En una mesa alejada del resto, te espero. ─respondí. Pasaron alrededor de cinco minutos y el hombre llegó a mi mesa, llevaba un traje negro y unos lentes oscuros que, apenas se sentó, se los quitó para poder ver mejor.Leandro esbozó una sonrisa y luego me miró.─¿Y bien? ─preguntó─. ¿Por qué estamos aquí? ─Quería preguntarte dónde has encontrado a Greco. ─mencioné siendo directa─. Fue en Italia, ¿Verdad? ─pregunté nuevamente y, ante su completo silencio, me di cuenta de que había acertado, al parecer Greco era un poco predecible