Rosalin iba absorta en sus pensamientos, mientras miraba el paisaje por la ventanilla del auto. Pensaba en lo afortunada que era al tener su familia: Kyle, Sarah, Harry y se sobó el vientre con sus manos. Le daba gracias a Dios cada día por tenerlos a su lado y ahora mucho más después que habían logrado aplacar la ira de Melanie Caldwell y su padre. Estaban viviendo una vida tranquila y familiar como siempre debió haber sido, pero una parte muy pequeña dentro de su corazón sentía nostalgia y tristeza porque Evelin no había podido recobrar su memoria, pero Nick había sido un gran apoyo que la había ayudado a llenar todos los vacíos que Evelin sentía en su corazón porque le hacía falta recordar esa pequeña parte de su vida.Evelin la había llamado la semana pasada diciéndole que estaban muy bien. Que ya había comenzado su entrenamiento en las fuerzas policíacas. Nick, todavía se estaba adaptando al nuevo precinto, su nuevo jefe y compañeros, pero se sentían de lo mejor. Estaban viviendo
Kyle, Rosalin y Sarah estaban disfrutando de tomarse selfies. Evelin tenía dolor de cabeza pero no había querido decirle nada a Nick para no preocuparlo, hasta que él les pidió entrar a la casa y fue cuando Evelin comenzó a observarlo todo como si fuera la primera vez que estuviera allí. Se quedó parada asombrada de que en su mente estaba viendo otro lugar que se parecía en algo a éste. Todos, alrededor de Evelin se habían quedado quietos y en silencio, sorprendidos de verla en una especie de trance. Nick, le hablaba, pero ella no escuchaba. Por instinto, Evelin salió por las puertas para apreciar esa magnífica vista. De pronto, Evelin comenzó a ver en su mente un enorme tren a gran velocidad y todos los pasajeros adentro gritaban y ella y Rosalin estaban como suspendidas en el aire agarradas de los espaldares de los asientos y luego ella salió volando por una ventana y Rosalin quedó estampada en la pared del frente. Luego, se vio despertando en un hospital. Un doctor la revisaba.Ev
Era una mañana como cualquier otra. Rosalin se encontraba parada en la estación de tren con su maleta de rueditas tratando de luchar contra el viento que se empeñaba en desmarañar su cabello castaño, largo. Su normalmente piel pálida estaba sonrosada por la brisa fría y sus ojos grises y brillantes, miraban de un lado a otro esperando que en cualquier momento apareciera la persona que estaba esperando. Decidió sentarse en una banca y observar a un perro que se lamía las patas no muy lejos de donde ella estaba. Una pareja llegó abrazada y se llenaban de mimos y besos. Rosalin Vonsaken decidió mirar hacia otro lado. No tenía nada en contra de la pareja, pero como sólo tuvo un novio en toda su vida y fue en el último año del instituto y el cual le dejó un amargo recuerdo. Lo encontró un día en la parte de atrás de la cancha en un intrincado beso que hablaba más que mil palabras con su hermana gemela Evelin. Eso, arruinó tal vez para siempre lo que pensaba del amor y por supuesto, estaba
Rosalin escuchaba en su cabeza una discusión: -¿Vienes a pedirme dinero? Pues, déjame decirte que el dinero se acabó, Evelin. Tuve muchos gastos con la enfermedad y el funeral de mamá y luego tuve que cubrir los gastos de la enfermedad y el funeral de la abuela. ¡SOLA! -¡Tranquilízate! ¡Ya te dije que tengo un marido con dinero que me da todo lo que quiero! ¡Sólo tengo que pedírselo! – Dijo Evelin – -Pues, entonces, ¡pídeselo! – gritó Rosalin – -No es fácil – dijo su hermana – Creo que lo mejor es que vengas conmigo y así él te lo dará más pronto – Rosalin conocía a su hermana muy bien. Sabía que era mentirosa y manipuladora y en este momento estaba desesperada. No tenía a nadie más a quién acudir, así que decidió aceptar la propuesta de Evelin e ir a hablar con su supuesto marido. Al día siguiente, tomaría el tren que llevaba a Hartford Park con ella, para ir a hablar con el hombre en cuestión. No le q
Había pasado una semana y Rosalin se había hecho de una rutina. A las 8 venía la Señora Smith con el desayuno. Tomaba sus medicinas y descansaba hasta el mediodía cuando venía la Señora Smith con el almuerzo. Tomaba medicinas y descansaba de igual forma para la hora de la cena. La verdad, se sentía incómoda en ésta situación. No le gustaba darle molestias a nadie, pero al parecer, el señor Duncan, había especificado que se le atendiera apropiadamente y ella lo agradecía, sólo que en cuanto tuviera la oportunidad, aclararía el singular asunto de que ella no era Evelin, sino su hermana Rosalin.-Un día el Señor Duncan entró a su habitación y le preguntó:-¿Cómo te sientes?-Mejor. Gracias. Tengo que agradecerle por ser tan amable de dejar que me recupere aquí en su casa. No sé cómo podré pagarle por todo lo que ha hecho por mí – Expresó Rosalin como le había enseñado su madre –-No te preocupes por eso. Tómalo como un regalo simplemente – Dijo Kyle mirándola extrañado, ya que eran palab
A partir de ese día, Rosalin, dividía las horas del día para hacer el disfraz cuyos materiales había comprado la Señora Myers y dedicaba el resto del tiempo para recibir las visitas de Carlo y sus palabras de aliento. Era un buen amigo.Ya Rosalin se sentía mucho mejor y las costillas, no le dolían tanto y su pie no estaba tan hinchado…cuando estaba cociendo el disfraz, llegó Carlos, al cual, por cierto, la Señora Smith le había pedido que hablaran en la sala, por pedido del señor Edwards.-¿Cómo has estado? – Preguntó Carlo –-Muy bien. Estoy cosiendo un disfraz para Sarah –-Tú no me habías dicho nada de que sabías coser. Conozco a la dueña de la boutique de vestidos de novia. Siempre tienen mucho trabajo y siempre necesita de personal. Le preguntaré si quieren contratarte –-¡Eso sería maravilloso! – Dijo Rosalin con entusiasmo y lo abrazó esperanzada en volverse útil nuevamente. No se dio cuenta que el Señor Duncan se acercaba pero al ver esa expresión de afecto se detuvo y se dev
-¿Señoras? – Preguntó el doctor con amabilidad – Buenos días ¿Cómo están ustedes? ¿En qué las puedo ayudar? –-Le pedimos disculpas doctor Caltoni, pero en realidad queríamos tener unas palabras con la señorita Evelin – Dijo una de las mujeres haciendo énfasis en el nombre –-¿Conmigo? ¿De qué querrían hablar ustedes conmigo? – Preguntó Rosalin confundida –-No sabemos cómo lograste que el señor Duncan te aceptara de nuevo en su casa, sabiendo la clase de mujer que eres, por lo que queríamos advertirte que la última vez fuimos muy cordiales contigo y no llevamos la situación a últimas instancias, pero ésta vez, si te pasas de la raya, iremos hasta las últimas consecuencias –-Disculpen, señoras, pero realmente no sé de qué están hablando – respondió Rosalin mirándolas a todas sin comprender por qué la amenazaban –-Ya Trish, quien es enfermera en el hospital, nos había advertido de tu nueva artimaña de que no recuerdas nada de lo que hiciste – Dijo la mujer morena acercándose a Rosali
-¿Qué? – Dijo Rosalin despertándose asustada –-¿A qué estás jugando Evelin? – Preguntó el señor Duncan –-Yo no estoy jugando a nada. No entiendo a qué se refiere usted – Dijo Rosalin –-¿Qué hacías esta tarde con el doctor? – Preguntó el señor Duncan –-Nos invitó a mí y a las niñas a la pastelería – Dijo Rosalin –-¿A ti te gusta él? – Preguntó el señor Duncan –-¡Oh por Dios! ¿Qué clase de pregunta es esa? – Dijo Rosalin – Y miró directamente al Señor Duncan sentado a su lado en la cama, en la oscuridad. Ella sólo respiró profundo y le dijo:-¡Yo no soy Evelin! ¡Creo que se lo dije en el hospital y cientos de veces más! ¡No soy la persona que usted cree! – Dijo Rosalin molesta –En ese momento él se volteó y le tomó la cara entre las manos y la besó y aunque en un principio quería separarse de él, Rosalin se dio cuenta de que se sentía muy bien y se permitió sentir aquella boca sobre la de ella y luego la humedad de aquél beso delicioso que le sabía tan dulce y fresco. Todo su ser