Brittany
Siete años después
—¿De verdad vamos a irnos mamá?
La voz de Judith viene de entre los ruidos que ocasiona una mudanza, paso una mano por mi frente para limpiar el sudor de ella antes de sonreírle. Trato de permanecer calmada a pesar de lo que realmente está sucediendo.
—Si tesoro, iremos a un lugar donde puedan estar más… — miro alrededor — segura.
Mi hija sonríe, su hermana corre hasta dónde estamos y no puedo creer que después de todos estos años tenga que volver al maldito infierno en el que nací.Hace unos cuatro años Judith y Janeth comenzaron a cambiar, casi muero de un infarto cuando encontré un pequeño lobo gimoteando sobre la alfombra, así que gasté todo en una casa segura fuera de la ciudad.
¿Cuál es el problema?
Un alfa se mudó a unas millas de mi propiedad, vio a mis hijas correr en medio del campo mientras disfrutábamos de un pícnic y no ha dejado de hostigarme.Le expliqué que no estaba interesada, fui bastante clara con eso, pero los lobos no entienden cuando una mujer sin la capacidad de ponerlos en su sitio los rechaza y ayer rebasó todos los límites.
Se metió a mi casa en medio de la noche, casi consigue lo que desea. Pude librarme solo porque lo golpee, pero antes de marcharse me juro que seria su mujer de una forma u otra así que como no tengo otro lugar donde huir tome la última opción que me quedaba, pueblo donde crecí y del que hui hace años.
El hombre que me engendró murió hace cuatro años, los abogados se pusieron en contacto conmigo a pesar de que los rechacé una y otra vez solo para informarme de que ese maldito había dejado una carta para mí.
Pensé que solo sería un papel donde me reprochaba mi existencia, pero al parecer la culpa se lo estaba comiendo en sus últimos días y no solo me dió mi lugar dentro de su familia, sino que me dejó la mitad de su fortuna con la única condición de que regresara al pueblo y viviera con mi hermana durante dos años porque deseaba que al menos intentáramos llevarnos bien.
Después de todo lo que Ivette me hizo descarté esa posibilidad de inmediato, pero ahora no tengo otra salida, así que simplemente trataré de sobrellevar las cosas. No soy una niña asustadiza ahora, he criado a dos niñas por siete años y si pude terminar mi universidad, conseguir un trabajo y lidiar con todos los problemas que he tenido estos años puedo soportar a Ivette por un plazo de dos años que es el tiempo exigido por mi padre en su testamento.
—¿Podremos hacer eso ahí? — murmura Janeth con misterio — y el señor malo del otro día no aparecerá allá mamá, ¿verdad?
—No, tesoro, te prometo que ese hombre no aparecerá alla.
Subimos al auto casi a mitad de la tarde, conduzco por carretera unas cinco horas antes de avistar el cartel de Moonlighting Village. Mi vientre se contrae, miro por el retrovisor al par de niñas que duermen plácidamente en el asiento trasero y pido en silencio que él no descubra mi secreto.
Mi estómago se contrae ante esa posibilidad, él fue cruel aquella vez, no quiero imaginar si descubre que mis hijas son fruto de su error. Mientras avanzamos por las calles del pueblo me doy cuenta de que este lugar no ha cambiado en lo absoluto.
Doy una rápida mirada a los establecimientos que probablemente llevan ahí más de diez años. No sé si eso me hace feliz o sólo me pone más incómoda. Algunas personas se detienen curiosas en la acera, intento no mirarlas demasiado para evitar malos tratos y subo la colina que divide el pueblo de la propiedad de mi antiguo padre.
A medida que me acerco a la casa principal mi respiración se hace más difícil. Recibo la llamada del conductor de uno de los camiones de mudanza a los que les di la dirección de mi antigua casa y cuando no tengo otra salida bajo de mi auto para entrar con mis propios pies al infierno.
Abro la puerta del auto para mis hijas antes de pedirles quedarse cerca mientras llamo a la puerta. Escucho unos pasos apresurados correr desde el otro lado y abro mis ojos incrédula cuando un rostro familiar me recibe.
—¿Lanna? — saco mis gafas de sol — ¿De verdad eres tú?
La loba que lleva un traje de empleada doméstica me mira con el mismo odio que en la infancia, le pido a mis niñas quedarse junto a mí mientras le echo una ojeada a la que solía ser la mejor amiga de mi hermana.
—¿Eres su empleada? — bufo divertida — sin duda con amigas como Ivette no necesitas enemigas ¿Verdad?
Ella luce confundida por un segundo, su rostro palidecer cuando parece reconocerme y no puedo creer que mi hermana la hiciera su empleada doméstica, Ivette es una zorra, una tremenda zorra.
—Qué haces aquí, no tienes permitido…
La empujo a un lado, no tengo dieciséis años ya. No puede intimidarme y de repente me siento emocionada por haber aceptado las condiciones de mi padre y poder verla en estas condiciones
—¿Qué haces aquí? — gruñe —Tu hermana va a…
Alzo mis ojos a los suyos, sostengo la mirada con toda la rabia que siento al recordar lo cruel que fué conmigo en la infancia y tengo que admitir que me comporto como una arpía.
—¿Te pedí que hablaras? — empujo mi maleta hasta sus pies — cierra tu boca, no gruñas y vete a pulir la plata o lo que mi hermana te pida hacer para crecer su ego.
Ella gruñe, sus ojos van hacia las escaleras más allá de mí y me doy la vuelta ante la voz de mi hermana.
—¡Así que te atreviste a venir!
Ivette, baja las escaleras con la elegancia que, probablemente, la frívola de su madre le enseñó.
—Sí, regresé, ¿No estás feliz? — digo caminando hasta ella — hermanita…
—Como te atreves, mi padre solo estaba demente en sus últimos días, no existe otra explicación para que te dejara alguna cosa.
—Tu madre podría haber sido una perra m*****a que se empeñó en hacerte sentir la reina, pero soy tu hermana mayor — sonrío — ¿No crees que es genial?, después de todo ahora somos una verdadera familia.
Ivette se lanza sobre mí cuando llega al final de la escalera. Pero la detengo.
—Ya no tenemos dieciocho años Ivette, ya no tengo miedo.
—¡Qué escándalo es este!
Mi piel se eriza ante esa voz gruesa y masculina. Mi pecho se encoge cuando esa mirada fría se encuentra con la mía. Mis hijas corren hasta donde estoy e intento ocultarlas tras de mí mientras veo a Brook bajar las escaleras. Luce cómo la última vez que lo vi, quizás más maduro, pero sigue teniendo esos rasgos sensuales y masculinos que tanto recuerdo. Sus labios pronunciados que parecen siempre estar sonriendo, contratan con los ojos almendrados y las cejas tupidas que los resguarda.
—¿Qué es todo este escándalo? — repite — ¡Qué infiernos sucede ahora Ivette!
La mirada desdeñosa de Brook me hace tragar, sus ojos ni siquiera me miran directamente y solo siento el ardor hiriente en mi pecho.
—¿Así qué volviste? — me dice —¿No podías quedarte lejos?, este no es tú lugar, eres humana deberías vivir entre ellos.
—Este si es mi hogar — le digo — nací aquí, viví aquí toda mi vida y soy humana es verdad, — lo encaro a pesar de mis nervios — pero soy parte de tu manada — los señalo — todos aquí somos una familia.
—Tú no eres mi familia, m*****a.
Grita mi hermana que es sujetada por su esposo, mi cuñado, el padre de mis hijas.
—Lo soy — respondo —así que acostúmbrate por qué, mis hijas y yo ahora somos parte de la familia.
BrookNo puedo creer que realmente regresara, ella, la mujer que no ha salido de mi mente por tantos años. Ahora no solo está de pie frente a mí, sino que viene acompañada de dos niñas y acaba de afirmar que se quedará aquí, no sé si me enfurece más que regresará o que odie pensar que esas niñas son de otro.¡No puedo creerlo!No es buena idea tenerla cerca, no cuando está maldita sensación de calor dentro de mi pecho comienza a arder una vez más. Ni siquiera recuerdo bien aquella tarde, tenía veinte años y estaba atravesando el celo.Mis padres me encerraron en aquel sótano para que no cometiera el error de dormir con alguna loba que no fuera la que ellos escogieron para mí. Mis ojos se mueven hasta la mujer rabiosa a mi lado, sus dientes están marcando firmemente su labio inferior y ni siquiera puedo decir que me preocupe de que se haga daño. No soporto a Ivette, nunca lo he hecho, pero no tengo de otra.Mi mirada va de regreso a las niñas asustadas que se ocultan detrás de Brittany
BrittanyEscucho los gritos de mi hermana desde la habitación, llevo una mano a mi pecho que sigue latiendo cómo loco por el recuento que acabo de tener y caigo sobre la cama mientras observo a mis hijas sin mirarlas en realidad.Estaba tan asustada, tan preocupada de que él notara la similitud en sus ojos que incluso olvide por un segundo que a él lo último que le importa en este mundo soy yo, pero ni siquiera las miró, eso también me dolió, alivio un poco mi preocupación, pero de igual manera fue hiriente.No he dormido con nadie más, no me he dado la oportunidad de seguir adelante porque mi maldito corazón estaba demasiado herido, pero creí seriamente que tendría la capacidad de evitar estos sentimientos si lo volvía a encontrar, ver cómo me trató con la misma frialdad que aquel día me hizo casi perder la compostura.Por otro lado, mi hermana es un problema, pude ver qué es aún más maldita que hace años y aunque ya no soy una niña tonta o sin ningún derecho de tocar a la preciosísim
Brook —Cómo puedes permitir que esa mujer viva en tu casa, eso es imperdonable que pensaran los miembros de la manada — mi madre camina de un lado a otro de la habitación — tienes que sacarla de tu casa, además venir con un par de bastardas, es el colmo del descaro ¡esa mujer es simplemente inaceptable! Hago un puño mis manos mientras veo a mi madre despotricar sobre una mujer que está sin que pueda negarlo aferrada bajo mi piel. Mi padre que no ha dicho una sola palabra desde que llegué se pone en pie para encender uno de esos desagradables puros que fuma. —El alfa de la manada, mi hijo, no puede permitir que una simple humana, producto de una relación ilícita del antiguo alfa viva bajo su techo, debe expulsarla de la manada. —No tengo la forma — les digo — fue una voluntad del antiguo alfa, si la echo de aquí cualquiera en esta manada puede intentar ser el alfa — los miro — todos los que podrían intentarlo son mis amigos y no pienso matar a nadie, no por seguir siendo el alfa. —
Brittany La puerta de mi habitación se abre de golpe, dejo las cosas de mi hija sobre la cama y aunque sabía que este momento llegaría nunca pensé que sería tan pronto.La mujer con un vestido negro que casi roza el suelo, incrustado en diminutos adornos dorados, es la viva imagen de la opulencia. Su rostro sigue siendo igual de frívolo. La mirada de rabia que me envía sigue siendo como hace años, pero esta vez no solo voy a esconderme. —Necesita tocar la puerta antes de entrar — le digo — señora… Ella avanza hasta mí para tomarme del brazo, la esquivo tratando de impedir que lo haga y sus dientes se muestran. Me señala con un dedo un momento después, la furia sigue aumentando en su rostro mientras trato de mantenerme firme. —Esta es mi casa y puedo entrar a donde quiera sin tocar la puerta. —Esta también es mi casa ahora — le digo — esta es mi habitación y tú no puedes entrar, ni siquiera debería estar aquí. —Tú eres la que no deberías estar aquí — me grita — esta es una casa de
Brook —Qué haces hablando con esa m*****a zorra. La voz de Ivette viene acompañada de un fuerte portazo. Miro la mano con la que estuve sujetando a Brittany por un momento más y es entonces cuando me doy cuenta de que necesito aclararlo todo. —¡Te estoy hablando m*****a sea! — grita mi esposa tomándome del brazo — te advertí que te mantuvieras lejos de… —Déjame en paz Ivette, métete en tus asuntos, m*****a sea y no tienes derecho a prohibirme nada. —¡Tengo todo el derecho, soy tu mujer! La miro cabreado, odio que diga algo como eso siempre que quiere alguna cosa, yo no pedí esto, no deseaba que fuera mi esposa y definitivamente le he dejado bien claro que esta relación es todo menos verdadera. —–Eres mi mujer porque así lo arreglaron nuestros padres, tenemos un acuerdo y estas cruzando la linea. —¿Cruzando la linea?, ¡Cruzando la ninea! — se indigna — dejas que esa zorra regrese, la dejas tomar una habitación junto a la nuestra y ahora te encuentro hablándole, no me estoy pasan
Brittany Después de subir a mi habitación e intentar calmarme me doy cuenta de que la casa está demasiado limpia como para no haber estado atendida en años. Me recuerdo averiguar más sobre eso en los próximos días y le pido a mis hijas subir al auto para ir a visitar al único amigo que alguna vez tuve en esta ciudad. Paso silenciosamente alrededor del vecindario más apartado de la ciudad. En las manadas existen jerarquías, en realidad es una costumbre arcaica que al menos en donde solía vivir no se llevaba al pie de la letra, pero en Midnight village es distinto. Las familias fundadoras de este lugar heredaron sus rangos de generación en generación y esa es la razón de que mi hermana y Brook sean una pareja. Existen cuatro familias fundadoras, los Browns, los Ehrlich, los Anderson y la de mi padre los Kends. La primera perra alfa se casó con la hija de los Browns. La primera jerarquía nació y mientras los años pasaban cada descendiente pertenecía a una u otra familia. No importa si
BrookMiro la hora en mi teléfono antes de revisar los demás papeles, escucho los tacones de Ivette incluso antes de que la puerta se abra. El fastidio más absoluto me llena cuando mi esposa camina casi desnuda hasta mi escritorio.No alzo la vista de los documentos, no me interesa lo que malditamente haga, ella no me interesa y menos después de besar a Brittany. Niego para mis adentros cuando pienso en la emoción que eso causa. Es una locura, un problema que no estoy dispuesto a cargar sobre mi espalda. La mano de Ivette se coloca sobre mi pierna, llevo la vista hasta ella y mis dientes se extienden con furia.—Brook, creo que deberíamos hablar nosotros…—Qué demonios estás haciendo Ivette — alejo su mano de mí —¿Qué haces en mi oficina?Ella luce molesta por un segundo, luego se cruza de brazos y me mira con esa falsa dulzura que podría engañar a cualquiera menos a mí. Se inclina un poco más sobre mi escritorio logrando que su molesto perfume se clave en mis fosas nasales.—–Creo qu
BrittanyEstoy muy molesta, estoy tan molesta que ni siquiera me doy cuenta de que he asustado a mis hijas. Corro hasta ellas abrazándolas sintiéndome culpable. Paso una mano por sus cabellos antes de besarlas.—No me gusta aquí mamá — susurra Judith aferrándose a mis brazos — ese hombre es malo, todos aquí son malos.Odio esto, odio la impotencia que causa en mí no poder hacer nada y sobre todo me fastidia que no pueda hacer mucho más para solucionarlo. El día que me fui de aquí juré que jamás volvería. En el momento que descubrí que estaba embarazada, cuando asumí la responsabilidad por ellas, me juré que jamás las dejaría sentirse así. Trabajé prácticamente hasta el día del parto. Ahorré cada centavo hasta ese día y aunque tuve que aplazar mi universidad por dos años lo conseguí.Las cuidé, las protegí todo lo que pude e incluso soporte a ese estúpido sujeto que no dejaba de acosarme solo para mantenerla lejos de esta podredumbre, de este pueblo, de prejuiciosos y arcaicas normas q