Eitor estacionó el auto en un galpón grande. Me hizo ir tras de él, caminamos sin decir nada, su expresión era seria y se veía bajo estrés, no me decía nada, y yo tampoco me atrevía a preguntar, antes de salir, lo ví tomar un arma. Me arrepentí de no traer la mía. No acostumbraba a usarla tanto, pero sabía que era necesaria a veces. Esa noche parecía una de esas veces.
—Esperaras aquí —me dijo al entrar a una oficina moderna.
—¿Y tú a dónde vas?
—No importa a dónde voy. Aquí estarás segura.
—¿Por qué no regresaste a la mansión y ya, si me ibas a dejar aquí botada?
—Es un protocolo Jelena. No te podía dejar en mi casa, y al salir de mi distrito corría el riesgo de que me siguieran. Aquí estarás segura.
—¿Cómo lo sabes?
—Lo estás. No estás sola. Nadie puede entrar aquí.
—Dijiste que buscaríamos a Gael.
—Bueno. Yo buscaré a quien irá por él —dijo y se dio media vuelta, salió.
¿Cómo qué no estaba sola? pensé
Me desperté de pronto, miré el reloj y no había pasado ni una hora. Jelena dormía, su rostro estaba pálido y demacrado, pero dormía. Me levanté y bajé de nuevo. Vi a Gael, sin camisa y con una venda alrededor de su torso. Quedamos él y yo. —Eres un maldito imprudente —Me gritó. —¿Yo? Lo dice el hombre que fue directo a una emboscada —repliqué. —Y tú inocente, ¿Creíste que me iban a emboscar? ¿A mí? Sabía a dónde iba. Sabía bien qué iba a pasar. —Sí, supongo que la herida… —No soy un maldito mago, pero tu si debiste saber que la naturaleza curiosa de Jelena la llevaría a prender esos monitores. —No se me cruzó por la mente cuando solo pensé en ponerla a salvo. —En el medio de la calle frente al galpón ya estaba a salvo —dijo Gael. —Claro ¿Cómo no se me ocurrió dejarla en medio de la calle? —Está traumatizada, obvio que vio todo, quien sabe que vio —se quejó con amargura. —¿Le quieres hacer daño? ¿Temes qu
Llegamos a la playa temprano, Eitor se aplicó gel en el cabello y usó ropa totalmente inapropiada para ir a la playa, No quise decirle nada, no quería hablar, así que lo dejé verse tan ridículo como se veía. —Creo que sería bueno que habláramos —dijo. Aparcó cerca de uno de los locales próximos y caminamos hasta la playa en silencio, me quité los zapatos y enseguida me emocione ante el contacto de mi piel con la arena. Me quedé admirando como el mar se batía quieto frente a mis ojos, respire su olor y sentí la brisa, como si me abrazara. En mi adolescencia solía imaginar que el mar era una persona, y que la brisa, su olor, eran un abrazo que podía sentir. Eitor caminaba a mi lado con pasos lentos, sin decir nada, debía estar quizás en su pretenciosa oficina pero en cambio estaba a mi lado. Estaba segura de que él quería averiguar qué tanto ví o qué pensaba. Aún no estaba lista para hablar, me preguntaba si lo estaría alguna vez. Se detuvo y se paró dela
Revisé los archivos de Jelena. No les había prestado suficiente atención antes. Leí con detenimiento: huérfana de madre a los 5 años, su madre era drogadicta y murió de una sobredosis. Estaba casada con un hombre con una posición económica cómoda pero cuando ella murió, entregó a Jelena a un orfanato, de allí se escapó a los 7 años, la golpearon, estaba desnutrida y con par de costillas rotas, según el informe del siguiente orfanato que se ocupó de ella, del que también se escapó a los meses, duró dos años en uno atendido por monjas cristianas. A partir de los 10 estuvo siempre en la calle, hasta que a los 16 el estado la ubicó con una familia sustituta. Volvió a aparecer en los archivos del estado a partir de esa fecha. La echaron a la calle cuando cumplió los 18 años.—¡Maldito viejo Van de
Caminamos hacia la sala de juntas, Olivia iba de la mano de Valentín, Ramsés y Ricardo caminaban adelante y yo con Jelena íbamos más atrás. Olivia evitaba mi mirada y Jelena estaba pegada a mí como una chiquilla, apenas habían pasado un par de días desde lo de las ejecuciones que presenció. No habló más de aquello y se veía más como ella cada día.Nos recibieron en la sala de juntas y tomamos asientos. Jelena se veía sorprendida con todo lo que veía, a cada rato me contaba las películas que había visto a medida que las veia colocadas en afiches a la pared.—Por dios, haz una búsqueda en internet, hallarás todas las películas, de las que eres dueña por cierto —le dije pero ella no entendía nada.—Comencemos —dijo Nathaniel.—Bien, lo primero es el estatus del control d
Un mes después…—Eres un estúpido Ramsés. Te dije que así no —reía con él sobre el agua.Gaviota nos veía desde la arena, mi tío leía un libro tumbado sobre una silla frente al mar y Buzo estaba en su elemento surfeando las olas. Ramsés también ama el surf, así que naturalmente nos fuimos haciendo más cercanos, tanto que descubrí que le gustaba Olinda. Cualquiera en la casa se pudo haber dado cuenta, parecía un tonto cerca de ella y ella muy tímida, no quise explicarle a él todas las cosas horribles por las que ella pasó, solo le animé a que tuviera paciencia.Ya en la arena, seco mi cuerpo y Gaviota se me acercó con un teléfono.—Dicen que es para tí de parte de Eitor —dijo con seriedad.Lo tomo expectante, hablábamos cada dos días. Hacía cuatro
Aterrizamos casi en la madrugada, se acercó a mí cuando bajamos, me tomó por la cintura y contuve mi respiración, tomó las tiras sueltas de mi kimono y me las apretó con fuerza mientras me sostenía la mirada. Terminé más cubierta, la brisa era fría y mis labios temblaban, me abrazó y pasó su mano por mi espalda, pretendía darme algo de calor, me encendió totalmente. No podía sentir frío con él cerca de mí. No subimos a unos autos, la calefacción hacia lo suyo y me sentí más en ambiente pero entonces él me soltó.—¿A dónde vamos? —pregunté.—Serás de nuevo mi invitada. Tengo una propiedad aquí.Llegamos a una urbanización cerrada con casas gigantes y rejas altas por todos lados. El auto estacionó frente a una propiedad enorme, salió
Jelena me sonreía tontamente, imagino que yo también le sonreía igual, pase mis manos por sus mejillas, no soportaba verla llorando, así que verla así me gustaba mucho. Me acerqué de nuevo y la besé en la frente.—¿Qué piensas? —preguntó curiosa como siempre.—En que eres muy hermosa —dije y sonreí.—¿Sabrás dónde está Gael? ¿Lo conoces? —preguntóMe reí y me incorporé en la cama para quedar de costado y mirarla mejor.—No sé dónde está, si lo ves primero dile que es un maldito gran imbécil.—No le diré eso—¿No?—No—¿Por qué?Se incorporó en la cama y me hizo tenderme, se subió a mí a horcajadas, se acomodó el cabello en una cola alta
Me desperté en los brazos de Gael, lo sentía abrazado a mi cintura, respirando casi sobre mi cuello con su cuerpo muy pegado al mío, sonreí sin voltear, sentía el pecho hinchado, suspire y cerré los ojos, fue más de lo que esperaba, más de lo que hubiese imaginado, fue sorprendente para mí como pasamos la noche, las cosas que hicimos, como me trató, lo que sentimos y cómo conectamos.Ya había tenido buen sexo con Eitor, pero esto no se comparaba a nada que hubiese vivido con nadie, sentí que todo lo demás había sido vacuo, sin significado, sentí que no queria estar con nadie más nunca, con Gael conecté a todo nivel, de pronto recordé quien era él y mi sonrisa se desdibujo. No quise pensar en nada, me giré sin librarme completamente de sus brazos y lo mire dormir, su expresión era tranquila, se veía muy sexy durmiendo,