Me ubiqué en mi nueva habitación en la mansión Van de Venter. La cueva del lobo para mí, la única razón por la que quise quedarme allí y no en uno de los miles de lugares que me ofreció Gael, fue Jelena, y vaya que Gael insistió, no me lo podía reconocer a la cara, pero la única razón por la que no me quería en la mansión Van de Venter era precisamente porque estaría cerca de Jelena. Se quedó tranquilo cuando le recordé que me casaría con ella pronto, que daba igual, su rostro reflejo decepción pero nada podía hacer, a él mismo le convenía el matrimonio.
Lo quería matar, quise golpear el rostro de Gael por mirar a Jelena como la veía. Por un momento olvide todo, incluso quien era él. ¿Estaré enamorado de esa salvaje? Pensé. La
Eitor insistió en quedarse en mi habitación, lo deje. Se acostó detrás de mí, lo sentí aspirar el olor de mis cabellos y rodearme con sus brazos, lo recibí, porque quería esa clase de mimos y afectos, nunca tuve eso. Tito fue lo más cercano a un novio cariñoso y sin embargo vivía en vilo con él, siempre metiéndose en problemas, acudiendo a mí para socorrerlo todas las veces. Si cuento la historia como es debido, tendría que decir que era como su madre. Jeremías siempre me lo decía. No puedes criar a un vividor, decía con frecuencia.En cambio Eitor, a pesar de sus constantes desplantes y fingida indiferencia, me cuidaba, veía por mí. No estaba segura si me amaba realmente pero notaba como le gustaba estar cerca de mí y a mí me gustaba estar cerca de él.Desdé que nos encontramos en casa de Ga
El maldito Eitor, lo hubiese lanzado contra la ventana pero no podía culparlo, pensé. Solo le iba a tolerar ese golpe. Esperaba que lo dejara pasar. Me veía con odio y entendí que si me equivoque, ella le importaba mucho. Quizás estaba enamorado.Jelena se veía muy sensual con esos jeans y esos tacones. Estaba nerviosa, temblaba allí sentada. No me gustaba verla así. Estaba tan cerca y tan lejos, no podía tocarla. Por un momento quise mandar todo a la mierda y abrazarla y besarla. ¿Por qué no podía tenerla?—Ya salió en la prensa—dijo Eitor mirando su móvil.—Sí, pude haberlo evitado pero no quise —explique, mire a Jelena que se veía sorprendida.—¡Que romántico! ¿Para agradar a mi novia? —inquirió Eitor con sarcasmo.—Para que se acabe su carrera de una vez. La so
Me percaté de que no era libre como quería, si no era Eitor encima de mí, eran Gaviota, Buzo, Ramsés, o mi tío, incluso Olivia y Valentín. En otra época no me molestaba dar explicaciones a Gaviota o a Buzo, pero entonces era una locura, no podía contarles, nada.Estuvieron toda la mañana discutiendo la noticia sobre una denuncia por abuso sexual contra Valerio McNamara. Su carrera estaba acabada decían algunos noticieros, nadie sospechaba siquiera en la casa Van de Venter que yo era la víctima que lo había denunciado.Decían que una joven mujer de 24 años lo denunció. No daban detalles y como predijo Gael, en su escudería estaban hechos un lio con la prensa, los presionaban para declarar si lo respaldaban.—Tú preguntaste si era malos —me señalo Valentín—. Ten una idea.—¿Vas a salir? &md
Salimos de la ciudad, íbamos hacia la playa. Sonreí internamente.—¿A dónde vamos?—Tengo una pequeña casa en la playa.—¿Pequeña? Me encanta la playa.Sonrió.—Lo sé.Llegamos a una casa imponente con una playa al frente, la casa estaba asegurada por hombres de Gael. Era un sitio enorme. Frente a la entrada de la casa había una piscina gigante, hermosa rodeada de césped muy verde con unas flores alrededor de muchos colores y en la entrada de la casa había muebles grandes muy finos. Entramos a la sala y Gael me veía mientras le echaba una mirada curiosa a la casa. Parecía un hotel.—¿Este es un hotel? Me engañas de nuevo.Sonrió sin hablar. Me tomó de la mano y me subió por las escaleras. Lo seguí expectante, abrió una puerta y vi la habitación m&
Desperté aún con sueño. Jelena estaba metida en su teléfono a mi lado. Se veía hermosa, vulnerable y fuerte a la vez.—¿Qué hora es? —pregunté.—Las cuatro de la tarde, dormilón —besó mi frente y mis labios, se detuvo allí más tiempo.—Dios, debemos irnos.—No, acabo de decir en mi casa que me quede en un hotel fuera de la ciudad porque quería pensar sola.—Me asusta lo que se te da mentir. No Jena, bebe, estoy cansando, tengo muchas cosas que hacer, me ha encantado estar contigo pero tengo cosas de las que ocuparme. No puedo desaparecer.Su rostro reflejó decepción, me miró con seriedad.
Desperté y recordé enseguida donde estaba, ya era de noche, Gael caminaba de un lado a otro de la habitación hablando por teléfono, al verme sonrió y salió al balcón, cerró la puerta que era transparente, comenzó a fumar, no lo había visto fumar más, no había percibido más su olor a cigarro, pero ahí estaba fumando, descalzo, sin camisa, con un pantalón deportivo blanco, el tatuaje de un tigre en su costado derecho y una serpiente debajo de su cuello en la parte posterior me parecieron lindos entonces, los había ignorado porque odiaba los tatuajes, pero Gael se veía muy sexy.Hablaba sobre un conflicto de entregas y de un pago atrasado de un cliente. No oí más cuando salió. Miré mi teléfono y tenía llamadas perdidas de Eitor, le marqué enseguida.—¿Dónde estás? —pre
Iba abrazada a él en el auto. Lo oía suspirar mientras jugaba con mis manos, beso mi cabello y cerré los ojos. Lo amaba. Nunca había acabado a nadie de esa forma, de ninguna manera lo sabía entonces que lo amaba a él. Me parecía injusto que fuera precisamente el enemigo de mi familia. Que las cosas se dieran así.—No tienes que hacer maleta, puede comparte lo que sea donde sea—dijo besando mi cabello.—Me quieres consentir mucho.—Sí bebé.—¿Cobraras las deuda de mi familia?Me soltó y tomo mi rostro entre sus manos. Me miró a los ojos. Beso mis labios.—Ya te dije lo que iba a hacer.—Quiero que no seamos enemigos. Que Eitor y yo no tengamos que casarnos.—¿Vas a seguir? Basta con eso Jelena.Llore y me eché sobre su hombro él me consolo abrazándome.
Regresé a la mansión de la familia de Jelena, la gente de Gael me entregó la llave de un apartamento superior al que tenía con todo a mi nombre, pero sentía que no podía perder de vista a Jelena. Los empleados metieron mis maletas al advertir movimiento alzo la vista, leía una revista sobre un sofá, sonrió y la dejó, se levantó y caminó hacia mí, con confianza pero no con la intimidad de antes.—Volviste—dijo y me abrazó, me dejó un beso en la mejilla. Le besé los labios de forma superficial y me rechazó disimulando.—¿Cómo estuviste sin mí?—Bien, ya tengo el vestido de novia.—¡Oh! Esa noticia me gusta, ya tengo traje y los papeles listos.Aplaudió y me sonrió.—Está hecho entonces.Asentí. La besé en la frente. En mi m