La chica al teléfono preguntó sí todo estaba bien con Vane, ya que la chica no contestaba, parecía haberse quedado petrificada, después de unos segundos logró articular palabra.
—La escucho, señorita.
—¿Podría presentarse mañana a primera hora para empezar en su nuevo trabajo? El señor Damasco la ha elegido como su asistente personal.
—Excelente, estaré ahí a primera hora.
—Debe de presentarse con vestimenta impecable, cabellos, uñas, calzado, todo en usted debe de lucir de la mejor manera posible, el señor Damasco acostumbra a fijarse en esas cosa, ya que usted será parte de su imagen, tiene que traer equipaje en su auto todo el tiempo, esto por si sale algún viaje fuera de agenda, así el señor no se molestara, odia los imprevistos, y creame señorita, le deseo mucha suerte.
La chica al teléfono cortó la llamada después de decir aquello, Vane sabía que Dante era un jefe difícil, lo sabía por referencias, pero no sabía hasta qué punto podía serlo.
—¿Te han dado el empleo? —Preguntó Tanya con impaciencia.
—Lo han hecho. —Contestó Vane con una gran sonrisa.
Las mujeres Coldwell aplaudieron aquello, Darius no lo hizo, esperaba que no la aceptarán en ese trabajo por ser inexperta, en su cabeza daba vueltas una idea, buscaba la manera de estar cerca de ella, protegiéndola.
Esa noche, Vane tuvo que tomar un té caliente para poder conciliar el sueño, no quería ir a su primer día de trabajo con mala apariencia.
Decidió ponerse un vestido formal en color azul marino, era de mangas cortas y cuello alto, solo que el largo era arriba de la rodilla, por lo que dejaba ver sus bien torneadas piernas.
Se recogió el cabello en una cola alta, tomando un mechón para enrollarlo alrededor de esta, lo que le daba una apariencia elegante, eligió unos zapatos de tacón medio, la hacían ver más estilizada, pero de manera cómoda.
Se había lavado el cabello como siempre con una mezcla de rosas y esencia de fresas, la vainilla era su aroma favorito para poner en su cuerpo.
Eligió algunas de sus joyas más discretas, unos pequeños aretes, una cadena con un discreto dije, algunos anillos, y un reloj que combinaba con su ropa.
Tomó su bolso de diseñador, después de tomar un rápido desayuno y de despedirse de su familia, subió al auto, había cambiado de auto con su mejor amiga, le dejó el suyo para que le prestara el de ella, las Coldwell no tenían autos sencillos, todos eran llamativos, no podía presentarse en alguno de esos en la empresa.
Era un auto sencillo, pero funcional, por los nervios había olvidado la maleta, regresó de inmediato por ella, el ama de llaves ya la esperaba en la entrada, después de recogerla se dirigió hacia el corporativo.
Al llegar al corporativo, en seguida subió al piso dónde se encontraba la oficina principal, había un gran revuelo, ella sintió que había llegado temprano, pero los otros empleados ya estaban ahí, eran las ocho menos quince de la mañana, ¿Pues a que hora entraban?
—Señorita, el jefe está furioso, tiene una reunión importante en una hora, y usted no llegaba, perdón, no me especificaron hora de entrada, en mi trabajo anterior era a las ocho treinta.
—Eso será en otro lugar, aquí las labores empiezan a las siete y media, el jefe es muy puntual en su trabajo.
—Dirás más que puntual es aprovechado, ¿En qué oficina empiezan a esta hora?
—En está. —La voz de un disgusto Dante se dejó escuchar a su espalda, Vane deseó haberse mordido la lengua antes de haber dicho lo que pensaba.
—Lo siento, señor, yo……
—No traté de arreglar las cosas, la escuché perfectamente, me parece muy atrevido de su parte en su primer día llamarme aprovechado, en vez de estar diciendo sandeces, venga a mi oficina, le explicaré cuál será su trabajo.
Vane lo siguió hacia la oficina, al voltear a ver a la chica con la que estaba platicando, le pareció ver un gesto de conmiseración en su mirada.
—Tome asiento, en una hora tengo una reunión muy importante, la chica que acaba de conocer es mi secretaria, tiene que organizar todo muy bien con ella, trabajaran a la par, en cuanto a la organización de eventos, reuniones, en sí toda mi agenda, usted la organizará y tendrá que avisarle a ella, solo quiero advertirle, no tolero errores.
—De nuevo me disculpo, señor, pondré lo mejor de mi parte.
—Eso espero, y el mal comentario de hace un rato, que no vuelva a repetirse, guardese sus opiniones para usted misma, la secretaria le terminara de informar lo que hará usted en esta empresa.
—Lo haré, señor, con su permiso.
—No le he dicho que puede retirarse, no puede hacerlo hasta que yo lo indique.
—Lo siento.
Pasaron un par de minutos en los que Vane sentía la inquisidora mirada de su jefe sobre ella.
—Puede retirarse.
—Con su permiso.
—Saliste viva de esa oficina, ja, ja, ja, —Susurro una chica al pasar al lado de ella.
Vane se sintió aún más nerviosa, lo que su jefe tenía de guapo, al parecer lo tenía de arrogante, sabía que ese era el principio, y sí quería cumplir con su cometido, tenía que hacerse a la idea.
La secretaria empezó a explicarle lo que tenía que hacer, estaban concentradas en organizar la reunión que se llevaría a cabo en unos minutos, cuando una hermosa chica pasó como un huracán junto a ellas.
Era muy alta, de facciones delicadas y bellas, de cuerpo exuberante, sin decir una sola palabra, sin llamar a la puerta entró en la oficina, a Vane le pareció extraño, Dante Damasco no acostumbraba a tener novias, tal vez era su amante en turno.
Pronto dentro de la oficina se escucharon gritos, era la chica.
—No Dante, no me iré hasta que hablemos, no puedes solo usarme y deshacerte de mí como si fuera trapo viejo, te amo, permitiste que me enamorara de ti, no puedes alejarme de tu lado.
—Sal de mi oficina, ya he hablado contigo infinidad de veces.
Dante tomó por el brazo a la chica, para después sacarla por la fuerza a la oficina, la secretaria había llamado a seguridad, ya esperaban fuera de la oficina a la chica.
—Saquen a esta mujer de aquí, tiene prohibida la entrada a este corporativo, no puedo creer que estoy rodeado de inútiles, ¿Ninguno de ustedes pudo prohibir la entrada de esa mujer a mi oficina?
Nadie se atrevió a contestar, todos guardaron silencio.
—Lo dicho, son unos buenos para nada, a trabajar, o piensan quedarse ahí solo viendo. —Dante se dio la vuelta para entrar en su oficina y cerrar dando tremendo portazo.
—Todos volvieron a sus trabajos rápidamente.
Durante la reunión, tanto la secretaria como Vane estuvieron presentes, Dante no se andaba con juegos, Dante no se andaba con juegos, su presencia era imponente.
Vane tenía la sensación de que su jefe la observaba por momentos, tal vez estaba evaluando su desempeño.
Ese día se dio cuenta de que saldría del corporativo mucho después de un horario normal de trabajo, su jefe parecía una máquina de hacer negocios, le dio la impresión de que estaba obsesionado con ello.
Por la tarde, Vane bajó al comedor para empleados, cuando menos parecía ser un lugar decente, el menú que le ofrecieron le pareció bueno, había diferentes platillos para elegir, pero ella terminó eligiendo una hamburguesa con papas a la francesa, en su casa estaba prohibido comerlas, solo comidas dietéticas, sin grasa.
Se podría decir que comían de todo, pero cambiaban algunos ingredientes, en la mansión Coldwell era pecado capital estar pasada de peso, era inimaginable para ellas, sobre todo para la abuela, y ese día, sin su mirada escrutadora, se comería una deliciosa hamburguesa con toda su grasa, al probarla le pareció deliciosa.
—Ahora que no nos escucha el jefe, te contaré algunas cosas, solo no se lo cuentes a nadie.
—No te preocupes, no lo haré. —Vane era curiosa tal y como lo eran todas las mujeres Coldwell.
—Como has visto, el señor Dante es un hombre tan atractivo que el mismísimo Dios Apolo sentiría envidia de él, tiene todo lo que una mujer puede desear en un hombre, fortuna, pero no una fortuna cualquiera, una que hace empequeñecer a cualquier hombre, no podemos negar que lo que tiene de atractivo lo tiene de arrogante, pero ese es su toque.
Vane escuchaba con curiosidad a la secretaria, mientras continuaba comiendo.
—El tipo lo tiene todo, es un afortunado, solo quiero advertirte que nuestro jefe acostumbra a enamorar a cuanta mujer hermosa se le atraviese, la convierte en su amante, por un buen tiempo la hace creer que es la mujer más importante sobre la faz de la tierra, las mujeres se sienten confiadas de su amor, porque les da costosos regalos, luego, un buen día, las abandona, las mujeres caen ante su educación y encanto, creo que le ayuda a conseguir lo que quiere ese carisma italiano que tiene.
Vane pensó que la chica le diría algo nuevo, todo eso ya lo sabía, aunque la chica no era consciente de eso.
—¿Y eso que tiene que ver conmigo? —Preguntó arqueando una ceja y viéndola fijamente.
—Qué me caes bien, eres muy joven y no quiero que sufras por un hombre como ese.
—Sé sincera conmigo, ¿Sí él te hiciera caso, lo aceptarías?
—Niña, dime quién no lo haría, creo que todas, aun a sabiendas de que sufririamos luego, pero tu eres muy joven, a esa edad el corazón no aguanta tan cruel desprecio.
—No lo estoy haciendo, es mi primer día de trabajo, no me asustes con eso, mujer, que salgo corriendo.
—Ja, ja, ja, tampoco es para tanto
Las dos chicas regresaron a su trabajo de inmediato, al llegar al piso donde se encontraba la oficina de su jefe, vieron que daba vueltas fuera de la oficina como León enjaulado.
—¿Se puede saber dónde demonios han estado?
—Vane está vez no se quedó callada.
—Bajamos a comer como todos los compañeros, de hecho aun nos quedan 15 minutos de tiempo libre, ¿Deseaba algo?
Dante volteó a ver su costoso reloj, enseguida se dio cuenta de que la chica tenía razón, aun faltaba un poco para que llegara la hora de retomar su trabajo.
—Tiene razón, aún faltan algunos minutos, pero sí ya están aquí, es mejor que comiencen a hacer su trabajo.
—Enseguida, señor. —Contestó la secretaria, Vane se dirigió de mal humor hacía su lugar de trabajo.
—Señorita Smith, necesito que revise minuciosamente los documentos que tengan que ver con el Corporativo Harrigan, firmamos hace un par de años con ellos, ahora están tratando de rescindir nuestro contrato para irse con las Coldwell, y eso no lo permitiremos.
Vane se sorprendió al escuchar lo que estaba sucediendo, era seguro que Darius ya estaba al frente del corporativo que pertenecía a la familia, ¿Qué era lo que intentaba hacer al intentar que los Harrigan rompieran su alianza con los Damasco? Tendría que preguntárselo.
—Usted, señorita Sanders, venga a mi oficina, revisaremos mi itinerario del día de mañana.
—Enseguida, señor Damasco.
Vane tomó la agenda electrónica para después seguirlo.
Dante tomó su lugar, Vane se quedó parada frente al escritorio.
—¿Y bien? Imaginó que la señorita Smith ya la puso al tanto de mi agenda.
—Así es, señor, el día de mañana tiene usted varias reuniones.
Vane le dio los horarios de las reuniones, él la escuchaba mientras la veía fijamente.
—Perfecto, ahora salga, en una hora quiero que me traiga un café, debe de tener cuidado en traerlo como se debe, la señorita Smith le informará sobre ello, mientras ella esté revisando esos documentos, no hay que molestarla, debe de concentrarse para no equivocarse.
—Así lo haré, señor, en cuanto ella me indique de qué manera preparar su café, no volveré a molestarla. —Vane se dio la vuelta para salir, la voz de Dante la detuvo.
—Señorita Sanders, no será necesario que llame a la puerta cuando traiga el café, si lo hace a la hora indicada, sabré que es usted.
A la hora establecida, Vane preparó el café tal y como le indicó la secretaria, a paso apresurado se dirigió hacia la oficina de su jefe, abrió la puerta y entró directamente, tal y como él se lo había pedido.
Al hacerlo se llevó una desagradable sorpresa, tanto así que el café se derramó sobre la costosa alfombra, Dante volteó a verla, parecía sorprendido y a la vez furioso.
—¡Maldita sea! ¿Por qué demonios entra sin llamar a la puerta?
Vane enrojeció al ver la escena frente a ella, su jefe estaba parado detrás de una chica, la blusa de la chica estaba abajo, y él tenía sus manos sobre sus pechos.Dante estaba furioso, había llamado a la chica porque deseaba relajarse, se sentía presionado por el asunto con los corporativos Harrigan y Coldwell.—Salga de aquí de inmediato, y cuando lo haga, cierre con llave, regrese más tarde para que limpie usted misma este desastre.Vane se apresuró a salir, no sin antes oprimir el botón para asegurar la puerta, empezó a abanicarse con las manos, la secretaría al verla, se acercó a ella.—Niñ*, ¿Qué te ha pasado? Tienes el rostro más rojo que un tomate.—Nada.—Como que nada, sí no tengo más que mirarte.—Está bien, te diré, pero no le cuentes a nadie. —Vane le contó a detalle lo que le había pasado.—Ja,ja, ja, no puede ser, ¿Por eso te has puesto así? Deberías acostumbrarte, mientras trabajes aquí te sucederá constantemente, nuestro jefe lo hace cada vez que se siente presionado p
Vanessa devolvió aquellas fotografías al lugar en el que estaban, no quería que su hermano pensara que estaba hurgando entre sus cosas, claro que quería saber qué era lo que tenía que ver con aquella chica, pero esperaría que él se encargará de contárselo, si no, ya después lo averiguaría.Darius salió del baño un poco después, Vane sonrió al ver que se había colocado su pijama de felpa, la tela tenía ositos cafés por todos lados, había comprado años atrás dos pijamas iguales, una para cada uno de ellos.—Veo que aún la conservas.—Y cómo no voy a hacerlo, sí me la regalo mi hermosa hermana, ¿Pasa algo? —Darius preguntó porque debido a la hora, que ella estuviera en su recámara, era porque algo pasaba.—Mi jefe anda de un humor de los mil demonios.—¿Y eso que tiene que ver conmigo?—Creo que lo sabes perfectamente, querido hermano, ¿Qué es lo que pretendes al lograr que los Harrigan rompan el acuerdo que tienes con los Damasco? Estoy enterada que firmaran contigo.—Vaya, las noticias
Ese fue otro día arduo de trabajo para Vane, la chiva tuvo que soportar a su pesado jefe que cada vez se comportaba peor con ella, tal parecía que tuviera algo en su contra, ¿Acaso intuía la verdadera razón por la cual ella estaba ahí?Desechó ese pensamiento inmediatamente, nadie más que la familia Coldwell lo sabía, su jefe era odioso por naturaleza, no necesitaba una razón especial para serlo, sí, eso debía de ser.Esa noche había fiesta en la mansión, los Coldwell se reunirían para celebrar que Sara había cumplido su misión satisfactoriamente, le entregarían un trofeo más para su colección. Vane aprovecharía para pedirle a sus primas que le enseñaran técnicas de seducción, anteriormente ellas habían intentado hacerlo en repetidas ocasiones, pero ella se negaba continuamente.Llegó a la mansión cuando ya todos estaban reunidos, estaban por empezar el brindis por el logró de Sara, no había sido fácil la misión, Mónica era una perr* experimentada y le había hecho difícil lograrla.
Tanya se quedó a dormir esa noche con Vane, le pidió a su prima que le ayudará a colocarse un químico sobre el cabello, para así recuperar su color natural, todas las coldwell eran rubias, de ojos azules, pero cambiaban de acuerdo al objetivo que deseaban conquistar.Todos los hombres tenían alguna característica que apreciaban más en una chica, y ellas se tenían que adaptar.Usaban pelucas y pupilentes comúnmente, pero el objetivo de Tanya era un experto clavadista olímpico, por lo que ella entró a las clases de natación que el hombre estaba dando, así que prefirió pintarse el cabello para evitar problemas, las chicas de cabello tan negr* como el ébano lo enloquecían.—Espero no haber arruinado mi cabello, el color negr* es un color intenso, difícil de retirar.—Pues está saliendo perfecto, creo que por esto no te tienes que preocupar. —Dijo Vane mientras lavaba la larga cabellera de su prima.Después de secar su cabello, Tanya no tardó mucho tiempo en quedarse dormida, ella quería e
Vane estaba decidida a hablar con su familia, no podía seguir viajando de la mansión al corporativo todos los días, para llegar tenía que atravesar toda la ciudad, era cansado hacerlo.Todas sus primas rentaban un departamento provisional para cada misión que tenían, era un gran riesgo para Vane que su jefe se llegara a enterar de que visitaba la mansión Coldwell diariamente, para él, ella era una Sanders.Dante Damasco podría pensar que estaba vendiendo información sobre su empresa a sus principales rivales, sobre todo después de lo que estaba sucediendo con el corporativo Harrigan.—De ninguna manera, no te expondrás a vivir sola, es muy arriesgado, ¿Acaso no sabes de todos los peligros que hay allá fuera? No te enviaremos a la boca del lobo.—Darius, hijo, Vanessqa tiene razón, imaginate que a ese hombre se le ocurra enviar a alguien a seguirla, se daría cuenta inmediatamente que le ha mentido, eso sería mucho más peligroso, además, todas las Coldwell somos fuertes e independientes
Vanessa se cambió ese mismo día al departamento, amaba a su madre y a su abuela, pero se sentía tan bien estar lejos de ellas, de su vigilancia constante.Puso música suave, y se sentó en un sillón en la terraza del departamento, a esa hora las luces de la ciudad parecían palidecer ante el hermoso cielo estrellado, todo era paz y quietud en ese momento.La terraza pegaba con la del otro departamento, un atractivo hombre salió en ese momento, Vane solo vio su ancha espalda, mientras el hombre parecía observar el firmamento.—No puede ser, estoy alucinando, este chocolate debe de estar adulterado.Observó con detenimiento la taza que sostenía entre sus manos, cuando volteó para ver a aquel hombre, él ya no estaba.—Lo dicho, fue una alucinación, Dante Damasco no tiene porque estar aquí, debo ingerir menos chocolate.Dante había regresado al interior del departamento, él la había visto perfectamente.Mientras tanto, Katrina cenaba con Evenus, el hombre a simple vista parecía ser encantad
Vanessa se despertó un par de horas después, buscó a Dante, pero parecía que su jefe se había marchado, cerró los ojos, pudo aspirar su fragancia, era un aroma intenso y a la vez sofisticado.Dante había pensado quedarse hasta que la chica despertara, pero al observarla dormir sintió un gran impulso por besarla, así que decidió alejarse antes de cometer algo de lo que pudiera arrepentirse.Poco después, Dante se sentía intranquilo, decidió enviar un mensaje al teléfono de la chica para ver como estaba, Vane se sorprendió al ver que le llegaba un mensaje de un número desconocido, al abrirlo se dio cuenta de que era Dante.—¿Se encuentra bien señorita Sanders? —Vane no pudo evitar leerlo en el tono de voz de Dante, se rió al darse cuenta.—Estoy mejor, señor Damasco, gracias.Vane esperó que Dante enviará otro mensaje, pero fue el único, su mensaje era tan frío como él.Al otro lado, Dante observaba fijamente la pantalla de su teléfono, había estado a punto de preguntar a la chica sí se
Un par de horas después, la sobrecargo salió de la habitación acomodándose la ropa, por la sonrisa que mostraba, era fácil adivinar que había pasado un muy buen rato.Dante salió minutos después, volvió a ocupar el lugar frente a Vane, colocó su laptop sobre una mesilla que lateral que movió hasta quedar sobre sus piernas.El hombre empezó a trabajar sin reparar en ella, Vane se sintió ignorada, molesta, pudo notar que su jefe aun traía el cabello mojado, era un fresco y un descarado, después se reprendió mentalmente, le estaba dando demasiada importancia a lo que había pasado.Horas después llegaron a su destino, la chica no tenía idea en que parte de Italia estaban.—Bienvenida a Sicilia, señorita Sanders, hoy es la boda de mi primo, usted será mi acompañante.Vane se sorprendió al escucharlo, ahora no sería tan solo su secretaría ejecutiva, sino que también su dama de compañía.Sin decir nada más, Dante se dio la vuelta para bajar del avión, antes de hacerlo se despidió de la sobre