Inicio / Romántica / Las Dos Caras del Amor / Viajando a Hartford Park
Las Dos Caras del Amor
Las Dos Caras del Amor
Por: Alexa París
Viajando a Hartford Park

Era una mañana como cualquier otra. Rosalin se encontraba parada en la estación de tren con su maleta de rueditas tratando de luchar contra el viento que se empeñaba en desmarañar su cabello castaño, largo. Su normalmente piel pálida estaba sonrosada por la brisa fría y sus ojos grises y brillantes, miraban de un lado a otro esperando que en cualquier momento apareciera la persona que estaba esperando. 

Decidió sentarse en una banca y observar a un perro que se lamía las patas no muy lejos de donde ella estaba. Una pareja llegó abrazada y se llenaban de mimos y besos. Rosalin Vonsaken decidió mirar hacia otro lado. No tenía nada en contra de la pareja, pero como sólo tuvo un novio en toda su vida y fue en el último año del instituto y el cual le dejó un amargo recuerdo. Lo encontró un día en la parte de atrás de la cancha en un intrincado beso que hablaba más que mil palabras con su hermana gemela Evelin. Eso, arruinó tal vez para siempre lo que pensaba del amor y por supuesto, estaba su hermana a quien aprendió a conocer muy bien desde ese día y era justamente la persona que estaba esperando.

Como si la hubiese invocado, la vio caminar hacia ella con un top y mini falda negros con botas negras hasta las rodillas. Su cabello lucía más oscuro y largo que el de ella, pues ambas eran pelirrojas. Llevaba sus labios rojos como siempre y su sensual mirada que ofrecía el cielo o el infierno a cualquier hombre. Traía una maleta rodando a su lado.

-¿No pudiste ponerte una ropa mejor? – Fue el saludo de Evelin –

-Es lo mejor que tengo. No puedo malgastar mi dinero en ropa, pues como te dije tengo muchas deudas que saldar – Dijo Rosalin –

-¿Otra vez con eso? Te dije que el hombre con el que vivo tiene mucho dinero y te va a dar todo lo que necesitas –

-Evelin, ¿Tú estás segura de que podemos llegar a pedirle dinero a ese hombre así como así? ¿No se molestará? Después de todo, tú eres su mujer no yo. Él no tiene ningún deber para conmigo, así sea su cuñada – Dijo Rosalin un tanto insegura –

-¿Quieres calmarte Rosalin? – Preguntó Evelin – Ese hombre está loco por mí y hará cualquier cosa que yo le pida –

-Lo digo porque es mucho dinero Evelin. El banco me está cobrando. Llevo muchos meses atrasados y tengo miedo de que procedan a quitarme la casa – Dijo Rosalin –

-Tu tranquila, hermanita – Dijo Evelin con una sonrisa – Deja todo en las expertas manos de tu hermana mayor –

-¿De qué hablas? Sólo eres mayor por unos 5 minutos – dijo Rosalin entornando los ojos –

-¡Lo que sea! ¡Hora del show! ¡Aquí viene el tren! – Dijo Rosalin señalando con la mirada que se acercaba el tren que las llevaría a Hartford Park –

Ambas se embarcaron en el tren y se dispusieron a colocar sus maletas en la parte de arriba de los asientos y se sentaron. 

-Será un largo viaje. Dios nos libre del aburrimiento – Dijo Rosalin –

-¿Por qué? ¿Cuánto tiempo nos tomará llegar a Hartford Park? ¿Connecticut? – Dijo Rosalin –

-32 horas y 42 minutos, así que ponte cómoda hermanita – Dijo Evelin –

Rosalin se durmió por lo que sintió fueron largas horas y despertó sobresaltada por una pesadilla. Se acomodó en el asiento y miró a su lado buscando a su hermana y vio que no estaba por ninguna parte. 

-¿Y ahora qué? – Se preguntó Rosalin - ¿Dónde se habrá metido? – Rosalin se paró del asiento estirándose y caminando por el pasillo hacia lo que parecía un área común donde habían personas conversando con bebidas en la mano, pero ninguna de ellas era su hermana. Algunos hombres allí, la miraron con interés y sonrisas. Eso le indicaba que su hermana ya había estado allí y seguramente había departido con ellos. 

Rosalin entornó los ojos y les lanzó a todos una mirada de odio y éstos, no parecían entender el por qué de su cambio de actitud, cuando vio salir a su hermana de una puerta del fondo con un hombre atractivo y parecían estar muy melosos. ¿Es que no podía contenerse? ¿No se suponía que iban a ver al que era su marido, por Dios?

 En ese momento, Evelin se volteó y vio a su hermana parada allí con actitud molesta. 

-¡Como siempre, arruinando la diversión! – Se dijo Evelin – Caminó los pasos que la separaban de su hermana y dijo:

-Vamos, hermanita. Tranquilízate. Sólo estaba divirtiéndome un poco – Dijo levantándose de hombros a lo que Rosalin respondió dándose la vuelta, para ir hacia su asiento. 

Los hombres que estaban allí reunidos estaban asombrados de ver el extraordinario parecido entre las dos mujeres y algunos hasta tenían la boca un poco abierta. Evelin, se volteó a verlos un momento y les guiñó un ojo para luego irse detrás de su hermana. Se sentó junto a ella en los asientos. 

-Vamos hermanita – Dijo Evelin – Por favor, no seas tan aguafiestas. Ese chico estaba espectacular y debo decir que el amigo que tiene para jugar también lo estaba.

-¡Ya basta! – Dijo Rosalin – ¡Siempre es lo mismo! ¡No tomas en cuenta los sentimientos de nadie! ¡No te importa! 

-¿Y los sentimientos de quién debía tomar en cuenta para pasar un momento divertido con ese chico? – preguntó Evelin con curiosidad –

-¡Los de tu marido, por ejemplo! ¡O El que tú dices que es tu marido! – Dijo Rosalin - ¡Al que nos dirigimos a ver en este momento! ¿Recuerdas? – Dijo Rosalin fúrica –

-Pues, yo no le veo nada de malo, mientras él no se entere – Dijo Evelin con aire cansado – Total, él también se ha divertido bastante con éste juguetico – Dijo Evelin señalándose el cuerpo –

-¡No soporto hablar más contigo sobre esto! – Dijo Rosalin cruzándose de brazos y mirando por la ventanilla –

-Tienes que relajarte más hermana – Dijo con voz de quien se siente erudito – Por el camino que vas, terminarás en un convento y te perderás del disfrute de semejantes juguetes –Dijo Evelin saludando con sensualidad al chico con el que había estado antes y que se sentó en el asiento al otro lado del pasillo.

-¿Eso es todo lo que a ti te importa? ¿Tomar hombres como si fueran tus juguetes? – Preguntó Rosalin - ¿Eso fue lo que hiciste con Yohan Michaels?

-¿Yohan Michaels? ¿Quién es ese? – Preguntó Evelin arrugando el entrecejo –

-¡Era! ¡Mi novio en el último año del instituto y tú lo enamoraste hasta que él cedió a tus encantos – gritó Rosalin. Ya no podía soportar el cinismo de su hermana –

-¿Yohan? ¿Ese era su nombre? – Preguntó Rosalin – Apenas lo recuerdo. No debió ser o “tener” nada espectacular. Más bien deberías alegrarte. Te salvé de un aburrido y sin un buen juguete que te complaciera –

-¡Ya basta! ¡Basta Evelin! ¿Me oíste? – Gritó Rosalin – Tal vez a ti no te importe jugar con las personas así, pero a mí sí me importa y sobretodo, me importan mis padres.

-¿Y ahora por qué mencionas a nuestros padres? – Dijo Evelin realmente confundida la pobre –

-Porque, mi padre te consintió demasiado en todos tus gustos y no dejaba que mi madre te corrigiera como era debido – Dijo Rosalin – Siempre llorabas porque querías tener todos los juguetes. Los tuyos no te bastaban y mi padre te lo entregaba todo a ti. 

-¡Lo que me parece muy bien! – Dijo Evelin colocando su rostro frente al de Rosalin- Si él no hubiera hecho eso, yo hubiera terminado siendo una frígida y amargada como tú  -

  La respuesta de Rosalin no se hizo esperar y le soltó una bofetada, haciendo que sus cabellos le taparan la cara con la fuerza del golpe. Evelin se estaba poniendo de rodillas para contra atacar y el chico sentado en el asiento al otro lado del pasillo las estaba mirando con interés y lujuria, cuando se escuchó un chirrido, las luces se apagaron y encendieron. Todo el mundo comenzó a gritar y se sintió un movimiento brusco en el tren que hizo a Evelin golpear con su rostro el espaldar del asiento que tenía delante. 

Rosalin se sorprendió mucho con el cambio de velocidad y ayudó a su hermana a regresar al asiento y luego se volteó a mirar por la ventanilla. El tren parecía haber subido la velocidad y todo el exterior se veía borroso. Se volteó a ver a su hermana horrorizada y decirle que se abrochara el cinturón de seguridad, cuando no tan lejos, escucharon un ruido horrible. Un golpe muy fuerte y luego un sonido del metal desgarrándose. ¡Y fue todo! Allí, los segundos comenzaron a pasar con gran lentitud, porque todas las personas, salieron expelidas de sus asientos. Tanto Evelin como ella, intentaron sujetarse del espaldar de los asientos, pero la fuerza que las había levantado era tan grande que hacía casi imposible sostenerse y vio el terrorífico momento en el cual, Evelin gritó porque sus manos se soltaron del asiento y se aferró al brazo de su hermana, quien en un movimiento pudo afianzar el agarre de ella a su mano. Veía las lágrimas de su hermana por todo el rostro, aun cuando ambas estaban en el aire sostenidas del espaldar del asiento de Rosalin, Cuando se escuchó un horrible sonido nuevamente que se combinó con el fuerte sonido de los vidrios de la ventana quebrándose y la fuerza que las había levantado, se intensificó y así su hermana gritó:

-¡No me sueltes! ¡Ayúdame! 

-¡No lo haré! ¡No te sueltes! – Gritó Rosalin, pero las manos de Evelin se resbalaban y ella no podía hacer más, pues no podía perder el agarre del espaldar del asiento que las sostenía a ambas en ese horrible momento, hasta que con horror, Rosalin observó cómo su hermana se soltó de su mano llevada por la fuerza del impacto y salió volando por la ventana, mientras que ella, literalmente voló por el aire dentro de la ahora comprimida cámara del tren. Se seguía escuchando el ruido de los cristales al romperse y el del metal retorciéndose como si fuera una hoja de papel.  Terminó pegada de la pared que estaba frente a los asientos y por unos terribles segundos que parecieron horas quedó allí como pegada, sólo sintiendo la fuerza que no le permitía moverse, mientras observaba que el techo  del tren, se comprimía hacia abajo.

De pronto, se sintió como una muñeca de trapo y su cuerpo se deslizó hacia el piso, con los brazos y piernas desmayados. No sintió cómo el tren dio vueltas hasta detenerse.

Rosalin sintió que pasó mucho tiempo antes de que llegara ayuda y rescate. Cuando los vio entrar al compartimiento donde ella había quedado atrapada fue como si su cerebro le hubiera dicho que ya iba a estar bien y atendida, entonces, perdió la conciencia. 

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo