Otro de esos grandes días para mi nueva carrera, para esta nueva ilusión que se estaba transformando en realidad estaba llegando, como una bocanada de aire fresco que me alentaba a seguir con el sueño que mi padre me hizo soñar, todo se lo debía a él. Las primeras noches habían sido un furor, euforia, alegría y paz ante todo, aunque todo demostrara un caos entre tanta multitud: A mí sólo me traía paz, me conectaba con todo lo que quería en mi vida, me ayudaba a reconectar con mi padre y en parte me hacía sentir que le devolvía un poco de todo lo que me había dado. Esta vez pedí que fuera más temprano porque si no mi fan número uno: Patrick, no podría verme y sinceramente creía que esta vez ya no me lo perdonaría. Era mi quinta presentación, eran cerca de las ocho de la noche, mi hermano sólo podía quedarse hasta las diez así que pretendí que así fuera. Gabriela hoy no estaba, sólo estaba para ayudarme Julián, quien cada vez se comportaba más cortante y odioso conmigo y eso sincera
Y sí, tenía que tomar ese coraje absurdo que complicaría todo, que me metería en un torbellino de emociones distintas, respiré profundo, tuve que ir al estudio de grabación para continuar con este trabajo que amaba pero que en este momento no quería estar ejerciendo. No quería ver a Julián, me generaba demasiada vergüenza no poder recordar ni uno solo de los besos que me dijeron que nos dimos, o cada momento, que debería al menos ser recordado vagamente y no ser algo que simplemente me han contado que pasó. Y es que me niego a pensar que esas cosas podían quedar en el olvido tan fácilmente, que un beso podía volverse efímero producto del mal uso del alcohol. Quería recordar cómo era que sabían sus labios y siquiera si eso me había generado algo pero la verdad era que solo era una laguna sobre una película que alguien más me había contado.-Hola –Saludé. Su silencio se hacía presente, su rostro no denotaba ningún gesto, ya no sabía si era peor no recordar o esto. Volvió a manifes
Me puse el vestido más nuevo, más fino y más especial que tenía sólo para mi cita con Julián, ¡Una cita! ¿Cómo debía comportarme? Apenas si lo conocía, con Pablo todo había sido completamente distinto: Me sentía distinto, sabía que podía equivocarme mil veces y de ello nos terminaríamos riendo juntos, sabía que era algo más sencillo, éramos buenos amigos, confidentes; Pero Julián sólo era el secretario de Gabriela, y el hermano del mejor amigo de mi hermano, ¿Qué hacía cuando se enojaba? ¿Qué comía cuando se sentía triste? ¿Qué le gustaba hacer una tarde de domingo? ¿Era necesario saberlo para tener una primera cita? No estaba bien comparar a dos personas o las situaciones que se podían vivir con las mismas, pero en el fondo sabía que no tenían ni la más mínima comparación. Se sentía extraño volver a empezar, eso también me generaba miedo. Sobretodo luego de pretender que no existieran otras manos que te tocaran ni otros labios que te besaran, dar permiso a ocupar ese sitio se sen
Pasó una semana, hice otras dos sesiones: Una en las vías del tren y la otra en la peatonal más importante de mi pequeña ciudad, la cual era bastante concurrida en todos los horarios. Canté tres noches en bares y eso me hacía sentir tan rara: Pues en cada una de estas exhibiciones yo no era anunciada sino que proporcionaba un show sorpresa, para personas que no conocía, personas que no sabía si les gustaría lo que yo iba a hacer. Para mi fortuna siempre había recibido una respuesta más positiva de la que podía estar esperando, era lindo sentir la calidez del público conmigo. Al mismo tiempo se sentía tan extraño, me desesperaba en algunas ocasiones, me llenaba de nervios, pues tenía que hacer que personas que no fueron por mí se sintieran cómodas con mi presencia. Con lo que hacía, tenía que manejar el hecho de no tapar sus voces si en realidad querían hablar y no escucharme y al mismo tiempo tenía que hacer lo que venía a hacer, tenía que jugar con el hecho de que algunas person
Me fui de la cabaña sintiéndome tan extraña, tan distinta, no podía sentirme yo misma, parecía imposible, era como si un vacío me estuviera consumiendo por dejar fluir esa pasión que me costó encender pero que acabé haciendo que ardiera, era verdad que no fue del todo en contra de mi voluntad pero si hubiese sido por mí, hubiera esperado mucho más tiempo: Era algo normal para gran mayoría de las personas conocer y “consumar el acto”, “Cerrar el trato”, entre dos personas que eran pareja o pretendían serlo. Sin embargo, yo sentía que era algo imposible de que me pudiera acostumbrar, podía adecuarme, a intentar sentir placer sin sentir ningún otro sentimiento. Pero ¿Cómo podían comparar el bienestar que generaba ese acto cuando se estaba enamorado de la otra persona con algo esporádico o casual? ¡Eran un mar de diferencias! De todos modos, eso me ayudó a querer apostar a esa relación, para ver si podía volver a sentir y tal vez de ese modo, lograrme olvidar de Pablo y de esa relació
Hicimos el amor, o tuvimos relaciones que implicaron algo carnal esa noche que cenamos en ese restaurante, fue en parte una muestra de agradecimiento que tenía ganas de agradecer. Tal vez no se sentía aun como tanto amor y terminaba siendo solamente sexo, pero creía que era una mera cuestión de tiempo para sentir que realmente disfrutaba esto, debía comprender que tal vez así eran las relaciones de hoy en día por lo que debía conformarme con todo esto. Pasó lo mismo algunas noches que siguieron después de ese día. No me sentía enamorada, me gustaba satisfacer este fuego que él traía y que yo en algunas ocasiones también lo portaba, tal vez el sentimiento vendría después con el tiempo, cuando lo conociera un poco mejor. Al menos me sentía acompañada, deseada y querida, estaba aprendiendo a ver la belleza que tenía en mí en cada una de mis formas: Ya no me daba angustia mirarme a los ojos en el espejo, me sentía bonita hasta cuando estaba llena de harina, y en eso Julián tenía un
El show había terminado, nos dirigimos al hotel luego de que firmara un par de autógrafos y me sacara algunas fotos con quienes querían, era algo que nunca me había imaginado vivir pero que al mismo tiempo me gustaba disfrutar. Tenía una habitación para mí y Naomi, en una cama grande de suite, ¡Parecía un palacio! Y apenas era una habitación de hotel. Mi teléfono comenzó a sonar con un número que no conocía, miré mi teléfono y luego miré a Naomi. - ¿Quién será? –Pregunté.-Contesta –Dijo Naomi. Y así fue, con un poco de tensión contesté esta llamada, nadie tenía este número prácticamente y eso era lo que me sorprendía.- ¿Hola? –Dije.-Kat, hablemos –Pidieron.- ¿Quién habla? –Pregunté.-Soy Pablo –Contestó e hizo una pausa- Vamos Kat, no puedes dejarme así.- ¿Cómo obtuviste mi número? –Consulté.-Ven y te explico –Propuso Pablo.-No quiero –Aseguré.-Es eso o entro a los gritos a llamarte en el hotel –Amenazó Pablo- Estoy esperando en la puerta.- ¡Está bien! Ya voy –Dije.
Estaba tan dolida, devastada, no podía creer que hubieran roto mi confianza como si fuera un pedazo de cristal. No podía dejar de llorar como si fuera una niña a quien le hubieran quitado su juguete favorito. Naomi me acarició el cabello mientras seguía apoyada en su pecho, acompañándome.- ¿Ya estás más tranquila? –Preguntó Naomi.-Sí –Confirmé.- ¿Quieres contarme lo que pasó? –Consultó Naomi.-Julián estaba con otra mujer, no me atendió la puerta y cuando ella salió se besaron como si nada, como si yo no existiera –Contesté. Y comenzó a sonar mi teléfono móvil con notificaciones de su parte.-Ves, ahora dice que estaba durmiendo, me pide disculpas –Conté.-Ay amiga, lo lamento tanto –Dijo Naomi.- ¿Y ahora qué? ¿Qué pasa si estoy esperando un hijo suyo? –Planteé- ¡Qué idiota fui!-Si estás esperando un bebé y quieres tenerlo, lo sacaremos adelante juntas –Aseguró Naomi.-No te gustan los niños Nao –Argumenté.-Pero amaría tener un pequeño sobrinito o sobrinita con nosotras, no