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Conociendo a su objetivo

Darius salió de su habitación para dirigirse hacia la de su madre, Celine se encontraba colocandose una mascarilla facial frente al espejo, cuando escuchó que llamaban a su puerta.

 Al abrir se sorprendió al ver a Darius frente a ella, el malhumor de su hijo era evidente.

 —¿Qué es lo que sucede?

 —¿Cómo puede ser que envies a mi hermana a hacer esto? Ella es aún inexperta.

 —Qué mejor para demostrar lo que vale, que una prueba como esa, tus primas nos han hecho sentirnos orgullosas de ellas, así que mi hija tiene que superarlas.

 —Estás loca.

 —No te atrevas a faltarme al respeto, no he gastado millones en tu educación para esto.

 —¡Maldita sea! —Darius salió de ahí dando un portazo, por un momento pensó en hablar con su abuela, pero era tanto, o más necia que su madre, así que desechó esa idea.

 Regresó a su habitación, tenía que buscar la manera de estar cerca de Vane, no permitiría que nadie le hiciera daño.

 Días después, Vane se encontraba nerviosa, estaba parada ante la entrada de un gran edificio, su corazón latía a mil, se había arreglado de la mejor manera, con un traje sastre que era adecuado para la ocasión.

 Era en color negro, la falda ajustada llegaba un poco más abajo de las rodillas, el sacó era del mismo color en mangas tres cuartos, debajo de este se había puesto una blusa color perla, el escote, aunque discreto, dejaba entrever sus bien dotados atributos.

 Se había recogido el pelo, así parecería más profesional, también buscaba aparentar un poco más de edad.

 Y es que aunque su familia pensaba que era plana, no lo era para nada, su pequeña cintura resaltaba su cadera y sus torneados pechos, claro que sus primas tenían cuerpos más curvilíneos, debido a las cirugías, pero Vane era natural, delgada, pero de marcadas curvas.

 Una amiga le había ayudado a conseguir aquella entrevista, por supuesto que la chica no sabía cuáles eran sus verdaderas intenciones, la había convencido diciendo que quería salir adelante por ella misma, sin ayuda de su familia.

 Odiaba mentir, pero jamás traicionaría a su familia contando lo que en realidad hacían, aunque fuera su mejor amiga, las personas que las conocían sabían que eran unas poderosas empresarias, sus víctimas terminaban callando, bajó la amenaza de destapar todos sus oscuros e íntimos secretos.

 Por lo general las Coldwell cambiaban de residencia constantemente, habían vivido por varias ciudades, pero siempre regresaban a esa ciudad, donde se encontraba la vieja mansión Coldwell.

 Vane entró al esplendoroso edificio con paso lento, sus manos sudaban debido a los nervios, había enviado sus documentos días antes para que pudieran revisarlos, y es que a pesar de ser tan joven estaba preparado en varios aspectos, era muy inteligente.

 Subió al elevador para llegar al último piso, al llegar, pudo ver a varias chicas hermosas que esperaban para aplicar por el puesto, en lugar de una entrevista de trabajo, aquello parecía un desfile de modelos.

 Mientras cruzaba el lugar, las otras chicas fijaron su mirada en ella, les pareció que era una chica bonita, pero insignificante junto a ellas, además de que era muy joven, el jefe querría a una mujer con experiencia, y a eso se referían con tenerla en todas las áreas para satisfacer a su jefe plenamente.

 Vane se dirigió hacia un sillón para sentarse, tomó una revista y fingió leerla, podía sentir las miradas inquisitivas de las otras chicas sobre ella.

 Había investigado a Dante, y sabía que era terrible como jefe, el sueldo era excelente, pero les exigía agotadoramente.

 Una a una las chicas fueron pasando, al salir de la oficina su gesto era serio, poco a poco la sala de espera se fue desocupando, un par de horas después, Vane escuchó la voz de un hombre que pronunciaba su nombre.

 —Señorita Vanessa Sanders, adelante, pase. —Vane había cambiado su apellido por obvias razones, esperaba que la empresa no investigara a fondo sus referencias, había conservado su nombre real para no enredarse.

 Vane se apresuró a entrar, estaba sumamente nerviosa, en cuanto puso un pie dentro de la oficina, trastabilló yéndose de bruces y cayendo sobre el que sería su jefe, el hombre estaba parado recargado sobre su escritorio.

 Dante la observó con mala cara, esa chica parecía tener dos pies izquierdos, ella sintió que estaba recargada sobre su duro pecho, al alzar la vista, se encontró con la penetrante mirada de unos ojos azul intenso.

 —¿Está cómoda? Haga el favor de alejarse de mí inmediatamente.

 Vane se avergonzó, se retiró de él, con la cabeza agachada se dio la vuelta para dirigirse hacia la puerta, sus primas se burlarían de ella, había fallado en el primer día, iba a cruzar la puerta cuando escuchó la voz de Dante.

 —¿A dónde va? No le he dicho que puede marcharse. —Ella volteó inmediatamente.

 —Pero usted dijo….

 —Por Dios muchacha, dije que te alejarás de mí, para que te quitarás de encima, no para que te marcharás, ahora siéntate.

 Ella le obedeció tímidamente, él dio la vuelta para dirigirse a su lugar del otro lado del escritorio, Vane mordió su labio inconscientemente al observar su ancha espalda, y su duro trasero, esos músculos resaltaban a través de la ropa.

 Él empezó a explicarle en qué consistía el trabajo, Vane tenía fija su mirada en él, pero su voz la escuchaba lejana, por su mente pasaban miles de pensamientos, es que ese hombre tenía el rostro más perfecto que había visto, sus facciones eran muy  finas.

 —Entonces, ¿Está consciente de esto?

 Vane abrió los ojos enormemente, ¿Que carajos era lo que le había preguntado? ¿A qué carajos se estaba refiriendo?

 —¿Perdón?

 —¿Sí está consciente de que tendrá que viajar conmigo constantemente dentro y fuera del país en caso de que sea elegida para el puesto?

 —Ah, eso, sí, por mí no hay problema, dispongo de todo el tiempo del mundo para dedicarlo a mí trabajo.

 —He leído muy bien sus documentos, tiene buenas referencias, lo que me interesa de usted lo he leído, solo le haré una sola pregunta, ¿Por qué desea trabajar en esta empresa?

 —Creo que es una de las mejores empresas del país, como puede ver en mis documentos, trabajé un par de años en la empresa de la familia Coldwell, puede verificar mis referencias sí desea, el caso es que creo que trabajar aquí será una excelente referencia para un futuro trabajo.

 Vane dijo lo primero que le vino a la mente, saliendo de ahí llamaría a su madre por si llamaban para verificar sus referencias, estaba hecha una tonta, ¿Quién podría concentrarse delante de tremendo hombre?

 —Me gustó su respuesta, no me ha dado toda una cátedra para intentar convencerme. —Eso era lo que Dante más odiaba, que la gente hablara de más.

 —Gracias. —Vane agradeció apenas audiblemente.

 —Entonces señorita Sanders, espere nuestra llamada, en ella le avisarán sí está contratada, o sí tendrá que esperar a que se habrá algún otro puesto de trabajo sí es que en verdad desea pertenecer a nuestro equipo.

 Dante se levantó para acompañarla hacía la puerta, la vio alejarse por el pasillo para subir al elevador, la chica caminaba torpemente, se quedó por un rato con la mirada fija por dónde ella había desaparecido.

 Le pareció que esa chica olía increíblemente, pudo sentir la fragancia de su cabello cuando estuvo sobre él, levantó su camisa para olerla, el suave y delicioso aroma se había impregnado en ella.

 Era un hombre experimentado, pudo notar el efecto que había tenido en la chica, lo miraba como una boba, notó que era ingenua, eso le agradó, las demás candidatas actuaban como todas unas lobas, quizás se decidiría por ella, era un diamante en bruto y podría hacerla a su manera.

 Necesitaba una asistente personal que no fuera capaz de traicionarlo, que diera todo por él, y que desempeñara excelentemente su trabajo, necesitaba una asistente perfecta, estaba claro que esa chica no lo era, pero bajo sus órdenes podría convertirse en la mejor en poco tiempo.

 Además tenía buena presencia, y su cuerpo una forma excelente, así no le avergonzaría que lo acompañara a algunos eventos, no solía llevar a sus amantes, sí la prensa lo veía con ellas en esa clase de eventos importantes, pensaría que la relación iba en serio.

 Vane regresó a su casa, el clan Coldwell la esperaba impaciente, cuando la chica entró en la mansión, prácticamente se abalanzaron sobre ella.

 —Tienes que contarnos qué ha sucedido inmediatamente. —Sus primas la rodearon.

 —Dejen a Vane respirar, muchachas, ven hija, siéntate aquí a mi lado.

 Vane se sentó junto  a la abuela, tal y como lo estaba pidiendo, Darius desde un rincón observaba atentamente.

 —Me ha ido muy bien, me entrevistó el mismo Dante, quedó que la empresa me llamaría para decir si soy la elegida, o sí debo de esperar a que esté disponible un puesto dentro de la empresa más adelante.

 —Esperemos que en verdad te llamen, y sobre todo que te acepten. —Dijo la abuela.

 —Puedo ver que alguien se esmero hoy en su arreglo, te ves como toda una profesional, prima, pero cuentanos, ¿El hombre es tan guapo y sexy como se ve en las fotos y videos? —Preguntó Marianne, curiosa como siempre.

 —Es mucho más que eso. —Vane se atrevió a ser sincera.

 —Ten cuidado con eso, no puedes permitirte enamorarte y lo sabes, menos de un hombre como ese. —A Celine no le agradó la respuesta de su hija.

 —No te preocupes, eso lo sé, madre, me lo han repetido constantemente durante años, sí me permiten, subiré a descansar.

 Vane se alejó para dirigirse hacia su habitación, Darius se levantó, volteó a ver con mala cara a su madre, después fue tras Vanessa.

 Llamó insistentemente a la puerta, la chica no respondió, él entendió que deseaba estar sola, así que se dio la vuelta, caminó algunos pasos, cuando la puerta se abrió de repente.

 —Hermano, pasa.

 Él regresó, ella colocó el cerrojo de la puerta, no quería que entrara su madre.

 —Puedo ver que estás triste.

 —No me gusta lo que haré, Dante es un hombre muy atractivo, sabes que yo no he tenido trató alguno con algún hombre, solo contigo, mamá siempre se encargó que fuera a colegios dónde mis compañeras solo eran mujeres.

 —Lo sé, y créeme que no estoy de acuerdo con todo esto, ¿Tienes miedo de llegar a enamorarte?

 —Tengo miedo a todo lo que vendrá después de esto, ¿Y sí él toma represalias y me hace daño? Ya ves lo que pasó  con nuestra tía.

 —No dejaré que te dañe, te lo prometo, anda, date un baño de burbujas para que te relajes.

 —Gracias, Darius, gracias por amarme  como lo haces.

 Él solo sonrió, le dio un abrazo y se dirigió hacia la puerta, ahora se alegraba de haber regresado, necesitaba protegerla.

 De las Coldwell, Vane er la más débil, tal vez debido a su inexperiencia, su abuela creía que debían fortalecerla para que no fuera presa fácil de cualquier hombre.

 Días después, mientras se encontraban comiendo, el celular de Vane empezó a sonar con insistencia, la abuela tenía la costumbre de que los celulares se apagaran durante la comida o durante las reuniones, pero está vez permitió que se quedará encendido pues era importante, al revisar el número, Vane contestó  de inmediato.

 —Aló.

 —¿Señorita Sanders? —La voz de una mujer contestó al otro lado.

 —Llamo de parte del corporativo Damasco.

 Vane sintió un terrible frío recorrer sus piernas, en ese momento sabría sí lo había logrado.

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