Regresé a mi oficina algo turbado. No había querido admitirlo pero Jelena Van de Venter me excitaba mucho, no solo físicamente, había algo en ella que me hacía querer conocerla, hablar con ella, tenerla cerca. Cuando la conocí debí admitir que me causo mucha gracia la pendeja, mira que venir a hacerse pasar por cualquier otra persona conmigo. ¡Conmigo! Después debí admitir que estaba muy buena, sentí un deseo muy básico por ella, su olor me excita como si yo fuera un maldito animal salvaje. Luego su arrojo y su valentía, su seguridad me intrigaron, puede que sea solo una pequeña estúpida, pero quería conocerla, me decía.
—Me teme. Sé que me teme y creo que me gusta por ahora así. Quizás el miedo la mantenga alejada de mí —dije en voz baja en mi oficina.
—¡Señor! Disculpe que
El día anterior no podía hacer más, estaba agotada. Adolorida aún, tuve que mentir para que Gaviota y Buzo no se preocuparan por las marcas en mi cara. Llegué directo a mi cuarto y me fui a dormir, me tendí en la cama. No pensaría en aquellos asuntos ese día, al día siguiente resolvería y trataría de ordenar mis pensamientos, dije y así hice.Me desperté temprano y después de trotar por los alrededores de la casa fui a tomar el desayuno, estaban todos en la mesa y me sentí abrumada, no recordaba aquello. No recordaba que estaba mi hermana y mi cuñado, mi tío y un primo, era mucha familia para mi que no tuve a nadie nunca.—¿Saldrás hoy con Eitor? —preguntó Valentín.—¡Sí! Iré a verlo.Olivia me miraba de soslayo, a veces sentía que evitaba hablar conmig
—Señor. Lo llaman de Turquía —avisó Leónidas.—Pásamelo.—¡Señor! —Saludo Teodoro a través de la línea.—Habla.—La transacción se cerró señor.—Excelente. ¿Todo Limpio Teodoro? No quiero errores.—Limpio Gael. Lo aseguro.—Bien. Cerramos con ellos entonces.Estaba cansado, solo quería meterme bajo la ducha y acostarme a dormir un par de horas o cuatro horas.—Señor, Eitor.—Pásamelo —respondí con más interés.—¿Por qué tienes tu teléfono apagado? —preguntó Eitor a través de la línea.—Después dices que yo soy el novio intenso.—¡Ja! Muy gracioso. Jelena quiere hablar contigo.—¿Sobre qu&ea
Me puse un vestido corto casual blanco mangas cortas de encaje, botas hasta los tobillos en color beige combinadas con el sombrero grande que me puse y gafas negras. Tenía miedo pero le pedí a Buzo y a Gaviota que no me acompañaran. Sabía que Gael era peligroso pero algo me decía que a mí no me haría daño, me necesitaba viva para recuperar su dinero. Eso creía. A las 6:00 PM en punto me llegó un mensaje. 6:00 PM Número desconocido. Debes esperar en la Iglesia a la que te hice referencia más temprano. Gael. Le pedí a Gaviota que me llevara hasta la Iglesia y tomará nota de los datos del vehículo en el que me iba. Así lo hicimos, cuando llegué había un Audi negro justo frente a la puerta de la iglesia. Me subí en la parte de atrás. Gaviota me veía nervioso, le insistí en que no me siguiera. El chofer me informó que iríamos a casa de Gael, enseguida me lo puso en la línea telefónica del auto. —Jelena. ya estás camino a mi casa con mi chof
Jelena llegó hecha un desastre, nos vio a Eitor y a mi conversando en la sala de estar y apenas saludó siguió hasta su habitación con prisa. Eitor la miró con preocupación, casi parecía que quería correr detrás de ella a ver si estaba bien.—¿Ya te enamoraste de mi hermanita? —le pregunté a Eitor.—Claro que no —rodó los ojos.—Puedes ir con ella, pareces preocupado.—Hoy debía verse con Gael McNamara.—¿Qué? ¿Por qué? —pregunté alterada.—Es una fastidiosa que se cree La femme nikita. Aún no comprende que esa gente es peligrosa.—¿Tú arreglaste que se vieran?—Sí.Lo miré confundida.—Solo aclaremos cuáles son los siguientes pasos que hay que dar Eitor.—P
—¡Vas muy callado! —observó Jelena. —No es nada. ¿Me vas a contar qué pasó? —Nada, Gael me trató de estúpida. Me dijo que no lo buscara más con mis tonterías. —¿Y ? ¿Por qué te afecta eso? Deberías hacerle caso. Te lo advertí. —Todo esto me tiene agotada, cansada. —Si, a mi también, necesitamos que esto avance. —Quiero que lo hagamos —dijo. —¿Qué cosa? —Qué tengamos sexo. —Ahora me usas como tu juguete, hay aparatos sabes, juguetes, muchos modelos que puedes usar. Ella se rio. —¿Te molesta hacerlo conmigo? Por qué no parece —preguntó. —¿Por eso querías venir conmigo? Para aprovecharte de mí —bromeé. —Sí, yo quiero y tú eres hombre, así que quieres también. La oferta de Jelena me caía de perlas, la verdad no hallaba como sacarme la rabia con Olivia o en tal caso conmigo mismo, no podía creer que me hubiese enamorado de esa mujer, ella no quería saber nada de mí en serio, le
Eitor estacionó el auto en un galpón grande. Me hizo ir tras de él, caminamos sin decir nada, su expresión era seria y se veía bajo estrés, no me decía nada, y yo tampoco me atrevía a preguntar, antes de salir, lo ví tomar un arma. Me arrepentí de no traer la mía. No acostumbraba a usarla tanto, pero sabía que era necesaria a veces. Esa noche parecía una de esas veces. —Esperaras aquí —me dijo al entrar a una oficina moderna. —¿Y tú a dónde vas? —No importa a dónde voy. Aquí estarás segura. —¿Por qué no regresaste a la mansión y ya, si me ibas a dejar aquí botada? —Es un protocolo Jelena. No te podía dejar en mi casa, y al salir de mi distrito corría el riesgo de que me siguieran. Aquí estarás segura. —¿Cómo lo sabes? —Lo estás. No estás sola. Nadie puede entrar aquí. —Dijiste que buscaríamos a Gael. —Bueno. Yo buscaré a quien irá por él —dijo y se dio media vuelta, salió. ¿Cómo qué no estaba sola? pensé
Me desperté de pronto, miré el reloj y no había pasado ni una hora. Jelena dormía, su rostro estaba pálido y demacrado, pero dormía. Me levanté y bajé de nuevo. Vi a Gael, sin camisa y con una venda alrededor de su torso. Quedamos él y yo. —Eres un maldito imprudente —Me gritó. —¿Yo? Lo dice el hombre que fue directo a una emboscada —repliqué. —Y tú inocente, ¿Creíste que me iban a emboscar? ¿A mí? Sabía a dónde iba. Sabía bien qué iba a pasar. —Sí, supongo que la herida… —No soy un maldito mago, pero tu si debiste saber que la naturaleza curiosa de Jelena la llevaría a prender esos monitores. —No se me cruzó por la mente cuando solo pensé en ponerla a salvo. —En el medio de la calle frente al galpón ya estaba a salvo —dijo Gael. —Claro ¿Cómo no se me ocurrió dejarla en medio de la calle? —Está traumatizada, obvio que vio todo, quien sabe que vio —se quejó con amargura. —¿Le quieres hacer daño? ¿Temes qu
Llegamos a la playa temprano, Eitor se aplicó gel en el cabello y usó ropa totalmente inapropiada para ir a la playa, No quise decirle nada, no quería hablar, así que lo dejé verse tan ridículo como se veía. —Creo que sería bueno que habláramos —dijo. Aparcó cerca de uno de los locales próximos y caminamos hasta la playa en silencio, me quité los zapatos y enseguida me emocione ante el contacto de mi piel con la arena. Me quedé admirando como el mar se batía quieto frente a mis ojos, respire su olor y sentí la brisa, como si me abrazara. En mi adolescencia solía imaginar que el mar era una persona, y que la brisa, su olor, eran un abrazo que podía sentir. Eitor caminaba a mi lado con pasos lentos, sin decir nada, debía estar quizás en su pretenciosa oficina pero en cambio estaba a mi lado. Estaba segura de que él quería averiguar qué tanto ví o qué pensaba. Aún no estaba lista para hablar, me preguntaba si lo estaría alguna vez. Se detuvo y se paró dela