Nos sentamos alrededor de la mesa y sirvieron comidas muy elaboradas, platos tras platos, cubiertos finos y demás, Gaviota insistió en quedarse afuera, vigilar y hacer las tareas de los hombres de seguridad, Buzo, fiel como siempre, se quedó conmigo y estaba a la mesa, sorprendido por todos los platos que servían, noté que él y Ramsés al ser contemporáneos, se llevaban bien, conversaban bastante y bromeaban, quizás juzgué mal al chica de entrada.
—¡Conociste a Eitor Jelena! —preguntó el tío Roberto.
—¡Sí! Él me fue a buscar con Olivia —respondí.
—¡Es un querido de la familia! —dijo.
Sí, claro, yo sabía que era una maldita serpiente y un conspirador, una rata traicionera, eso era. E iba a ser mi esposo.
—¿Puedo ir mañana con Buzo al centro? No conoce nada, y creo que es bueno que conozca algo, no está demás, incluso por seguridad —propuso Ramsés.
—¡No es mala idea! Que los acompañe alguien de seguridad y ya está —contestó Valentín.
Gael le ordenó al mesonero que trajera bebidas, al rato comenzó a reproducirse Blinding lights varias veces, claro que recordaba aquello y él la mandó a reproducir en modo repetición a propósito. Estaba allí de manos tomadas con Eitor y Gael nos miraba serio con mirada retadora me parecía, le sostenía la mirada.Todos decían que eran peligrosos, pero nadie decía exactamente por qué, ¿Qué eran? ¿Qué hacían? ¿A qué se dedicaban? Nada de eso estaba claro para mí, solo podía especular, porque nadie era confiable.—¡Ella quería que la sacara por todos los clubs de la ciudad! —comentó Eitor.—¿Ah sí? —preguntó Gael.—¡Sí! Creo que quería saber si la traería hasta este en particular. ¿Era eso Jelena?<
La idiota de Jelena estaba temblando, aún conmigo se quería hacer la fuerte, debí advertirla, o debí estar más pendiente de ella, pero no fue ni malo, que pasara su susto. La muy idiota, se cree que esto es la playa esa donde surfea con sus cuatro amigos.—¡Llegamos! —anuncié.Se bajó de inmediato, se colocó a mi lado. Se veía indefensa y asustada, nada altiva como era.¡Maldito Valerio! pensé.Subimos por el ascensor, tenía una marca en el rostro de lado derecho, se nota que apretó sus mejillas contra una pared o una puerta, su mejilla estaba roja. Tenía los ojos vidriosos por haber llorado, su nariz también. ahora ese gesto que hace con la nariz como si le picara algo, era más frecuente.—¿Qué me miras? —se quejó.—¡Tú cara de idiota! Tienes la mejilla roja. &iq
Eitor no decía nada pero sentí que se metió entre las sábanas, me tomó por las piernas y me hizo girarme, quedé boca abajo, lo sentí tantear mi sexo desde atrás con su boca.—¡Eitor! No —griteEl río.Me beso y metió su lengua, cerré los ojos y gemí, mantenía sus manos sobre mis nalgas y su lengua dentro de mi sexo, comencé a agitarme, para disfrutar de la sensación de su boca allí, mi sexo ardía, me mantenía aferrada a las sabanas. Era muy rica la sensación, pero me agitaba y lo urgía a que me ayudara con ese orgasmo que deseaba. Sentí que me dio un par de nalgadas y goce su contacto muy dentro de mí.—¡Oh! EitorSeguía sin piedad dentro de mí, sentí de pronto que me penetró con sus dedos, me entregué a sentir y cuando alcance el or
Eitor se subió el pantalón, y se arregló el cabello, se regresó a la mesa aún con la respiración dificultosa, bebió algo de agua. Yo quedé aturdida, turbada y deseando más realmente, pero no lo iba a decir. Me arregle el cabello y la ropa, me senté junto a él.—Quiero saber todo Eitor. Sé que mi padre no confiaba en tí, eso sé. Quiero saber en qué andas, en qué andan los McNamara y porque todo este asunto luce tan turbio.—Has debido comenzar por allí y no irte a jugar a ser La Femme Nikita.—¿Quién?Hizo un gesto como de estar fastidiado.—Es un personaje de un programa de espionaje.—¿Me contarás?—¡Ya qué! Digamos que los McNamara creen que ustedes los Van de Venter les deben dinero, Jeremías lo veía como una inversión
Al salir Gael, todo volvió a la normalidad, enseguida se abrieron las puertas y vi los rostros espantados de Gaviota y Buzo, entro personal de seguridad.—¡Lo sentimos! Fue una falla en el sistema. ¿Está bien?—Perfecta.—Pasen por aquí —indicó un hombre.Nos condujo por otro pasillo y dimos con una puerta de cristal grande, se podía ver una recepción decorada con un estilo muy sofisticado al fondo. El hombre tocó un timbre y se asomó a un dispositivo como la pantalla de un celular que estaba a un costado de la puerta y se abrieron. Nos hizo pasar detrás de él.En la recepción una mujer pantalla nos recibió, se activó la imagen de una mujer morena de cabellos afros muy hermosa y sonriente, vestida de traje de sastre.—¡Bienvenidos! Soy AYLANA ¿A qué has venido Jelena Van de Venter?M
Regresé a mi oficina algo turbado. No había querido admitirlo pero Jelena Van de Venter me excitaba mucho, no solo físicamente, había algo en ella que me hacía querer conocerla, hablar con ella, tenerla cerca. Cuando la conocí debí admitir que me causo mucha gracia la pendeja, mira que venir a hacerse pasar por cualquier otra persona conmigo. ¡Conmigo! Después debí admitir que estaba muy buena, sentí un deseo muy básico por ella, su olor me excita como si yo fuera un maldito animal salvaje. Luego su arrojo y su valentía, su seguridad me intrigaron, puede que sea solo una pequeña estúpida, pero quería conocerla, me decía.—Me teme. Sé que me teme y creo que me gusta por ahora así. Quizás el miedo la mantenga alejada de mí —dije en voz baja en mi oficina.—¡Señor! Disculpe que
El día anterior no podía hacer más, estaba agotada. Adolorida aún, tuve que mentir para que Gaviota y Buzo no se preocuparan por las marcas en mi cara. Llegué directo a mi cuarto y me fui a dormir, me tendí en la cama. No pensaría en aquellos asuntos ese día, al día siguiente resolvería y trataría de ordenar mis pensamientos, dije y así hice.Me desperté temprano y después de trotar por los alrededores de la casa fui a tomar el desayuno, estaban todos en la mesa y me sentí abrumada, no recordaba aquello. No recordaba que estaba mi hermana y mi cuñado, mi tío y un primo, era mucha familia para mi que no tuve a nadie nunca.—¿Saldrás hoy con Eitor? —preguntó Valentín.—¡Sí! Iré a verlo.Olivia me miraba de soslayo, a veces sentía que evitaba hablar conmig
—Señor. Lo llaman de Turquía —avisó Leónidas.—Pásamelo.—¡Señor! —Saludo Teodoro a través de la línea.—Habla.—La transacción se cerró señor.—Excelente. ¿Todo Limpio Teodoro? No quiero errores.—Limpio Gael. Lo aseguro.—Bien. Cerramos con ellos entonces.Estaba cansado, solo quería meterme bajo la ducha y acostarme a dormir un par de horas o cuatro horas.—Señor, Eitor.—Pásamelo —respondí con más interés.—¿Por qué tienes tu teléfono apagado? —preguntó Eitor a través de la línea.—Después dices que yo soy el novio intenso.—¡Ja! Muy gracioso. Jelena quiere hablar contigo.—¿Sobre qu&ea